One shot # 1 (Hypnos)
Bueno, aquí está el primer one shot a pedido de @Lucia-TheBloodyBest
La verdad me la pusiste difícil jajajaja
Pero bueno, logre hacerlo en 5744 palabras (es en serio?, tengo problemas jajaja)
Espero que te guste
Y bueno, los pedidos están abiertos y cualquier opinión, comentario, insulto jajaja es bienvenido
(La foto no es mía, créditos al autor)
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Cuando escuchamos la palabra sueño ¿qué es lo que se nos viene a la mente? A decir verdad tiene muchas interpretaciones, algunos lo definen como sus objetivos en la vida, otros como ideales inalcanzables, otros como un mundo completamente diferente creado por nuestro subconsciente y otros incluso lo relacionan con la muerte.
A pesar de todas las definiciones que se le dan al sueño, lo que siempre está claro es que no es algo físico que podamos tocar o sentir, es algo subjetivo y cambia de persona a persona, es un estado, todos experimentamos el estado del sueño pero no para todos es el mismo, para unos puede ser reconfortante y acogedor, mientras que para otros puede ser turbulento e inquietante, incluso molesto...
A pesar de que el sueño no tiene un rostro, si tiene un representante, el Dios del sueño, Hypnos.
Es de esperarse que el dios del sueño sea de carácter tranquilo y pensativo, siempre analizando antes de actuar, sin embargo Hypnos tiene otras características. Es todo menos compasivo, mucho menos sentimental, no tiene empatía por nada ni por nadie, al fin y al cabo, nadie ni nada merece su interés, el mundo está lo bastantemente podrido como para preocuparse por esas banalidades.
Hypnos solo cumple su deber, solo vive por sus propias creencias e intereses egoístas.
Sin embargo hay días donde se pregunta si tal vez habrá algo más, algo más por qué vivir.
Ser inmortal es una cualidad afortunada, quien no quisiera ser inmortal, ver y hacer cosas inimaginables sin preocuparse por el peligro, el tiempo, la edad, la muerte... Era definitivamente afortunado aquel que pudiera tener la vida eterna, sin embargo no todo es perfecto, ser inmortal significa que pasara el tiempo y no cambiará, todos los seres amados morirán, todo se volverá repetitivo, y entre más pase el tiempo, solo empeorará, no habrá emoción alguna, no habrá nada nuevo que ver o que hacer, todo perderá sus colores... la vida se tornara en un desolador tono de blancos negros y grises.
Hypnos pensaba en esto a menudo, ya nada le importaba, era solo una marioneta de los deseos de algún ser superior, ya había vivido tanto y visto tanto que nada le impresionaba, sin embargo estos pensamientos eran disipados rápidamente al momento de escuchar a su hermano Thanatos.
Los campos elíseos, un lugar hermoso y perfecto, igual siempre...
Hypnos se encontraba sentado leyendo algún libro el cual no recordaba ya ni su nombre pero lo que era seguro era que lo había leído ya más de unas mil veces, no era un mal libro, predecible tal vez...pensaba el Dios mientras repasaba las palabras de la hoja 254.
Su línea de pensamiento fue interrumpida por la voz de su gemelo, Thanatos —ya casi es hora –dijo el pelinegro observando al rubio atentamente, Hypnos levantó su mirada de su libro para ver a su hermano, —ya veo, me haré cargo –dijo simplemente. Se puso de pie y se dirigió a su templo.
Hades pronto volvería a este mundo, como lo hacía desde la era mitológica, cada 200 años, los dioses gemelos han sido sus consejeros personales desde ese entonces y claramente esto no iba a cambiar ahora.
Thanatos e Hypnos debían hacer todos los preparativos para la llegada del dios del inframundo, no era una tarea que complaciera a Hypnos, pero al menos lo sacaba de la rutina cada varios cientos de años.
Ese día en específico, Hypnos se dirigió a las frías tierras de Siberia, debía encontrar un objeto de importancia y relevancia para esta próxima guerra Santa, tal vez con ello lograrían ganar en esta oportunidad, eso sería beneficioso, cambiaría un poco el curso de las cosas, una novedad.
El dios del sueño decidió hacer esta búsqueda personalmente, al fin y al cabo, había pasado mucho tiempo en los campos elíseos, un cambio de escenario no le haría mal, además, ¿qué tan difícil podía ser?
