Y ella iba por ahí, buscando amor en cada rincón de los confines de su solitaria vida, rogando que alguien le prestará la atención que tanto deseaba y anhelaba pero por más que lo intentaba pareciera que la vida o el destino se encargarán de jugar en su contra y como fichas de ajedrez dejaban su camino directo hacia la terrible y temida soledad, aunque ¿Por qué terrible o por qué temida? Ella había vivido sumida en ella toda su vida, ¿Por qué ahora le daba miedo? ¿Por qué ahora lloraba hasta dormir todas las noches? ¿Por qué ahora se sentía tan miserable? Un espécimen extraño que no le es permitido el derecho a amar y ser amada, ¿Acaso está pagando una condena por sus vidas pasadas? ¿O será que tal vez por fin perdió la razón? Eso suena acertado, tal vez su mente no pudo contener más todas esas voces en su interior y ahora se estaban escapando en pequeñas fugas, ya no es capaz de mantener esa máscara de felicidad que mostraba en el dia, ahora ese mounstro que es su propia conciencia vive colgado de sus hombros, no la deja caminar, no la deja vivir, no la deja reír, y pronto...no la dejara respirar, se la llevará, a los fríos confines de la muerte, aunque, ¿Por qué fríos? ¿Por qué malos? Nadie sabe que viene detrás de la muerte, ¿Por qué no puede ser mejor? ¿Qué tal que allí alcancemos nuestros deseos?...¿Qué tal y si esa es la respuesta?

La joven camina sin rumbo fijo, solo quiere saber de primera mano que se siente ser deseada, ser anhelada, ser finalmente amada, pero no, simplemente la vida no quiere eso para ella, es acaso ella tan insoportable y horrenda, tal vez...

A veces se pregunta por qué no puede ser feliz así, aceptar la soledad, aceptar a vivir sin amor, aceptar el hecho de la profunda soledad que la acompaña, pero con desdén agacha la cabeza y suelta unas lágrimas, no encuentra una respuesta válida.

La joven lo intento, se vistió con entusiasmo y sacó su mejor sonrisa, hoy iba a ser un buen día, un día diferente, hablo con los demás, río, y trato de mostrar lo mejor de sí pero de nuevo estaba allí...ese demonio que al final del día le recordó que de nada sirvió, no había logrado llamar la más mínima mirada ni la mas mínima palabra... Era su culpa pensaba ella... Pero ¿Por qué?

La joven siente que lo perdió todo, no entiende por qué no puede ser una chica normal, por qué no pudo vivir ese amor adolecsente, esa ilusión juvenil, no entiende por qué no se le dió la oportunidad.

Sabe en el fondo que fue su culpa...tal vez debió cambiar su forma de ser, su forma de vestir, tal vez debió tratar de encajar pero ya no puede devolver el tiempo y ahora solo le queda ver a los demás ser felices mientras ella se sume aún más en su estado miserable de existencia.

Se recuesta en su cama, es el final de otro día igual que el anterior y probablemente igual que el siguiente, abraza su almohada y como lo que ahora es ya rutina, llora, llora a mares hasta que sus ojos agotados se cierran, sueña con la esperanza de que mañana sea mejor pero sabe en su corazón que no será así.

¿Por qué es tan débil? ¿Por qué no tiene la fuerza de hacerlo? ¿Por qué no es capaz de dejar este mundo?...las preguntas que rondan su cabeza permanentemente....