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Visha Kanya [🥀Albafica x Asmita📿]

Una misión en la India, en busca de un antiguo pergamino en un templo perdido en algún rincón del interminable páramo desolado...

¿En qué estaba pensando el Patriarca cuando lo eligió para ir en esa misión? Podría entenderlo de Asmita, después de todo, el guardián de Virgo había nacido y vivido toda su vida en ese país antes de ser reclutado por el Santuario, había recorrido varias regiones, lo conocía a la perfección. ¿Pero él?

— ¿Todo en orden, Albafica?

Al escuchar la voz del rubio, con un ligero aire de burla en su tono, demasiado cerca de su oído, solo pudo dar un pequeño respingo y alejarse.

El sexto custodio solo soltó una pequeña risita por su reacción, y mostró la aperlada sonrisa arrogante que le caracterizaba.

— No es nada, Virgo.- Respondió.- Simplemente pensaba que hemos recorrido ya demasiado este lugar y no encontramos el dichoso templo. ¿Estás seguro de que estamos en el lugar correcto?

— Aún nos queda camino por recorrer, Piscis.- Respondió tranquilamente.- Pero el sol ya está a punto de ocultarse, y continuar avanzando de noche por estos senderos es peligroso.

— ¿A qué te refieres?

— Yo no tengo ningún problema, la oscuridad es lo único que conozco sea de día o de noche. Pero dudo seriamente que tú seas capaz de caminar a ciegas sin tropezar con algo, o caer por un precipicio.- Respondió con sorna el indio.- Además, los dos necesitamos descansar después de un día entero caminando bajo el sol.

Albafica solo bufó, aceptando con ligera frustración las palabras de su camarada de viaje. Decir que no estaba cansado sería mentira, aún trataba de comprender cómo rayos Asmita lucía prácticamente intacto tras recorrer desde valles, hasta desiertos.

— ¿Cuánto falta para llegar?

— Si retomamos el camino a primera hora, estaríamos llegando mañana cerca del mediodía.

— Aún tenemos unos treinta minutos antes de que el sol se oculte.- Mencionó el pisciano, observando los tonos anaranjados en el cielo.- Supongo que podemos encender una fogata para alejar animales salvajes y mantener el calor por la noche para entonces.- Añadió.- Buscaré algunas ramas y hojas secas. Tú encargate de preparar la tienda de campaña.

— Por mí está bien.

Una vez repartidas las tareas, cada uno se dispuso a cumplirlas, logrando terminarlas con éxito justo a tiempo, cuando el sol se marchó por el horizonte, y la luna surgió para tomar su lugar en el firmamento nocturno.

Tenían comida y agua suficiente para ambos, durante su travesía por el extraño país, Asmita le había explicado que algunos frutos de árboles eran comestibles, y ahora les servían de reservas, además de haber comprado algunas provisiones en el último pueblo en el que se detuvieron.

— ¿Qué te ha parecido tu primer viaje a la India hasta ahora?

Ante la pregunta de Asmita, Albafica apenas pudo contener un respingo para evitar atragantarse con la fruta que comía. Mango le había dicho Asmita que se llamaba, y el dulzor había logrado encantar su paladar.

— Casi no sales de Piscis, supongo que esta misión debe estar siendo un dolor de cabeza enorme para tí, ¿no es así?

— No negaré que habría preferido que el Patriarca enviara a alguien más en mi lugar. Seguramente Kardia, Manigoldo, o incluso Degel habrían estado encantados de venir y ver tantas cosas nuevas.- Respondió, limpiando el jugo que había escurrido por la comisura de sus labios.- Pero no está tan mal como pensé en un inicio. Al menos aquí la gente sabe respetar la distancia.

— ¿Tanto te preocupa el asunto de tu sangre envenenada?

— Un movimiento en falso y los resultados son fatales.- Replicó el peli-celeste, rememorando todos esos momentos amargos que el legado de Piscis le había obsequiado.- No puedo correr ningún riesgo.

Asmita mantuvo su rostro fijo en él, y Albafica, a pesar de ser consciente de la ceguera del rubio, no podía evitar la sensación de ser observado fijamente y analizado a profundidad. Era como si de algún modo, los ojos sellados de Asmita buscaran desnudar su alma, y lo estuvieran logrando.

Inquieto, devolvió su mirada al frente, observando el fuego que iluminaba tenuemente a ambos, y después darle otro bocado al dulce fruto en sus manos, en un desesperado intento de huir de aquella sensación.