Hypnos caminaba tranquilamente por uno de los bosque helados de pinos en algún lugar remoto de Siberia, a decir verdad no tenía claro dónde se encontraba, solo sabía, por información dada por su hermano, que el objeto se encontraba allí.
Todo parecía normal, mucha nieve, fuertes vientos helados, cero signos de vida, nada fuera de lo común en un lugar tan hostil como este, Hypnos cerró sus ojos mientras caminaba, relajándose por completo en aquel frío ambiente, sin embargo algo perturbó su tranquilidad, un sonido para ser más preciso, Hypnos se detuvo y escuchó atentamente...silencio... Ha de ser algún animal, pensó mientras se disponía a seguir su camino, pero antes de que pudiera hacerlo ahí estaba de nuevo, ese sonido.
Hypnos dirigió su mirada al lugar de donde provenía aquel sonido, no podía ver nada, pero pudo determinar el sonido era causado por pasos, alguien se dirigía hacia él, ¿un enemigo? Era poco probable, pero quien más podría estar en ese remoto lugar si no era alguien con algún tipo de poder.
Ese ser se acercaba cada vez más, Hypnos espero pacientemente, fuese lo que fuese no sería inconveniente para él, además tenía curiosidad.
Pero ni todas las posibilidades que habían pasado por su cabeza se parecían a lo que veían sus ojos.
Era una chica, el viento helado hacia mover sus largos cabellos azules, su mirada estaba no estaba fija en algún lugar en especifico, solo observaba a su alrededor, atenta ante cualquier eventualidad, tenía una expresión un poco confundida y atemorizada y a pesar de llevar puesta ropa adecuada para el clima, Hypnos pudo notar por la manera que sus brazos abrasaban su torso, que tenía frío.
Hypnos la observaba atentamente sin moverse un centímetro de su posición, mientras ella aún no se percataba de su presencia, Si seguía caminando en esa dirección, se iba a estrellar de frente con él, y así fue.
La chica, al sentir el obstáculo, dio unos pasos hacia atrás, posando inmediatamente su mirada en el, unos bellos y sorprendidos ojos rojos lo miraron directamente, un sutil tono rosa teñía la piel blanca de sus mejillas, Hypnos no pudo distinguir si era por vergüenza o por el viento helado que estaba haciendo, el solo la observo sin modificar su postura.
—di...di...disculpe, no venia poniendo atención, de verdad lo siento –dijo la joven agachando la mirada. –Hypnos la observo por unos segundos —no hay problema –respondió, la chica levanto la cabeza para poder verle, el tenía una expresión seria, inexpresiva, sus labios formaban una firme línea y sus ojos no mostraban emoción alguna.
¿Qué hacia un hombre como él en un lugar como este? Se podía notar fácilmente que no era oriundo de esas tierras, su forma de vestir, su contextura y su físico angelical lo delataban, era un hombre extraño a decir verdad.
La chica decidió no darle importancia y seguir su camino, —en ese caso seguiré mi camino, que tenga buen día, y disculpe nuevamente –dijo apartándose del Dios, caminando en sentido contrario de él, pero justo cuando pasaba por su lado, este la tomo del brazo.
—Espera –dijo Hypnos, la chica se sorprendió ante tal acción y volteo a verle con una expresión atemorizada —¿cómo te llamas? –Pregunto él dios, la chica dudó en responder, el hombre aún la tenía agarrada del brazo y su mirada penetrante estaba puesta en su rostro —Lu...Luna –dijo la chica tímidamente, —Luna ¿eh? –dijo Hypnos tocándose la barbilla con su otra mano, mirando hacia el frente, parecía estar tramando algo, esto no es bueno pensó la joven —muy bien, ¿eres de por acá verdad? Así que supongo que tienes un lugar donde vivir por acá cerca ¿no es cierto? –dijo el rubio dirigiendo nuevamente su mirada hacia la joven sin soltarle el brazo, la chica asintió —perfecto, me llevaras allí entonces –dijo soltándola y dándose vuelta para caminar en dirección hacia donde ella iba, la peli azul lo miro boquiabierta por un momento, ¿quería que lo llevará a su casa? Pero ¿por qué? ¿Que quería?
—¿qué? –dijo ella frunciendo el ceño —me escuchaste bien, así que andando –dijo Hypnos con su misma expresión dura y fría —pero, no te conozco, por qué habría de llevarte a mi casa, además ¿para qué quieres ir? –dijo luna con un poco más de confianza en su voz.
