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¿Qué es el amor para... Un toro? [♉ Hasgard ♉]

Después de hablar y desayunar con Degel, Regulus abandonó el templo de Acuario y volvió al propio. Tenía un par de horas para dormir un poco y reportarse a entrenar en el Coliseo, así que debía aprovecharlas, pero sus ansias de respuestas eran más grandes que borraban cualquier rastro de cansancio.

Así que decidió saltarse ese breve descanso, y tratar de dar con alguno de los Santos que aún le faltaba interrogar.

En Libra no estaba Dohko. El guardián de Libra sí que era demasiado madrugador, el sol apenas había salido hace poco más de un par de horas y el castaño ya debía estar entrenando... Bueno, ya lo buscaría después.

En Cáncer, Manigoldo estaba profundamente dormido... Bueno, después sería.

Tauro era su última esperanza, y para su buena suerte, llegó justo a tiempo, cuando su guardián estaba por partir.

- Hasgard.- Llamó al mayor, captando de inmediato su atención.

- ¿Pasa algo, Regulus?

- Yo... Bueno, quería preguntarte algo.

- ¿Qué cosa?

Regulus se sentía más confiado con Hasgard. A pesar de su imponente estatura, el Tauro no era una mala persona, todo lo contrario. Era de los más amables y amigables entre todos los santos dorados, así que él era junto con Asmita y Defteros quién más confianza le transmitía.

- ¿Qué es el amor?- Preguntó y vió que Hasgard tuvo la misma reacción que todos los demás, exceptuando a Kardia, tuvieron.- ¿Qué entiendes tú por amor?, ¿qué es el amor para tí?

El peli-blanco no pudo contener una pequeña risa nerviosa que se le escapó, al tiempo que se rascaba la nuca, intentando asimilar la pregunta y buscar una respuesta.

- Yo... Bueno, Regulus, debo admitir que me sorprendiste con esa pregunta.- Admitió con la sonrisa sincera que lo caracterizaba.- Para ser honesto, creo que cada quién lo entiende y ¿por qué no?, lo siente y expresa de diferente forma. Algunos lo describen como mariposas en el estómago, otros como una calidez en el pecho, otros como una sensación de paz y tranquilidad...- Eso ya lo había confirmado con todos los demás, cada uno tenía una forma peculiar de describir cómo lo sentían.- Pero personalmente, yo lo describiría como una mezcla de miedo con locura.

- ¿Eh?- Exclamó algo extrañado Regulus por aquella respuesta.- ¿Miedo con locura?

- Así es.- Asintió Hasgard con una sonrisa.- Siempre tenemos miedo de las cosas desconocidas, y el amor lo es al empezar a sentirlo, pero no debes dejar que el miedo te frene. Solo piénsalo, si cuando estabas aprendiendo a dar tus primeros pasos y te caíste, le hubieras hecho caso al miedo que te daba volver a intentarlo, jamás habrías aprendido a caminar, mucho menos a correr o pelear. Y el amor es así. Puede que te dé miedo por ser algo desconocido y nuevo, y quizás te equivoques, pero un error no es motivo para no volver a intentarlo nunca más, sino todo lo contrario.- Explicó.- Y la locura... Bueno, no le parece que ha de haber cosa imposible a quien ama, y eso, a mi parecer, vaya que es una locura.

Regulus meditó un poco esas palabras. Explicada de esa forma, tenía sentido la definición de Hasgard.

- Puedes amar a varias personas de varias formas, pero todas compartirán eso. Con tus amigos, tus amantes, discípulos, incluso con tus rivales que después se vuelvan tus aliados, quizás tus hijos si llegas a tenerlos... No importa, con todos sentirás algo de miedo al principio. Miedo de tenerlos frente a frente, de perderlos, de que algo malo les pase, miedo de herirlos, incluso miedo por ser consciente de que los amas.- Añadió Hasgard.- Pero entonces entra ese sutil toque de locura, que siempre te ayudará a ignorar el miedo y a no privarte de amarlos y hacer lo que sea por ellos, y ayudar a hacer de este mundo un lugar mejor. Desde estudiar cómo se cumplen sus sueños, entenderlos, desear tenerlos por el tiempo que el destino te lo permita, aprender a quererlos aún con sus defectos, desear darles una vida con más sumas que restas... Y muchas cosas más.

- Eso suena realmente dulce.- Sonrió Regulus.

