Los tres amores
- En la vida solo tendrás tres amores.- Fueron las palabras de su madre cuando era un niño.
- Pero, mamá, ¿cómo qué solo tres?- Preguntó él, sin entender a qué se refería su madre.- Si Caín y Abel han tenido más de tres novios.
- Podrás tener mil relaciones, pero amores solo tres, Kanon.- Respondió su madre, acariciando su mejilla.
Las palabras de su progenitora sonaban siempre en su mente. Esa pequeña conversación que sostenía con su madre todas las noches antes de dormir, había calado profundo en su ser, y marcado para siempre su vida.
Recordaba siempre los tres amores que su madre le mencionó, y conforme fue creciendo, comenzó a encontrarlos sin querer, pero jamás se había detenido a mirarlos detenidamente, hasta ahora.
=• El primero:
"Llegará entre la infancia y la adolescencia. Es el que te enseña a querer, te llena de ilusiones y es tan intenso como una película romántica. Es el que te muestra lo más lindo del amor, y con él aprendes a amar.
Pero aunque pueda parecer perfecto y eterno, terminará. Quizás por causas internas, quizás por causas externas a ustedes, no hay forma de saberlo.
Disfrútalo mientras dure, pero no te aferres a él, porque es solo el primero. Aún quedan otros dos."
Su primer amor fue también su amigo de la infancia: Milo.
Se conocieron cuando estaban en su primer día de escuela, a la edad de tan solo 3 años. Pero su amistad consiguió perdurar por años, y con el tiempo hacerse más fuerte que solo eso.
Cuándo cumplieron 13 años, e ingresaron a la escuela secundaria, ambos confesaron sus sentimientos, e iniciaron su relación, que duró años.
Milo era increíble, alguien muy energético, dulce, sonriente, alegre, seguro, apasionado con todo lo que hacía, y leal a muerte con los suyos.
Vivió muchas cosas a su lado, como ser su primer novio, su primera cita, su primer beso... Incluso su primer acercamiento al mundo del sexo, aunque sin llegar a consumar el acto.
Ambos se complementaban bastante bien, y hacían una hermosa y excelente pareja. Pero todo terminó, cuándo Milo se mudó al terminar la secundaria, cuándo ambos tenían unos 16 de edad años.
Fue difícil dejarlo ir, aún recordaba que ambos pasaron sus últimos días juntos llorando. Habían acordado terminar cuándo Milo se fuera, porque no se sentían capaces de mantener una relación a distancia, y era lo mejor para ambos.
Milo fue su primer amor, y tal y como dijo su madre, fue quién le enseñó la cara más hermosa del amor. Fue con Milo con quién aprendió a amar y ser amado, con quién compartió muchas de sus primeras experiencias y acercamientos al amor, un amor tan intenso y perfecto, que parecía sacado de una película. Pero fue solo el primero.
•=•El segundo:
"Llegará entre tu adolescencia y tu adultez temprana. Ten mucho cuidado con él, porque es el más peligroso de los tres.
Al principio todo parecerá perfecto y tan hermoso como con el primero, pero poco a poco todo irá cambiando para mal.
Te lastimará, te hará dudar de tí mismo, te hará menospreciarte, te llenará de miedo y de inseguridad, te hará sufrir y llorar como nunca, pero éste amor es así.
Porque con éste aprendes sobre el dolor. Te hará pedazos y tú te aferrarás a él, aunque bien sabes que no es para tí. Sin embargo querrías poder arreglar todos sus errores, y que fuese para siempre. Te dolerá estar con él, pero también alejarlo.
Pero entre tantas subidas y bajadas te enseña a madurar, comienzas a valorarte y darte tu espacio. Por eso es importante que cuando llegue el momento, lo sueltes, porque si no lo haces, podría matarte."
Ese segundo amor fue Radamanthys. Un rubio inglés, de ojos color miel, que conoció cuando tenía 19 años, y fue enviado a Londres en un programa de intercambio.
Radamanthys era tan parecido, y a la vez tan diferente a Milo. Ambos eran unos completos apasionados con todo lo que hacían y algo obstinados. Pero Radamanthys, a diferencia de Milo, era bastante serio, algo gruñón y fácil de molestar.
Aún así, el rubio tenía algo que lo atrajo y lo enamoró completamente. Quizás eran sus peculiares cejas, o sus ojos que parecían dos gotas de miel, o su piel blanca como la leche, o tal vez su carácter dominante... Aún no lo sabía realmente.
Así que, terminaron formando una relación, unos meses después de conocerse.
Con Milo las cosas eran sumamente dulces y hasta algo lentas, cosa que fue completamente diferente con Radamanthys. Con él, las cosas fueron mucho más apasionadas y rápidas.
Fue con él con quién compartió el lecho por primera vez, con quién experimentó el placer y el dolor del sexo por primera vez en su vida... Y también con quién probó lo que era la traición, el dolor y la violencia por primera vez.
Si relación duró más de seis años, más del doble de lo que duró con Milo. Pero esos años al lado de Radamanthys fueron un verdadero calvario.
