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Por su amor [⛩️IzoxOx🐂xShijima💮]

El tiempo pasó más rápido de lo que esperaba. Fue difícil estar alejado de quienes consideraba más que amigos, su familia, por todos esos años, antes de finalmente completar su entrenamiento en Japón y poder volver al santuario.

Cuando se fue, todos eran aún unos niños. Pero ahora volvía como un adolescente de 16 años.

Sabía que muchas cosas serían diferentes. Después de todo, el tiempo no perdona a nadie, y todos sus compañeras tuvieron que haber crecido y madurado igual que él. Ya fuera como Omegas, Gammas, Betas, Deltas o Alphas.

- ¿Izo?

Al llegar al segundo templo, y escuchar una voz desconocida, pero que por alguna razón, hizo latir su corazón y sentir que ya la conocía, lo hizo girar buscando al dueño.

- Ox...- Murmuró al reconocer a su compañero y amigo de la infancia, sin poder evitar que una pequeña y leve sonrisa casi imperceptible se formara en sus labios.

- Cuántos años sin verte. No haz cambiado nada.- Le dijo el grandulón con una sonrisa, dándole una palmada en el hombro.

- Lo mismo digo.- Respondió, jalando algo de aire.- Sigues sin medir demasiado tu fuerza, ¿no?

- Lo siento. A veces olvido ese pequeño detalle.- Rió nervioso el rubio.

Izo no pudo evitar reír levemente junto a él. Jamás fue demasiado expresivo, pero de niño, Ox siempre lograba sacarle al menos una pequeña risa, y eso era demasiado significativo en alguien como él.

- Es bueno verte otra vez.- Dijo Izo con una pequeña sonrisa.- ¿Me acompañas a ver al Patriarca?, y así de paso me cuentas de qué me he perdido.

- ¡Claro!

Así, ambos comenzaron con el ascenso por el resto de templos. Topándose con algunos custodios, y poniéndose al corriente de todo lo que había pasado en esos años.

Nada fuera de lo común, hasta que llegaron al templo de la virgen. Ahí se toparon con Shijima, quién gracias a su voto de silencio, del cual Izo ya había sido puesto al tanto, solo le dió una ligera sonrisa al Santo de Capricornio, y una mucho más gentil y algo coqueta al Santo de Tauro.

Izo, sin razón aparente, se sintió algo incómodo por ese comportamiento de parte del pelirojo, pero prefirió restarle importancia e ignorar la sensación. Shijima se ofreció a acompañarlos, Ox aceptó, e Izo sin más opción, solo aceptó por educación.

Al llegar a su destino, Izo reportó su regreso con el Patriarca, y recibió la orden de quedarse para hablar un momento. Ox y Shijima la de retirarse a sus puestos.

Izo volvió a sentirse algo inquieto, pero volvió a tragarse ese sentimiento y quedarse ahí, logrando pasar inadvertido.

Shijima era el Santo de Virgo al fin y al cabo, se supone que tenía estricta y tajantemente prohibido relacionarse de forma romántica con algún Alpha. Así que no era un rival...

Un momento. ¿Rival?, ¡por todos los cielos!. ¿En qué demonios estaba pensando?. Ox era solo un amigo de la infancia, su mejor amigo. Nada más.

Ignoró esos extraños pensamientos y pasó su reporte al Patriarca sobre todo lo que había visto y aprendido durante su entrenamiento fuera del Santuario. Y después pudo retirarse a su templo para descansar.

Definitivamente, muchas cosas habían cambiado en esos años. Ya se había presentado como Omega, ya tenía su celo cada mes y, aunque fuera capaz de controlarse, ya se sentía atraído por Alphas y de vez en cuando, sus hormonas lo traicionaban, haciéndolo desear un compañero y tener descendencia. Y suponía que los demás también.

Al parecer, en esa generación había habido un poco de todo. Dos Omegas, un Gamma, un Delta, dos Betas y cuatro Alphas.