—mira niña, no tengo tiempo para esto, me llevaras y ya, sin discusión –dijo Hypnos alzando un poco la voz, a decir verdad con su poder podía manipular fácilmente a la chica, sin embargo no quería hacerlo, ¿por qué? Aún no lo tenía muy claro, simplemente quería que la chica tuviera voluntad propia, tal vez quería saber hasta dónde podía llegar...
Hypnos pensó un momento en las palabras de la joven, ¿por qué quería ir con ella a su casa? No era que necesitara dormir (¿desde cuándo el dios del sueño necesitaba dormir?) o alimentarse, era un dios después de todo, sin embargo ya estaba anocheciendo y su cuerpo en este momento era humano, sentía frío, no quería pasar la noche cubierto de nieve en el suelo sucio de aquel lugar, así que iba a usar a esta joven para darle algo de comodidad a su cuerpo durante su estadía en la tierra, de algo tienen que servir los humanos de vez en cuando ¿no?
Luna al escuchar el tono amenazante de aquel hombre, decidió acceder, al fin y al cabo su casa era su territorio, allí podría defenderse o actuar en caso de que algo sucediera con aquel extraño hombre.
El camino hacia su casa fue silencioso y algo incómodo, para ella claro está ya que aquel hombre parecía muy cómodo, caminaba con elegancia, sus manos agarradas en su espalda y su frente en alto todo el tiempo, era algo intimidante.
Después de un tiempo caminando llegaron a la casa de Luna, era una pequeña cabaña en medio de la nieve, no parecía haber signos de civilización cerca, sin embargo esto complacía a Hypnos, no le gustaba mucho el contacto con humanos.
—pase –dijo Luna mientras sostenía la puerta de su hogar para que el Dios entrará, Hypnos avanzó con ese mismo andar imponente que lo caracterizaba, la chica cerró la puerta y procedió a quitarse su pesado abrigo para colgarlo en un perchero ubicado al lado de la entrada, Hypnos observaba su alrededor, era un lugar pequeño pero ciertamente era acogedor, tenía una chimenea lo cual proveía de calor al lugar y estaba amoblado modestamente pero lo suficiente para brindar comodidad a los presentes.
Hypnos estaba inserto en sus pensamientos mientras analizaba cada rincón del lugar, Luna lo observaba cuidadosamente, ¿ahora qué? Ya estaban ahí, ¿que quería aquel hombre? —eh...disculpe ¿señor? –dijo ella —Hypnos, me llamo Hypnos –dijo el dios aún observando sus alrededores —¿Hypnos? –dijo levantando una ceja, el rubio volteo su cabeza para observarla, —¿algún problema? –dijo con tono serio, luna frunció el ceño —no, no...Solo me preguntaba si ahora quisiera decirme ¿por qué decidió venir acá? –dijo Luna, a decir verdad no se sentía muy cómoda con la presencia de aquel hombre en su casa, ella era bastante tímida y distante, por eso vivía en ese lugar, tan alejado de todo...
—Necesito un lugar donde pasar la noche –respondió el rubio encogiéndose de hombros mientras se sentaba en uno de los sillones que se encontraban al lado de la chimenea, luna se quedo atónita, ¿era en serio? Podría haber pedido el favor o haber dicho eso antes —¿que pasa? –dijo Hypnos sacando a la chica de sus pensamientos —nada, solamente que pudo haberme dicho eso desde un principio y no amenazarme –dijo Luna apoyando sus manos en la cadera mostrando una postura de reclamo, el dios arqueo una ceja, como se atrevía esta pequeña humana a hablarle así a él, un dios, aunque claro, él no le había mencionado ese detalle, —¿me habrías traído si te lo hubiera solicitado cordialmente? –dijo el rubio en tono indiferente, él sabía que los humanos no eran amables, mucho menos compasivos, o por lo menos eso era lo que había visto en la mayoría de ellos al pasar de los siglos, sin embargo habían unos cuantos que exceptuaban esa regla, pero al ser tan pocos, no se iba a arriesgar con el primero que encontrara esta vez, no tenia ánimos de matar a nadie en esta visita a la tierra.
—pues...si, obviamente, no iba a dejar morir a alguien congelado si yo podía impedirlo –dijo la joven como si fuera lo más lógico, esto intrigó al dios, —¿estás hablando en serio? –Preguntó, —si claro que si, por qué no habría de hacerlo –respondió Luna desconcertada, este hombre sí que era extraño. Hypnos la observo por unos segundos, como si la estuviera analizando, esto ponía sumamente incomoda a Luna, esa mirada de aquel hombre, era como si viera a través de su alma.