Al inicio, tal y como le había advertido su madre, todo parecía perfecto. Radamanthys era todo un caballero inglés, educado, culto, pulcro, recto y romántico. Pero los años pasaron, y todo fue cambiando poco a poco.
Al inicio fueron pequeños ataques de celos que Radamanthys tenía de vez en cuándo, al estar cerca otras personas. Pero él no les dió mayor importancia y las tomó como algo normal.
Después, esos pequeños ataques de celos, evolucionaron a reclamos y escenas, primero en privado y después en público. Pero él siguió sin hacer nada más que agachar la cabeza y ceder.
Y finalmente, llegaron a las agresiones, primero verbales, y después físicas.
Aún recordaba la primera vez que Radamanthys, en un ataque de celos, le arrebató el teléfono de la mano para después arrojarlo contra la pared, rompiéndolo en pedazos. Todo por saber que había vuelto a hablar con Milo después de años de no verse.
También recordaba la primera vez que Radamanthys lo agredió físicamente. Fue una simple bofetada, nada que le provocara un gran daño, pero esa fue la gota que derramó el vaso, y esa misma tarde tomó sus cosas y se fue con sus padres.
Radamanthys fue a buscarlo, pidiéndole perdón y que le diera otra oportunidad. Él dudó, pero al final terminó cediendo al rubio, con siempre.
Lastimosamente, esa escena se repitió al menos cinco veces más. Radamanthys lo golpeaba, él corría a los brazos de sus padres o sus hermanos, Radamanthys volvía pidiéndole perdón y prometiendo cambiar, él lo perdonaba, volvían, y la cuenta regresiva se reiniciaba.
Radamanthys lo envió al hospital al menos tres veces. Dos no fueron más que un par de puntos en el brazo o en la frente, pero la tercera fue la que casi lo mata.
Radamanthys, en uno de sus arranques, le dió un puñetazo, rompiéndole el labio, pero después siguieron más golpes y patadas. Él intentó huir, pero Radamanthys lo alcanzó, justo en la cima de las escaleras, para empujarlo sin miramientos. La caída lo dejó aún más adolorido, pero Radamanthys, lejos de intentar ayudarlo, continuó golpeándolo en el suelo, hasta dejarlo inconsciente.
Cuándo despertó, le informaron que pasó tres días en coma. Tenía el cuello, un brazo y una pierna rota por la caída, también había requerido de puntos en varias partes de su cuerpo, y había requerido una transfusión de sangre. Afortunadamente para él, tenía un hermano gemelo con el mismo tipo de sangre que él, y pudieron salvarlo. Era un auténtico milagro que siguiera vivo.
Su gemelo y uno de sus hermanos mayores fueron a verlo el día de la golpiza, ambos por un mal presentimiento, y no se equivocaron. Abel derribó la puerta al escucharlo gritar, y al llegar a la sala, lo encontraron inconsciente, y a Radamanthys con las manos llenas de sangre.
Abel, su hermano mayor, sabía de sobra el abusador que era Radamanthys. Se hartó de toda la situación, y él mismo le dió a Radamanthys la paliza de su vida, en venganza por todo lo que le hizo a su hermano.
Kanon aún se sentía estúpido por haberle gritado a Abel al enterarse de lo que hizo, cuándo su hermano solo intentaba ayudarlo.
Todo fue muy difícil, pero sus hermanos y sus padres jamás se dieron por vencidos con él, y lo apoyaron en todo momento.
Definitivamente deseaba con todas sus fuerzas poder cambiar a Radamanthys, volver a los días en los que se juraban amor eterno, y eran felices... Pero gracias a todas las terapias que recibió, comprendió que no sería así, y por si bien, lo mejor era alejarse de Radamanthys.
Así fue como, a sus veinticinco años, volvió a casa de sus padres por unos meses, mientras se recuperaba de ese trago amargo. Pero para fortuna suya, tenía una familia maravillosa, y gracias a todo el cariño y amor de ellos, pudo retomar las riendas de su vida y pasar página.
=•=•El tercero:
Éste no puedo decir exactamente cuando llegará, porque a veces llega temprano, otras se hace esperar un poco más. Pero es el final del largo camino que haz recorrido.
Bien dicen que lo bueno tarda, y en éste caso tienen mucha razón. Porque para hacerte merecedor de éste amor, primero tienes que conocer lo mejor y lo peor del amor. Tienes que probar que eres digno de él, porque éste amor es la recompensa que te da la vida, después de haber cruzado toda una odisea para encontrarlo.
Es ese que no esperabas que ocurriera, porque el segundo te habrá dejado completamente destrozado, sin embargo, dejas que pase sin crearte mucha expectativa, aún temeroso de que la historia del segundo se repita.
El tercer amor es ese que te acepta tal cuál eres, y te vas sorprendiendo a medida que pasa el tiempo. Porque no esperabas nada, y te da todo. No creías que duraría, y sin embargo, se hace más fuerte.
Es ese que besa tus heridas y ama tus cicatrices. No le importa no ser el primero, porque prefiere ser el mejor y del que más disfrutes. Está dispuesto a ayudarte a sanar tus heridas, y también a amar todas tus marcas de batallas previas.
