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Inexplicable [🍎KardiaxDegel❄️]

Se encontraba navegando por sus redes sociales, topándose con un pequeño texto que captó su atención apenas lo miró. Aquel pequeño texto le recordó a alguien apenas lo leyó.

Kardia, ese tipo de alocada melena azulada que logró conquistar su corazón hace años. Muchos no entendían cómo es que habían durado tantos años juntos, si era completamente opuestos.

Él siempre fue un alumno ejemplar, un prodigio en casi todo, siempre reservado, callado, culto, inteligente, y sobretodo, un apasionado por la lectura.

Kardia era todo lo contrario: el típico alumno problemático, dolor de cabeza para más de un profesor, despreocupado de absolutamente todo, extrovertido, mal hablado, y a perspectiva de algunos, hasta algo tonto.

Muchos de sus amigos le habían preguntado ¿qué vió en Kardia?, ¿cómo alguien como él pudo conquistarlo?

La respuesta era tan sencilla, y a la vez tan complicada, que ni siquiera él la entendía del todo.

Kardia había sido desde siempre, y sería alguien de carácter algo difícil de tratar. Tal y como decían la mayoría de sus profesores: no tenía remedio. Degel lo sabía de sobra, pero justamente por eso era que lo amaba tanto.

Amaba su locura, su forma de ver la vida, su sentido del humor, su locura, y sobretodo, su autenticidad.

Kardia no tenía problema alguno en mostrarse tal cual era, sin ningún tipo de filtro frente al mundo. Y eso era lo que Degel más admiraba de él.

A diferencia de otros pretendientes que llegó a tener, Kardia era completamente honesto con sus virtudes y sus defectos, no se enaltecía a sí mismo con nada que no fuera cierto, ni tampoco escondía sus defectos. Simplemente dejaba ver todo de sí, y lo hacía sin miedo.

- ¿Qué estás leyendo?- Escuchó al curioso escorpión, que se acercó a él, abrazándolo por la cintura.

Degel sonrió levemente, para después girarse y besar la mejilla del contrario.

- Nada, solo un poema.- Respondió con una leve sonrisa.

Kardia se conformó con la respuesta, sonriéndole de vuelta. Después de eso, se despidieron, y Kardia salió al patio de su casa, para después arrojarse a la piscina, comenzando una guerra de agua con sus amigos.

Degel miraba todo desde la orilla, sonriendo inconscientemente.

Kardia jamás cambiaría. Así pasaran mil años, seguiría siendo el alocado que busca vivir la vida al máximo siempre. Pero así era perfecto.

Porque si de algo Degel estaba seguro, era que amaba su locura, y podía jurar que prefería mil veces a ese alocado griego con un corazón de oro y cuyo amor se sentía tan auténtico, que a cualquiera de las otras personas falsas e hipócritas, que siempre pretenden ser lo que no son.

Kardia no tenía remedio, lo sabía. Pero justamente por eso lo amaba tanto, tal y como estaba. No le cambiaría absolutamente nada.

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