Luna se aclaró la garganta para romper el silencio incómodo que se había formado —entonces, ¿tiene hambre? –al escuchar esto el dios parpadeo varias veces, y por primera vez en todo el día, su expresión se suavizó un poco —no, sin embargo si me apetece un poco de té caliente –luna asintió con la cabeza y se dirigió a la cocina.
A los pocos minutos luna volvió con una bandeja en sus manos, sobre ella dos pocillos que contenían la humeante bebida, la peli azul puso la bandeja en la mesita de centro, el rubio tomo uno de los pocillos y lo subió hasta su nariz, percibiendo el delicioso aroma del mismo, después de unos segundos, dio el primer sorbo, parecía satisfecho con el sabor, ya que se recostó en el sillón de forma relajada.
Luna se sentó en el otro sillón ubicado en frente, tomó su taza de té y antes de tomar el primer sorbo dijo casi en susurro —un gracias habría sido agradable –al escuchar estas palabras el dios poso su mirada en ella, a pesar de que ella no lo estaba observando y no pensó que el escucharía, si lo hizo, esta chica le causaba mucha curiosidad, era diferente.
La noche paso tranquilamente, Luna le ofreció a Hypnos su habitación para que durmiera, a lo cual el dios no se opuso en lo absoluto, mientras ella durmió en uno de los sillones junto la chimenea
Hypnos abandonó la casa sin decir nada al amanecer, esto dejo desconcertada a Luna, a pesar de que a ella no le gustaba mucho estar con la gente, en ese poco tiempo se había acostumbrado a la presencia de aquel hombre y no le incomodaba, a pesar de sus actitudes poco ortodoxas.
El día transcurrió normalmente, Luna decidió quedarse en casa, afuera parecía hacer mucho viento, posiblemente se aproximaba una tormenta, Luna no pudo evitar pensar en Hypnos, ¿estará Bien? ¿Habrá conseguido llegar a su destino?, la peli azul observaba por la ventana como el viento se hacía cada vez más fuerte y como la nieve empezaba a cubrir todo con su manto, pasó un tiempo y ya casi no se veía nada, solo blanco.
Luna suspiro y se dirigió a la cocina, necesitaría algo caliente para pasar esta tormenta, sin embargo un golpe en su puerta hizo que se detuviera en seco, ¿quién con esta tormenta podría estar ahí afuera? sin pensarlo dos veces corrió a abrir la puerta, una fría brisa golpeo su cara e hizo que sus azules cabellos volaran, y ahí estaba el, Hypnos en su puerta, todo cubierto con una delgada capa de nieve, sus mejillas rojas por el viento frío y sus ojos color oro se veían cansados.
Luna inmediatamente lo tomo del brazo y lo hizo entrar, cerró la puerta y lo llevo para que se sentará al lado de la chimenea, rápidamente trajo una manta y le indicó al rubio que se quitara el abrigo húmedo que llevaba puesto, el dios no puso queja alguna e hizo lo que ella le decía, la chica puso la manta sobre sus hombros y se dirigió a la cocina para prepararle algo caliente a Hypnos.
Luna volvió con una gran taza de chocolate caliente y se la puso en frente al rubio para que la tomará, este estaba algo escéptico sobre la bebida, —no me gusta, ¿que ya no tienes te? –dijo el dios levantando una ceja, Luna frunció el ceño —si tengo, pero el chocolate te calentara más rápido, tómatelo y deja de quejarte –dijo ella mientras ponía la taza en sus manos obligándolo a sostenerla, Hypnos no pudo evitar darse cuenta que ella ya no lo trataba como señor, ahora le hablaba más informalmente, con más confianza, ¿como se atreve?
Luna tomo su taza de chocolate y se sentó en la mesa frente a la ventana, dio un sorbo a la deliciosa bebida y su cara contorsiono en una mueca de absoluto placer, Hypnos la miraba atentamente, tal vez la bebida no era tan mala después de todo, así pues, decidió darle una oportunidad, y no se equivocó, definitivamente ¡era espectacular! Como es posible que en todos sus años de vida jamás hubiera probado tal delicia!