Cuando sintió un agarre suave pero firme en su mano libre que reposaba sobre el suelo, le fue imposible evitar dar un brinco en su sitio, girándose alarmado hacia Asmita.

No tuvo tiempo de reaccionar, cuando ya tenía al guardián de Virgo casi encima de él, con su rostro extremadamente cerca.

— ¿Qué crees que haces?

— Un movimiento en falso, y sigo vivo.

A esa diminuta distancia, podía percibir el aroma tan peculiar, pero a la vez embriagante de Asmita. Podía sentir el suave olor del incienso, mezclado con un perfume floral muy diferente al de las rosas, mucho más suave y que invitaba a la relajación, aunque con un ligero toque picante.

— ¿Acaso quieres morir?- Murmuró, sintiendo el tibio aliento chocar contra sus labios. Esforzándose en desviar su atención a cualquier otra cosa, con tal de no ceder a la creciente tentación de probar ese incitante par de labios.

— Aquí existieron mujeres con las que compartes demasiadas similitudes.- Respondió con una sonrisa el blondo, deslizando suavemente el tacto de su mano por el brazo de su compañero.- ¿Sabes porqué cuando los monjes escucharon tu advertencia de tu sangre, lo primero que uno dijo fue "Visha Kanya"?

Realmente tenía curiosidad por aquellas palabras. No tenía la menor idea de qué demonios significaba, pero probablemente no era algo precisamente bueno o al menos correcto, debido a la reacción que el mayor de los monjes tuvo cuando el más joven las exclamó.

— No tengo la menor idea.- Admitió con un ligero nerviosismo, sintiendo como Asmita deslizaba lentamente sus dedos por su brazo, aún por encima de la tela de su gabardina.

— "Visha Kanya" quiere decir "doncella venenosa".- Explicó Asmita, con la calma que lo caracterizaba.- Antiguamente se creía que las niñas nacidas el décimo cuarto día del calendario lunar, cargaban con la maldición de que jamás podrían dar descendencia y cualquier hombre con el que se casaran, moriría. Así que, para evitar el mal augurio, eran abandonadas en templos y palacios, dónde eran criadas como asesinas al servicio de los reyes.

Albafica permaneció en silencio, únicamente escuchando a Asmita, ligeramente intrigado por saber qué pretendía Virgo contándole todo eso.

— Desde su nacimiento, esas niñas eran sometidas al mitridatismo, con el objetivo de lograr la inmunidad a los venenos y toxinas, y a la vez, ser capaces de envenenar solo con sus propios fluidos a cualquiera que entrara en contacto con ellas una vez convertidas en adultas.- Continuó Asmita con aquel relato.- No es tan diferente al entrenamiento que seguiste, ¿cierto?

— No. No lo es.- Le concedió la razón.- ¿A qué quieres llegar?, conoces una historia que advierte de un peligro como yo, ¿necesitas más razones para que me mantenga alejado?

— Lamento informarte que no estás ni cerca de igualar a una Visha Kanya.- Rió Asmita, logrando desconcertarlo.- Una de ellas sería capaz de matar a un hombre solo con un beso, una gota de su sudor, o incluso palpando su piel. Tú solo puedes lograrlo usando tu sangre.

— Eso no significa que sea menos peligroso.

— ¿Acaso vas a pincharte el dedo y forzar a cualquiera que se acerque a tí a beber tu sangre?

La insolencia de Asmita realmente estaba comenzando a irritarlo, ¿quién demonios se creía ese hombre?. Pero, a la vez, algo le impedía simplemente apartarlo de un golpe y dejarlo hablando sólo.

¿Realmente no era tan peligroso como creía?, ¿habría existido alguna vez alguien fuera de su maestro y sus antecesores que comprendiera su pesar?, y si era así, ¿cómo fue que lidiaron con el peso?, ¿tuvieron vidas solitarias como la suya?, ¿hayaron algún consuelo?, ¿o siempre estuvieron condenadas a la soledad como él lo estaba?

— Se dice que eran mujeres extremadamente hermosas, gráciles y seductoras. Capaces de encantar a cualquiera que pusiera sus ojos en ellas.- Continuó Asmita hablando sobre aquellas mujeres, como si hubiera adivinado sus preguntas.- La vida de una Visha Kanya no era fácil. A menudo vivían aisladas y ocultas de la gente, condenadas a jamás conocer el amor, debido al fatal destino que le esperaba a cualquiera que se acercara demasiado.

Bueno, eso resolvía la mayoría de sus preguntas. Al parecer, los santos de Piscis no eran los únicos condenados a esa existencia, y no sabía cómo debía sentirse al respecto.