Es entonces que descubres lo que significa de verdad la palabra "Amor".
Con éste amor si puedes encariñarte y encantarte cuánto quieras, porque él sí es digno de todo tu amor y tu entrega. Es el que te conoce, conoce tu pasado, tus miedos, tus sueños, tus defectos, tus intrigas, tus fortalezas y tus debilidades, y ama todas y cada una de ellas. Porque para él, no necesitas ser perfecto, solo necesitas ser tú."
Y ahora, al fin era consciente de que había encontrado al tercero: Sorrento.
Después de Radamanthys, estaba completamente desinteresado del amor. Tenía varios pretendientes para escoger, pero él no quería a ninguno de ellos. Pensaba que estaba mejor solo.
Pero todo cambió cuándo conoció a ese lindo peli-lila al comenzar a trabajar como piloto para un rico y joven empresario, a sus 26 años de edad, buscando dejar completamente atrás todo lo relacionado a su tormentosa relación con Radamanthys.
Sorrento era el asistente personal de su jefe, Julián Solo. Ni siquiera él podía explicarse aún lo que sintió cuando lo vió por primera vez, sus miradas chocaron y fue como si algo dentro de sus corazones hiciera "click".
Aún así, sus heridas emocionales no dejaban de hacerle tener miedo, y simplemente mantuvieron una relación cordial como compañeros de trabajo.
Sin darse cuenta, esa cine fue haciéndose más y más fuerte con el paso de los meses, a tal grado que ellos parecían una pareja, aún sin serlo.
Sorrento era algo serio, pero sin llegar a lo extremadamente irritable como Radamanthys. Pero también tenía un lado bastante dulce, tierno y cariñoso, igual que Milo, aunque él no lo dejaba a la vista de cualquiera como sí lo hacía Milo.
Un día, mientras esperaban a Julián, en el aeropuerto de un edificio, finalmente se atrevieron a dar un pequeño paso más.
Ya tenían un par de años de conocerse, y solían reír, bromear y charlar alegremente a menudo cuando estaban a solas. Pero esa tarde, cuándo dejaron de reír, sus miradas chocaron igual que la primera vez que se vieron.
Sus corazones se aceleraron, sus mejillas se tiñeron de rojo, y sin saber exactamente cómo, terminaron juntando sus labios en su pequeño y tímido beso.
Al separarse, ambos estaban listos para que el otro los apartase de un empujón y su amistad terminara para siempre, pero ese momento nunca llegó. Cuándo ambos preguntaron el porqué, terminaron confesando sus sentimientos.
Kanon al inicio no sabía si ser sincero sobre lo que sentía por el peli-lila, pero al final lo fue. Tampoco sabía si era buena idea intentar algo más que una amistad, pero al final, también cedió.
Su noviazgo duró más de dos años, y aunque Kanon ya no esperaba nada del amor, y estaba listo para salir corriendo a la menor alerta de peligro, Sorrento lo sorprendió por completo.
Sorrento era mucho más de lo que pudiera amar en una persona: Sincero, amoroso, dulce, tierno, serio, seguro de sí mismo, amable, inteligente...
Sorrento sacudió su mundo para bien, y le demostró que aunque puede haber pequeños problemas en el paraíso de vez en cuando, si hay amor de ambas partes no hay obstáculo que no pueda ser derrotado.
Y ahora, Sorrento ya no sería más su novio, porque a partir de ese día era su esposo.
Ese día se habían casado, después de dos hermosos años de noviazgo, y sus corazones no dejaban de saltar de alegría.
Ahora se encontraban descansando entre las suaves y blancas sábanas, disfrutando su luna de miel.
- ¿En qué piensas?
Al escuchar la voz de Sorrento, bajó un poco su vista, topándose con esos brillantes ojos rosados que le habían robado el corazón.
- En lo mucho que te amo, y en lo inmensamente felíz que estoy de ser tu esposo.- Respondió, abrazando al peli-lila, que descansaba sobre su pecho.- No tienes idea de lo afortunado que me siento de estar a tu lado.
Sorrento le correspondió el abrazo, y después lo besó, acariciando sus largos cabellos azulados.
- Te amo, jamás lo olvides.- Susurró el peli-lila, juntando su frente con la de Kanon.- Te amo más que a nada en ésta vida, y eso jamás cambiará. Aún si muero, te buscaré en otra vida, no me importa lo que tenga que hacer. Te volveré a encontrar y volveré a quedarme a tu lado por siempre.
- Yo también te amo.- Le sonrió Kanon, derramando un par de lágrimas.- Te amo, y te juro que no me importaría morir y tener que repetir todos los errores de mi vida, y aguantar todo el dolor del mundo para volverte a encontrar.
Sorrento limpió sus lágrimas con dulzura. Ambos se sonrieron mutuamente, y volvieron a besarse una vez más.
Al final, su madre tenía razón, en la vida solo tendrás tres amores. Quizás él también les relataría aquello a sus hijos, con la esperanza de que ellos también pudieran encontrar a su tercer amor algún día.
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