Teke Teke
Todo había sido un día normal, nada fuera de lo común. Su hermano y él habían salido de casa a las 6:00 a.m, y pasado a recoger a un amigo que vivía a un par de calles de distancia. Habían ido al escuela, a sus respectivos salones, se habían reunido a la hora del almuerzo para conversar, y después vuelto a clases... La misma rutina de siempre.
Nada pudo haberlos preparado para lo que pasaría después, justo en el camino de vuelta a casa.
- ¿Están seguros de que no quieren que los lleve a casa?- Preguntó una hermosa joven peli-lila, a bordo de una ostentosa limusina.- Ya está a punto de anochecer, es peligroso que caminen una distancia tan larga.
- Muchas gracias, Saori.- Agradeció Seiya.- Pero Shun aún no sale del club de ciencias, y debemos esperarlo.
- No hay ningún problema, podemos esperarlo el tiempo que haga falta.- Insistió la chica.
- Tu abuelo se preocupará si tardas demasiado tiempo en llegar.- Rechazó ahora Ikki la oferta.- Además, estoy seguro de que estará de todo menos felíz, de saber que su nieta estuvo sola en un pequeño espacio con tres chicos por más de cinco minutos.
- No digas tonterías, Ikki.- Siguió insistiendo Saori.- Han estado desapareciendo muchas personas los últimos tres meses, algunos ni siquiera han aparecido, y los que han encontrado, ha sido asesinados, y la policía no ha podido encontrar ninguna pista del asesino.- Dijo la peli-lila, tragando grueso por el temor.- Muchos cuerpos han aparecido, y muchas desapariciones se han reportado en varios puntos de la ruta que ustedes siguen... No quiero que les pase algo malo.
- Tranquila, conocemos esa ruta como la palma de nuestra mano.- Le sonrió Seiya, tratando de calmarla.- Así que, mejor ve a casa, y no te preocupes. Nosotros estaremos bien.
Hablaron por un par de minutos más con Saori, que siguió insistiendo en llevarlos a casa, y ellos siguieron negándose amablemente, hasta que la chica se dió por vencida, y se despidieron.
Shun aún no aparecía, así que se sentaron en el borde de la acera para esperar a que saliera de la institución.
- Oye, Ikki.- Llamó Seiya al mayor, quién simplemente volteó a mirarlo.- ¿Crees que de verdad estaremos bien?
El peli-azul lo miró, aún más confundido.- ¿De qué hablas?
- De ir a pie por esa ruta a éstas horas.
Entonces Ikki se dió cuenta de que el sol ya se había ocultado por completo, dejando paso al negro manto de la noche.
- Hemos ido por esa ruta más veces de las que puedo recordar, Seiya.- Se encogió de hombros el peli-azul.- No seas paranoico.
- ¿No te enteraste de la noticia?- Preguntó el castaño, e Ikki parecía no saber de qué hablaba.- Debajo del puente que pasamos, el que está sobre las vías abandonadas, encontraron otro cuerpo en la madrugada.- Explicó Seiya.- Dicen que fue igual de horrible que todos los anteriores, cortado a la mitad... ¡No quiero ni siquiera imaginar lo que nos habría tocado ver si pasábamos por ahí tres horas antes!
Seiya se encogió en su lugar, escondiendo su rostro entre sus rodillas, igual que un niño asustado por un cuento de terror.
Ikki lo miró por un par de segundos, para después darle un leve golpe en la nuca para obligarlo a reaccionar.
- Seiya, no seas ridículo.- Le regañó el peli-azul.- En primer lugar, sí, escuché la noticia, todos estaban hablando sin parar del tema. Y sí, es una pena.- Dijo.- Pero en segunda, si el asesinato ocurrió apenas hace un día, es casi un hecho que va a haber policías patrullando el área. No creo que el asesino misterioso sea tan imbécil como para intentar matar a dos seguidos en el mismo lugar. Así que cálmate.
Ambos se quedaron en silencio por unos minutos más. Ikki sacó su teléfono para tratar de matar el tiempo, y Seiya siguió su ejemplo un minuto después para intentar calmar sus nervios.
Seiya intentaba concentrarse en la música que escuchaba con sus auriculares, o en las publicaciones que aparecían en su página de inicio, pero sus ojos siempre terminaban yendo a la hora.
Veía como pasaba minuto tras minuto, haciéndose cada vez más tarde, y ni rastro de Shun. Comenzaba a arrepentirse de no haber aceptado la oferta de Saori.
Aunque no lo dijera en voz alta todo el tiempo, el caso del misterioso y terrorífico asesino en serie, que durante los últimos meses había acabado con unas 12 personas, no lo dejaba de aterrar día y noche.
Seiya, como miembro del club de periodismo de la escuela, había estado siguiendo el caso y los avances de éste, y entre más sabía, más asustado se sentía.