Tauro, Leo, Sagitario y Piscis eran custodiados por Alphas. Géminis por un Delta. Cáncer por un Gamma. Escorpio y Acuario por Betas. Y Virgo y Capricornio por Omegas. Aries y Libra aún no tenían custodios, así que no sabían qué esperar.

Aunque fueran Santos de oro, eran apenas unos adolescentes, y aún peor, Omegas. No era un secreto que Alphas y Omegas eran las castas más territoriales, y que si llegaba a haber solo dos en una manada, podrían terminar atacándose entre ellos si se fijaban en una misma potencial pareja.

Afortunadamente, había cuatro Alphas, así que al menos ellos no pelearían, pero sí había solo dos Omegas.

Todos querían confiar en que debido al papel que el Santo de Virgo estaba destinado a desempeñar cómo Omega de Athena, no habría ningún problema o malentendido entre Shijima e Izo, pero nada salió como debía...

Lo que inició como pequeños gestos y discusiones infantiles sin importancia entre ambos Omegas por captar la atención del toro, poco a poco fueron tornándose más agresivas, aunque sin llegar a la agresión física, aún.

Todos notaron la evidente atracción que ambos Omegas sentían por el mismo Alpha, y sabían perfectamente bien, que eso podía tener consecuencias desastrosas, especialmente si el Patriarca se enteraba que Shijima estaba dispuesto a faltar a su voto de castidad. Así que decidieron intervenir, pero al final, solo uno tuvo el valor de confrontarlos.

- ¡Ya basta!- Intervino Mystoria, separando a ambos Omegas, después de citarlos en Acuario y que comenzaran a dirigirse miradas algo retadoras.- ¡Tienen que detener esta locura ya!

- Lo lamento, Mystoria. Pero no tengo idea de qué estás hablando.- Respondió Izo, fingiendo demencia, manteniendo su fría y seria expresión.

Shijima no dijo nada, pero asintió, dándole la razón a Izo.

- Ya lo sabemos.- Dijo el Beta.- Los dos son demasiado obvios. Es evidente que los dos se fijaron en el mismo Alpha. Y al parecer, ya todos nos dimos cuenta, menos él.

Los dos Omegas dieron un pequeño respingo, para después mirarse entre ellos. Esta vez, únicamente buscando una confirmación o una negación de esa acusación.

- No pueden seguir así. El Patriarca va a darse cuenta, y entonces sí estarán en verdaderos problemas.- Añadió el peli-celeste.- Sean sinceros con ustedes mismos y con él. Tienen que detener esta locura ahora, antes de que se salga de control.

A decir verdad, las palabras de Mystoria tuvieron algo de peso sobre ellos, haciéndolos reflexionar sobre sus acciones durante los últimos días. Después agradecieron al Santo de Acuario y se retiraron, llegando a Virgo.

Ahí continuaron con una larga e incómoda conversación.

- ¿Te gusta?- Preguntó directamente Izo.

Shijima cerró los ojos y agachó la mirada avergonzado, asintiendo lentamente.

A Izo los celos lo invadieron, y sus instintos de Omega exigían irse encima de ese Omega que veía como un rival. Pero se contuvo, y decidió hablar con la verdad.

- A mí también me gusta.- Suspiró, igualmente agachando la mirada.

- Lamento todo lo que hice. Creo que se me salió un poco de las manos.- Habló Shijima con su cosmos, sorprendiendo un poco a Izo.- Creo que realmente me he estado comportando como un egoísta. Pero ya no, así que tienes vía libre con él, todo esto no va a volver a pasar. Solo cuídalo bien por favor.

Izo sabía lo de la regla que Shijima tenía que seguir, igual que todos los Santos de Virgo. Tenía prohibido amar, y aún más, entregarse a un Alpha. Se suponía que Virgo siempre era un Omega que debía mantener su cantidad, y ser el Omega de Athena, obviamente, solo de forma simbólica.

En pocas palabras: Los Santos de Virgo tenían prohibido enamorarse y relacionarse de forma romántica.

- ¿Cómo fue que te enamoraste de él?- Preguntó Izo, genuinamente interesado por saber la respuesta a esa pregunta.

