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¿Qué es el amor para... Un necromante? [🦀Manigoldo🦀]

Sin duda, haber descubierto a Kardia y Asmita en ese estado no había sido lo más agradable, pero las palabras de Kardia habían logrado calmarlo lo suficiente.

Volvió a Leo, ahora con una decisión firme en su mente. Kardia tenía razón, no tenía nada qué perder.

Se sentó en las escaleras de su templo que conectaban con la cuarta casa, mirando las estrellas, sintiendo el aire frío de la madrugada en su rostro, meciendo sus cabellos. Por unos instantes cerró los ojos, y se dejó envolver por la tranquilidad y silencio de la noche, hasta que una voz familiar lo hizo volver a la realidad.

- ¡Ey, enano!

Al mismo tiempo que escuchó aquella voz, sintió un par de fuertes manos meciendolo por los hombros. Y al abrir los ojos, se topó con esos ojos violetas que desde hace tiempo lo hacían perderse en ellos.

- ¡Ey!, reacciona.- Repitió Manigoldo.- ¿Qué rayos pasó aquí? Desde hace como una hora pareces león enjaulado caminando de un lado al otro, subiendo y bajando escaleras.

- Manigoldo...- Murmuró, algo nervioso por la cercanía.- No es nada, solo... Solo no podía dormir.

- ¿Qué te pasa, eh?- Preguntó el italiano, sentándose a su lado.- Sembri triste.

- ¿Qué?

- Que no suenas a qué no pasa nada.- Aclaró el mayor.- ¿Qué te pasa?

Regulus jugaba nervioso con sus manos. Había decidido que haría algo, que sería sincero, pero ahora era difícil, teniendo al lado a quien le había generado aquella duda de qué era el amor.

- Ey, bambino, ¿qué tienes?- Insistió Manigoldo.- Tú no eres así.

- Manigoldo, ¿puedo preguntarte algo?

- Si eso te hace sentir mejor, házlo.

Regulus respiró, mucho más profundo que con los demás, antes de responder. Manigoldo solo esperaba en silencio.

- ¿Qué es el amor?- Hizo nuevamente aquella pregunta.- ¿Qué entiendes tú por amor?, ¿qué es el amor para tí?

Manigoldo se sorprendió por aquella pregunta, y al igual que la mayoría, se quedó unos segundos en silencio, meditando su respuesta.

- La verdad, jamás me había detenido a pensar en eso.- Admitió con una sonrisa.- No soy mucho de hablar de ese tipo de cosas, se me da mucho mejor demostrarlas. Las palabras se las lleva el viento, pero las acciones prevalecen a pesar de todo.

- Entonces, ¿cómo sabes que amas a alguien?

- ¿Un ave necesita saber qué es el hambre para saber que tiene que comer para no morir?, ¿o una loba necesita saber las etapas del embarazo y parto para parir a sus cachorros?- Cuestionó con una sonrisa el peli-violeta.- Por supuesto que no. Está en su propia naturaleza saber qué deben hacer, y pienso que con el amor pasa lo mismo. No necesitas tener escrito en piedra lo que es para saber que lo sientes. Es de esas pocas cosas en la vida que no sabes explicar, pero sientes y tú sabes que están ahí.

Regulus no dijo nada. La definición de Manigoldo era completamente distinta a las demás, Manigoldo prácticamente había admitido no tener una definición de qué era el amor, y solo sentirlo.

- ¿Sabes? No es lo mío hablar demasiado de este tipo de cosas, pero sé perfectamente que todos ustedes son importantes para mí. El viejo por haberme sacado de las calles y convertirme en un hombre de bien, a todos ustedes por ser mis compañeros de armas y prácticamente, mis hermanos. Incluso al mal parido de Asmita, al amargado de Cid y al huraño de Defteros les tengo algo de cariño.

Regulus solo esbozó una tenue sonrisa. Sin razón aparente, esas palabras habían hecho que su corazón se oprimiera y desilusionara.

- También te quiero a tí, pequeño león en crecimiento.- Le dijo Manigoldo, despeinandole el cabello de forma cariñosa.- ¿Solo eso te tenía así de preocupado?- Preguntó, abrazando al más joven, cubriendolo con una manta que había llevado.

Regulus negó con la cabeza, y sentía ganas de huir, pero las palabras de Kardia seguían resonando en su mente. Nada perdía con intentar.