Hypnos se termino el contenido de la taza más rápido que Luna, tomando el último sorbo levantando la taza para que la última gota callera en su lengua.
Ante tal acto infantil Luna soltó una pequeña risa lo cual causó que el rubio la volteara a ver —¿que es tan gracioso? –preguntó serio mientras dejaba la taza en la mesita —nada, solo que dijiste que no te gustaba y ahora por poco y lames la taza –el dios miro hacia otro lado un poco avergonzado —no estaba tan mal –dijo entre dientes, la chica río nuevamente, se puso de pie y recogió la taza del rubio para llevarla a la cocina junto con la de ella.
Luna volvió y se sentó enfrente al dios el cual la miraba atentamente, la chica suspiro —bueno, ¿qué te pasó? ¿Por qué volviste? –pregunto, Hypnos resopló —necesitaba nuevamente un lugar donde pasar la noche y refugiarme de la tormenta –dijo serio —bueno tiene lógica... –luna quería preguntarle varias cosas pero no se atrevía, sin embargo el dios noto que la chica estaba inquieta —si tienes preguntas hazlas ahora –dijo el dios mientras movía la mano en un gesto de exasperación.
—Bueno –dijo luna aclarándose la garganta —primero, ¿qué haces acá? Me refiero a Siberia. —Busco un objeto –contestó simplemente Hypnos —¿un objeto? ¿Eres arqueólogo o caza tesoros o algo así? -el rubio arqueo una ceja —¿en serio te parece que tengo aspecto de caza tesoros? –luna se sonrojó —pues...¿no? –Hypnos la miró e hizo un gesto con su cabeza para que siguiera hablando —bueno, ese objeto ¿qué es? Y ¿para qué lo buscas? –preguntó la peli azul, la verdad la curiosidad le estaba carcomiendo la cabeza —no es de tu incumbencia –dijo el rubio, okay, eso no daba muchas respuestas, pensó luna —bastante charla por hoy niña, debo descansar, mañana partiré temprano –dijo Hypnos poniéndose de pie dirigiéndose a la habitación de Luna... que descortés, —espero que al menos te despidas antes de irte –dijo la chica en voz baja, Hypnos se detuvo en frente de la puerta al escuchar sus palabras, pero sin decir nada, entro a la habitación y cerró la puerta a sus espaldas.
Hypnos no sabía por qué estaba haciendo esto, por qué tenía que informar a esta chica sobre su partida, él era un Dios, podía hacer lo que le plazca, además Luna estaba profundamente dormida, sus mejillas estaban de un tenue color rosa por el calor que le proporcionaba la manta que envolvía su cuerpo, un mechón de cabello azul caía sobre su cara la cual tenía una expresión de completa relajación, se veía hermosa... ¿Hermosa? Por qué pensaba eso, era solo una humana, Hypnos sacudió su cabeza para quitarse ese pensamiento de la mente.
Se agachó y suavemente movió a la chica para despertarla, Luna solo emitió un sonido de protesta y se cubrió la cara con la manta, Hypnos suspiro y nuevamente la movió pero con más fuerza, la chica nuevamente hizo un sonido y retiró la manta de su rostro abriendo lentamente sus ojos color rubí, se sentó y con sus manos frotaba sus ojos mientras un bostezo se escapaba de sus labios —buenos días Hypnos, ¿cómo amaneces? –Preguntó la chica con voz somnolienta —bien, te desperté para avisarte que ya me voy como me lo pediste anoche –dijo Hypnos mirándola atentamente, la chica no pudo evitar sonreír ante tal acción, aquel hombre frío y descortés, estaba mostrando una actitud amable hacia ella, no sabía por qué pero esto le producía una increíble satisfacción.
—Gracias por avisarme, espero que encuentres lo que buscas, puedes tomar lo que quieras de la cocina para que no pases hambre –dijo luna sonriéndole, Hypnos asintió y se dirigió hacia la puerta, pero se detuvo antes de abrirla, luna observaba su espalda esperando su actuar, —Gracias Luna –dijo Hypnos, luego abrió la puerta y se marchó, Luna se quedo boquiabierta, ¿de verdad le había dicho gracias?, una sonrisa brillante se posó en sus labios, esperaba con ansias volverlo a ver algún día.
