Un beso [🐑KikixFudo🎋xGenbu♎]
Al abrir sus ojos, se topó únicamente con un pelirojo de tez morena, que dormía al otro extremo de la cama. Existiendo un hueco en medio de ambos.
Kiki se levantó, y miró un sobre en la cómoda a su costado. Solo suspiró y resignado, lo tomó en sus manos.
Lo de siempre... Una nota diciendo adiós, y que volvería en un mes o más.
- Se fue, ¿no?- Escuchó la adormilada voz de Genbu a sus espaldas.
Kiki solo asintió, dándole la carta de esa ocasión para que la leyera.
Fudo era así, ambos lo sabían y fueron conscientes de ello desde el primer instante que se cruzaron con él, y aún así decidieron correr el riesgo.
El peli-verde aparecía sin aviso, pasaba máximo una semana con ellos, y tal como llegaba, se iba, sin avisar y sin despedirse.
- Tranquilo.- Le consoló Genbu al ver su estado de ánimo tan decaído.- Sabes que Fudo es un aventurero nato, pero no significa que no nos ame.
- Lo sé.- Suspiró el pelirojo.
Fudo desde siempre había sido un alma libre, dedicando su vida a documentar distintos paisajes, flora y fauna silvestre. Siempre yendo de un lado a otro, y quedándose poco tiempo en un solo lugar.
Se cruzaron con él en una tarde de verano, cuando asistieron a la liberación anual de crias de tortugas marinas, y ahí estaba él. Con sus cabellos color menta siendo mecidos por la brisa marina, sus peculiares ojos, y su piel canela. Con una cámara fotográfica, documentando todo el proceso.
En ese entonces, su matrimonio tenía apenas un par de años. Y quizás, motivados por experimentar y probar cosas nuevas que le dieran un toque extra de sabor a la relación y evitar caer en la temida monotonía, aceptaron la propuesta de Fudo y pasaron la noche los tres juntos.
Para Fudo fue solo un encuentro más de los que ya estaba acostumbrado a tener en sus viajes por el mundo, y sin decir nada, sin siquiera despedirse, se fue por la mañana antes de que despertaran.
Los dos, aunque algo dolidos por la actitud del fotógrafo, decidieron seguir con sus vidas. De cualquier modo, Fudo fue muy franco desde un inicio.
Pero no esperaban volver a encontrarse con él unos tres meses después. Al parecer, había vuelto a la ciudad por ser temporada de avistamiento de ballenas. Y nuevamente, se repitió la misma secuencia: una noche acalorada, y un vacío en la cama a la mañana siguiente. Únicamente con el sutil aroma de su perfume impregnado en la cama, y el recuerdo de sus besos más adictivos que cualquier droga, aún palpable en sus memorias.
Sin darse cuenta, poco a poco se fue volviendo una rutina. Una que tuvo ligeros cambios con el paso del tiempo, cómo que a veces, Fudo se quedaba unos días, y cuando eso pasaba, siempre se daban cuenta por tener el desayuno servido por la mañana. Siempre alguna receta nueva, que jamás habían conocido de no ser por Fudo. Pero cuando se iba, solo dejaba detrás de sí una carta despidiéndose y prometiendo volver.
Ya llevaban casi cinco años con aquella extraña dinámica. Quién parecía más agobiado siempre que Fudo se iba, era Kiki.
Fudo jamás había respondido directamente a la pregunta que ambos le habían hecho más de una vez, pero especiales Kiki: ¿Aceptaba formar parte de la relación?, ¿los amaba?... Fudo siempre se iba por las ramas y jamás daba una respuesta contundente, y eso lograba frustrar al oji-lila. ¿Era un sí, o era un no?...
Genbu, por otra parte, no le daba tanta importancia. De cierta forma, entendía a Fudo y captaba las indirectas del peli-verde. Así que siempre trataba de calmar a Kiki.
"No pertenezco a nadie, y nadie me pertenece. Voy a dónde quiero, y nada ni nadie la hará detenerme. Eso no significa que no tenga aprecio a quien aprecio me tiene, pero lo hago en libertad. Puedo irme por días, semanas, meses... Y puedo estar lejos cientos y miles de kilómetros, pero incluso las tortugas siempre vuelven a la playa donde nacieron para desovar, sin importar qué tan lejos esté."
Las palabras que Fudo siempre respondía a Kiki cuando lo interrogaba. Para Kiki resultaba demasiado confuso, y más de una vez lo había expresado. Para Genbu, era demasiado claro, y no dudaba de Fudo.
- ¿Y si esta vez no vuelve?- Preguntó Kiki en un suspiro, bebiendo una taza de té.
- Él volverá.- Afirmó Genbu, dándole un pequeño abrazo.- Siempre lo hace.
Y sí, Genbu nunca se equivocaba. Fudo siempre volvía.
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