Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

IV Acto: Stitches [🍎Kardia x Asmita📿/ 🌋Defteros x Sísifo🏹]

Tres meses habían pasado desde la batalla en el templo de Athena. Desde esa noche, nada había vuelto a ser igual.

Aún con todos sus crímenes encima, Aspros recibió el funeral y los honores de un Santo dorado. Aunque fueron pocos los que asistieron al funeral, la mayoría estaban demasiado resentidos como para ir a ofrecer respetos a semejante escoria.

Asmita, aún estando herido, acompañó a Defteros en el funeral, intentando ser un punto de apoyo para él, pero la tensión era imposible de ignorar.

Defteros no se quedó en el Santuario, no pasó más de un par de semanas cuando se marchó sin decirle a nadie a dónde. Asmita sabía dónde estaría, pero también que Defteros quería un tiempo a solas.

Aunque triste, aceptó la decisión de Defteros, y aprovechándola cómo tapadera, él se marchó a Jamir poco después, volviendo luego de una semana.

- Tenemos que hablar, Defteros.- Suspiró el Omega, sosteniendo un bebé en sus brazos.

Defteros suspiró y se levantó para acercarse a Asmita. No dijo nada por unos segundos, acariciando la mejilla del pequeño, quién sonrió ante el gesto.

Asmita le permitió sostenerlo en brazos, aprovechando también para calmarse a sí mismo. Vaya que no quería hacerlo, pero era necesario.

- Seamos sinceros, Defteros. Esto no va a funcionar.- Admitió el Omega con pesadez en su voz.- Lamento mucho haber tenido que hacer eso, pero perfectamente sabes que era él o nosotros.

Defteros se dió cuenta de las pequeñas lágrimas que habían escapado de los ojos de Asmita. Le dolía admitirlo, pero era la verdad.

No dijo nada y simplemente abrazó a Asmita contra su pecho, permitiéndose llorar el uno en el otro. Desde hace tres meses sabían que ese momento llegaría, pero se habían negado a aceptarlo, hasta que era inminente.

- Te amé muchísimo, Asmita... Siempre tendrás un lugar especial en mi corazón. Fuiste mi primer amigo, mi primer amor, mi primer todo...- Dijo el Delta, intentando controlar su llanto.- Eres la madre de mi hijo, y eso no cambiará nunca. Siempre te estaré eternamente agradecido por todo lo que haz hecho por mí, incluído traer al mundo a mi hijo... Pero cada vez que te veo...

- Ves al asesino de tu hermano.- Completó Asmita con un leve sollozo.- Lo sé... Lo sé, y lo lamento. Pero espero que entiendas algún día, que jamás me arrepentiré de haberte elegido a tí y a nuestro hijo por encima de él... Te elegiría a tí una y mil veces.

Después del primer ataque de Aspros, Asmita viajó hasta Jamir para que el maestro Hakurei, quién conocía su falta a su puesto como Santo de Virgo, pudiera orientarlo.

Así descubrió que efectivamente, estaba en cinta, pero no había forma de que el cachorro fuera de Aspros. Hakurei le explicó que ese brebaje era muy impredecible, y si el Omega lo bebía mientras había alguien de la misma casta que el progenitor, reaccionaria de esa manera. Pero solo al estar con el verdadero padre, el Omega no perdería el control de esa manera. Hakurei le dió un poco más de ese brebaje, y él y Defteros hicieron la prueba, confirmando que efectivamente, el cachorro era de Defteros, no de Aspros.

Asmita pasó todos esos meses ocultando su estado. Afortunadamente, siempre había sido bastante delgado y eso hizo más fácil todo. Bastaba un vendaje sencillo y la armadura hacía el resto. Por suerte, sus heridas de la batalla no dañaron al bebé, al que dió a luz en Jamir, poco después de que Defteros se fuera a la Isla Kanon. Ahora el cachorro tenía 3 meses de edad, y era la adoración de Defteros desde que lo vió por primera vez.

Asmita no sabía cómo lucía su pequeño, pero según Hakurei, se parecía mucho a Defteros, y el Delta había confirmado aquella información.

Se trataba de un pequeño Alpha, de cabellos azulados como los de Defteros, piel ligeramente bronceada, y los ojos azules de Asmita. Defteros amaba a ese cachorro, sabía que era suyo y deseaba protegerlo de todo mal, ser el padre que él habría deseado tener... Pero sabía tan bien como Asmita, que era un sueño imposible. No podían quedárselo. Esos meses, el bebé había estado bajo el cuidado de Hakurei, siendo visitado por Asmita una vez por semana.

Pronto tendrían que despedirse del pequeño para siempre, y resignarse a no volver a verlo. Hakurei no podría ocultarlo por siempre, y no sabían qué represalias tomaría el santuario en contra de todos ellos por la falta de Asmita.

