Los Omegas no eran juguetes con los que divertirse un rato, usar y desechar, ni tampoco objetos para comerciar o abandonar cuando se aburriera de ellos.

Un Omega debía ser amado, valorado, respetado y protegido. Eso era en lo que creía Sísifo firmemente, y durante toda su vida, había hecho de todo por defender ese ideal.

Había tenido la suerte de nacer Alpha, pero jamás se había encerrado en su mundo para evitar ver las injusticias cometidas hacía los Omegas, quiénes eran considerados la casta débil, la más baja en la pirámide de la sociedad, los inútiles y marginados en la mayoría de los sectores...

En el Santuario, las cosas eran algo diferentes al resto del mundo, permitiendo que Omegas fueran parte del ejercicio de Athena, pero tenía un precio a pagar.

Para empezar, los Omegas no tenían permitidos ausentarse de sus entrenamientos, guardias y demás deberes a causa del celo. No existía nada para aliviar los síntomas, solo algunas infusiones calientes podían ser de ayuda para aliviar un poco los cólicos y dolor en pocos casos, pero no los demás síntomas. Así que en la gran mayoría de los casos, los Omegas se veían forzados a iniciar su vida sexual activa a una edad temprana, siendo apenas unos aprendices, así como a buscar siempre algún compañero para pasar el celo y aliviar los síntomas.

Otra condición, era que todos los Omegas, a excepción del Santo de Virgo, tenían dos opciones: O se consagraban y entregaban a la diosa como sus Omegas, obviamente, solo se forma simbólica, igual que el Santo de Virgo. Pero esa opción era únicamente para Omegas vírgenes, y el ritual se llevaba a cabo siendo apenas unos niños de no más de 12 años. Los que elegían esa opción, debían mantener su pureza por el resto de sus vidas, además de usar una máscara como símbolo de renuncia a su naturaleza Omega y con ella, cualquier llamado de atención de un Alpha, y eran quiénes más sufrían.

La otra opción, era dar al menos un hijo al servicio de Athena. Muchos terminaban eligiendo esa opción, principalmente por ser más facil de sobrellevar que la primera.

Para Sísifo era imposible no admirar y sentir un profundo respeto por todos sus camaradas Omegas. En esa generación, una cantidad considerable de los de santos dorados lo eran, y cada uno había tomado ya un camino.

Shion y Albafica habían decidido consagrarse a Athena, manteniendo todas las condiciones que esa elección demandaba. Asmita, meramente por ser el Santo de Virgo, también estaba forzado a seguir esa regla, con la única excepción de que él no estaba forzado a llevar una máscara, por ser el "Omega de Athena", algo así como el equivalente a la primera esposa de un sultán.

Hasgard, Defteros y Kardia habían elegido dar un guerrero a Athena, logrando sobrellevar su vida a su modo cada uno.

Manigoldo y Cid, siendo los únicos dos Betas en la orden dorada. Y Regulus, Dohko, Degel y él, siendo los Alphas de esa generación, siempre trataban de auxiliar a sus compañeros Omegas su lo requerían, pero rara vez necesitaban ser rescatados. Ser Omega no era sinónimo de debilidad, y los seis lo habían demostrado ya de muchísimas formas.

A Hasgard lo conocía desde su niñez, y sabía bien el enorme corazón que poseía el guardián de Tauro. Según el Patriarca, era la segunda vez que Tauro era custodiado por un Omega, y al parecer, todos los Omegas de Tauro tenían en común el rasgo de ser sumamente amorosos y nobles, con un aire maternal, y siempre dispuestos a ayudar a quién lo necesitase.

Podía dar fé y certeza de ello. Hasgard había tenido el valor de darle un hogar a varios niños indefensos y cuidar de ellos como si fueran sus cachorros, ganándose el amor de todos esos niños. Incluso ahora entrenaba a dos Omegas y un Gamma, cómo sus discípulos y sucesores.

Sin duda, Hasgard sabía bien cómo educar y criar cachorros, parecía ser un don natural en él. Sísifo aún recordaba como desde niños, Hasgard no dudó en ningún momento al decir que quería tener cachorros, y declinar de la opción de consagrarse a Athena. Misma decisión, que incluso a Shion y Albafica les tomó un poco de tiempo tomar.