Y sus deseos se hicieron realidad, Hypnos siguió volviendo todos los días, ya se había hecho una costumbre para ella esperarlo, cada día el Dios le hablaba más, se abría más con ella y ella igual con él, incluso el rubio reía en algunas ocasiones, sin embargo el no le daba muchos detalles sobre su origen o a que se dedicaba pero esto a Luna no le importaba, solo sabía que se sentía cómoda con él, sentía que podía hablar de todo, no se sentía juzgada ni criticada, era perfecto.
Hypnos no sabía por qué seguía volviendo a la casa de Luna, a decir verdad su misión en ese lugar ya había acabado hacía bastante tiempo, pero cada día que se decía a sí mismo que volvería al inframundo, había una voz en su cabeza que no lo dejaba ir y de repente se veía caminando hacia aquella pequeña pero acogedora cabaña.
Poco a poco se sentía más cómodo hablando con Luna, ella no era como todos los humanos, era diferente, y cada día que pasaba quería saber más de ella, conocerla más, aprender más de ella, observar su hermoso rostro una vez más, ¿que le estaba pasando? ¿Estaba experimentando lo que los humanos llaman amor? No puede ser. Hypnos trataba de evitar esos pensamientos pero cada vez eran más recurrentes, sobre todo cuando Luna le sonreía con esos bellos labios que tenía y esos hermosos ojos...
Era imposible de negar, Hypnos estaba enamorado, el dios del sueño se había enamorado de una humana, su lógica decía que no debía, que no podía ser, pero su corazón no parecía coincidir, había algo en ella que lo atraía cada vez más, y no lo podía evitar, sin embargo no sería fácil, Luna aún no sabía que él era un Dios y era por su bien, así no la pondría en peligro en esta próxima guerra Santa.
La guerra Santa, Hypnos estaba enamorado pero eso no significaba que podía dejar todo atrás para estar al lado de una humana, debía cumplir su deber como dios y como consejero de Hades, al pensar en esto una mezcla de sentimientos se peleaban en su cabeza pero todos ellos se disipaban al ver a luna correr hacia el para darle un caluroso y tierno abrazo de bienvenida, cuando Hypnos entraba a la cabaña, todo el mundo a su alrededor no existía, solo ese lugar, no había guerra Santa, ni dioses, ni espectros ni caballeros, para él en ese momento lo único que importaba era aquella chica de cabellos azules por la cual sentía un profundo amor.
Era de esperarse que Luna también se enamorara de aquel hombre extraño, ella tenía una personalidad peculiar, no era muy extrovertida y cuando se trataba de sentimientos era muy distante, sin embargo aquel hombre había logrado transpasar sus barreras y hacerla sentir cosas que jamás había sentido, cuando estaba con él sentía que podía ser ella misma, sin miedo a nada, aquellos momentos que pasaba con él, quería que fueran eternos, quería vivir en ellos por siempre.
—luna, ¿te puedo preguntar algo? –dijo Hypnos mientras la ayudaba a secar los platos que ella lavaba, (¿quien lo pensaría? Un dios haciendo este tipo de actividades) —claro –dijo ella —¿no te da miedo vivir sola en un lugar como este? –Luna lo pensó por un momento antes de responder —no –dijo encogiéndose de hombros —sé cómo defenderme, además, no me gusta mucho el contacto con las personas, no son de confiar. –Ante estas palabras de la chica, Hypnos río para sus adentros, definitivamente no era igual a las demás y eso la hacía aún más hermosa ante sus ojos.
Con cada día que pasaba Hypnos no podía evitar pensar que ya casi debería volver al inframundo, ya varios espectros lo estaban buscando y su hermano no iba a tardar en encontrarlo, esto solo podía significar que no le quedaba mucho tiempo junto a Luna.
Una noche, una muy fría noche específicamente, Hypnos y luna se encontraban sentados en el suelo frente a la chimenea, hablaban y reían como ya era común entre ellos, sin embargo algo se sentía diferente esa noche.
Luna reía mientras contaba una anécdota de su infancia, que a decir verdad Hypnos no entendía muy bien, pero al verla hablar con tanta emoción y reír de esa manera lo hacía sonreír, lentamente las carcajadas de luna se fueron apagando hasta que dio un profundo suspiro, tocándose el estomago con las manos, Hypnos la observaba cuidadosamente.