— Pero ya te dije que tú no eres una Visha Kanya, y no estás ni siquiera cerca de serlo.- Añadió Asmita, sacándolo de sus pensamientos.

Albafica estaba por alegar lo contrario, hasta que recordó la posición en la que se encontraba con su compañero de armas, casi rozándose los labios. Hasta entonces notó que la mano de Asmita se había deslizado hasta su mejilla, palpando su piel.

Cuando sintió esa inesperada presión sobre sus labios, y el suave calor de la lengua ajena, rozando de forma juguetona la suya, solo pudo estremecerse de pies a cabeza, incapaz de reaccionar por varios segundos, hasta que Asmita se separó, dejándolo aturdido por su inesperada acción.

— Te lo dije.- Sonrió arrogante Virgo, como si se divirtiera con su confusión.- Estuve tocando tu piel todo este tiempo y acabo de besarte, y sigo vivo.

— ¿Tú tuviste algo que ver en la elección del Patriarca para enviarme a esta misión?- Cuestionó, cruzándose de brazos, intentando recobrar la compostura.

Asmita solo soltó una pequeña risa pícara, confirmando sus sospechas.

— Digamos que fui más bien un cómplice de su plan.- Confesó finalmente.- Está preocupado por cuánto te aislas y rehuyes de cualquier compañía o intento de acercamiento. Igual que yo.- Añadió.- En pocas palabras: Piensa que estamos en el mismo barco, en diferentes posiciones.

Hasta entonces se detenía a pensar en la situación de Asmita en el Santuario. Nunca había sido particularmente cercano a él, a duras penas habían intercambiado algunos saludos cordiales si requerían atravesar el templo del otro y poco más. Sin embargo, algo había escuchado por boca de Manigoldo y Degel sobre la desconfianza que el "hombre más cercano a los dioses" inspiraba en la mayoría de la orden dorada, y cómo él mismo se aislaba.

¿Acaso esa era la razón de porqué pasaba tanto tiempo aislado en el templo de la virgen?. Él se mantenía aislado de los demás para evitar herirlos, pero ¿acaso Asmita lo hacía por sentirse rechazado?, ¿cómo lidiaba con el rechazo?, ¿le dolía acaso, o simplemente le daba igual?...

Jamás se había puesto a pensar en eso, pero ahora, al pasar tantas horas forzado a convivir con él, realmente no le parecía una mala persona. Quizás un poco extraño, pero ¿quién era él para juzgar algo como eso?

— Llegar a ese templo perdido en la jungla es bastante peligroso. En el camino hay demasiados peligros y es muy fácil perderse para un extranjero.- Continuó hablando Asmita.- No habría tenido problema en venir yo sólo, pero Athena y el Patriarca consideraron que eras el más apto. Y yo también lo creo, a decir verdad, y confirmaste que no nos equivocamos.

— ¿A qué te refieres?

— A que ser un ermitaño no siempre es malo.- Rió ligeramente.- Supiste esquivar a un grupo de Thugs*. Muchos novatos caen en esos trucos muy fácilmente.

— ¿Te refieres a los viajeros con los que nos encontramos al mediodía?

— Así es.- Confirmó Asmita.- Eran ladrones. Su técnica es unirse a tu recorrido, esperar a que caiga la noche, duermas, y estrangularte hasta la muerte para saquearte.- Explicó.- Si hubieran enviado a Kardia, Hasgard, Regulus, Sísifo o a Manigoldo, definitivamente habrían caído en ese truco, son demasiado amistosos y confiados. Sé que no habrían sido una amenaza, pero definitivamente prefiero no tener que rendir cuentas ante el Santuario por la muerte de un puñado de bandidos durante una misión de la que estaba a cargo.

— ¡¿Y me dices hasta ahora el peligro que había?!

Reclamó de inmediato el silencio de Asmita, pero el indio solo rió, pareciendo divertirse con sus reacciones.

Era cierto que aún de haber caído en el truco y haber aceptado que esos hombres los "acompañaran en su peregrinaje", no habría representado peligro alguno para ellos y los habrían derrotado con facilidad. ¿Pero era necesario ocultarle que ser un huraño les había ahorrado un problema?

— Te lo estoy diciendo ahora, ¿no?- Sonrió el invidente.- ¿O acaso vas a copiar su estrategia y esperar a que duerma para hacerme beber unas gotas de tu sangre?

Albafica, en un pequeño acto reflejo, correspondió la sonrisa de Asmita. De pronto, la cercanía no le resultaba tan incómoda, dándole la confianza incluso de bromear un poco con su acompañante.

