II Acto: Soulmate [🌋 Defteros x Asmita 📿]
Sus caminos se cruzaron hace años, cuando Asmita llegó al Santuario. Aún recordaba cómo en ese entonces, todos los demás santos dorados lo juzgaron demasiado rápido, siendo muy injustos y severos a su parecer.
Aspros le dijo que se mantuviera al margen, pero bueno, no era como que pudiera hacer otra cosa.
Aún así, al final la curiosidad pudo más, y terminó acercándose al templo de Virgo, escondiéndose en las sombras, observando a aquel Omega a lo lejos por un par de días, hasta que lo descubrió.
- No sé cómo sean las cosas aquí, pero de dónde vengo, es muy grosero espiar a un Omega.
Esas fueron las primeras palabras que escuchó de Asmita, sobresaltandolo y sacándolo de su escondite.
- ¿Quién eres?
- Y-Yo...
Intimidado era poco para describir lo que ese niño Omega le hacía sentir. Su voz era dulce y pacífica, pero segura y decidida, capaz de doblegar a cualquiera. El cosmos que emanaba no se parecía a ninguno que hubiera logrado percibir antes, era más fuerte, como una caja de Pandora. Y además, ese aroma... Era dulce y suave, floral y fresco, pero por alguna razón, lo hacía sentir sin fuerza ni voluntad alguna.
- Disculpa mis modales.- Rió levemente el rubio después de unos segundos.- Soy Asmita, santo de Virgo desde hace un par de días. ¿Y tú?, no recuerdo haber sentido tu presencia antes.- Añadió, agachándose a su altura, ofreciéndole su mano.
Quizás era solo imaginación suya, pero el aroma que anteriormente lo hizo sentirse como un insecto que corría riesgo de ser aplastado en cualquier momento, ahora lo hacía sentir una extraña calidez, seguridad y confort. Lo más parecido era cuando hablaba con su hermano antes de dormir.
- ¿Y bien?
- D-Defteros.- Tartamudeó nervioso, temblando al sentir la suave mano del Omega sobre la suya.
- Tranquilo, no muerdo.- Sonrió el rubio.- Y dime, Defteros. ¿Qué te trae por aquí?
De una forma inexplicable, fue incapaz de mentirle a Asmita, y sin poder evitarlo, terminó diciéndole absolutamente toda la verdad. Cómo sintió curiosidad por verlo, porqué no podía ser visto, y lo impresionado que se sintió por el cosmos que habitaba en él.
Asmita permaneció en silencio, escuchando todo, y cuando Defteros terminó de contarle su historia, solo sonrió, pareciendo satisfecho con su respuesta.
- Bien, ahora comprendo.- Asintió con una sonrisa.- En ese caso, eres bienvenido en Virgo cada que lo desees.
Así fue como comenzó su amistad. Al inicio siguió limitándose a observar desde la seguridad de las sombras, pero poco a poco fue acercándose cada vez más, hasta que ir casi todos los días por las tardes a conversar, y acudir sin falta todas las noches a tomar algo de té con Asmita, se volvió una rutina para él.
Asmita le contó todas las reglas que estaba forzado a seguir solo por ser el elegido para portar la armadura de Virgo, lo injustas que le parecían, y como deseaba romperlas apenas tuviera oportunidad. Defteros no sabía exactamente qué decirle, y se limitaba a escucharlo.
Por años fue el confidente de Asmita, enterándose con lujo de detalle, absolutamente de todas sus aventuras y múltiples romances. Todas las veces que rompió las reglas de Virgo, y como jamás sintió remordimiento alguno por ello.
Al inicio, escuchar todo eso era bastante incómodo para Defteros, quizás porque sin ser del todo consciente, había desarrollado ciertos sentimientos por él, y saberlo en brazos de otros era como un pequeño rasguño a su alma.
El punto de quiebre, fue cuando durante una de sus veladas secretas, Asmita le dió un pequeño y corto beso en los labios.
Defteros se alteró demasiado y huyó tan rápido como pudo. Sus emociones eran un torbellino fuera de control. Asmita había roto su voto de castidad, no había nada qué perder ya, pero él no quería ser uno más de sus amantes. No quería perderlo, no quería pasar a ser solo un número más para Asmita... Sí, había caído ante los encantos de Asmita, estaba profunda y locamente enamorado de él. Pero no tenía la menor idea de cómo proceder ante toda su situación, y prefirió alejarse todo lo posible.
