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Virgen [🐉KanonxSorrento🧜‍♀️]

Puedo ver tus manos temblar mientras lentamente tratas de desabotonar tu camisa. Sé que estás nervioso, pero no porque sea la primera vez que haces ésto, sino por todo lo contrario.

Sin decir nada, me pongo de pie, y quedó frente a tí. Sostengo tus manos, y alzas la vista, viéndome con esas hermosas amatistas que tienes por ojos, tan brillantes, tan únicas, que solo tú posees.

No me resisto, y te beso tal y como la primera vez que te besé. Aún recuerdo ese día, fue en tu casa, cuándo me pediste ayuda con un trabajo escolar.

Nunca fuí un alumno ejemplar, pero tenía lo mío, y siendo unos años mayor que tú, pude ayudarte.

Pero ese día, fue en el que reuní el valor suficiente para declararte mi amor. No esperaba que me correspondieras, incluso estaba listo para aceptar tu rechazo y alejarme de tí, pero fue todo lo contrario. Resultó que tú sentías lo mismo.

Aún recuerdo lo nervioso que te pusiste cuándo me acerqué para besarte. Estabas temblando casi tanto como ahora, incluso tuve que abrazarte por varios minutos, hasta que te decidiste a dar el primer paso.

Fue tan solo un leve roce de labios, fue tan dulce y tierno, que aún me sigue haciendo suspirar.

Después, poco a poco fuiste confiando más, y pude besarte como yo quería. Nunca olvidaré ese día. Fue hace cuatro años, y yo te sigo amando igual.

Ahora, estamos solos en mi casa. Nunca me ha gustado presionarte, y prefiero dejar que las cosas avancen a su ritmo, sin importar qué tan lento o rápido sea.

Dijiste que querías dar un paso más. Querías que lo hiciéramos por primera vez. Dudé al ver tu nerviosismo, pero insististe tanto que decidí darte el beneficio de la duda.

- Tranquilo.- Susurré en tu oído, después de separarnos para tomar aire, y te sentí estremecerte.- Sé que no es tu primera vez.

- K-Kanon... Y-Yo...- Agachaste la vista, pareces avergonzado.- Lo siento.

Apretaste tus ojos, mientras unas lágrimas escapaban de tus ojos.

Limpié tus lágrimas, mientras besaba tus mejillas y tú frente para calmarte, eso siempre funciona.

- Ey, nunca dije que fuera algo malo.

No soporto verte llorar, y menos por algo que realmente no tiene nada de malo.

- No me importa si es tu primera o tu milésima vez.- Mantenías baja tu mirada, entonces tomé delicadamente tu mentón con mi mano, y te hice mirarme a los ojos.- Yo solo quiero estar contigo porque te amo. No me importa si hubo otros antes que yo, así que no te avergüences, yo no te juzgo.

- Kanon...

- ¿Aún quieres hacerlo?

Asentiste levemente, con un tierno color rosa tiñendo tus mejillas.

- Entonces relájate. No te voy a obligar a hacer nada que tú no quieras. Si te duele o te arrepientes de último momento, tú dime y yo paro en ese instante, ¿de acuerdo?

Asentiste nuevamente. Con el tiempo he aprendido a leer tu mirada, y tus ojos siempre dicen más que mil palabras.

- Ven.- Tomé tu mano, y te guié hasta la cama de la habitación. Te sentaste, con tus piernas aún temblando.

Volví a besarte, muy lentamente, mientras poco a poco me inclinaba hacia adelante, hasta que conseguí recostarte por completo.

No dejé de besarte, mientras terminaba de retirar tu ropa, y después te ayudaba a retirar la mía.

Cuándo la mayor parte de la ropa estuvo fuera, rompí el beso un momento para poder tomar aire, mientras acariciaba tu mejilla.

Tus mejillas sonrojadas, tus labios entreabiertos, con un delgado hilo de saliva escurriendo por un costado, jadeando por aire, tus ojos cristalizados y derramando algunas lágrimas por la excitación... Era un espectáculo que no tenía precio. No creí que pudieras ser más hermoso y perfecto, pero ahí estabas, demostrándome lo contrario, como siempre.

- ¿Aún quieres continuar?

Quería estar seguro de que estabas de acuerdo. Nunca haría algo para lastimarte, eres muy importante para mí, eres mi vida, la persona que más amo en ésta vida.

- S-Si.- Ese leve tartamudeo, y ese tono en tu voz eran algo nuevo, pero encantador.- Por favor...

Volví a atacar tus labios, tomándome mi tiempo para explorar cada rincón de tu boca, y jugar con tu lengua.
En algún momento pasaste tus brazos a mi cuello, atrayendome más a tí, mientras me abrías un espacio entre tus piernas.

Me tomé mi tiempo al bajar por tu cuello, repartiendo besos intercalados con leves modidas y succiones. Pude escucharte gemir bajo cuándo comencé a jugar con tu manzana de Adán. Eres realmente sensible en esa zona, y sé lo mucho que te encantan los besos en el cuello.

Al llegar a tu pecho seguí el mismo procedimiento, enfocándome en los pequeños botones rozados que se erguían a mi solo tacto.