Cada víctima era completamente diferente, no tenían nada en común. Había tanto hombres como mujeres, y de varias edades, que iban desde la víctima más joven de tan solo 12 años, hasta la más vieja hasta el momento, de 43 años.
Las víctimas no tenían absolutamente nada en común que los conectara o que pudiera dar una pista de quién sería el siguiente.
Quizás la única cosa que compartían una vez fallecidos, era el estado en que los cuerpos eran encontrados: siempre cortados a la mitad, el torso separado de las piernas. La causa de muerte siempre era desangramiento al ser cortado. Eso significaba que al ser cortados todavía estaban vivos.
Todos los que habían estado siguiendo el caso, se preguntaban cómo podía ser posible cortar un cuerpo con tanta facilidad, y aún más de cómo es que no habían podido encontrar ninguna pista que los llevara al responsable.
Se perdió tanto en sus pensamientos, que cuando sintió una mano posarse en su hombro, dió un salto del susto, poniéndose en guardia en un segundo.
- Tranquilo, Sei, solo soy yo.- Entonces notó que Shun finalmente había aparecido.- Lamento haberte asustado.
- Olvídalo.- Le restó importancia el castaño, intentando lucir tranquilo.- Tenía los auriculares puestos, así que no escuché cuándo llegaste. ¿Nos vamos ya?
Los dos hermanos asintieron, y los tres comenzaron su camino.
La escuela no estaba tan apartada de la ciudad como para requerir un auto, pero si les llevaba al menos unos veinte minutos a pie para llegar al centro de la pequeña ciudad y poder llegar a casa.
Tampoco era como si el instituto estuviera en medio de la nada, había unas cuantas casas cerca, aunque perfectamente podían contarlas con los dedos de las manos.
El alumbrado público les iluminaba una buena parte del trayecto, pero había un pequeño tramo en el que las luces no llegaban, y Seiya apenas notó lo cerca que estaban, sintió sus manos temblar del miedo.
Cuándo pasaron el último farol, viéndose en la necesidad de usar las linternas de sus teléfonos para alumbrar el camino, supo que estaban cerca.
Se trataba de una vieja estación de trenes abandonada. Las casetas que alguna vez sirvió para los veladores, el personal de limpieza y demás trabajadores, estaban completamente vandalizadas, al igual que unos cuántos vagones oxidados y abandonados. Las vías eran bastante viejas y oxidadas, hace años que estaba fuera de servicio y ningún tren pasaba por ahí. Ni siquiera había alumbrado público funcional, los pocos faroles que había eran viejos y estaban inservibles.
Llevaban años pasando por aquel sitio, desde que eran tan solo unos niños solían pasar por ahí para ir al escuela y de regreso, de hecho, la escuela a la que solían ir de niños estaba a tan solo un par de calles de ahí. Pero en ese entonces solían caminar por ahí con la luz del sol alumbrando todo.
Cuándo enteraron al escuela secundaria, comenzaron a tener que pasar por ahí durante la noche, y cuándo ingresaron al preuniversitario hace dos años, siguió siendo igual. Shun y Seiya tenían la misma edad, así que siempre iban en el mismo grado, pero Ikki era un año mayor, así que durante un año entero, tuvo que pasar él solo por esas calles. Seiya seguía preguntándose cómo pudo soportarlo, a él le dió miedo pasar por ahí desde el primer día.
Aún seguía cuestionandose a quién se le había ocurrido que era buena idea que todas las escuelas estuvieran alejadas de la ciudad.
Cuándo llegó la hora de adentrarse a aquel oscuro lugar, sus piernas se detuvieron en seco por si solas.
Ikki y Shun notaron su comportamiento, y el peli-verde no tardó en preguntarle qué le pasaba.
- Y-Yo... N-No es nada...- Tartamudeó nervioso, intentando caminar, pero al instante se arrepintió y dió dos pasos hacia atrás.
Shun se acercó y le preguntó qué ocurría. Ikki se rió y no se molestó en disimular, captando la atención de ambos.
- ¿Sigues asustado por ese estúpido caso?- Se burló el peli-azul, cuándo ambos lo miraron con reproche.- No seas tonto, Seiya. Ya te dije que es imposible que el dichoso asesino ataque dos veces en el mismo lugar con menos de veinticuatro horas de diferencia.
- M-Me da igual, yo no voy a pasar por ahí.- Tartamudeó nuevamente el castaño.
Shun intentaba calmarlo, diciéndole que todo estaría bien si se mantenían juntos, y que no había nada que temer, pero Seiya no parecía querer ceder. Ikki pronto se hartó, e intervino nuevamente.
- Te lo pongo así de sencillo, Seiya: O dejas de comportarte como un bebé asustado y cruzas por ese lugar, o regresas al escuela y duermes ahí. Tú eliges.