- Manigoldo... ¿Puedo decirte algo?

- Claro, ¿qué pasa?

- Yo...- Necesitó otro respiro profundo antes de hablar.- Te quiero.

- Ey, no te pongas tan sentimental, que no quiero llorar.- Bromeó el mayor.- Ya te dije que aunque no lo diga todo el tiempo, los quiero a todos ustedes.

- No... No de esa forma, Manigoldo.- Murmuró, escondiéndose en el pecho del peli-violeta, captando su atención.- Yo... No tengo idea de cómo pasó, pero... Eres más que solo un amigo para mí, y yo... Sé que debes estar pensando que soy solo un niño confundido, pero ahora estoy seguro de que no lo estoy. Realmente me gustas, me gusta todo de tí, y... Sé que no tengo oportunidad, pero, quería que lo supieras.

Manigoldo no dijo nada por unos segundos, y Regulus no se atrevía a alzar la vista, se sentía demasiado nervioso como para siquiera intentarlo. Hasta que Manigoldo lo sujetó suavemente de los hombros y besó su frente.

- Mira, Regulus, yo... Me halagas, pero soy diez años mayor que tú.- Dijo, y Regulus solo cerró los ojos, sintiendo que las lágrimas se le escaparían en cualquier momento.- Regulus, eres un gran chico, muy fuerte, valiente, alegre y con una linda sonrisa, pero eres demasiado jóven para mí. Tienes apenas 13 años, eres un niño, estás en pleno crecimiento, y yo seré muchas cosas, pero no un degenerado.

- No te preocupes. Entiendo.- Suspiró, intentando sonreír.- Yo... No sé qué respuesta esperaba. Supongo que no fue buena idea prestar demasiada atención a las chicas de Rodorio, que tienen mi edad y ya están casadas, algunas incluso ya son madres.

- Regulus, que muchos lo hagan no significa que esté bien. Todas ellas son niñas forzadas a actuar como mujeres, y yo no quiero herirte de ninguna forma.- Replicó Manigoldo, sabiendo perfectamente a qué se refería el jóven santo de Leo.- Aún si posees el título de Santo dorado, no dejas de ser un niño. Solo quiero que estés bien. ¿Lo entiendes?

Regulus asintió, intentando sonreir.- Mani, ¿puedo pedirte algo?

- ¿Qué cosa?

- Esto.- Sin previo aviso, Regulus se estiró lo suficiente para dejar un pequeño y corto beso en los labios de Manigoldo, quién tardó un par de segundos en reaccionar.- Lo siento, es solo que tenía tiempo queriendo hacer eso.- Sonrió algo nervioso después de separarse.- Creo que después de eso podré estar tranquilo.

Manigoldo solo suspiró resignado, no podía enojarse por esa acción. Él también había tenido la edad de Regulus, y también había hecho cosas similares, así que no tenía mucho qué reprochar.

- Bien, pero ahora mejor ve a dormir. Es tarde y está helando.- Dijo, despeinandole el cabello de nuevo.

Manigoldo se levantó y se encargó de enrollarlo en la manta, para después cargarlo sobre su hombro cuál saco de patatas, y adentrarse en el templo de Leo.

- Bueno, aquí termina el paseo.- Dijo, dejando al joven santo sobre su cama.- Descansa. Y por el amor de Athena, deja de caminar de un lado a otro como león enjaulado, que le vas a hacer un hoyo al piso.

Después de decir eso, Manigoldo estaba por retirarse, pero la voz de Regulus llamándolo, lo detuvo.

- Mani...

- ¿Qué pasa ahora?

- Si fuera mayor... ¿Me darías una oportunidad?

Manigoldo se paralizó ante aquella pregunta. ¿Qué se suponía que respondiera?...

- Mira, si para cuando tengas 15 años te sigo gustando, entonces aceptaré una cita contigo, y dejaré que intentes conquistarme.- Dijo.- Pero aún si por algún milagro de Athena, logras amarrarme, nada de agarrarme algo que no sea la mano, hasta que tengas al menos 18 años y estés lo suficientemente crecido y seas lo suficientemente maduro como para tomar ese tipo de decisiones. ¿De acuerdo?

Regulus sonrió ilusionado y asintió emocionado.

- Pero mientras no tengas 15 años, solo somos amigos, nada de intentos de conquista. Sino se acaba el trato.