—y bueno, pues aún estoy viva que es lo que importa –dijo la peli azul, Hypnos solo la observaba con esos ojos color oro que a la luz de la chimenea se veían aún más claros, había un brillo en ellos que luna no podía descifrar, ella se sonrojó ante la mirada penetrante del rubio —¿por qué me miras así? –Preguntó la chica —¿te molesta? –dijo Hypnos, —no, solo me da curiosidad saber qué pasa por tu cabeza cuando me miras así, -una sonrisa burlona apareció en los labios del Dios —¿de verdad quieres saberlo? –luna se sonrojó aún más con esas palabras, pero sin embargo asintió con la cabeza —pues no te lo voy a decir –dijo Hypnos, luna le hizo un puchero —sin embargo, te lo puedo demostrar –la expresión de confusión se hizo presente en la cara de luna, pero no alcanzó a pensar mucho ya que los labios de Hypnos presionados contra los de ella la distraían bastante, le tomó un tiempo reaccionar debido a la sorpresa que esta acción le causaba, pero no tardó mucho en corresponder aquel dulce gesto, suavemente posó sus brazos en el cuello de Hypnos para acercarse más a él y por su parte el rubio puso sus manos en la cintura de la chica haciendo el contacto más íntimo y apasionado, el Dios nunca había sentido algo así, ni los campos elíseos eran tan perfectos como este momento.
Después de unos segundos Luna e Hypnos se separaron de su dulce abrazo a falta de aire, las mejillas de la chica estaban rosadas y sus labios estaban entreabiertos formando una delicada sonrisa en sus perfectas facciones, Hypnos la miraba encantado, por él estaría bien si este momento durara para siempre, sin embargo sentía que debía decir algo.
—Luna...yo... –tartamudeo el rubio, ¿desde cuándo se le dificultaba hablar a un Dios?, tomo un respiro profundo y continuó —no soy muy bueno con esto de los sentimientos pero... De verdad me importas –le dijo mirándola directamente a los ojos, luna se acercó a él y sin pensarlo lo abrazo recostando la cabeza en su pecho —yo tampoco soy muy buena con eso pero te puedo decir que tú también me importas... Incluso...te quiero –dijo luna en un susurro, una sonrisa triunfal apareció en los labios de Hypnos, y como si sus brazos tuvieran vida propia, envolvieron a luna en un tierno abrazo, —yo también te quiero Luna –le dijo mientras depositaba un tierno beso en su cabello.
Después de esa noche, un sentimiento de verdadera felicidad invadía a Luna y a Hypnos, ambos encontraron lo que siempre habían estado buscando sin saberlo, Hypnos después de haber vivido tantos siglos por fin había encontrado una razón para vivir, su mundo ya no era blanco y negro, ahora estaba teñido de bellos y brillantes colores, el mundo no le parecía un lugar horrible como antes, ahora estaba lleno de criaturas hermosas y lugares increíbles, Luna le había abierto los ojos a él dios del sueño a un mundo desconocido para él, y este no quería cerrarlos nunca más.
Sin embargo, no todo puede ser felicidad.
Hypnos y luna dormían profundamente envueltos en las suaves sábanas de la cama de Luna, los brazos del rubio envolvían a la peli azul, mientras la cabeza de la chica estaba apoyada delicadamente en su pecho, sin embargo, un ruido interrumpió los dulces sueños de la pareja.
Hypnos abrió los ojos inmediatamente, no necesitaba abrir la puerta para saber quién estaba detrás de ella, delicadamente se separó de Luna, moviéndose lentamente para no despertarla, el Dios se levanto, se puso algo de ropa y salió de la habitación y
con pasos largos llego a la entrada y abrió la puerta.
—Hypnos cuánto tiempo... –dijo el hombre inexpresivo —Thanatos –respondió el rubio con el mismo tono frío —veo que has estado ocupado –dijo el Dios de la muerte mirando a Hypnos fijamente —pero me decepcionas, hermano, ¿te enamoraste de una humana? Por favor, que bajo has caído –Hypnos ante estas palabras no pudo evitar cerrar sus puños con enojo, Thanatos al notar la actitud de su hermano solo río —ya ya, tranquilízate, al fin y al cabo tienes derecho a divertirte de vez en cuando, sin embargo, ahora es necesario que me acompañes al inframundo, el señor Hades ha despertado.