- Ikki, no seas tan cruel.- Le recriminó su hermano menor.
Seiya no dijo nada por unos segundos, pero después de meditar las palabras de Ikki y caer en cuenta de que tenía razón, decidió armarse de valor y continuar el camino.
Usando los teléfonos para alumbrarse, llegaron hasta la terrorífica estación, y sin perder más tiempo, se apresuraron a comenzar a subir por el puente que los llevaría cerca del centro de la ciudad.
Era un puente bastante largo, prácticamente cruzaba toda la estación abandonada, así que les llevaría unos diez minutos llegar al otro lado.
Cuándo estaban cerca de la mitad del puente, Seiya escuchó un ruido que lo puso alerta. Intentó calmarse y convencerse de que solo era su imaginación jugandole una mala pasada. Pero cuándo Shun les preguntó si habían escuchado algo, supo que no era así.
Ambos estuvieron por girar la vista hacia atrás y alumbrar con sus celulares para saber de dónde venía ese ruido, pero Ikki se los impidió de inmediato, para después tomar a cada uno de la muñeca y comenzar a arrastrarlos con él hacía adelante z forzandolos a continuar el camino.
- Solo caminen, y pase lo que pase, escuchen lo que escuchen, no vayan a voltear.- Les susurró el mayor, como si supiera que preguntarían al respecto.- Va a hacer de todo por engañarlos para que volteen, así que no caigan en sus trucos, y simplemente continúen caminando hasta llegar a un lugar iluminado.
- ¿De qué estás hablando, Ikki?- Preguntó Shun, comenzando a ponerse nervioso.
- Se los explicaré cuándo nuestras vidas no pendan de un hilo.- Respondió Ikki, sin permitirles detener el paso en ningún momento.- Seiya, quítale la funda a tu teléfono y tírala, pero no mires hacia atrás.
Seiya estaba en shock, ese extraño y tétrico sonido no cesaba, y parecía acercarse hacia ellos. Así que no cuestionó la orden de Ikki, y rápidamente hizo lo que le indicó.
- Shun, quítate la corbata, y haz lo mismo que Seiya, pero no voltees hacia atrás.- Le dijo Ikki ahora a su hermano.
Shun comenzaba a perder el control, y temeroso por el ruido, decidió obedecer. Deshizo el nudo de su corbata lo más rápido que pudo, para arrojarla al suelo y seguir caminando tan rápido como podía, aferrándose con miedo a la mano de su hermano.
Continuaron caminando, hasta casi llegar al final del puente, pero ese ruido no cesaba.
Era como huesos crujiendo al moverse violentamente, como si se fueran a romper en cualquier momento. No entendían qué era eso, pero su instinto les decía que no era nada bueno.
Cuándo estaban a tan solo unos pasos de llegar al final, Ikki volvió a hablar.
- Cuándo cuente hasta tres, corran tan rápido como puedan, y no se detengan hasta llegar al centro de la ciudad.
No entendían porqué Ikki les pedía eso, pero en ese momento no tenían cabeza para pensar en explicaciones, en ese momento solo les importaba librarse de ese maldito ruido. Así que no cuestionaron al mayor y asintieron.
Apenas Ikki pronunció el "tres", ambos corrieron tan rápido como pudieron, sin mirar atrás.
Notaron que Ikki se detuvo unos segundos, y después los alcanzó, sujetándolos nuevamente de las manos, y los tres corrieron hasta llegar al centro de la ciudad.
Estaban bastante agitados, con sudor cubriendoles la frente, y haciendo lo posible por tranquilizarse.
Aún no terminaban de asimilar qué había pasado, ni que era ese ruido, pero al menos había cesado, y lo único que escuchaban ahora era el bullicio nocturno del centro de la ciudad.
Cuándo finalmente consiguieron calmarse, no tardaron en preguntarle a Ikki qué había sido todo eso, y porqué el parecía saber lo que ocurría y qué hacer.
El mayor se negó a responder sus preguntas, hasta que llegaron a la casa de Seiya, que era la más cercana.
Era viernes, y los padres de los hermanos no tenían problemas en que pasaran la noche en casa del castaño, así que siguieron la rutina de siempre, tratando de mantener la calma.
Una vez que ambos estuvieron totalmente calmados, y en la seguridad de la casa, Ikki comenzó a responder sus preguntas una por una.
- Eso era el Teke Teke, y tuvimos suerte de salir con vida de ahí.- Respondió el peli-azul, haciendo que a los otros dos los nervios se les pusieran de punta.- Afortunadamente no teníamos demasiadas cosas rojas, de lo contrario, todo habría terminado mal.
- ¿Qué es eso, Ikki?- Preguntó Shun, más nervioso que nunca.