Pasó días sin ir a Virgo, ocultandose y evitando a Asmita, hasta que dos semanas después, no fue lo suficientemente rápido y Asmita lo confrontó en el bosque.
Para su sorpresa, Asmita no le recriminó nada, y simplemente se disculpó por haber hecho eso, y le pidió olvidar ese acontecimiento.
No pudo decirle que no a ese Omega, así que, tratando de callar y controlar sus sentimientos, aceptó las disculpas de Asmita, y volvieron a su rutina de siempre.
Asmita jamás volvió a tocar el tema, y gracias a eso, al poco tiempo lograron seguir como si ese beso nunca hubiera ocurrido. Pero Defteros no podía olvidarlo, y de vez en cuando, su mente lo traicionaba.
Enterarse de la nueva aventura de Asmita, ésta vez con Aspros, fue un golpe bastante fuerte para su frágil e inexperto corazón.
- ¿Te molesta que salga con tu hermano?- Preguntó Asmita, con genuina preocupación.- Por favor, sé sincero. No quiero que haya malos entendidos entre nosotros.
- No... ¿Por qué debería?- Respondió, mordiéndose internamente el labio, mientras sus ojos escocían.- Ya debo irme.
Asmita solo suspiró y asintió. Parecía agobiado, pero Defteros sentía que si decía una sola palabra, iba a romper en llanto, y no quería que Asmita se diera cuenta. Así que solo se retiró tan rápido como pudo.
Esa noche, Asmita se quedó sólo en Virgo, dando vueltas en su cama, con una pequeña sensación de culpa carcomiéndole la conciencia.
Sentía algo por Defteros, pero era algo completamente diferente a lo que sentía por cualquier otro de sus amantes en turno. Sí, lo deseaba, mataría por dormir en sus brazos, moría por devorarlo a besos... Pero también deseaba hacerlo sentir seguro, protegerlo de todo mal, cuidarlo, hacerlo sentir amado... Demonios, por él sería capaz de mandar al diablo a todos sus amoríos si así se lo pedía.
Aspros... Dioses, ni siquiera él podía creer lo que había pasado. Era el último día de su celo, era perfectamente consciente de sus acciones, sabía lo que estaba haciendo y lo que pasaba. Tenía apenas unas semanas de haber retomado su amistad con Defteros, aún luchaba por hacerse a la idea de que no era correspondido. Aún se sentía a prueba de Defteros, y se acostaba con su gemelo...
Quizás fue demasiado estúpido de su parte dejarse llevar por ese sentimiento mundano de despecho, y tratar de llenar el hueco que le provocó el rechazo de Defteros con alguien parecido a él. Pero ¿a quién quería engañar?, Aspros no era ni un poco parecido a Defteros. No, eso no sería posible ni en mil años.
Defteros era un Delta orgulloso de serlo, alguien que aceptaba su naturaleza aún con todas las desventajas que acarreaba. Era un hombre con un corazón puro y noble. Sincero, dulce, bondadoso y leal.
Y Aspros... Aspros era alguien que no se aceptaba ni a sí mismo. Un mentiroso descarado, capaz de incluso negarse a sí mismo con tal de alcanzar sus objetivos. Era un hombre con un corazón podrido, consumido por la envidia, la avaricia y el orgullo. Egoísta, arrogante y desleal.
Simplemente no había punto de comparación alguno entre ambos. Uno era la luz y el otro la oscuridad, uno era la bondad y el otro la maldad pura.
Entonces, ¿por qué cedió a Aspros?, ¿por qué lo sedujo?, ¿por qué aceptó pasar el celo con él?... Fue un verdadero idiota, y ahora estaba con las manos atadas, entre la espada y la pared... Aunque, quizás podía estar equivocado...
Finalmente, decidió mantener en pie su nueva relación con Aspros. Tenían un acuerdo de discreción y no exclusividad. Así que intentó seguir su vida como siempre. Un amante diferente cada semana, algunos mejores que otros, y solo el celo con Aspros.
Decir que el Delta— Sí, Asmita de inmediato se dió cuenta de la mentira de Aspros sobre su casta, pero fingió que no—, no era bueno en lo que hacía. Tenía que admitir que era una buena compañía para el celo, uno de los mejores fácilmente, y vaya que había contendientes fuertes. Pero solo eso, en todo lo demás era una completa pérdida de tiempo y apenas terminaban, se alejaba y procuraba evitarlo a toda costa. Pero Aspros era insistente y no lo dejaba ir tan fácilmente.
La situación era agobiante, pero hasta cierto punto, tolerable, hasta que un día todo se salió de control.
No estaba en sus días de celo, ni siquiera estaba en busca de compañía. Simplemente se encontró de casualidad con Kardia en el pueblo y el santo de Escorpio le regaló una manzana. Se sentaron a conversar tranquilamente, aunque debía admitir que con unos discretos coqueteos. Al final del día, Kardia era uno de sus amantes, consciente de que no era el único y que no tenía problema con ello, ya que Asmita tampoco era el único en su vida. Fuera de las sábanas, tenían una buena relación de amistad.
Estaba tan tranquilo, hasta que sintió un cosmos conocido cerca; Aspros. Rápidamente se dió cuenta de que estaba enfadado, su cosmos estaba inestable y a nada de salirse de control.
El Delta apareció "casualmente", diciéndole que el Patriarca lo había mandado a llamar, mientras lo jalaba del brazo con algo de fuerza, alejándolo de Kardia.
- Oye, ¿qué mierda te pasa?- Reclamó el Alpha del octavo templo al ver las acciones de Aspros.
- Solo lo ayudo a caminar.
- Por si no te has dado cuenta, es perfectamente capaz de caminar por su cuenta.- Recriminó Kardia, más enfadado.- ¿Quién demonios te crees para tratarlo así?
Asmita sabía cómo era Kardia. Un Alpha impulsivo pero bastante noble, que no dudaría en saltar para defender a alguien. Y Aspros era un maldito desgraciado que muchas veces se dejaba cegar por su ira. Lo que menos quería era una pelea entre ambos.
- Ya basta.- Intervino.- Si el Patriarca mandó a un Santo dorado, debe ser algo importante.- Añadió.- Nos vemos después, Kardia.
De inmediato se alejó con Aspros, hasta llegar a las doce casas. En el camino, el Delta lo sujetó con fuerza del brazo, jaloneándolo varias veces, hasta que llegaron a Virgo.
- ¡¿Qué diablos pasa contigo?!- Le reclamó Asmita, soltándose del agarre.- ¡¿Acaso enloque-?!
Ni siquiera tuvo tiempo de terminar la segunda oración, cuando un golpe en su mejilla lo sorprendió.
- ¡Es lo que yo quiero saber!- Respondió Aspros al reclamo.- ¡¿Qué estabas haciendo con ese imbé-?!
Dejándose llevar por la ira, cómo pocas veces, Asmita le devolvió el golpe, haciéndolo callarse.
- ¡Lárgate de mi templo!- Sentenció el Omega, completamente furioso.
- A-Asmita... Yo...- Tartamudeó Aspros, mirando la marca en la pálida mejilla.- Lo siento, yo-
- ¡Lárgate!- Repitió el rubio, amenazando al contrario con su cosmos.- ¡No quiero volver a verte!, ¡si vuelves por aquí, te juro que no sales vivo!
- Asmita, por favor perdóname.- Lo escuchó sollozar.- Yo... Asmita...
Cuando sintió que Aspros le tomó la mano, Asmita terminó echándolo de su templo a la fuerza, ayudado por su cosmos.
El resto del día, lo pasó resguardado en su templo, pensando en todo lo que había pasado. No era la primera vez que Aspros tenía esa actitud, pero sí la primera vez que le daba un golpe.
Tenían unos seis meses de iniciar esa relación abierta. Y anteriormente habían discutido por los celos de Aspros. El Delta sabía que no era el único en su vida, y aunque lo negara, sus acciones delataban cuánto le molestaba verlo con otros.
Habían sido ya varias veces en las que cuando se encontraba hablando con otros Alphas o Betas, Aspros aparecía con la excusa de que el Patriarca lo llamaba, o cualquier otra variable. Las primeras veces solo le decía la excusa y se iban, pero poco a poco todo fue escalando, llegando a los jaloneos y agarres fuertes. Hasta llegar a los golpes ese día.
La noche cayó, y Defteros, cómo siempre, apareció cerca de medianoche. Y Asmita, cómo siempre, lo esperaba con té recién preparado.
- Asmita... ¿Qué te pasó?
Inevitablemente, Defteros se dió cuenta de la marca en su mejilla. Por el hormigueo que aún sentía, así como por la reacción del Delta, intuía que era visible y probablemente de una apariencia bastante fea.
- ¿Tan mal se ve?- Preguntó, intentando sonreír, pero incluso eso dolía.
- Es... Es muy grande, está en casi toda tu mejilla, y es de color violeta... Cómo el cabello de Kardia.- Respondió Defteros, tratando de describir la apariencia de la marca lo mejor que podía.
Vaya que sonaba a algo grave... Asmita finalmente suspiró, aceptando su derrota y procedió a contarle a Defteros lo ocurrido durante el día.
- ¿Aspros hizo eso?
- Sí.- Asintió, bebiendo un poco de té.- No te preocupes. Estaré bien.
Defteros no podía creer que su hermano hubiera sido capaz de hacer eso. ¿Golpear a un Omega por hablar con otro Alpha?, ¿por qué haría eso? Según lo que Asmita le había contado, Aspros estaba al tanto de que no era el único y estuvo de acuerdo, entonces ¿por qué reaccionaba así?
No podía entenderlo, pero en ese momento era más importante Asmita. Así que se dedicó a atenderle el golpe, poniéndole algo de agua fría para disminuir la hinchazón, y un ungüento que Asmita le había dicho que servía para aliviar el dolor.
El resto de la noche fue hablar de otros temas, intentando pasar ese trago amargo, hasta que Defteros tuvo que irse.
El día siguiente, Asmita se quedó en su templo todo el día, oculto en su habitación personal. Si alguien lo veía con ese golpe, tendría muchas explicaciones que dar, y no se le ocurría ninguna que no lo metiera en problemas.
Por la tarde recibió una visita inesperada, pero que de cierta forma, le brindó alivio y consuelo. Kardia se había quedado preocupado por él desde el día anterior, al no verlo comenzó a temer lo peor, y cuando vió que Aspros tenía un moretón en la mejilla y el labio inferior roto, no dudó en correr a Virgo para asegurarse de que todo estaba bien.
Asmita le contó todo lo que había pasado, asegurándole que estaba bien, un golpe no iba a matarlo. Pero también decidió ser sincero con él y confesarle las dudas que tenía respecto a sus sentimientos por Defteros, aunque sin decir el nombre del gemelo menor.
- Mira, Asmita, tú y yo sabemos que no cualquiera acepta mantener una relación abierta. La mayoría de las personas quieren exclusividad, y quizás eso sea lo que ocurre con ese Delta que dices.- Respondió Kardia.- Si realmente lo quieres, haz un último intento de decírselo y hablar entre ustedes. Pon en orden tus prioridades y decide si estás dispuesto a dejar todos tus amoríos por él. Y si la respuesta es sí, entonces listo. Quédate con él y sean felices.
- Vaya, quién diría que a veces das buenos consejos.- Bromeó Asmita.
- Mientras mandes al demonio al idiota de Aspros, lo que decidas está bien.
Ambos se rieron por unos segundos. Quizás Kardia tenía razón, así que decidió seguir sus consejos.
Esa misma noche, cuando Defteros apareció, Asmita decidió tomar valor y abrir su corazón con ese Delta que le había robado el corazón.
Defteros ésta vez no huyó, y se quedó a escuchar. Él también estaba enamorado de Asmita, pero no estaba seguro de que Asmita lo quisiera de la misma forma. Pero escuchar de sus labios que estaba dispuesto a cambiar sus hábitos y tomarse una relación en serio, lo hizo sentirse más seguro.
Fue un conversación bastante larga e incómoda, pero finalmente lograron llegar a una resolución. Decidieron intentar una relación, con acuerdo de exclusividad y yendo lento.
Asmita no dudó en aceptar, y aunque sabía que no sería del todo fácil, estaba dispuesto a ir al ritmo de Defteros.
Al día siguiente, el primero al que buscó para contarle la resolución, fue a Kardia, quién lo felicitó.
- Fue bueno mientras duró. Invítenme un día de estos, no me molesta compartir.- Bromeó Kardia.
- A tí no, pero a él sí.- Le devolvió Asmita la broma.- Gracias por todo, Kardia.
- No fue nada, Mita.- Sonrió el peli-violeta.- ¿Amigos normales entonces?
- Amigos normales.
Las siguientes conversaciones no fueron demasiado diferentes. A decir verdad, todos se tomaron bastante bien la noticia, e incluso le dieron ánimos y desearon felicidad... Hasta que fue el turno de hablar con Aspros.
- ¿Qué demonios estás diciendo?- Pronunció el Delta, con una voz que reflejaba incredulidad mezclada con una ira reprimida.
Asmita no pronunció una sola palabra. No podía ver a Aspros, pero sentía como su cosmos se ponía cada vez más violento, amenazando con salirse de control en cualquier momento.
- ¡Ni hablar!
- No fue una pregunta, fue un aviso.- Replicó Asmita tranquilamente.
- ¡Inténtalo y verás lo que te pasa!- Asmita se dió cuenta del golpe que Aspros intentó acertarle en el rostro, y ésta vez logró bloquearlo.- ¡Le diré a todos de tu falta a Athena!, ¡de cómo te metiste con todo el Santuario!
- Házlo, y yo me encargaré de que te den la pena máxima por abusar de un Omega.- Respondió el rubio, soltándole la mano, fijando su mirada brumosa en el contrario.- ¿Qué diría el Patriarca si descubre que el Omega de Athena fue atacado en su propio templo?, ¿qué crees que pensará Athena cuando se entere que uno de sus Santos dorados, no solo mintió sobre su casta por años, sino que también tuvo el descaro de aprovecharse de su Omega mientras estaba completamente indefenso durante el celo, para violarlo en el más sagrado de los doce templos?
Aspros se quedó callado. Pensaba que Asmita no había notado su engaño, pero todo lo demás era mentira. Jamás lo forzó a absolutamente nada.
- No le pongas a prueba, Aspros. Se necesitan dos para bailar una pieza.- Añadió Asmita, dando media vuelta.- ¿A quién crees que le van a creer Athena y el Patriarca?, ¿al intachable y casto santo de Virgo, el más sagrado y respetado de los doce dorados, o a un Delta mentiroso?. Tú decide si quieres correr el riesgo.
Después de lanzar esa última amenaza, Asmita se retiró, dejándolo con todas las palabras en la boca. Quizás sintiendo más emociones de las que quería admitir.
Asmita no le dió más importancia y se marchó a su templo, dónde esperó pacientemente a que llegara la noche, junto a su nuevo y ahora único amante.
Decidió omitir su conversación con Aspros y solo hablar de temas más calmados, mientras bebían algo de té. Esa noche se dedicaron únicamente a conversar y compartir horas bastante agradables entre los dos.
Defteros le dijo que Aspros había salido del Santuario por la tarde, y no parecía que fuera a volver pronto. Asmita sabía de sobra la razón, pero no quería alterar a Defteros, tenía a Aspros bajo control después de todo. Pero le ofreció quedarse a dormir, y Defteros, aunque se negó al principio, terminó aceptando.
- ¿Pasa algo?- Preguntó con una pequeña sonrisa al sentir la mirada de Defteros sobre él.
- Nada... Solo... Pensaba.- Respondió algo nervioso el Delta.- Aún no puedo creer que todo ésto sea real.
Asmita sonrió enternecido, para después abrazarlo por los hombros y recargarse en su pecho, acurrucándose.
- Tranquilo. Iremos a tu ritmo.- Susurró el Omega, acariciando el rostro ajeno.- Poco a poco. Todo será a su tiempo, cuando te sientas listo.
- Yo... ¿Puedo... Besarte?
- Sí.
Definitivamente, Defteros era diferente en todos los aspectos a todos los demás amantes que había tenido en toda su vida. Y eso era lo que le fascinaba y adoraba de él.
Un beso pequeño, tímido y algo torpe por la inexperiencia. Pero el más dulce que jamás había sentido en toda su vida. Sin segundas intenciones, sin malicia alguna, puramente lleno de amor, cariño, dulzura y respeto.
Defteros no estaba seguro ni siquiera de dónde poner sus manos, pero a Asmita, lejos de molestarle, le provocó una ternura enorme. Con delicadeza, le tomó de la mano, colocándola en su cintura, indicándole que podía abrazarlo. Y la otra la enlazó con la suya, buscando brindarle seguridad y confianza a su Delta.
- No sabía que besabas tan bien.- Sonrió Asmita, haciendo sonrojar al moreno.- ¿Puedo abrazarte mientras dormimos?
- S-Sí.- Accedió Defteros, sintiéndose aún algo tímido.
Asmita se encargó de abrazarlo durante la noche, sintiéndose feliz de al fin tenerlo a su lado de la forma en que quería. Sabía que el camino iba a ser largo y lento, pero sabía también que valía la pena y que estaba dispuesto a caminarlo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro