Presiento [♦️Zaphiri x Lugonis♥️]
Sabía que tratar de conquistar el corazón de ese hombre era lanzar una moneda al aire. Era arriesgado todo, y ganar o perder. No había punto intermedio.
Sí, desde que lo conoció, su sexto sentido le gritaba que tuviera cuidado, que reconsiderara las cosas, si es que no quería terminar con el corazón roto de nuevo. Pero, cómo muy pocas veces en su vida, decidió ignorarlo. Se acercó a él, se esforzó en conocerlo, y ahora estaba ahí, dispuesto a arriesgar todo solo por una mínima oportunidad de ser correspondido.
Sí, una absoluta locura, incluso él lo sabía, pero estaba convencido de que ese pelirojo valía la pena. Al fin y al cabo, lo peor que podría pasar, sería que lo rechazara, ¿no?
Por un segundo casi se arrepiente, pero, al verlo, con sus largos rizos rojos danzando con el viento, igual que lenguas de fuego, contrastando con su blanca piel de seda, y complementando perfectamente ese angelical rostro. O con escuchar su melodiosa voz. Incluso simplemente con percibir el dulce aroma de su perfume... Cualquier miedo quedaba en el olvido, dejándolo a él dando vueltas en su pequeño mundo.
Sabía que Lugonis no era alguien fácil de conquistar, sabía un poco de su vida, y que siquiera tener una oportunidad era casi imposible. Al fin y al cabo, el pelirojo tenía fama de rechazar a todos sus pretendientes... Bueno, tampoco podía culparlo. Lugonis era padre soltero, debía ser cuidadoso con cualquiera que quisiera acercarse, todo para evitar exponer a algún peligro a su pequeño. Además, seguro que haber sufrido no solo la infidelidad, sino el abandono de una mujer que decía amarlo, dejándolo sólo con un bebé recién nacido, no era algo fácil de superar.
Pero aún así, estaba dispuesto a correr el riesgo. Algo dentro de él le decía que sí, quizás Lugonis era un error, pero era uno de esos errores que uno está dispuesto a cometer.
- Hola, Lugo.- Habló con su mejor sonrisa, apareciendo en el cubículo del pelirojo.
- ¿Pasa algo, Zaphiri?- Preguntó, dejando de teclear en su computadora por un momento.
- Nada grave, no te preocupes. Solo vine a dejarte esto.- Aclaró, mostrando un pequeño pastel de chocolate individual, junto a una rosa encapuchada.- Felíz cumpleaños.
Lugonis pareció sorprenderse, y miró su teléfono, parpadeando un par de veces al observar la pantalla.
- ¿Pasa algo?- Preguntó intrigado el peli-negro al ver esa curiosa reacción, entregándole los presentes. Esperaba de todo menos eso.
- Yo... Gracias.
- No me digas que se te olvidó tu propio cumpleaños.
En ese momento, las mejillas de Lugonis se pusieron casi tan rojas como su cabello. Así que eso era, pensó Zaphiri.
- Albafica estuvo enfermo de varicela hasta hace apenas una semana. He estado tan ocupado, que lo olvidé por completo.- Confesó, algo avergonzado, tomando los regalos.- De no ser por tí, ni siquiera lo habría recordado.
Sus ojos rojos y levemente hinchados, así como las ojeras, no mentían. Sin duda, Lugonis era el tipo de persona que siempre ponía a los demás antes que a si mismo.
Zaphiri no pudo evitar sonreír embobado, soltando un pequeño suspiro.
- No te preocupes. Yo me he olvidado del mío varias veces.- Sonrió el azabache, tratando de aligerar el pesar del pelirojo.- En fin. Tengo que volver a mi puesto. Que tengas un feliz día.
- Gracias.- Dijo Lugonis, mostrando una cálida sonrisa.
- Nos vemos.
Después de eso, Zaphiri se retiró a su puesto en la oficina, suspirando al encontrarse sólo, mientras tomaba un sobre blanco que había guardado en el bolsillo de su saco, mirándolo por unos segundos.
Finalmente, suspiró resignado y negó. Su cobardía de nuevo había sido más fuerte... En fin, otro día sería.
[...]
En su puesto de trabajo, Lugonis se tomó unos minutos para acomodar tanto el pastel como la rosa encapsulada que Zaphiri le había dado.
La decoración del pastel era hermosa, un par de rosas rojas hechas de betún, contrastando con el pastel cubierto de chocolate negro. Simple pero elegante, tal y como le gustaba.
La rosa encapsulada también había sido un detalle perfecto a sus ojos. Le encantaban las rosas, pero odiaba verlas marchitarse lentamente con el correr de los días, antes de finalmente morir. No podía darse el lujo de un jardín, el departamento en dónde vivía con su hijo no tenía el espacio suficiente. Así que una rosa inmortalizada que podría conservar toda la vida en un pequeño lugar, era la solución perfecta.
