Ikanaide [🔨ShionxDohko🐯xDefteros🌋]
La guerra santa había terminado hace exactamente tres años. Muy pocos habían logrado sobrevivir, y cada uno había recibido una encomienda diferente.
Shion había sido nombrado Patriarca y desde entonces había permanecido en el Santuario, al frente de todo. Él había recibido la misión de custodiar el sello de la torre Masei hasta la próxima guerra santa, permaneciendo en la cascada de Rozan desde entonces.
La guerra había sido un trago extremadamente amargo para todos los sobrevivientes. Todos perdieron hermanos, amigos, colegas y amantes en el conflicto. La sangre de cientos de inocentes había sido derramada por el bien de la humanidad, dejando una marca permanente y dolorosa en quiénes lograron vivir para contarlo.
Y Dohko y Shion eran unos de ellos. Ambos perdieron amigos, personas que consideraban familia, y también, a alguien que ambos amaban.
Defteros, aquel injustamente nombrado "demonio". Ese hombre de apariencia feroz, pero con un corazón cálido y lleno de amor y bondad a pesar de todo el calvario que padeció durante toda su vida.
Defteros era de esas personas de las que casi no hay, y que son más valiosas que todas las riquezas del mundo juntas. Siempre dispuesto a procurar el bienestar de los demás, incluso por encima del suyo propio, manteniendo la pureza de corazón y benevolencia que siempre lo caracterizó y acompañó hasta su muerte. El valiente hombre encontró su fin a manos de su propio hermano, soltando su último aliento en brazos de éste.
Para Dohko era difícil pasar esas fechas. Le era difícil creer que ya habían pasado tres años, para él a veces se sentía como si apenas hubieran pasado apenas unas horas. Shion jamás quería hablar de ese tema, y durante esos días, perdía comunicación con él.
De cierta forma, podría decirse que Defteros era la piedra angular que los mantenía unidos a los tres, y al irse, todo se vino abajo.
Mantuvieron una relación secreta entre los tres, y estaban bien con ello. Pero luego de la injusta y cruel muerte de Defteros, fue imposible continuar, tanto por sus nuevas responsabilidades, cómo por el dolor que los invadía al estar juntos y entrañar la presencia del moreno.
Por más que lo intentaron, no lograron mantener en pie la relación siendo ahora solo ellos dos, y por su estabilidad, decidieron seguir sus caminos por separado, quedando únicamente como buenos amigos.
Sin Defteros, algo faltaba. Faltaba esa dulzura, ese amor, ese calor, esa bondad, esa calidez, esa autenticidad, ese hermoso par de ojos tan peculiares, esa piel morena y hermosa, esa larga y alborotada cabellera azulada, ese curioso colmillo, ese aroma silvestre... Nada volvió, y jamás volvería a ser igual sin él.
Pero ¿qué más podían hacer, además de llorar su muerte cada año, soñando con volverlo a ver y estar los tres juntos de nuevo, y recordando sus besos, su aroma, su calor, su voz, su sonrisa, y cada pequeño detalle de él? Nada... Eso era lo más frustrante para ambos. Sentirse atados de manos, impotentes, incapaces de soltarlo y seguir con sus vidas, y a la vez, tan dolidos por su adiós.
- Dohko...
El castaño se sorprendió por escuchar la voz de Shion en su mente. En esas fechas, Shion se desaparecía por completo.
- ¿Estás bien?
- Si, Shion.- Suspiró, si intentando sonar tranquilo.
- Yo también lo extraño.- Admitió Shion.- Yo también lloró por él... Pero... Lamento haberte dejado sólo durante los últimos años.- Añadió, con su voz quebrándose.- Se supone que somos amigos... Tuvimos algo especial, y ahora no queda ni la sombra de eso, y yo...
- Tranquilo.- Suspiró Dohko con una pequeña sonrisa forzada.- Te entiendo y no te juzgo. Y estoy seguro que él también.
Shion solo sollozó débilmente, pero de inmediato se recompuso
- ¿Me acompañas un momento?
- Claro.- Aceptó el Patriarca.
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