- De acuerdo.- Sonrió el menor.- Buenas noches, Mani.

- Buenas noches, enano.- Le sonrió Manigoldo, para después irse.

Regulus no tardó mucho en al fin quedarse dormido, pero ahora quién tenía insomnio era Manigoldo.

Definitivamente no esperaba esa confesión de Regulus, y ni siquiera él podía terminar de creer el compromiso que se acababa de autoimponer. ¿Había sido muy precipitado?, ¿había hecho lo correcto?... Tenía bastantes dudas al respecto.

Al final, decidió subir el resto de templos con el mayor sigilo posible para no ser detectado, hasta que llegó a la sala del patriarca, dónde Sage parecía esperarlo. Probablemente, el viejo patriarca ya estaba al tanto de la situación. Después de todo, usar esas almas para mantener todo el santuario vigilado daba buenos resultados.

- ¿Todo en orden, Manigoldo?

Solo se sentó en las escaleras frente al trono del patriarca, recargando su mejilla en su mano.

- No lo sé.

- ¿Qué es lo que sientes por él, Manigoldo?

- No lo sé.- Repitió el peli-violeta.- Sabes que no soy de darle demasiadas vueltas a asuntos como éste... Más bien, nunca me había pasado algo similar y... No sé si hice lo correcto.

- No diste un sí o un no definitivo. Más bien, pediste tiempo para pensar bien tu respuesta.- Dijo Sage.- Así que tienes al menos dos años para tomar una decisión. Pero inicia por aclarar qué sientes por él.

Manigoldo guardó silencio por unos minutos, tratando de exteriorizar con palabras lo que sentía. Rara vez se tomaba algo a pecho, pero esto no era cualquier cosa.

- Yo... No sé cómo describirlo, pero... Cuando Regulus llegó aquí hace casi tres años, yo lo veía como un niño, casi un hermano menor. Aún me cuesta creer como ese pequeño enclenque hizo que los muros que construí para no encariñarme demás con nadie, se vinieran abajo sin oponer resistencia.- Se asinceró con su maestro.- Creo que él es a quién más cariño y ternura le muestro, y ni siquiera yo entiendo porqué, pero con él me nace ser así. Solo estoy confundido tal vez.

- Eso fue cuando recién lo conociste, pero ¿qué sientes ahora?

- No quiero ser como todos esos cerdos que tienen a niñas como esposas y niños como amantes. Eso lo tengo muy claro.- Respondió el santo de Cáncer.- Creo... Creo que a Regulus no lo veo de esa forma. Solo quiero protegerlo, que esté tan bien como pueda estar siendo un santo de Athena, que sea felíz, y no se sienta sólo.

- Eso, mi querido alumno, es una manifestación de amor, uno puro y sin malas intenciones.- Le sonrió el anciano.- Creo que alguna vez te dije que existen varios tipos de amor: Eros, Ludus, Storge, Pragma, Manía y Ágape.

Manigoldo no dijo nada. A veces realmente necesitaba los consejos de Sage.

- Creo que el que tú sientes por él, es Storge, el amor amistoso y leal.- Siguió hablando Sage, sentándose al lado de su pupilo.- Lo principal en este tipo de amor es lo emocional. Está basado en la lealtad, la amistad y el compañerismo. La relación se mantiene por el entendimiento mutuo y la necesidad de disfrutar la compañía de la otra persona, y la atracción sexual pasa a segundo plano, así como las demostraciones de pasión intensas.

Manigoldo meditó unos segundos las palabras de su maestro. De cierta forma, se sentía identificado con esa definición. Eso era lo que sentía por el joven guardián de Leo. Disfrutaba pasar tiempo con él, le agradaba su compañía, y se llevaban bien, pero no sentía algún tipo de atracción de índole sexual hacía él.

- A veces, Storge evoluciona a Ágape. La unión de Storge y Eros.- Siguió el patriarca.- Ágape es la combinación de lo romántico con lo amistoso y leal. Se basa en un compromiso inquebrantable. No hay celos ni se busca la reciprocidad, pues la base es el bienestar del otro.

- ¿Y qué se supone que debo hacer?

- Por el momento, darle tiempo al tiempo y cumplir tu promesa.- Sonrió el mayor.- Al final, solo el tiempo tendrá la última palabra. Si Storge evoluciona a Ágape, o se mantiene como Storge.

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