Soul Mate [♊SagaxSeiya🐎xAioria♌]
Las cosas en su vida jamás habían sido del todo fáciles. Creció en una familia en la que jamás le hizo falta nada, pero su propia mente lo torturaba día y noche desde que tenía memoria.
Aún así, todo fue medianamente soportable, hasta que al llegar a la adolescencia, todo se salió de control. Las crisis se volvieron imposibles de detener y contener, era incapaz de mediar por sí sólo sus emociones, y todo eso empezó a pasarle factura. Ahí fue cuando sus padres se dieron cuenta de que definitivamente, algo no estaba bien, y acudieron con un psiquiatra.
Tal y como temían, nacer Delta, y encima, con el historial de enfermedades de esa índole en su familia paterna, resultó ser un problema. Había heredado la misma enfermedad que su padre, bipolaridad, aunque para su "buena suerte", había sido un tipo menos grave que la de su progenitor.
Eso fue cuando tenía apenas unos 13 años, y a partir de ese punto, su vida fue un caos aún peor. Siempre con altibajos emocionales, meciendose entre la depresión y la euforia.
A veces pasaba periodos de depresión tan intensos, que a pesar de todos los medicamentos y atención psicológica que recibía, tuvo un intento de suicidio, al verse excluido por todos sus congéneres, y teniendo como únicos amigos a su gemelo y a su primo.
Al llegar a la universidad, era momento de separarse. Shaka había decidido que quería dedicar su vida a la medicina. Kanon había decidido enlistarse en la academia militar naval, para formarse cómo marino. Saga, por más que quisiera seguirlos, no podía, no se le permitiría ingresar a cargos como el que aspiraba Kanon, por su condición. Además, no quería pasar el resto de su vida en el ejército ni tampoco en un hospital. Así que, ese era el adiós por algunos años.
Con miedo llegó a la universidad, temeroso por estar sólo, sin conocer a nadie y nervioso por pasar el mismo rechazo que en todos sus años escolares. Pero justamente por su experiencia, es que había elegido estudiar psicología educativa, para evitar que otros estudiantes como él pasaran los mismos malos ratos en su vida escolar. Y pensando en eso, decidió seguir.
En la facultad de pedagogía, durante una clase, conoció al que sin saberlo, se volvería su primer amigo que no fuera Kanon, y años después, una de las personas con las que compartirían su vida.
Aioria, un estudiante que aspiraba convertirse en docente de educación física. Por azares del destino, sus caminos se cruzaron, cuando durante una clase que compartían, a Saga se le cayó un frasco de pastillas, y Aioria decidió ayudarlo a recogerlas.
Saga no confiaba fácilmente en las personas, pero Aioria tenía algo que lo hacía sentirse seguro. Así que aceptó la ayuda, y como pocas veces, le siguió la conversación.
Así fue como comenzó su amistad. Aioria jamás lo juzgó ni lo hizo de menos por su condición, de hecho, le dijo que lo entendía, y sabía lo que era ser rechazado por ser diferente a los demás. Aioria tenía un pequeño problema de hiperactividad, y eso le causó muchos problemas de niño, incluído el rechazo de los otros niños.
Pero un profesor de educación física, al darse cuenta de su problema, decidió entrenarlo y darle algunos programas de entrenamiento a seguir en casa. Además de notificar a sus padres de lo que ocurría y recomendarles acudir con un profesional. Gracias a ese profesor, esos entrenamientos y la atención psicológica, logró mejorar en gran medida su condición, y ahora ya no le era un problema.
Así que eso tenían en común también, aspirar a ser profesores, para evitar que alguien más sufriera lo mismo que ellos, e inspirados por alguien.
Después de dos años de conocerse, decidieron dar un paso más, e iniciar una relación. Tratar con Saga no siempre era fácil, pero el Delta hacía todo lo que podía por mejorar cada día más, y la mayoría de las veces lo lograba.
Pasó un año más, manteniendo su relación, y el fin de sus estudios estaba cada vez más cerca, tan solo un año más y estarían graduados. Pero ni siquiera vieron venir un tercer factor: Seiya.
Era normal que los mejores estudiantes de último año fueran enviados a darles la bienvenida a los nuevos y orientarlos un poco. Y siendo ambos de los más destacados en sus respectivas carreras, no fueron la excepción. Así cruzaron camino con ese vivaz Omega de cabello castaño.
De alguna forma, Seiya logró ganarse la simpatía de ambos, y terminaron incluyendolo en su círculo. Al parecer, otro chico que no era tan diferente a ellos, Seiya tenía la misma condición que Aioria, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, y aunque más de una vez les admitía que fue difícil incluso pasar el examen, el chico era persistente y no se daba por vencido.
Quizás fueron todas esas características, sumadas a la convivencia que tenían con él, que terminaron tomando una decisión algo loca.
La comunicación era esencial en cualquier relación, pero en una con alguien con una condición como la de Saga, era más vital que el oxígeno y el agua. Así que en ese punto ya no había secretos ni tabúes entre ellos, y después de hablar por varias horas sobre lo que sentían ambos, decidieron intentar una relación poliamorosa.
Seiya se quedó en shock cuando le confesaron lo que sentían, y les pidió unos días para pensarlo, pero finalmente decidió acceder.
Desde ese día, ya habían pasado díez años. Ya todos recibidos de sus carreras. Siendo Seiya maestro de música en la secundaria donde encontró su vocación. Aioria ocupando ahora el puesto del maestro que creyó en él cuando nadie más lo hacía. Y Saga volviendo a la secundaria donde tanto sufrió, pero dónde forjó su carácter, y que al final, lo hizo más fuerte, ésta vez como maestro auxiliar para alumnos con necesidades especiales, en busca de evitarle un mal rato a otros, siendo el apoyo que habría querido tener.
Cada uno se sentía realizado personal y profesionalmente. Habían logrado mantener su relación intacta, y más fuerte cada día.
Si dicen que dos destinados son una misma alma que habita en dos cuerpos, pues quizás esa alma podía partirse en tres o más partes y habitar en varios cuerpos. O al menos eso sentían.
- ¿Todo bien?- Preguntó Seiya, recargandose en su hombro.
- Sí.- Sonrió Saga, dejando de lado un momento su portátil.- Solo escribís algo.
- Mientras no sea un plan de cómo dominar el mundo.- Bromeó el menor.- Vamos. La cena ya está lista y sabes que Aioria nos deja "sin postre" un mes si tardamos demasiado en bajar.
Ambos compartieron una pequeña risa al entender aquel pequeño chiste con doble sentido que solo ellos entendían, y después bajaron.
Aioria ya los esperaba, con la cena servida, cómo cada viernes, que a él le tocaba cocinar.
- Un minuto más y se quedaban sin postre.
- En ese caso, espero una porción extra.- Replica Seiya.- Y no hablo de comida... Bueno, también, pero sabes a qué me refiero.
- Si le das extra a uno, al otro también.- Se sumó Saga a aquella broma de Seiya.- Y de comida también.
- Ustedes nunca cambian.- Rió bajo Aioria, rodando un poco los ojos.
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