- Es una larga historia.- Sonrió con tristeza Shijima.- Si te soy sincero, ni siquiera yo termino de comprender exactamente en qué momento sucedió. Pero un poco antes de presentarme como Omega por primera vez, comencé a querer pasar más tiempo con él. La verdad, no entendía porqué, creía que simplemente me agradaba y ya. Pero cuando me llegó el celo por primera vez...

- Lo sé, la primera vez es horrible.- Dijo el azabache, sabiendo lo que era pasar el celo sólo.

- Bueno, sí, lo es.- Sonrió de nuevo Shijima.- Pero, durante esos días... Quizás te suene raro, pero no podía evitar pensar en él, y... Bueno, ya sabes...

- Bien, entendí la indirecta. No necesito detalles.

Ambos soltaron una pequeña y disimulada risa. Quizás había sido un mal chiste, pero en este punto era reír para no llorar.

- ¿Qué hay de tí?- Preguntó Shijima ahora.

- Es una historia muy diferente a la tuya.- Confesó Izo.- Cuando éramos niños, me gustaba pasar tiempo con él. Siempre hemos sido polos opuestos en más de un sentido, pero él siempre ha sido el único capaz de hacerme reír a carcajadas, o que me ha visto llorar, o perder el control por el enojo.

- Vaya que debe ser todo un espectáculo ver eso...- Bromeó el pelirojo.

- Vaya que lo es.- Suspiró el nipón con una ligera sonrisa.- El punto es, que jamás me había detenido a pensar qué era exactamente lo que sentía, y así me fuí a Japón. Y cuando volví, y lo ví de nuevo... Supe que algo era diferente, y no solo por ser mayores.

Los dos suspiraron finalmente. Habían pasado casi un mes haciéndose maldades mutuamente y buscando llamar la atención de Ox de mil y un formas, y ninguno se había atrevido a decirle sus sentimientos directamente.

- Somos patéticos.- Suspiró Izo.

- Al menos tú tienes una remota posibilidad. Yo no, por más que quisiera.- Replicó Shijima, algo decaído.

Izo entendía bien lo que podía llegar a significar una norma para alguien, él mismo era fiel a las leyes y preceptos samuráis, y no se atrevería a romper alguno de ellos. Pero era por voluntad propia, en cambio, Shijima...

El Omega pelirojo no parecía felíz de seguir aquella regla, todo lo contrario. Para Izo, ese tipo de cosas solo tenían sentido si eran decisión propia de la persona en cuestión y le hacían sentir en paz, y ese no parecía ser el caso de Shijima. Él parecía afligido, desanimado, frustrado...

- Hagamos algo.- Propuso Izo.- Vamos a Tauro ahora, y los dos decimos la verdad al mismo tiempo. Que sea él quién decida.

El Omega interno de Izo se negaba a eso, pero Capricornio no iba a ceder tan fácilmente a sus instintos, no de nuevo, y logró contenerse.

- Si te elije a tí, juro no interferir, llevarme el secreto a la tumba y cubrirte la espalda de ser necesario.- Prometió Izo. Sabía que un samurái no debía jurar en vano, así que debía cumplir su palabra.- Te doy mi palabra como guerrero.

- ¿Por qué te interesa ayudarme ahora?

- Porque Mystoria tiene razón. Me he comportado como un completo idiota desde que volví, no fue la forma correcta de actuar, estuvo mal y sé reconocer mis errores.- Respondió el peli-negro.- Sí, me gustaría tenerlo de Alpha, pero su felicidad también es importante. Así que si él decide que esa felicidad es con otra persona, soy lo suficientemente maduro para recoger mi orgullo y retirarme de la batalla con dignidad.

El silencio se adueñó del templo por algunos minutos, hasta que Shijima se puso de pie, y le ofreció su mano a Izo para incorporarse.

- Vamos.- Sonrió ligeramente el guardián del templo de la virgen.- Yo también prometo ser buen perdedor si te elige a tí.

Ambos estrecharon sus manos y sonrieron mutuamente como signo de paz, y sin más, iniciaron su descenso a Tauro.

Pronto sabían quién era el elegido...

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