- El maestro Hakurei dice que hay una familia en la Isla que puede hacerse cargo de él.- Murmuró Asmita, permaneciendo sentado al lado de Defteros.- No han podido tener hijos y es lo que más desean. Están dispuestos a adoptarlo.

Defteros no dijo nada, solo abrazó al pequeño Alpha que dormía en sus brazos. Era doloroso, pero quizás era lo mejor para su hijo. Podría aspirar a una vida tranquila, lejos del Santuario y todo lo relacionado a su podrido mundo, sin temor de sufrir algún tipo de castigo por ser hijo de Asmita, y con unos padres que podían brindarle el amor, estabilidad y calidez que él y Asmita ya no podían.

- ¿Amigos de nuevo?- Suspiró Asmita, conteniendo las lágrimas.

- Amigos de nuevo.- Suspiró Defteros, dándole un abrazo al Omega, que rompió en llanto una vez más.

Los meses siguieron su curso, las cosas cambiaron, todos hacían lo que podían por retomar sus vidas y dejar atrás el incidente de Aspros, lográndolo poco a poco.

Asmita de vez en cuando se escabullía del Patriarca o durante alguna misión, para ir a la Isla Kanon y visitar a Defteros, para asegurarse de que su cachorro estaba bien. Defteros había decidido quedarse en la isla, no solo por detestar a muerte todo lo relacionado con el santuario, sino también para vigilar a su hijo desde las sombras, confirmando que habían tomado la mejor decisión. Esa familia lo adoraba, le daban todo el amor, atención y cuidados que un niño podría necesitar. Una vida que él y Asmita jamás habrían podido ofrecerle en sus circunstancias actuales, y menos con la guerra santa a la vuelta de la esquina.

Los dos poco a poco se iban resignando a que ese niño estaba mejor lejos de ellos y su mundo. Logrando también retomar su amistad y limar con el tiempo cualquier aspereza que hubiera podido quedar. Siguiendo con sus vidas por separado.

- ¡Asmita!

- ¿Necesitas algo, Kardia?

- No, solo venía a darte esto.- Respondió el peli-violeta, colocando una manzana en sus manos.- Debo asegurarme de que no te mueras de hambre.

- Gracias entonces, supongo.- Expresó Asmita, con una pequeña risa.

- Por cierto, ¿cómo está tu hijo?- Kardia era de los pocos a los que Asmita había tenido la confianza de contarle ese secreto.- Pronto cumplirá un año, ¿no?

- En dos meses.- Aclaró el Omega, dandole una pequeña mordida a la manzana.- Está bien. Defteros lo vigila siempre a lo lejos y cuida de él.

- Si heredó tu carácter, Defteros debería cuidar a los demás de él.- Bromeó el Santo de Escorpio.- ¿No lo crees?

- Quizás.- Rió bajo Asmita.- Por cierto, gracias, Kardia.

El peli-violeta estaba devorando una manzana que había llevado, deteniéndose de golpe al escuchar esas palabras. No entendía de qué estaba hablando Asmita y no supo qué responder.

- Por todo lo que haz hecho por mí.- Aclaró el rubio, cómo si le hubiera leído la mente.- De no ser por tí, no sé qué habría pasado cuando Aspros me dió a beber esa cosa. Y también, por todos los consejos que me has dado, y por todos los pequeños detalles que tienes conmigo.

Kardia parpadeó un par de veces, intentando asimilar lo que acababa de escuchar, y formular una respuesta adecuada.

- La verdad es que siempre tuve ganas de golpear a Aspros y esa ocasión solo me diste una razón válida.- Bromeó el peli-violeta.- Además, menos de un beso no acepto como agradecimiento.

Asmita sonrió, y en un rápido movimiento sujetó de las mejillas a Kardia, dejando un pequeño y corto beso en sus labios.

- Era broma, Asmita.- Rió levemente sonrojado el Alpha.- Pero si me das otro, no me quejo.

Asmita soltó una pequeña risa, antes de responder.

- Eres todo un descarado, Escorpio.- Dijo con una sonrisa.- Pero ya que insistes...

Decir que no sentía nada por Kardia sería una mentira. El guardián de Escorpio siempre había estado para él cuando lo necesitaba. Fue el único, además de Defteros a quién le contó lo que había ocurrido ese día con Aspros, así como el secreto de su embarazo y su cachorro, y Kardia jamás había revelado absolutamente nada a nadie.

El Alpha peli-violeta sabía animarlo incluso en sus peores días, tenía varios y lindos detalles y gestos con él. Se preocupaba por él genuinamente. Para él era mucho más que solo un amante. Kardia se lo había confesado hace un par de semanas, y le había pedido una oportunidad. Asmita le pidió un poco de tiempo para pensarlo, pero quizás ese día finalmente podría darle una respuesta.