- ¿Qué te puedo decir?, creo firmemente que hay algo bueno en todos. A veces los corazones más heridos y que más amor necesitan, son los que más intentan negarlo.- Respondió, algo nervioso por quizás haber sido demasiado meloso en su respuesta.

- Pero, ¿cómo puedes saber cuándo amas a alguien?- Preguntó Regulus.- ¿Cómo puedes estar seguro que lo que sientes es amor? ¿cómo sabes qué tipo de amor es?

- Tú sabes perfectamente de qué forma amas a cada persona de tu vida, no necesitas un reglamento para eso.- Sonrió el más alto.- Pero, personalmente, creo que cuándo amas a alguien, de la forma que sea, se siente como un buen presentimiento, de esos que llegan una vez en la vida. Así que no temas amar y equivocarte si es necesario. Roma no se construyó en un día. Y creo que es mejor intentar y equivocarse, que quedarse con la insoportable duda de "¿qué hubiera pasado si hubiera hecho algo diferente?".

- Haces que suene tan fácil...- Rió levemente Regulus.- Realmente temo equivocarme, o estar confundiendo las cosas. No quiero echarlo a perder.

- Nunca te arrepientas de amar, ni de hacer algo por amor. ¿Sabes?, recuerdo que alguna vez, en las clases de historia, el patriarca Sage mencionó una frase de un filósofo muy antiguo, Platón creo que era su nombre. Él solía decir que "El amor es la alegría de los buenos, la reflexión de los sabios, y el asombro de los dioses."- Le alentó el santo de Tauro, palmeandole el hombro.- Esa frase marcó mi vida sinceramente, y pienso que tiene mucha razón. Después de todo, es lo que creemos como santos y es uno de los ideales de Athena, ¿no?. Qué el amor es capaz de dar alegría a todos los seres vivos, de hacernos obrar milagros, e incluso de redimir a los más malvados.

De alguna forma, esas palabras de Hasgard lograron darle valor y una chispa de esperanza. Aunque aún así, quería más respuestas antes de llegar a una conclusión.

- Gracias, Hasgard.- Agradeció con mejor ánimo el joven león.

- Cuando quieras, muchacho. Siempre es un gusto hablar contigo.- Le sonrió el guardián de Tauro.- Ya debo irme, Teneo y los demás chicos ya deben estarme esperando. Y tú, será mejor que vayas a dormir un poco, solo mira las ojeras que tienes.

- Bien, de acuerdo.- Rió Regulus.

Después de despedirse, cada uno fue en dirección opuesta. Hasgard en dirección a las escaleras que conectaban con Aries, y Regulus hacía las que conectaban con Geminis.

Vaya que Hasgard realmente tenía un corazón enorme y lleno de bondad y amor para absolutamente todos. La fuerza y la nobleza habitando en un solo ser, igual que un verdadero toro.

El amor era capaz de hacer a los mortales dar lo mejor de sí mismos, de alzarse y llegar a derrotar dioses. Era capaz de reparar hasta el corazón más roto, de curar cualquier herida en el alma, de redimir hasta el villano más ruin y darle una segunda oportunidad...

Sí, definitivamente, para el guardián de Tauro, el amor era una mezcla de miedo con locura, que juntos lograban obrar maravillas. Más de una vez le habían dicho que era demasiado noble, llegando a pecar de iluso por momentos, al siempre tratar de ver lo bueno en todos y negarse a matar a menos que no hubiera otra opción, y siempre dejar la violencia como último recurso. Pero no le importaba.

Él creería firmemente, hasta su último aliento, que todos merecen tener algo de amor en sus vidas, y una segunda oportunidad. Jamás se arrepentiría de ser como era, porque, aunque sí, había terminado herido al haber depositado su confianza en personas como Aspros, que solo veían a los demás como peones en un juego de ajedrez, también había logrado salvar a almas inocentes del dolor y darles una vida, no perfecta como desearía, pero sí digna y sobretodo, llena de amor.

Sus queridos niños eran la prueba de ello, y verlos sonreír, con amor por la vida, dispuestos a seguir sus enseñanzas y brindar amor a quien lo necesitara, y con un futuro por delante para convertirse en hombres y mujeres de bien, era más que suficiente para borrar cualquier amargura y darle fuerzas para seguir adelante.

Después de todo, en el amor siempre hay algo de locura, y en la locura siempre hay algo de razón.

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