Hypnos sabía que este día llegaría, no lo podía evitar, sin embargo eso no significaba que estuviera preparado para ello, Thanatos lo observaba impaciente, mientras que Hypnos no hacía nada, —ya Hypnos, vamos que no tengo todo el día. –Esto pareció sacar de sus pensamientos al rubio el cual asintió con su cabeza —espera aquí –dijo Hypnos a lo cual Thanatos se encogió de hombros, el Dios del sueño se dirigió a la habitación que compartía con Luna, ella seguía aún dormida, se la veía tan tranquila, el rubio sonrió con nostalgia, se sentó en la cama y suavemente acaricio su mejilla con la parte posterior de su mano, ante el contacto luna sonrió y abrió lentamente los ojos.
—Hypnos, que haces despierto tan temprano –dijo la chica con voz adormecida, el dios sonrió —Luna, recordé cuánto te molesta cuando me voy sin avisar, así que te desperté para decirte que... Tengo que irme –luna abrió los ojos completamente —pero...pero... ¿a donde? ¿Por qué? –el dios nunca pensó que esto sería tan difícil —debo irme Luna, eso es todo, pero te prometo que volveré, -luna lo miraba atentamente mientras sus vista se volvía borrosa por las lágrimas que estaban a punto de caer por sus mejillas —Hypnos... –fue todo lo que pudo decir antes de que un sollozo saliera de sus labios, el Dios la abrazo fuertemente mientras susurraba palabras dulces en su oído, la chica no paraba de llorar, ¿por qué tenía que pasar esto?
Después de un momento Hypnos se separó lentamente de Luna mientras limpiaba sus lagrimas con sus pulgares —Luna no llores, te prometo que voy a volver, no te preocupes ¿si? –dijo Hypnos mientras le sonreía, luna asintió con la cabeza aún mirándolo con tristeza, el rubio se acercó a ella y le dio un tierno beso en sus labios y con esto, se puso de pie y se dirigió a la puerta, todo el tiempo Luna lo seguía con la mirada, sentía sus ojos en su espalda, Hypnos tomó aire y antes de salir dijo, —gracias Luna. Y sin más, se fue, dejando a la chica que amaba en aquella cabaña que se había convertido en su hogar.
Pasaban los días y la guerra Santa avanzaba, los caballeros de Athena estaban cada vez más cerca de la Victoria, Hades se estaba quedando sin opciones, ya pronto la guerra se trasladaría a los campos elíseos, ahí se daría la batalla final.
Hypnos había puesto a Athena en un sueño profundo, pudo haberla matado pero no quiso, al verla no podía evitar recordar a Luna y todo lo que ella le había mostrado en la tierra, esos colores y criaturas por lo que la tierra merecía ser salvada y sobretodo, esos sentimientos por los cuales valía la pena luchar
Finalmente los caballeros de Athena habían logrado llegar hasta los campos elíseos, la hora había llegado, la batalla final, Thanatos se encontraba luchando contra los 5 caballeros de bronce mientras que Hypnos prefería mantenerse al margen, no le gustaba el derramamiento de sangre innecesario y mucho menos en un lugar tan sagrado como en el que se encontraban.
Sin embargo su hermano fue derrotado, a lo cual él no podía ser indiferente, así que decidió luchar, definitivamente no había posibilidad de que esos caballeros pudieran vencerlo.
Sin embargo, mientras luchaba, recordó a luna, y comprendió que no había ninguna escapatoria de esta guerra en donde él pudiera salir vivo y reencontrarse con ella, si ganaba, Hades gobernaría la tierra y todo se cubriría con oscuridad y tinieblas, y si perdía moriría, pero al menos el mundo seguiría siendo un lugar hermoso para ella, para Luna.
Así que decidió dejarse vencer, así habría una oportunidad para la tierra y para su amada, Hypnos ya se encontraba a pocos minutos de morir, y con sus últimas fuerzas dirigió una mirada a la tierra, hacia aquella cabaña, y ahí estaba ella, consintiendo a un pequeño cachorro de lobo que estaba en su regazo, su mirada era triste pero en sus labios había una leve sonrisa, esto hizo a Hypnos sonreír.
Le alegraba que ella estuviera bien y esperaba que pudiera tener una vida feliz a si no fuera a su lado, le entristecía que no podría cumplir su promesa de regresar a sus brazos, ni tampoco decirle cuanto la amaba, sin embargo se iba a encargar que por toda su vida, Luna tuviera los más hermosos y dulces sueños, Luna lo había hecho cambiar, lo había hecho encontrar una razón para vivir y siempre le estaría agradecido por eso.
—Gracias luna.
Dijo con sus últimos alientos mientras sus ojos se cerraban lentamente para caer en el infinito sueño de la muerte
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