- E-Eso del Teke Teke es solo una leyenda urbana... ¿N-No?- Tartamudeó Seiya.
Ikki lo miró de reojo.- No lo sé, después de lo que te pasó hoy, yo dudaría que fuera solo una leyenda, tomando en cuenta que casi terminas igual que todos los casos de asesinatos que sigues en tu club.
Seiya sabía aquella leyenda urbana que se había vuelto parte de la cultura nipona hace unos años.
Esa leyenda que hablaba de una jóven víctima de acoso escolar, y que, dependiendo de la versión, a causa de una broma que salió mal, un suicidio, o directamente, una violación, la chica murió en las vías de un tren, siendo partida en dos. La leyenda contaba que el alma de la jóven deseaba venganza, y consiguió volver del más allá como un alma en pena, que vagaba por las vías de trenes asesinando a todo aquel que se cruzara en su camino.
- Esa leyenda es completamente real.- Dijo Ikki.- Pero hay formas de escapar, y es fue lo que nos salvó el pellejo hoy.
- ¡Casi nos mata un jodido fantasma, y tú luces tan tranquilo!- Gritoneó Seiya, más asustado que nunca.- ¿Qué hacemos si nos sigue?
- Los fantasmas le tienen miedo a las cosas relacionadas con la forma en que murieron, y sirven para ahuyentarlos.- Continuó Ikki, luciendo tranquilo.- No importa la versión que escuches de esa leyenda. Lo último que esa chica vió antes de morir fue la sangre, y adivina de qué color es la sangre.
Entonces todo cobró sentido, y ambos parecieron entender el punto de Ikki.
- Solo díganme, ¿qué tenían en común la funda de Seiya, tu corbata y mi chaqueta?- Preguntó Ikki a su hermano, que seguía bastante asustado.- Los tres eran de color rojo, igual que la sangre.- Entonces imágenes llegaron a la mente de Seiya, de las fotos que había tomado en una visita a la morgue para el club de periodismo. Las pertenencias de las víctimas... Todas tenían al menos un objeto de color rojo, un lápiz labial, un vestido, una camiseta, un pantalón, unos zapatos, una funda de celular, un peluche, una bolsa... Pero todos rojos.- Si Seiya no hubiera tirado esa funda, ella lo habría atacado, pero cuándo Seiya dejó caer la funda, la hizo retroceder y que perdiera interés en él.- Seiya tragó grueso al pensar en eso, después de haber escuchado las palabras de Ikki, y recordar todas aquellas pertenencias rojas que alguna vez tuvieron todas las víctimas encontradas, y que él pudo haber sido uno más...- Si tú no te hubieras quitado la corbata, y la hubieras arrojado, ella no habría dudado en atacarte. Pero cuando dejaste caer la corbata, se asustó aún más, y perdió el interés en tí.- Continuó hablando Ikki, y Shun parecía igual de nervioso que Seiya.- La chaqueta que yo llevaba era la que tenía más color rojo, así que era la oportunidad perfecta para escapar de ella. Por eso les dije que corrieran, para que yo pudiera arrojarle directamente la chaqueta. Así conseguí asustarla lo suficiente para que se fuera y no nos siguiera.
- ¡Pudo haberte matado!- Exclamó Seiya, notando lo que Ikki había hecho por ellos.
Ikki no dijo nada, intentando calmar a su hermano, abrazándolo contra su pecho. Seiya también estaba asustado por todo lo ocurrido, pero a la vez agradecido con Ikki por arriesgar su propia vida para salvarlos. Ikki lo notó, y como pocas veces, le permitió a Seiya abrazarlo.
Cuándo consiguieron calmarse, Ikki volvió a hablar.
- Yo me graduo éste año, ustedes hasta el próximo.- Suspiró el peli-azul.- Así que deben saber qué hacer si vuelven a toparse con ella.
- Ni que estuviera loco para volver a arriesgarme.- Rápidamente dijo Seiya.- Buscaremos otra ruta, o le diremos a Saori o a Hyoga que nos lleven, o ya veré qué hacer...
- Hyoga también se gradúa éste año, genio.- Le recordó Ikki.- Y dudo que a tu novia le haga gracia llevarte a casa todos los días.- Añadió Ikki, aún sabiendo que a Seiya le molestaba que lo relacionaran de esa forma con Saori.- Así que les diré las tres reglas que deben seguir si se la vuelven a encontrar. Número 1: Pase lo que pase, jamás volteen si escuchan ese ruido, y sigan caminando hasta llegar a un lugar donde haya más personas. Número 2: Si llevan algún objeto rojo, por más pequeño que sea, arrojenlo al suelo de inmediato, y continúen caminando. Y número 3: Jamás griten si ella está cerca. ¿Está claro?
Ambos asintieron. Definitivamente iba a ser una largo año sin Ikki cuidándoles la espalda.
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