- K-Kanon...- Gemiste cuándo comencé a utilizar mi boca para succionar uno de tus pezones.- N-No soy una chica... N-No va a salir n-nada...

No pude evitar reír bajo. Lo sabía a la perfección, pero nunca fue mi objetivo obtener algo de ellos.

- Ya lo sé.- Respondí, mirándote a los ojos.- ¿Se siente bien?

- S-Si.

- ¿Quieres hacer algo en específico?

- ¿Cómo qué?

- No lo sé, tú decide.- Dije, para después volver a atender tu cuello, escuchándote suspirar y gemir bajo.

Volví a besarte, mientras te abrazaba, haciendo fricción con nuestras pieles. No te negaste, incluso te aferraban con fuerza de mis hombros, moviendo tus caderas de atrás hacía adelante.

Podía sentir tu erección bajo tu ropa interior, que era la única prenda que aún te cubría.

Cuándo el aire escaseó, y nos separamos para respirar, no desaproveché la oportunidad de bajar, hasta quedar de frente con ese pequeño bulto que se ocultaba bajo la delgada tela azúl.

- K-Kanon... ¿Qué...?

- Shh...- Te silencié con un dedo sobre tus labios al ver tu nerviosismo.- Cierra los ojos.- Obedeciste, y tus hermosos ojos se cerraron, aunque tus piernas y manos aún temblaban levemente.- Si no te gusta, me dices y paro, ¿de acuerdo?

Asentiste sin abrir tus ojos. Y yo comencé con mi tarea.

Primero dando unas pequeñas lamidas sobre la tela, después usando toda mi boca para humedecer la tela aún más de lo que ya estaba.

Te escuché jadear, y sentí que tus músculos se relajaron notablemente.
Arqueaste tu espalda y diste un pequeño respingo cuándo retiré tu prenda.

- Kanon...- Ví tu rostro enrojecido, y también como casi de inmediato te giraste, cubriendo tus genitales con tus manos.

No dije nada, solo me acerqué para besar tu mejilla, abrazándote por la espalda.

- No hay razón para avergonzarse, Sorrento.- Susurré en tu oído, mientras con mis manos acariciaba todo tu cuerpo.- Eres la persona más hermosa que conozco. Eres perfecto, y quién opine lo contrario se puede ir al demonio.

Sé que eres muy inseguro respecto a tu cuerpo. A menudo te avergüenzas de tu estatura, de tus ojos, de tus rasgos, de tu cabello... En general, casi cualquier cosa que tenga que ver con tu físico.

Pero yo no mentía. Así te conocí, así me enamoré de tí, y así te amo.
Para mí tú eres una creación perfecta.

- ¿Sabes? Tu estatura que tanto maldices, a mí me llena de ternura.- Enumeré cada una de las cosas que me haz dicho muchas veces, que te molestan y cambiarías de tu cuerpo si tuvieras la oportunidad.- Dices que no te gustan tus ojos ni tus rasgos porque te hacen ver más joven de lo que en realidad eres, pero así eres hermoso, y estoy seguro de que en unos años más, serán los que te molestan por eso quiénes estén celosos, cuándo ellos sean unas pasas arrugadas, y tú sigas tan lindo como hoy.

Conseguí que rieras un poco, y eso me hizo sonreír a mí.

Volví a besar tus labios, y sentí como me correspondías. Adoro verte felíz y que te sientas seguro de tí mismo, y haré lo que sea necesario para lograrlo.

Yo no soy como todos esos idiotas que en el pasado te lastimaron y te hicieron odiar todo de tí, desde tu cuerpo hasta tu personalidad. Y querer cambiar todo lo que eres tú.

- Está bien si no quieres continuar.- Te dije, acariciando tu mejilla.- Podemos dejarlo para otro día.

Negaste con la cabeza, diste media vuelta, y me besaste. Correspondía tu beso, dejándote explorar mi boca como quisieras.

Pensé que lo dejarías solo como un beso, pero entonces sentí una de tus manos colarse entre mi ropa interior.

No pude contener un jadeo que escapó de mi garganta. Mi miembro palpitaba, sintiendo tu mano moviéndose de arriba a abajo, apretando de vez en cuándo, y después jugueteando con los testículos.

- S-Sorre...

- Kanon...

Volvimos a besarnos, mientras yo te devolvía el favor, acariciando tu miembro.

- Kanon... Y-Ya... Házlo... No creo aguantar más.

Detuviste tus movimientos. No mentías, tus piernas temblaban, y tu miembro palpitaba, estabas a punto de terminar.

Hice caso a tu petición, y te dí una pequeña tregua. Estabas jadeando y babeando, con los ojos cristalizados.

Ví como con timidez abrías tus piernas, y desviabas tu mirada, mientras llevabas dos de tus dedos a tus labios.

- Espera...- Supe lo que estabas intentando hacer.- Déjame hacerlo.

Después de unos segundos asentiste, aún desviando la mirada.- Kanon... ¿Tienes... L-Lu... V-Va... Yo...

- Compré un poco ayer por la tarde.- Respondí a tu pregunta.- ¿Quieres que la traiga?