[...]

Por su parte, Defteros también había continuado con su vida. No estaba siendo nada fácil en lo absoluto, con Aspros se había ido todo lo que tenía y conocía.

Asmita era el Omega que amaba, la madre de su cachorro, era verdad... Pero, cada vez que veía al rubio, era imposible evitar que la imagen del cuerpo inerte de Aspros invadiera su mente, y relacionara su muerte con Asmita, aunque se odiara más a sí mismo con todo su ser por ello.

Había aceptado que lo mejor era seguir con sus vidas por separado. Le había tomado tiempo aceptar la compañía de Asmita de nuevo, pero al tener un hijo en común, no tenía más opción que recibirlo en el volcán cada vez que el Omega iba a ver qué tal se encontraba el niño en su hogar.

En parte, no podía quejarse demasiado. Fue gracias a esa cercanía forzada que lograron limar asperezas y volver a ser los amigos que solían ser antes de toda esa locura. Asmita incluso le había contado ya de su nueva relación con Kardia.

El guardián de Escorpio no parecía un mal tipo, quizás algo desvergonzado, escandaloso y muy impulsivo, pero un buen hombre al final del día. De hecho, fue gracias a Kardia que aunque sea por unos segundos, Asmita pudo estar cerca de su pequeño.

Durante una visita a la isla, en la que Asmita decidió llevar a Kardia consigo, el peli-violeta los acompañó al punto desde donde Defteros vigilaba a la familia día tras día.

Kardia y Asmita fueron al pueblo ese día a conseguir algunas provisiones, y según Asmita, fue durante esa pequeña diligencia, que se toparon con la familia completa, y Kardia se hizo amigo de todos, incluído el niño que hace poco había cumplido su primer año de vida.

Asmita le contó que pudo sostenerlo en sus brazos, acariciar sus cabellos y besar su frente como hace un año, cuando lo entregó a Hakurei, quién fue el intermediario.

Defteros no pudo contener un par de lágrimas al escuchar aquel relato, así como sentir algo de envidia. Pero simplemente sonrió y se alegró de saber que su pequeño era felíz con su familia adoptiva.

Tenía que admitir también que Asmita se veía felíz al lado de Kardia, y Defteros solo les deseó lo mejor.

Él pasó los siguientes meses manteniéndose al margen de todo lo relacionado a Athena y el Santuario, escondiéndose en la isla Kanon. Su prioridad era asegurarse de que su hijo iba a estar bien aún después de que él y Asmita murieran y ya no pudieran vigilarlo más. Pero una visita inesperada comenzó a interferir con sus planes.

Un día, Sísifo de Sagitario apareció en su volcán, llevando una carta del Santuario. Defteros seguía siendo muy huraño, y no recibió muy bien esa primera visita. Pero inesperadamente, el Santo no se alteró en absoluto, aceptando su postura y limitándose a dejar la carta y algunas cosas como comida y ropa en la entrada de la cueva, para después retirarse sin objeción alguna.

La carta era un simple mensaje del Patriarca pidiéndole reconsiderar las cosas y aceptar el puesto de Aspros, pero Defteros solo la desechó. Sin embargo, esa fue solo la primera de varias cartas más, llevadas en su gran mayoría por Sísifo, y solo en un par de ocasiones por Degel, aunque con el Santo de Acuario no fue tan grosero ni arisco, especialmente tomando en cuenta que no era la primera vez que se trataban.

Defteros siguió desconfiando de Sísifo por mucho tiempo, antes de finalmente bajar un poco sus barreras y cruzar al menos un par de palabras. Solo un saludo cordial al inicio, después se le sumaba una pequeña conversación de cosas triviales como el clima o qué tal había estado el viaje, hasta convertirse en largas conversaciones, e incluso compartir la cena preparada con las provisiones que Sísifo siempre llevaba.

Ambos descubrieron poco a poco la vida, preocupaciones, sueños y temores del otro. Aunque Defteros mantenía en secreto su anterior relación con Asmita y el cachorro que habían tenido. No sabía aún qué tan confiable era Sísifo.

Sin darse cuenta, poco a poco fue cediendo a los encantos de ese Omega, y para Defteros no fue nada fácil admitirlo debido a su poca experiencia en el terreno amoroso. Sísifo era tan diferente a Asmita, que a veces se sentía confundido. Sísifo era un Omega bastante dulce, cariñoso, amable, cálido y gentil, a diferencia de Asmita, que era mucho más sarcástico, con un sentido del humor bastante ácido, mucho más serio, severo, y rara vez delicado con sus palabras.

