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¿Qué es el amor para... Un demonio? [🌋 Defteros 🌋]

Después de delatar su presencia, y de paso, dejarlo como niñero del joven Leo, Asmita se retiró a la sala gemela, no sin antes soltar su típica risita silenciosa.

- Defteros...- Lo llamó el menor.

- ¿Qué?

- ¿Puedo preguntarte algo?

Defteros comenzaba a pensar que fue mala idea dejar su adorado volcán para ir a visitar a Asmita. De haber sabido que le iba a tocar responder preguntas incómodas, ni siquiera habría movido un solo músculo para ir al Santuario.

- Ya qué.- Suspiró resignado el mayor, sentándose en donde estuvo Asmita minutos antes.

Regulus no pudo contener una leve risa. No le tenía miedo a Defteros, el moreno podía verse algo agresivo a simple vista, pero tenía un corazón enorme y estaba lleno de bondad.

- ¿Qué es el amor?- Repitió la misma pregunta que le había hecho a Asmita.- ¿Para tí, qué es el amor?

Defteros se quedó sin palabras por unos segundos. Hablar de ese tipo de cosas era complicado para él, y sabía que para muchos era una tontería, pero... No para él.

- Yo...- Murmuró.- Yo... No lo sé, Regulus.

Con tantas cosas que vivió, ya ni siquiera él estaba seguro de entender qué era lo que esa palabra significaba, o si siquiera era más que solo una palabra vacía.

- ¿No has amado a nadie nunca?

- Lo hice...- Respondió Defteros.- Eso creo... No lo sé.

- ¿Por qué lo dices?

- Es una larga historia, Regulus.- Suspiró el moreno.

- Espera, ¿lo dices por Aspros?- Cuestionó Regulus.

Defteros agachó la mirada, con los ojos levemente cristalizados. Regulus se sintió culpable por haberlo hecho sentir mal, y de inmediato se disculpó, pero Defteros solo negó con la cabeza.

- No es tu culpa, enano.- Rió el peli-azul.- Han pasado muchas cosas, y aunque no te niego que fue difícil asimilar algunas, poco a poco he logrado entenderlas y aceptarlas.

No mentía respecto a eso. Aceptar que su hermano había perdido el rumbo, y que nada volvería a ser igual, no había ni estaba siendo nada fácil, pero Asmita, Degel y el patriarca trataban de ayudarlo a no hundirse, y resurgir de sus cenizas.

- Me preguntaste qué es el amor para mí, ¿no, Regulus?

- No respondas si no quieres.- Dijo el menor.- Entiendo si no es fácil para tí hablar de eso.

Defteros respiró profundo, y se estiró un poco en su lugar, jamás se acostumbraría a mantener la posición de loto, ni entendería cómo Asmita podía pasar horas así.

- La verdad, no soy tan refinado como Asmita o Degel, y las palabras no son lo mío en general, pero haré lo que pueda.- Respondió.- La verdad, lo único que conocía como amor, era el de mi hermano. Él fue mi primer amigo, mi única familia por mucho tiempo. Él me protegía, me cuidaba, se preocupaba por mí... Quiero creer que me amaba, pero... Ahora no estoy seguro si realmente era así, o todo fue fingido por él. Y quizás lo peor, es que aún si así fuera, su muerte no me duele menos, ni tampoco creo ser capaz de odiarlo.

Regulus sintió algo de tristeza por imaginar lo que debía sentir Defteros, pero entonces recordó las palabras de Asmita: La compasión no significa sentir pena por otra persona, ni verla como alguien inferior o limitado. Sino de compartir la pasión, la aceptación del sufrimiento con el otro. Comprender su dolor y llegar a sentirlo como propio.

No dijo nada, solo abrazó al peli-azul, y después le mostró una sonrisa sincera.

- Sé que ni yo ni nadie reemolazará a tu hermano, pero aquí muchos te amamos, Defteros.- Sonrió el castaño.

Defteros le devolvió la sonrisa al menor. De cierta forma, sentía que Regulus tenía razón.

- Pues gracias por eso, supongo.- Sonrió, mostrando ligeramente su colmillo.- Pero aún no he respondido tu pregunta y sé que Asmita no va a dejar de joderme hasta que lo haga.

Regulus solo rió bajo, no quería que Asmita los escuchara y se molestara.

- Siendo sincero, no estoy seguro de qué es el amor. Creo que solo puedo compararlo con la sensación de estar en el corazón del volcán de la Isla Kanon.

Regulus se extrañó por aquella peculiar comparación. No entendía qué quería decir Defteros con eso. ¿En qué se parecía una cosa con la otra?

- Al inicio puede darte miedo por ser algo desconocido, y al empezar a adentrarte, el camino está lleno de piedras, lava y vapores que sientes que te asfixian.- Añadió Defteros.- El camino no es fácil, y no cualquiera lo logra, pero al llegar al destino... Encuentras un lugar cálido pero que no te quema, que te ilumina pero no te cega, un aire tibio que te reconforta pero no te asfixia, un lugar que te protege de la intemperie pero te incentiva a salir al exterior, pero siempre está ahí para protegerte cuando vuelvas...- Siguió con aquella comparación tan inusual.- Para mí, el camino es como la búsqueda del amor, y llegar al destino, eso es el amor.

- Vaya... Eso, es realmente dulce.- Sonrió Regulus.- Gracias por tu respuesta, Defteros.

- Cuando quieras, cachorro.- Sonrió el mayor, poniéndose de pie, junto al menor.- Pero ahora mejor ve a casa. Pronto anochecerá, y a menos que te toque patrullar, no creo que al patriarca le haga gracia que andes fuera.

- Sí, ya voy.- Rió el menor.- Me dió gusto hablar contigo. Espero verte de nuevo pronto.

Después de despedirse, Regulus se fue, dejando aparentemente sólo a Defteros en el templo de Virgo.

- Ya puedes salir, Asmita.

La suave risa del rubio se escuchó por todo el lugar, y después, el dueño apareció, caminando hacia el visitante.

- Así que somos como el corazón de un volcán, ¿eh?- Sonrió Asmita.

- Así es.- Le sonrió de vuelta el apodado, "demonio".

Sí, quizás esa era la mejor comparación que se le podía haber ocurrido. Aspros solía ser ese corazón de volcán cuando eran niños, tan cálido, bondadoso, protector, una luz en su vida... Pero con el correr de los años, la calidez comenzó a quemar su piel, la bondad se esfumó, la protección empezó a detenerlo, la luz empezó a cegarlo...

Después de haberse sabido abandonado y traicionado, creyó que jamás había tenido amor realmente, y que jamás lo tendría. Pero entonces aparecieron todos aquellos que decidieron darle una oportunidad de conocerlo.

Degel, aquel santo en apariencia fría, pero con un noble corazón. Sísifo, el guardián de Sagitario, tan cálido y amable con todos. Regulus, ese chiquillo que siempre parecía estar felíz. Asmita, su única compañía además de Aspros durante su infancia, y quién más veces intentó sacarlo de su prisión de oro...

Cada uno de ellos le había enseñado algo. Cada uno le había enseñado una realidad muy diferente. Cada uno había aparecido con su propia luz para iluminar su vida de nuevo.

Sí, definitivamente, para él, el amor, el verdadero y puro amor, era como el corazón de un volcán. Tan difícil de alcanzar, pero tan hermoso de poseer.

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