— Si nos volvieran a enviar a una misión como esta y pasar casi tres días juntos, le pondría unas gotas de mi sangre a tu té.- Expresó con una ligera sonrisa, tomando la mano del custodio de Virgo, logrando acercarse aún más.

— Si eso pasara, yo con gusto me tomaría ese té.- Respondió Asmita, manteniendo su sonrisa, siguiéndole la ácida broma.

Finalmente, la última distancia fue rota por completo, permitiendo un nuevo encuentro de sus bocas.

Albafica no hizo nada por separarse del guardian del templo de Astrea, correspondiendo activamente a ese beso, que se volvía cada vez más intenso. A la par que sus manos se deslizaban con delicadeza bajo las ligeras ropas, acariciando la suave piel blanquecina.

Asmita tampoco se quedó quieto, imitando las acciones del doceavo custodio, arrancándose suspiros y sutiles gemidos mutuamente, hasta que la escasez de aire los forzó a separar sus labios y respirar.

Sus narices aún se rozaban, y sus alimentos chocaban, mientras sus ojos permanecían cerrados, y sus respiraciones trataban de calmarse. Había sido un contacto más intenso de lo que esperaban, y el abultamiento en las ropas de ambos no los dejaría mentir.

— ¿Sabes, Piscis?- Murmuró Asmita, cerca de sus labios, trepando a su regazo, mientras le acariciaba las mejillas.- Se decía que nadie que durmiera con una Visha Kanya viviría para contarlo, pero era imposible resistirse a la belleza de una. Valía completamente la pena pagar con la vida un encuentro así.- Añadió, comenzando un ligero movimiento de caderas encima del peli-celeste.- Y estoy dispuesto a correr el riesgo.

Albafica podía sentir el calor en sus mejillas sonrojadas, y observar cómo Asmita estaba igual. En ese punto, era difícil saber con certeza la causa de la coloración, si sería la vergüenza, el esfuerzo físico, o el calor asfixiante en su interior...

Definitivamente, en cualquier otra circunstancia se habría negado a continuar, pero realmente deseaba llegar al final.

— De acuerdo.- Murmuró, afianzando su agarre en el cuerpo contrario.- Seré tu Visha Kanya por esta noche.

Esa promesa, sellada con una nueva sesión de intensos besos y roces atrevidos, dió comienzo a un apasionado encuentro, cobijados bajo la luz de la luna, y encubiertos por la noche. A sabiendas de que al otro día, con el retorno de Helios, cualquier recuerdo de tal suceso, se iría con Nix para nunca volver.

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Y para inaugurar la nueva colección de One-shots, he aquí otro ejemplo de: "A veces cuando planeas una cosa, te sale otra completamente diferente." XD

Pues nada, resulta que durante mi hobby de "investigar sobre historia y culturas que absolutamente nadie me pidió, pero me gusta el chisme histórico", terminé topándome con la historia de las Visha Kanyas. Y de inmediato me vino Albafica a la mente...

El resto, estos dos se manejaron solos e hicieron lo que quisieron XD

En fin, he aquí un par de acotaciones:

Visha Kanya: Significa "doncella venenosa" o "doncella del veneno". Eran niñas nacidas en el día 14 del calendario lunar, consideradas de mala suerte y que solo traería desgracia a su familia. Por eso eran abandonadas desde el nacimiento a las puertas del palacio o en templos dedicados a entrenarlas como asesinas.
Desde el nacimiento recibían dosis pequeñas de venenos, con el fin de alcanzar la inmunidad. También eran entrenadas en el arte de la seducción, el engaño y el disfraz, además del uso de venenos y toxinas.
Se dice que eran capaces de envenenar a alguien solo con un beso, y el encuentro íntimo con una de ellas era una muerte segura. Lo que las hacía las mercenarias favoritas de los reyes y cualquiera que pudiera permitirse contratar sus servicios.
Sin embargo, es difícil saber dónde termina la realidad y comienza el mito de estas mujeres, debido a los registros tan ambiguos respecto a ellas.

Thugs: Eran ladrones y asesinos que atacaban en grupo, surgidos entre el siglo XII y XIV en la India, erradicados hasta el siglo XIX, cuando la corona británica los condenó públicamente y les dió caza.
Su modus operandi era presentarse ante los viajeros y pedirles unirse a ellos en su peregrinaje, comportándose amables y serviciales para ganar su confianza, y una vez que se detenían para dormir por la noche, los asesinaban, estrangulandolos con un pañuelo de forma rápida y silenciosa, para después quedarse con todos sus bienes.

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