Sísifo le había contado de sus relaciones anteriores, cómo se sentía despreciado, rechazado y de cierta forma, insuficiente. Más por cuestiones suyas, que por las palabras o acciones de sus ex-parejas.

Un romance fugaz con el Santo de Tauro, que al final terminó por mutuo acuerdo, decidiendo que estaban mejor como amigos, había sido el primer paso para Sísifo en el caótico mundo de las relaciones y el amor.

El siguiente en la lista fue, para sorpresa de Defteros, Cid. Una relación bastante corta, y que duró apenas un par de meses, antes de que Cid recibiera una misión que lo mantendría lejos del Santuario por tiempo indefinido. Sísifo confesó haberse sentido bastante triste, especialmente porque él estaba dispuesto a esperarlo, pero Cid dijo que no se sentiría tranquilo sabiendo que lo mantendría atado a él sin tener nada asegurado.

Después llegó Aspros. Sísifo, al contrario de lo que cualquiera podría creer, no dijo absolutamente nada malo de Aspros, aunque admitía que a veces llegó a sentirlo algo distante, y a sentirse algo despreciado. Fue Aspros quien quiso terminar la relación, y aunque fue algo bastante doloroso para Sísifo, lo aceptó.

Al parecer, después de Aspros, Cid fue quién limpió las lágrimas de Sagitario y curó las heridas de su frágil corazón, desembocando en el resurgimiento del amor entre ambos. Así que se dieron una segunda oportunidad, que duró casi dos años, hasta hace unas cuantas semanas, porque Cid no se creía capaz de brindar la atención y el amor que Sísifo necesitaba.

Defteros no tenía mucho qué contar, su única relación había sido Asmita. Aún así, omitiendo el nombre y algunos detalles que pudieran delatarlo, le contó un poco a Sísifo cómo había sido.

La confianza entre ellos fue creciendo poco a poco, yendo lento y tomándose su tiempo, hasta finalmente conocerse por completo y ser sinceros uno con el otro. Defteros finalmente tuvo la confianza de contarle sobre Asmita y el cachorro que habían tenido. Sísifo se mostró bastante sorprendido, pero prometió guardar el secreto, y lo había cumplido. Incluso Asmita estaba consciente de ese hecho, y su confianza con el Omega de Sagitario había crecido, volviéndose amigos cercanos.

- ¿Por qué no se lo dices directamente?

- No lo sé, Cid.- Suspiró Sísifo, después de acudir con el custodia de Capricornio en busca de un consejo.- ¿Qué tal si estoy malinterpretando todo, y solo me ve como un amigo?... No quiero presionarlo ni arruinar todo.

Cómo varios en el Santuario, y en contra de todo pronóstico, Cid también estaba incluído en la lista de amantes de Asmita. Un único desliz de una noche, ocurrido durante una misión, hace años, meses antes de su primera relación con Sísifo. Era consciente del historial de Virgo, así como de los sentimientos por Defteros que ahora aquejaban a Sísifo.

- Estoy seguro de que él se siente igual que tú.- Dijo, con una pequeña sonrisa el azabache.- Solo sé sincero. Quién sabe, quizás termina en tus brazos.

Sísifo se mostraba aún algo escéptico. Pero Cid supo calmarlo y darle los ánimos suficientes para finalmente tomar el valor suficiente y decidirse a confesarse.

Así fue como terminaron juntos, después de que Sísifo le confesara su sentir a Defteros, y el Delta decidiera darle una oportunidad.

Un final felíz para todos... O al menos para casi todos.

En el amor siempre hay al menos un perdedor, y en este caso no había sido la excepción. Habían sido dos perdedores, cuya única diferencia, era que uno supo aceptar su derrota y seguía vivo, mientras que otro fue todo lo contrario.

Cid no era el tipo de persona que abandona el barco a la primera amenaza de tempestad. Si su carácter hubiera sido el problema, él se habría esforzado por cambiar y ser la pareja que Sísifo necesitaba. Siempre puso todo de su parte, realmente amaba a ese Omega, y sabiendo todo lo que había pasado, siempre lo procuró. Siempre trató de asegurarse que con él siempre se sintiera seguro, felíz y amado... Pero se dió cuenta incluso antes que el propio Sísifo del amor que comenzó a surgir en el corazón de Sagitario por el denominado "demonio de la Isla Kanon".

Bueno, lo había intentado. Pero bajo ninguna circunstancia obligaría a alguien a quedarse a su lado. Las cosas no eran igual que antes, y prefirió dejar ir a Sísifo. Sin embargo, eso no significaba que había dejado de amarlo, solo que lo dejaba en libertad, manteniéndose como un buen amigo.

A veces debes dejar ir al amor de tu vida para que sea feliz con el amor de su vida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro