III Acto: Cruz de navajas [🎭Aspros x Asmita📿 x Defteros🌋]
Habían pasado unos meses desde que iniciaran aquella relación, yendo despacio y tomándose su tiempo, tal y como habían acordado. Para los dos algunas cosas eran difíciles de vez en cuando, pero supieron resolver todo. Ahora, enfrentaban un nuevo desafío y lo que sería un paso más grande en su relación.
- Tranquilo, todo va a estar bien.- Susurró Asmita, acariciando las mejillas contrarias.
- ¿Y si te lastimo?
- No te preocupes. Yo te guío.
Después de varios intentos y muchas charlas, Defteros finalmente había accedido a pasar el celo juntos. Asmita sabía la inexperiencia de su Delta, y lo nervioso que estaba por ser la primera vez que intimaba, pero lejos de molestarle o incomodarle, la idea de tener que guiarlo, calmarlo y de hecho, seducirlo, le resultaba sumamente interesante y atrayente.
Defteros sabía perfectamente que Asmita tenía experiencia en eso, no era su primera vez. De hecho, aún recordaba cómo Asmita le contó cuando rompió su voto de castidad, así como todos los encuentros que le siguieron. Temía no lograr cumplir las expectativas de su Omega o lastimarlo.
Después de un largo y cálido beso, el Delta dió un respingo, nervioso al darse cuenta de una reacción de su cuerpo que no estaba acostumbrado a ver muy a menudo.
- Tranquilo.- Susurró de nuevo Asmita, aún sentado sobre su regazo.- Es normal.
- Duele.- Murmuró avergonzado el moreno, sintiendo un fuerte calor en las mejillas.
- ¿Me dejas hacerme cargo?- Preguntó el Omega cerca de sus labios, dejando un pequeño beso sobre ellos.
- S-Sí.
Asmita se encargó de deshacerse del pantalón, escuchando un bajo suspiro de alivio proveniente de Defteros. Una vez resuelto el inconveniente, se tomó su tiempo para acariciar el abdomen descubierto, bajando lentamente por su vientre, hasta llegar a su entrepierna.
- Asmita...
- ¿Se siente bien?- Preguntó, mientras acariciaba suavemente el despierto miembro en su mano.
- Sí.
Asmita volvió a besarlo, sin detener el masaje con su mano. Pudo escuchar al Delta suspirar y soltar un par de gemidos ahogados enmedio de los besos.
- Lo siento.- Se disculpó Defteros al darse cuenta de que en medio de un beso, una de sus manos se había posado en el trasero de Asmita.
El Omega solo sonrió antes de tomarle de la mano y devolverla a dónde estuvo antes.
- Está bien.- Le sonrió, mientras guiaba su mano debajo de la delgada tela de la túnica casi transparente que aún lo cubría, haciendo que piel con piel se encontraran.- Quiero que lo hagas.
Defteros, aún nervioso y con sus manos temblando un poco, se atrevió a acariciar la piel ajena. La diferencia entre la suavidad de la piel de Asmita y la aspereza de la suya era evidente, pero a Asmita eso no parecía molestarle, suspirando en el oído de Defteros.
- Mita...
- No te preocupes, es normal que esté algo húmedo.- Explicó el Omega conteniendo un suspiro.- Tus manos... Se sienten realmente bien.
Una nueva sesión de besos dió inicio, ésta vez acompañada de caricias, toques y roces más seguros y confiados, mientras la poca ropa restante iba desapareciendo. El aroma de Asmita fue de gran ayuda, siendo un incentivo para aventurarse a llegar más allá, hasta que el ansiado momento llegó.
- Ah...- Asmita no pudo contener el pequeño gemido que escapó de sus labios al sentirse invadido.
- ¿Te lastimé?- Preguntó Defteros, asustado ante esa posibilidad.
- No, no es eso...- Se apresuró a responder el rubio, recargando sus manos en el pecho de Defteros.- Es solo que... Se sintió bien.
En esa posición era Asmita quién tenía el control de la situación, con Defteros completamente acostado, y él sentado en su regazo. Así que después de tranquilizar a su amante, comenzó un suave y lento movimiento. Escuchó a Defteros suspirar y jadear, y después sus manos acariciando sus muslos, al parecer, estaba haciendo un buen trabajo.
Asmita se tomó el atrevimiento de agacharse lo suficiente para besarlo, siendo correspondido al instante. Fue apenas cuestión de segundos para que la posición se invirtiera, siendo ahora Defteros quien llevaba el ritmo.
Los movimientos eran algo torpes y el ritmo irregular, delatando la falta de experiencia, pero Asmita se encargó de darle una mano, indicándole qué hacer.
- Tranquilo, ve a tu ritmo.- Suspiró jadeante, siendo embestido.- No es necesario ir tan rápido.
A Defteros le tomó un poco de tiempo encontrar un ritmo justo y mantenerlo, pero al final lo logró.
Asmita hizo todo lo que pudo por controlarse, pero el tener la compañía de su Delta durante el celo, hizo que todos sus instintos se salieran de control, soltando su aroma, que seguramente llamaría la atención de varios Alphas. Afortunadamente, todos sabían que estaba prohibido entrar a Virgo sin permiso, especialmente si olfateaban el aroma de un Omega en celo. Así que solo por esa vez estaban a salvo.
Esa fue la primera vez que compartieron el lecho. Definitivamente, había aún mucho que aprender, pero sin duda, ambos estaban dispuestos a poner de su parte. Y todo estaba relativamente bien.
Asmita no se arrepentía en absoluto de haber dejado atrás a todos sus amantes. Se sentía felíz y pleno únicamente con Defteros, pero había una pequeña piedra en su camino fastidiando.
Aspros no tardó más de dos días en buscarlo y pedirle otra oportunidad. Y desde entonces, llevaba meses entrando a Virgo, buscándolo, pidiéndole reconsiderar su decisión, incluso se atrevería a decir que a amenazarlo... Al inicio solo lo ignoraba y pasaba de largo, pero cada vez era más insoportable.
- ¿Qué haces aquí, Aspros?- Cuestionó al sentir la presencia y el aroma del Delta.
No recibió ninguna respuesta, solo escuchó los pasos acercarse a él. Había pasado casi un mes desde su primer encuentro íntimo con Defteros, todo había estado bien, exceptuando las visitas diarias de Aspros. Siempre la misma cantaleta...
- Vete de aquí.- Siseó el Omega al sentir la presencia de Aspros delante de él. Su celo llegaría en cualquier momento, y definitivamente, no quería a ese imbécil cerca. Defteros llegaría hasta entrada la noche.
- ¿Hasta cuándo vas a seguir con esta estupidez?- Le cuestionó Aspros, sujetándolo con algo de fuerza las mejillas con una mano.
- Eso debería preguntarte yo.- Replicó, intentando soltarse, pero Aspros le sujetó la muñeca en el proceso.
En un par de segundos, iniciaron un pequeño forcejeo. Aspros sujetándole con fuerza la muñeca, pegándolo a él, y Asmita tratando de soltarse.
En un pequeño descuido de Asmita, Aspros lo empujó contra una columna, haciendo que su frente se impactara con algo de fuerza en la dura superficie, desorientandolo. El tiempo suficiente para que Aspros le hiciera beber unas gotas de un líquido que Asmita no supo reconocer, pero que era demasiado amargo.
El Omega le dió un empujón, e intentó luchar, pero un punzante dolor en su vientre lo obligó a apoyarse en la columna para no caer.
Sintió sus piernas flaquear y perder fuerza, hasta que fue incapaz de mantenerse en pie. También sintió las punzadas en su vientre aumentando a un punto insoportable, así como la secreción de lubricante... No, su celo...
No, eso no era su celo. De inmediato supo que todo estaba mal. Él jamás perdía el control de su cuerpo así, y menos de su aroma. Había aprendido a suprimir su aroma y hacerlo indetectable si así lo quería, pero también a usarlo como un somnífero para protegerse y había sido capaz de usarlo incluso estando en celo... Tenía un control total y pleno de su aroma en todo momento, pero ahora era incapaz de controlarlo. Estaba soltando un aroma demasiado fuerte y dulce, sabía que era el que atraía a cualquier Alpha y Delta...
Intentó resistirse, controlarlo, pero su cuerpo no obedecía, no respondía... ¿Qué mierda le había dado ese desgraciado?
- Así que también me ocultaste eso.- Escuchó a Aspros susurrarle en el oído, mientras lo abrazaba por la espalda.- ¿Qué más ocultas, Asmita?
- Déjame.- Murmuró, al sentir como el Delta lo sujetaba para acostarlo boca arriba en el suelo. Quería forcejear, empujarlo, pero sus brazos no lo obedecían, aferrándose a los brazos de Aspros.
- Eres tú quién no me suelta.- Susurró el peli-azul, con una descarada risa.
Maldición... Su cuerpo se movía sólo, no importaba cuánto su mente dijera algo, su cuerpo hacía exactamente lo contrario.
- No.- Gruñó el Omega al sentir los labios del Delta en su cuello, y sus manos paseándose debajo de su ropa.- Déjame.
Un fuerte calambre en su abdomen lo hizo chillar del dolor, apretando aún más el agarre de sus brazos, ahora alrededor del cuello de Aspros.
- Shh... Todo estará bien.- Susurró Aspros en su oído, acariciando su vientre, frenando el dolor.- Estaré contigo... Por siempre. Tú solo cálmate... Ríndete, y sé mío una vez más.
- No...- Repitió con un débil sollozo, sintiéndose completamente desamparado y vulnerable.
No podía hacer nada más que llorar en silencio, sintiendo como su cuerpo reaccionaba al tacto de Aspros, dejándose tocar y desvestir a voluntad del Delta.
Asmita había perdido ya toda esperanza, aceptando resignado su destino. Pero como si todos los gritos de su mente hubieran recibido respuesta, alguien apareció en su rescate.
- ¡Suéltalo, maldito!
De inmediato reconoció esa voz; Kardia. Sintió como el peso de Aspros le era quitado de encima, y de inmediato trató de escapar, pero le fue imposible.
Asmita no podía verlos. Pero Kardia se había lanzado en contra de Aspros, comenzando una pelea bastante violenta entre ambos. Los dos se lanzaban golpes a diestra y siniestra, usando su cosmos sin importar si herían de gravedad al otro.
Asmita se quedó en dónde estaba, temblando y sollozando débilmente, hasta que escuchó varias voces.
- ¿Estás bien, Asmita?
- Shion...- Exclamó con dificultad el nombre del Omega.
- ¡¿Qué carajo está pasando aquí?!- Solo una persona en el santuario tenía esa voz: Manigoldo.
¿En qué momento habían llegado todos? No tenía idea, pero más feliz de escucharlos, no podía estar.
- ¡Shion, Sísifo, Manigoldo, sáquenlo de aquí, y llevenlo a Piscis!- Se escuchó la voz de Cid, liderando a todos.- ¡Los demás nos quedamos!
Manigoldo de inmediato alzó en brazos a Asmita, y junto a los otros dos Omegas, abandonaron el templo de Virgo a toda prisa, empezando a subir las escaleras.
El resto de los Santos dorados, todos Alphas, se quedaron en Virgo para separar a esos dos. No contaban con que Aspros intentara ir detrás de los Omegas y el Beta.
Aspros empujó a todos los que intentaron frenarlo, y subió las escaleras corriendo. Manigoldo, Shion y Sísifo se dieron cuenta a tiempo, apretando el paso, tratando de huir.
En algún punto, Aspros alcanzó a Sísifo, que iba hasta atrás, sujetándolo por la banda con la que peinaba su cabello.
- ¡Sísifo!- Exclamaron sus compañeros al darse cuenta del forcejeo que había empezado el santo de Sagitario con el de Géminis.
- ¡Sigan!- Gritó Sísifo, usando todas sus fuerzas para retener a un Aspros fuera de sí.- ¡Llévenlo a Piscis!
Shion pensó en volver para ayudar a Sísifo, pero Manigoldo lo hizo seguir el camino. Los demás se encargarían de eso. Y no se equivocaron, Cid, Dohko y Hasgard no tardaron demasiado en ir a ayudar a Sísifo y quitarle a Aspros de encima, aunque ninguno salió ileso.
Manigoldo y Shion lograron llegar a Piscis, dónde Albafica ya les había abierto paso en las rosas, que se cerró después de que entraran.
- ¿Cómo fue que pasó esto?- Preguntó Albafica, mirando el estado de Asmita.
- No tenemos idea.- Respondió Manigoldo.- Regulus y Dohko percibieron el aroma, y escucharon la pelea de Aspros y Kardia, y corrieron a avisarnos a todos. Cuando llegamos, lo encontramos así y a ese par matándose en el suelo.
Shion aún estaba algo nervioso, preocupado por saber qué había sido de Sísifo y los demás.
- Tú y Shion vayan con el Patriarca a explicarle qué sucedió.- Habló el guardián de Piscis al notar el nerviosismo de Shion.- Yo me quedo con él a cuidarlo.
Manigoldo asintió y se llevó a Shion con él. Vaya que tenían muchas cosas que explicar a Sage del escándalo que había en la casa de Virgo.
Albafica esperó a que se fueran el Beta y el Omega, y una vez a solas con Asmita, le colocó un pañuelo húmedo con agua fría. Y fue a preparar una infusión con unas hierbas.
Quizás debido al ajetreo, ninguno de sus compañeros se había percatado. Manigoldo era un Beta, no tenía forma de percatarse del aroma de Asmita. Regulus, Shion y Dohko eran aún muy jóvenes, seguramente les pasó inadvertido. Y los demás seguramente estaban demasiado ocupados tratando de separar a Aspros y Kardia como para percatarse de un detalle tan pequeño como ese. Pero él sí lo había notado, y si era lo que sospechaba, debía actuar rápido.
Asmita seguía sollozando bajo por el dolor, apretando su vientre y haciéndose un ovillo en el suelo.
Albafica se apresuró a preparar la infusión, y una vez que estuvo lista, se acercó a Asmita, ofreciéndole la bebida caliente y haciéndolo beberla. No fue lo más fácil del mundo, pero lo lograron, Asmita bebió la infusión y poco a poco, el malestar comenzó a disminuir, y fue recuperando el control de su cuerpo.
Albafica usó unos guantes para evitar cualquier contacto directo, y apenas Asmita fue capaz de tomar la taza por su cuenta, tomó distancia.
- ¿Qué fue lo que pasó?
Asmita quería contar toda la verdad, decirle que Aspros lo había estado acosando por meses después de terminar esa relación, que lo había hecho beber algo raro... Pero no podía. Si lo hacía, Albafica sabría su secreto. Tendría que dar muchas explicaciones, y lo que había hecho saldría a la luz.
- Me llegó el celo.- Murmuró, sintiendo su orgullo pisoteado.- Aspros apareció de la nada, y después no sé qué pasó.
- Eso no es un celo normal, Asmita.- Sentenció el peli-celeste.- Es un calor.
Asmita sintió su sangre volverse hielo ante esa afirmación, y no fue capaz de pronunciar una sola palabra.
- Lo que te di, es un té especial para aliviar los calores durante un embarazo, que mi maestro me enseñó a preparar.- Explicó Albafica.- También me enseñó a preparar una infusión especial para saber si un Omega está en cinta, por si alguna vez llegaba a necesitarlos.- Añadió.- Son brebajes sumamente difíciles de preparar, y muy pocos conocen las recetas. Pero gracias a mi maestro, sé que ese brebaje provoca un calor repentino e incapaz de controlar más que con la compañía del progenitor, o con el té que te dí.
Asmita se quedó callado, llevándose una mano al vientre... No, no podía ser posible. Sus celos habían estado llegando con la misma regularidad de siempre. No era posible... Aunque... Era verdad que más de una vez se había descuidado durante sus encuentros, incluído hasta Defteros... Si estaba en cinta, podría ser de cualquiera.
- ¿Es de Aspros?- Preguntó directamente Albafica.
Asmita dudó por unos segundos, apretando la taza en sus manos. Se sentía entre la espada y la pared, realmente lo estaba... Pero finalmente decidió contarle la verdad a Albafica, aunque omitiendo varios nombres.
El doceavo caballero escuchó atentamente, hasta que Asmita terminó.
- No te juzgo en absoluto por haber roto esas reglas, Asmita. Realmente no podría importarme menos si las sigues o no. No es mi problema al final del día, pero, ¿no pudiste al menos tener más cuidado?- Dijo Albafica.- Estás en un grave problema. Aspros te dió ese brebaje y reaccionaste cuando él estaba cerca, así que sí estás en cinta, y él es el padre. Y cuando el patriarca se entere...
- Lo sé.- Suspiró, frotándose el puente de la nariz.- Ya veré qué hacer. Por ahora me basta con quitarme a Aspros de encima.
- No sé qué decirte. El tipo es un completo canalla, sin honor ni principio alguno.- Suspiró Albafica.- Creo que lo único que yo puedo hacer, es guardar tus secretos. Así que por mí no te preocupes.
- Gracias, Albafica.
Tal y como se veían venir, Sage de inmediato convocó a reunión. Aspros y Kardia seguían demasiado alterados y fuera de control, así que no tuvieron más opción que dejarlos encerrados en unas celdas hasta que la locura se les pasara. El resto fue interrogado sobre lo sucedido.
Regulus y Dohko, que fueron los primeros en percatarse de que algo no andaba bien, fueron los primeros en explicar cómo de pronto percibieron el aroma desconocido, seguido de escuchar la pelea de ambos Alphas, para después correr a llamar al resto de sus compañeros.
El resto fue explicando cómo Regulus o Dohko les explicó lo que ocurría y se apresuraron a llegar a Virgo, topándose con el escenario de un Asmita completamente indefenso, con evidentes señales de intento de ataque, y dos Alphas matándose entre ellos.
Manigoldo y Shion explicaron cómo llevaron a Asmita hasta Piscis, dónde lo dejaron al cuidado de Albafica antes de subir a alertar al Patriarca.
Sage estaba furioso al terminar de escuchar todo, pero debía mantenerse cuerdo y llegar al fondo de ese asunto. Debía averiguar quién había iniciado la pelea, quién había intentado mancillar el honor de Asmita, y sobretodo, qué le había pasado a Asmita para quedar en ese estado.
Todos los santos de la orden que intervinieron presentaban varias heridas, absolutamente nadie había salido ileso, a excepción de Albafica, quién fue el único que no bajó a Virgo. Incluso Manigoldo y Shion habían terminado con un par de marcas en el rostro. Pero los que peor parados habían salido eran Aspros, Kardia, Sísifo, Cid y Hasgard.
Esa noche nadie pudo dormir tranquilo. Manigoldo y Degel recibieron la encomienda de vigilar a Aspros y Kardia en sus celdas, hasta que se calmaran. Albafica tuvo la misión de mantener a salvo a Asmita en Piscis y cuidar de él hasta que se recuperara. El resto simplemente estaban demasiado intranquilos, adoloridos, y preguntándose qué demonios había pasado y qué pasaría después de todo ese circo.
Asmita era consciente de que Defteros ya estaría al tanto de la situación, pero ahora su preocupación era que las sospechas de Albafica resultaran ser ciertas. De ser así, debía encontrar la forma de que el Patriarca no se diera cuenta, y pensar en cómo resolver ese problema. Quizás el maestro Hakurei sabría qué hacer, otra solución no se le ocurría.
Al día siguiente, por la tarde, una vez que Aspros y Kardia habían recuperado la cordura, todos fueron convocados de nuevo a reunión. Sage no perdió el tiempo y fue directo al grano, preguntando a Asmita qué había pasado. El Omega tuvo que tragarse su rabia y decir la mentira que había preparado toda la noche.
- No sé qué ocurrió, Patriarca.- Respondió.- Lo último que recuerdo es que estaba tomando algo de aire en la entrada de Virgo, cuando de pronto sentí un dolor muy fuerte en el abdomen. Después de eso, creo que me desmayé, porque no recuerdo absolutamente nada, hasta que desperté en la casa de Piscis.
- ¿Entones estás diciendo que el celo te tomó por sorpresa ésta vez, Asmita?- Cuestionó el Alpha anciano, bastante escéptico a esa explicación.
Asmita sintió su estómago retorcerse de la ira contenida. Él jamás perdería el control de esa forma, y era humillante admitir lo contrario enfrente de todos, pero no tenía otra opción.
- Me temo que así fue.- Afirmó, agachando la cabeza.- Lamento los inconvenientes que haya podido causarles a todos. No se volverá a repetir.
Nadie en la sala se atrevió a pronunciar palabra alguna. La mayoría de los presentes sabía los antecedentes de Asmita, pero era un secreto a voces que bajo ninguna circunstancia debía llegar a oídos del Patriarca. Sin embargo, sabían que Asmita estaba mintiendo.
- Ahora, Kardia, ¿qué fue lo que pasó?- Se dirigió el diligente del santuario ahora al peli-violeta.
- Yo tenía planeado ir a Rodorio para conseguir unas manzanas, cuando al pasar por Virgo, ví a ese malparido.- Acusó, señalando a Aspros.- Encima de Asmita, mientras lloraba.
- ¡No fue así!- Saltó Aspros a la defensiva.
Cid, Degel, Dohko y Hasgard se apresuraron a ponerse enmedio de ambos, listos para frenar cualquier intento de confrontación.
- ¡Orden!- Gritó Sage.- Tendrás tu momento para hablar, Aspros. Ahora cállate.
Aspros solo bufó y guardó silencio. Los demás volvieron a sus lugares, aunque bastante intranquilos.
- ¿Estás seguro de lo que viste, Kardia?, ¿tienes alguna forma de probarlo?
- Claro que la tengo.- Afirmó el Alpha.- Dohko me vió cuando iba bajando, le pedí permiso para pasar por Libra, e incluso le dije a dónde iba.
- ¿Es cierto eso, Dohko?
- Así es, Patriarca.
Sage siguió haciéndole algunas preguntas más a Kardia, que el Alpha peli-violeta no tuvo problema en responder. Hasta que finalmente fue el turno de Aspros para dar su versión.
- No sé qué pasó, Patriarca.- Murmuró, agachando la cabeza.- Yo... Yo iba a Sagitario para tomar algo de té con Sísifo. Pero cuando pasé por Virgo... Recuerdo que percibí un aroma demasiado fuerte a flores en la entrada, y...- Añadió, derramando unas lágrimas, encogiéndose en su lugar.- No sé qué pasó después. Fue como si me hubiera desmayado, no recuerdo nada. Lo último que recuerdo fue que desperté en una celda, custodiado por Degel y Manigoldo.
- ¿No recuerdas que atacaste a Asmita?
- Por Athena, jamás haría algo así estando consciente.- Sollozó, cubriéndose la cara con las manos.- Le juro por Athena que no sé qué me pasó.
- ¿Tampoco recuerdas que iniciaste una pelea con Kardia, y que todos tus compañeros tuvieron que intervenir?
- No.
- ¿Y tampoco recuerdas que golpeaste e intentaste estrangular a Sísifo, y Cid y Hasgard tuvieron que sujetarte?
- Oh, por Athena...- Murmuró, empezando a sollozar.- No... Yo no... Sísifo, lo siento. No sé qué pasó.- Añadió, dirigiendo su mirada al guardián del noveno templo, que tenía la marca de sus manos en su cuello.- Perdónenme todos por favor. No sé qué me pasó.
- ¡Eres un maldito mentiroso!- Gritó un enfurecido Kardia.- ¡Los atacaste a propósito!
- ¡Por supuesto que no!, ¡Sísifo puede confirmar lo que dije!
- Es verdad. Yo lo invité a tomar el té.- Intervino el Omega, frenando la discusión.
Todos dirigieron su mirada al castaño, y después discretamente hacía Cid. Todos sabían de la relación que tuvieron Aspros y Sísifo, y de la que ahora sostenían Capricornio y Sagitario, y tenían el ligero temor de que esa confesión provocara una nueva riña, ahora entre Cid y Aspros.
- Es verdad. Sísifo me contó que lo había invitado.- Habló Capricornio, notando todas las miradas sobre él.- Yo iba a estar ocupado entrenando a mis discípulos.
El interrogatorio duró varios minutos más, preguntándole a cada uno qué había visto y escuchado, tratando de reconstruir toda la historia. Hasta que finalmente Sage dió un veredicto.
- Aún si esto fue un desafortunado accidente, no puedo simplemente dejarlos ir como si nada. Saben perfectamente bien que está prohibido pelear entre compañeros, además de que el acceso a Virgo es restringido y si no reciben una respuesta de Asmita para pasar, deben retirarse.- Habló, dirigiendo su mirada a Kardia y luego a Aspros.- Kardia, te quedarás en Acuario, bajo la custodia de Degel hasta nuevo aviso. Aspros, tú estarás en Tauro, bajo la custodia de Hasgard.
- ¡Pero-
- No me importa quién empezó, Kardia. Los dos lo terminaron.- Sentenció, haciendo callar al impulsivo Alpha.- Asmita, te quedarás con Albafica en Piscis hasta que tu celo pase por completo, después puedes volver a Virgo. Los demás, vuelvan a sus actividades.
Aspros bajó la mirada y asintió, abandonando el lugar escoltado por Hasgard.
Kardia apretó los dientes con fuerza, mirando a Aspros con un profundo desprecio. Sabía que ese desgraciado estaba mintiendo, algo en su interior lo sabía, le decía que esa historia era una farsa, pero no tenía una prueba contundente, más que su instinto.
Los demás tenían sus dudas al respecto, pero no dijeron nada y obedecieron las ordenes del pontífice. Sin duda, la confianza en Aspros y Kardia jamás volvería a ser la misma. Shion estaba bastante nervioso por lo ocurrido, y no se despegó de Dohko y Manigoldo en ningún momento. Varios estaban aún preocupados por Sísifo, que poco faltó para que Aspros le rompiera el cuello, y se ofrecieron a acompañarlo a su templo y cubrir algunas de sus guardias y misiones.
Asmita no dijo ni una sola palabra, y se retiró al lado de Albafica. Estaba metido en un grave problema del que debía encontrar la forma de salir lo más pronto posible.
Los días pasaron, y Asmita apenas lo creyó prudente, acudió con el Patriarca, solicitando permiso para ir a Jamir para hacer una consulta al anciano maestro. Sage no hizo demasiadas preguntas, sabía lo cercanos que eran ambos Omegas, y simplemente le concedió el permiso, esperando que su hermano lograra aconsejar a Asmita.
El Omega a duras penas tuvo tiempo de despedirse de Defteros, explicando que volvería en unos días. El Delta estaba sumamente preocupado por él, sabiendo lo que había pasado hace apenas unos días. Pero Asmita se encargó de tranquilizarlo y decirle que todo estaría bien. Aún no creía prudente decirle del posible embarazo, al menos no hasta confirmarlo o desmentirlo.
Pero mientras todo eso pasaba, Aspros comenzaba a perder la poca cordura que le quedaba. Asmita, un simple, sucio, vulgar y promiscuo Omega, se había atrevido a rechazarlo. Lo había usado y desechado como un maldito trozo de papel, y ahora, buscaba apartarlo de su cachorro... Y todo por un don nadie, del que no había podido averiguar ni siquiera su identidad por más que había intentado.
No estaba dispuesto a renunciar a sus ambiciones únicamente por un estúpido Omega caprichoso. Ese Omega y ese cachorro iban a ser suyos sí o sí. Asmita era suyo o no era de nadie, así de sencillo... Lo prefería muerto que con otro.
Sí, así de drástico estaba dispuesto a ser. Situaciones desesperadas exigían medidas desesperadas.
De momento lo mejor era mantener la fachada de arrepentimiento, dejar que Asmita pensara que llevaba la ventaja, y preparar todo desde las sombras. Tenía un plan perfecto, y absolutamente nada podía salir mal.
Pasaron casi cinco meses en los que poco a poco, la mayoría fue olvidándose de aquel incidente, dejándolo como una desafortunada casualidad, estar en el lugar equivocado en un mal momento. Aparentemente, todo estaba bien y había vuelto a la normalidad.
Asmita y Defteros mantenían su relación, tan dulce, estable y amorosa como el primer día. Genuinamente, no podían estar más felices, aún teniendo que mantener todo su amor oculto en las sombras, pero Asmita no confiaba para nada en Aspros, y temía que Defteros saliera herido. Era consciencia de todo el amor que su Delta le tenía a su gemelo, y que por él haría lo que fuera.
Un día, Sage mandó a llamar a Asmita a la sala del Patriarca, dónde tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para ocultar todas las emociones que lo invadieron al sentir la presencia de Aspros.
No esperaba la pregunta que Sage le hizo. Le preguntó si consideraba que Aspros era un buen sucesor para el puesto de Patriarca.
Asmita en esta ocasión no estaba forzado a morderse la lengua. Así que aprovechó el poder que Sage le estaba dando en ese momento, y soltó todo el veneno que había guardado en contra de Aspros.
Dijo que no lo consideraba digno, que ocultaba algo, y estaba lleno de maldad y oscuridad en su interior. Aspros, cómo era de esperarse, enloqueció y lo llamó loco. Sage impidió la pelea y los envió a cada uno a su templo...
Sage y Asmita no sospechaban lo que iba a suceder.
Esa noche, Asmita no vió a Defteros, y no pudo evitar cuestionarse el porqué, se suponía que se reunirían esa noche, y era un asunto importante. Defteros no lo dejaría plantado solo porque sí, algo había pasado.
Y desgraciadamente, no se equivocó. Sintió un fuerte, amenazante e inestable cosmos en la sala del Patriarca. No perdió tiempo, se puso de pie y emprendió la carrera escaleras arriba, hasta llegar a su destino.
A duras penas consiguió frenar el ataque que iba dirigido al Patriarca, pero cuando se dió cuenta de la identidad del atacante, sintió un gélido aire congelar su corazón y su sangre de paso.
- Defteros...- Murmuró el nombre del Delta, su Delta.
- Qué alegría que te nos unas, Asmita.
Ese maldito desgraciado... Aspros apareció detrás de su hermano, con una tétrica sonrisa que le erizó la piel a Sage, y un terrorífico tono de voz que hizo estremecer a Asmita.
- Sabía que no te ibas a resistir.- Añadió el Delta.- Haces mis planes más fáciles.
- ¡Cállate!- Gruñó enfurecido el Omega.- ¡¿Qué le hiciste?!
- ¿Hablas de esto?- Se burló, jalando del cabello a Defteros, que no decía una sola palabra. Su mente estaba completamente perdida.- No es nada. Solo una carga de la que hoy me libero, y que de paso, me sirve para quitarme estorbos del camino.
Asmita se mordió los labios por la rabia. Había escuchado algo de las técnicas de los Santos de Géminis, sabía de una capaz de someter a una persona a la voluntad del ejecutor. La víctima quedaba bajo un especie de hipnosis, se volvía una bestia salvaje sin criterio ni razón, que obedecía todas las órdenes del victimario. La única forma de liberarse, era ver morir a alguien delante de él.
- Es tu última oportunidad, Asmita.- Escuchó a Aspros.- Todos aquí van a correr el mismo destino que esas estúpidas pitonisas, pero seré indulgente contigo solo porque llevas en tu interior algo que a mí me interesa muchísimo.
Asmita dió un paso hacia atrás, cubriendo su abdomen con una de sus manos. En ese momento le daba igual si el Patriarca se daba cuenta de su secreto, lo importante era salvar a Defteros.
- Tú decides, Asmita. Acepta ser mío, quédate a mi lado y disfruta de los privilegios de ser mi Omega y madre de mis cachorros. O sufre la misma miseria que todas estas escorias.
- Jamás aceptaría nada de una basura como tú.- Respondió más enfadado que antes el Omega, preparándose para el ataque.
- Cómo quieras entonces.
Una intensa batalla dió comienzo, Asmita no quería herir, mucho menos matar a Defteros, y eso dificultó enormemente tanto la defensa como el ataque. Debía ser cuidadoso, un mal movimiento y Defteros podría morir por su culpa.
Pero por algo dicen que no hay nada más fuerte que el amor de un Omega, quién por la persona que ama, es capaz de lograr lo imposible. Asmita se limitó a defenderse, hasta que logró encontrar un punto ciego en la defensa de Defteros, y lanzó su tesoro del cielo, logrando liberar al Delta del control de Aspros.
Sin embargo, ambos terminaron agotados, forzados a tomarse unos segundos para reponer las fuerzas perdidas.
Aspros estaba enfurecido. Perdió completamente la razón, e intentó atacarlo, pero Asmita logró defenderse a duras penas.
En ese momento, ya todos se habían puesto alerta al notar el choque de poderes que ocurría en el templo de Athena, pero una misteriosa barrera invisible les impedía el acceso, obligándolos a permanecer como impotentes espectadores.
Asmita, aún debilitado, no dudó en ponerse de pie y enfrentarse a Aspros, devolviéndole los ataques y esquivando los que le eran lanzados. Hasta que uno que no logró percibir a tiempo, impactó directo en su abdomen, haciéndolo caer al suelo adolorido y con una herida sangrante.
- Pudiste ser mío, pudiste quedarte a mi lado, pudiste darme los mejores y más fuertes cachorros del mundo...- Gruñía Aspros en un sonido casi animal, avanzando hacía el herido Omega.- ¡Pudimos tenerlo todo!, ¡pudimos serlo todo!, ¡pero tú tenías que preferir tu libertinaje!
Asmita apretó los dientes con fuerza, intentando pensar en qué hacer.
- ¡Pero ésto se termina aquí y ahora!- Siguió Aspros, comenzando a concentrar todo su cosmos en su mano.- ¡Si no eres mío, no eres de nadie!. ¡Te prefiero muerto antes que con otro!
Asmita se prepara para recibir el ataque, pero ese momento nunca llegó.
De forma inesperada, Defteros logró incorporarse y derribar a Aspros, empezando una pelea entre ambos hermanos.
Asmita sabía que para Defteros no iba a ser nada fácil seguir adelante, quizás jamás lo perdonaría por lo que estaba a punto de hacer... Pero no había otra opción.
- ¡Defteros!
El Delta de inmediato notó las intenciones de Asmita, y con todo el dolor de su corazón, asintió, sin lograr contener las lágrimas que emergieron de sus ojos.
Aspros, aún con toda su fuerza, y su decisión a acabar con todos, no fue rival contra dos fuertes cosmos como los de Asmita y Defteros, terminando en una humillante derrota, y su muerte como consecuencia.
Asmita no pudo resistir más y terminó colapsando, desplomandose en el suelo.
Defteros corrió hasta donde su hermano estaba moribundo, con la mirada perdida, llena de lágrimas y con un evidente sentimiento de arrepentimiento y horror.
- ¡Aspros!- Sollozaba Defteros, mirando la herida en el pecho de su hermano.- ¡No!, ¡por favor resiste!... ¡Perdóname por favor!. ¡Yo sabía que tú querías a Asmita, y aún así me quedé con él!, ¡por favor perdóname. Yo no quería nada de esto!
En ese momento, Aspros finalmente lo comprendió y todo cobró sentido... Defteros era ese hombre al que Asmita había elegido... Al que había amado todo ese tiempo.
" Defteros... Asmita... ¿Qué hice?- Repetía en su mente Aspros una y otra vez, contemplando con horror los flashes en su memoria.- No... ¿Por qué lo hice?... Asmita, por favor perdóname. Perdóname por favor, he perdido la razón... Y ahora mi hermano y tú pagarán las consecuencias... Lo siento... Perdón."
- ¡Aspros, por favor resiste!
- Per...dón.- Pronunció con dificultad, mirando suplicante a su hermano, tomando su mano con las últimas fuerzas que le quedaban.- Cui... Cuídalo... Por... Favor.
Esa fueron las últimas palabras que Defteros escuchó de su hermano, antes de verlo morir en sus brazos.
- ¡Aspros!
Defteros lanzó un fuerte y desgarrador grito de dolor que conmocionó a todos los santos dorados que finalmente habían conseguido llegar al lugar, topándose con esa escena tan grotesca como trágica.
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