Quizás el detalle más significativo para él había sido el hecho de que Zaphiri recordara su cumpleaños y hubiera tenido esos detalles con él.
Sí, no iba a negar que la visita, así como los regalos de su compañero de trabajo habían sido agradables, especialmente cuando él olvidó su propio cumpleaños. Pero esperaba otro tipo de regalo.
Agradecía que en su cubículo estuviera sólo y sin testigos, de lo contrario, seguramente se habría visto ridículo al revisar al derecho y al revés ambos regalos. Con la pequeña esperanza de que en el pastel, o en la cápsula de cristal, hubiera algún indicio de otro regalo sorpresa. Pero no, no había nada.
Al final, solo suspiró, para después volver al trabajo. Definitivamente era muy tonto de él esperar algo como eso. Zaphiri era un colega, un amigo, solo eso. Así lo veía, y así sería siempre.
[...]
El resto del día transcurrió con aparente normalidad. La típica vida de oficina, papeleos, juntas, tareas sorpresa... Hasta que la ansiada hora de salida llegó.
Sus horas de salida coincidían, y era prácticamente un hecho que se toparan en el elevador, conversando hasta llegar al estacionamiento. Así había sido nuevamente, un día más, con la única variable de que Zaphiri había preguntado qué tal había estado el pastel. Lugonis agradeció nuevamente los regalos, respondiendo las preguntas de su amigo.
Los dos caminaron con normalidad, hasta llegar al estacionamiento, dónde después de que Zaphiri le diera un abrazo felicitándolo por su cumpleaños, una inexplicable tensión se hizo presente por unos segundos al separarse.
- Bueno... Nos vemos.- Dijo Lugonis, después de aclararse la garganta.- Aún tengo que ir a recoger a Albafica.
- Claro.- Respondió Zaphiri.- Nos vemos mañana.
Les tocaba ir en direcciones opuestas, así que después de esa despedida, se dieron la espalda y comenzaron su andar.
Zaphiri se llevó una mano al bolsillo del saco, tomando ese sobre en su mano, mirándolo una vez más. Los últimos rayos del sol chocaban con la superficie blanca, dándole una apariencia mágica. El día aún no terminaba...
- ¡Lugo!
En un ataque de valentía, dió media vuelta y llamó al pelirojo, captando su atención. De inmediato corrió hasta donde el cumpleañero estaba, hasta quedar frente a frente.
- ¿Pasa algo?- Cuestionó Lugonis.
- Yo... Olvidé darte ésto.- Respondió, dándole aquel sobre, antes de que la cobardia volviera a atacarlo.
Lugonis sintió su corazón acelerarse, nuevamente sentía una pequeña pizca de esperanza de que ese sobre tuviera el regalo que tanto quería. Pero no quería ilusionarse en vano.
- Yo...
- Ábrelo.- Interrumpió el peli-negro.- Es importante.
Lugonis se sintió algo nervioso, pero finalmente aceptó, abriendo con cuidado el sobre, sacando del interior una pequeña tarjeta.
Miró de reojo como Zaphiri lucía nervioso, desviando la mirada hacia otro lado. Aún así, dirigió su atención a la tarjeta y leyó el contenido.
"Te miro y todo me da vueltas. Y aunque no entienda la razón, no puedo ocultar que te quiero. Y sé que aunque para mí es una obsesión, para tí es solo un juego. Pero presiento que serás de esos errores que estoy dispuesto a cometer.
Pero yo olvido todos mis presentimientos solo por volverte a ver."
- Zaphiri...
- No te sientas presionado. Sé que seguramente tienes otras prioridades y yo no quiero ser inoportuno.
- Zaphiri...
- No te preocupes. Solo quería que lo supieras.- Añadió, con una pequeña sonrisa el peli-negro.- En fin. No te quito más tiempo, y no vuelvo a tocar el tema. Tranquilo, soy buen perdedor.
- ¡Zaphiri!- Alzó un poco la voz Lugonis, captando la atención del azabache, para segundos después tomarlo de las mejillas y robarle un beso.
Zaphiri no esperaba esa reacción, y aunque su corazón latiera a mil por hora, terminó correspondiendo el gesto.
- Yo también presiento que serás de esos errores que estoy dispuesto a cometer.- Sonrió el pelirojo después de separarse.- Solo si sigue en pie la oferta.
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Bueno, no tengo mucho que decir sobre este shot, más que las dos razones del porqué lo hice:
1. Hoy es cumpleaños de Lugonis, además de que no tengo escrito casi nada de él y ya le traía ganas a este ship.
2. Aproveché también seguirle al Challenge de las canciones. Usando ahora el prompt "canción que sea tu mood actual."
Así que eso. Feliz cumpleaños a todos los santos de Piscis.
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