A Defteros, por otro lado, lo conoció mucho después, siendo ya un adulto, después de la traición de quienes todos consideraban un amigo y un hombre ejemplar, pero resulta ser la peor escoria.

Defteros podía parecer intimidante a simple vista, pero era una persona sumamente cálida, gentil y noble por dentro, siempre prefiriendo el bienestar de los demás por encima del propio.

A decir verdad, los dos Omegas no eran tan diferentes entre ellos, y quizás esa era la explicación más lógica de porqué cayó rendido a los pies de ambos.

Ahora, con la guerra santa a la vuelta de la esquina, todos los Omegas se vieron presionados a cumplir con lo pactado y dar un descendiente.

Para algunos, la presión fue tanta, que terminaron embarazandose de personas por las que no sentían absoluto nada, y viviendo esa etapa como algo bastante horrible e incluso algo traumatizante.

Otros, incluso si aún no tenían pareja, lo tomaron con calma, y si debían hacerlo, prefirieron que fuera al menos con alguien a quién le tuvieran confianza, cómo fue el caso de Kardia. Del escorpiano no podían quejarse, después de todo, ya era su segundo cachorro, siendo más un favor para un amigo que una parte de su pacto con la diosa. En pocas palabras, Kardia se embarazó y tuvo a su primer cachorro un par de años atrás, siendo resultado de un encuentro con Degel, pactado por ambos con el objetivo de dejar un descendiente más fuerte. Pero su segundo embarazo fue siendo una madre sustituta para ayudar a Regulus y Manigoldo a cumplir su pequeño sueño de ser padres, y que siendo Manigoldo un Beta y Regulus un Alpha, no podrían, así que decidió ayudarles, prestando su vientre y donando sus óvulos.

Y Hasgard y Defteros, habían decidido tener sus cachorros con él. Hace poco más de un año, que mantenían una relación poliamorosa. Los tres eran conscientes y estaban de acuerdo con eso, incluso más de una vez le sacaron provecho a ser dos Omegas y un Alpha.

Ahora, con ambos Omegas en las últimas semanas de gestación, viviendo los tres juntos en el Santuario, solo podía pensar en cuánto los adoraba a ambos.

Al verlos dormir tranquilamente, cada uno a un lado, abrazándose a él, con sus vientres hinchados de por medio, lo invadía un torrente de sentimientos. Estaba emocionado por la idea de ser padre y tener descendencia con los dos Omegas a los que tanto amaba, pero a la vez preocupado por saber que posiblemente ninguno de los tres lograría sobrevivir a la guerra, y jamás verían a sus hijos crecer, ni convertirse en grandes guerreros.

Los dejarían sólos, a su suerte prácticamente, siendo apenas unos bebés aún. Y ese sentimiento de culpa de vez en cuando lo hacía llorar.

Definitivamente, no querría abandonar a sus cachorros pero no tenía muchas opciones. La vida de un Santo de Athena forzosamente estaba destinada al dolor, el sacrificio y decisiones difíciles. Ese era el camino que los tres habían elegido, y era tarde para retirarse.

Prefería no pensar demasiado en eso, y simplemente centrarse en el presente. Disfrutar el momento con sus dos amados, esperando con ansias el nacimientos de los cachorros, y darles todo el amor que tenía.

Si. Quizás eso era lo mejor que podía hacer.

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Pues... Dejé al azar los prompts para cada shot, usando algunos que me gustaron del Omegacember, Flufftober y algún que otro inventado desde cero, y con esta triada salió el prompt "Un Omega diferente".

Así que una parte de mi mente pensó "¿Y si ponemos a Defteros y Hasgard cómo Omegas y a Sísifo como su Alpha?".

Y otra parte dijo: "Me tientas, me tientas... ¡Hagámoslo!"

Y así surgió ésto, no hay más explicación, que mis ganas de salir de mi zona de confort y experimentar un poco XD

Sinceramente hasta yo ya me estaba hartando de Sísifo Omega, y no me iba a quedar con las ganas de hacerlo Alpha al menos por la anécdota.