Volviste a asentir con la cabeza.

Me estiré un poco, hasta alcanzar el cajón de la mesita de noche junto a la cama. De ahí saqué un pequeño bote de plástico, y te lo entregué.

Lo abriste, y retiraste el sello. Tomé un poco del contenido con mis dedos.

Deposité un pequeño beso en tu mejilla y comencé a explorar ese lugar tan íntimo con mis dedos. Primero lubricando el exterior, y después metiendo uno de a poco.

Escuché el pequeño quejido que escapó de tus labios, pero me dijiste que siguiera. Cuándo te acostumbraste, introduje el segundo, y después repetí el proceso con el último.

Cuándo todos estuvieron dentro, me dediqué a moverlos, tratando de prepararte y lubricar todo lo mejor posible. No quería que fuera doloroso para tí. Después de un rato, podía escucharte gemir, cuándo te acostumbraste a la intromisión.

Me detuve cuándo dijiste que era suficiente, y con cuidado de no lastimarte, saqué mis dígitos.

Buscaste mis labios, y yo no me negué. Quería que te sintieras confiado.

- Espera...- Interrumpí momentáneamente, para estirarme de nueva cuenta al mismo mueble de antes, y obtener un pequeño paquete circular de su interior.- Uno de éstos nunca está demás, ¿no?

Asentiste, con una tímida y pequeña sonrisa en los labios.

Cuándo mencionaste el tema por primera vez, mencionaste que preferirías usar protección.

No es como que te pudiera dejar preñado, pero entiendo que es por un tema de higiene, y realmente no me molesta usarlo.

Sin dejar pasar demasiado tiempo, me coloqué la delgada pieza de látex, y una vez que terminé volvimos a besarnos.

Comencé a simular pequeñas embestidas, tan solo rozando con la punta.

Intentaste acelerar el proceso moviendo tu trasero hacia atrás, y un quejido lastimero escapó de tu boca. Eso debió doler.

No me moví ni un poco, y te abracé contra mí, evitando más fricción, mientras besaba tus cuello y labios a intervalos, tratando de ayudarte a aguantar el dolor.

Sabes que me encanta consentirte, y en este caso no es la excepción. Haremos todo a tu ritmo.

- ¿Aún duele?

- N-No.- Jadeaste.- Y-Ya puedes seguir.

Seguí, mientras besaba tus labios, ayudándote a acostumbrarte al intruso que se abría paso en tu interior.

Cuándo finalmente conseguí estar totalmente dentro de tí, nos separamos, jadeando por aire.

Me miraste a los ojos, como si no pudieras terminar de creer que ésto realmente estaba pasando. Ni siquiera yo podía terminar de creerlo, pero no quería pensar en nada. Solo quería concentrarme en hacerte sentir bien, que tan solo por esa noche olvidaras todas tus malas experiencias pasadas, sintieras como si fuera la primera vez que hacías el amor.

Porque creo que realmente es así. Haz tenido sexo antes, pero ninguno te ha hecho el amor. Y yo quiero ser quién cambie eso.

- K-Kanon...- Gemiste mi nombre cuándo comencé a mover mi pelvis contra tu cuerpo.

No dije nada, solo entrelacé mis manos con las tuyas, y sentí como apretabas tus puños con cada embestidas.

Quería que supieras que eras mío, así como yo soy tuyo.
Mi corazón, mi amor, incluso mi cuerpo te pertenecen solo a tí. He decidido que sea así.

Sé que no soy perfecto, que he cometido mil errores en mi vida y cometeré mil más. Sé que tú tampoco eres perfecto, haz cometido mil errores, y cometerás mil más, pero así te amo, así como sé que tú me amas a mí.

- Kanon...- Con escuchar tus gemidos y sentir tus paredes palpitar, sé que realmente estás disfrutando ésto, y me hace sentirme satisfecho.

Eres un ser sumamente hermoso, no solo por fuera, sino también por dentro.

Lo que me enamoró de tí fue tu talento musical, tu inteligencia, tus bellos sentimientos, tu carácter, tu personalidad...

No soy capaz de imaginar mi vida sin tí, desde que te conocí nunca volví a ser el mismo, porque por tí quiero ser la mejor versión de mí.

- ¡Kanon!

Ese grito anunció la llegada de tu clímax, haciéndote derramar tu escencia entre nosotros.

Solo necesité un par de embestidas más, antes de terminar. Al menos no tendrás que soportar la incomodidad de limpiar ese lugar gracias al preservativo.

Me besaste como si fuera la última vez que pudieras hacerlo, y yo te correspondí de la misma forma.

Luego de una larga sesión de besos y caricias, nos encontrábamos abrazados, cubiertos únicamente por la delgada sábana.

- ¿Lo hice bien, Sorrento?

Ví el rubor en tus mejillas, pero no dijiste nada. Solo asentiste, para después esconder tu rostro en mi pecho.

- Te amo.- Susurré en tu oído, abrazándote con todo el amor, cariño y ternura que siento por tí.

- También te amo.- Respondiste susurrando, acurrucándote entre mis brazos.

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