Un día soleado, en calma, y completamente normal. Calvera había terminado ya el almuerzo para su familia, quiénes después de lavarse las manos, volvieron al comedor, listos para comer algo después de un largo día de trabajo y escuela respectivamente.

- ¿Todo bien, Milo?- Preguntó Calvera al ver a su hijo algo distraído.

- Creo que Aioria se enojó conmigo, pero no sé porqué.- Respondió el adolescente a la pregunta de su madre, sentándose a la mesa, al lado de su padre.

- ¿Y ahora qué pasó?- Cuestionó ahora su padre, dejando su comida por un momento.

- Pues, todo comenzó cuando Aioria me dijo: "Tienes algo en la pestaña".- Comenzó a contar Milo lo acontecido esa mañana.- Yo le pregunté qué era, y después empecé a tallarme el ojo para quitarme lo que tuviera... Y después solo me dijo: "Olvídalo", y se fue.

Kardia y Calvera intercambiaron una fugaz mirada, ambos intentando contener la risa. Vaya que su retoño a veces era demasiado despistado...

- Milo, a veces no sé si reír o llorar contigo.- Rió levemente Kardia después de escuchar el relato de su hijo.

El peli-violeta menor seguía sin comprender, provocando que sus padres terminaran por soltar una carcajada. Hasta que su madre entre risas, procedió a explicarle la indirecta que fue incapaz de captar.

- ¿Y yo cómo iba a saber que quería un beso?- Se defendió el adolescente, avergonzado pero a la vez divertido de su propio despiste.

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El contexto de esto: Platicando con mi mejor amiga, recordé uno de mis tantos momentos de humildad.

Sí, por si se lo preguntan, esto realmente pasó, y hasta tres años después capté el mensaje.

¿A alguien más le ha pasado?