Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Hoja en blanco [⚔️Cid x Sísifo🏹]

Hace años que lo vió por última vez. En ese entonces eran apenas unos niños de no más de 12 años, cuando tuvieron que despedirse. Pero su recuerdo seguía vivo en él como el día de su partida. Aún recordaba cuánto quiso a ese Omega, cuánto lloraron, cuánto se querían, todas las promesas que se hicieron y cuánto lo extrañó todo ese tiempo.

Por su parte, el Omega aún recordaba esos afilados ojos oscuros. No había diferencia alguna entre el niño del que se despidió y el hombre que tenía enfrente ahora.

Jamás fue capaz de dimensionar que ese tren se llevaría en ese viaje todas las promesas, los sueños, el amor y los anhelos que compartieron de niños. Nunca podría borrar de su mente el día que le dijo adiós, y la última promesa que ese Alpha le hizo, diciéndole: "Te amo", jurando volver por él apenas pudiera para casarse.

Él quiso creer en esa promesa, quiso aferrarse a esa ilusión, creer que volvería, pero cada día que pasaba, era como un golpe en su piel, intentando obligarlo a ver la realidad.

Aún dolía su pecho al recordar cuántas veces los amigos que tenían en común le preguntaban si sabía cuándo volvería, cómo al principio decía que no, pero confiaba en su palabra. Como su respuesta poco a poco fue cambiando, hasta que en los últimos años, con lágrimas en los ojos huía, sin lograr decirles nada.

Para Cid, lo que veía parecía irreal. Tenía apenas un día de haber vuelto a aquel pueblo de Grecia que abandonó hace quince años para mudarse junto con toda su familia a la capital, en busca de un mejor futuro.

Sísifo había sido su primer amor. El primer Omega que robó su corazón, el primero al que amó, y su motivación para poner todo su esfuerzo en sus estudios, soñando con volver por él, pedir su mano en matrimonio y cumplir las promesas que se juraron de niños. Pero apenas arribó a Rodorio, una noticia cruel apuñaló su ilusionado corazón.

- ¿Cid?, ¿eres tú?

- Tiempo sin vernos, Hasgard, Albafica.- Asintió, con una tenue y muy ligera sonrisa, saludando a aquel Alpha y Omega con quiénes mantuvo una amistad en su infancia.- No han cambiado nada.

- Lo mismo digo.- Sonrío el peli-blanco, estrechandole la mano.

- Qué sorpresa tenerte por aquí.- Mencionó Albafica.- Jamás pensé que volveríamos a verte.

- Han pasado muchas cosas estos años, pero mi objetivo siempre fue volver.- Comentó.- Le prometí a Sísifo que volvería.

Apenas mencionó la última frase, la expresión relajada de sus dos amigos de la infancia cambió drásticamente a una que se balanceaba entre la seriedad y la incomodidad. Cid sentía que algo andaba mal, pero no entendía qué, hasta que Hasgard habló.

- ¿No lo sabes?

Le fue imposible no arquear una ceja, mostrándose confundido por esa pregunta.

- Sísifo se casó hace un mes.- Soltó Albafica sin darle más vueltas. No había forma de suavizar algo así, mejor que lo supiera de una vez.

Esas palabras resonaron con fuerza en su mente, igual que un eco en una cueva. Albafica y Hasgard se encargaron de calmarlo y contarle esa historia, poniéndolo al tanto de todo lo ocurrido en su ausencia.

Así había terminado en esa situación, con un Sísifo impactado y los ojos llenos de lágrimas mirándolo. Había decidido ir a confirmar por si mismo lo que Hasgard y Albafica le habían dicho, quizás negandose a aceptar la triste realidad, pero ahora, ahí estaba, frente a sus ojos.

Estaban frente a frente, cómo hace años, cuando se despidieron. La diferencia es que ahora eran dos adultos, con tantas cosas que decir y sus voces quedándose atrapadas en sus gargantas.

Cid se dió cuenta del anillo en el dedo anular de la mano izquierda, que portaba Sísifo, un anillo de matrimonio... Entonces era cierto. Había llegado tarde.

No soltó una sola lágrima, no dijo una sola palabra, y no hizo gesto alguno, solo agachó la cabeza, manteniendo la mirada en el suelo.

- ¿Qué haces aquí, Cid?- Cuestionó el castaño al ver su silencio

- Venía a cumplir mi promesa.- Respondió con una falsa calma.- Pero... Por lo visto, llegué tarde.

Sísifo sintió un nudo apretandole la garganta, haciéndolo soltar unas lágrimas traicioneras. Tantos años sufrió por la partida de ese Alpha, tanto lo extrañó, tan difícil que fue olvidarlo y seguir... Y ahora, reaparecía en su vida como si nada.

- Sísifo, sé perfectamente que no tengo derecho a pedirte nada.- Suspiró el Alpha.- Solo dime algo, por favor.

- ¿Qué?- Preguntó el Omega con un frágil hilo de voz.

- Mírame, y dime que ya me olvidaste.- Pidió el azabache, tomando por sorpresa al castaño.- Es todo lo que necesito para dar por cerrado este capítulo en mi vida.

No iba a insistir ni a forzar a Sísifo a nada. Era un Omega casado ahora después de todo, y él no iba a meterse en un matrimonio. Estaba dispuesto a marcharse con los ojos llenos de lágrimas, seguir con su vida, y dejar a Sísifo seguir con la suya. Pero necesitaba oírlo de su boca, porque quizás solo así, su terco corazón entendería.

Sísifo sintió su corazón oprimirse al escuchar la petición de Cid. Sabía que esas palabras iban a ser como una puñalada en el ya destrozado corazón del Alpha, pero era necesario.

- Lo lamento mucho, Cid.- Murmuró, limpiandose las lágrimas.- Te amé, te quise demasiado, y te esperé... Pero tienes que olvidarte de mí.

Pasó años sufriendo por Cid, esperando recibir una carta, alguna visita sorpresa, cualquier indicio de esperanza de que él volvería... Pero nunca llegó nada, destrozando poco a poco su corazón, de una forma tortuosamente lenta, muriendo despacio en agonía.

Pero en medio de todo ese dolor, llegó a su vida una pequeña luz de esperanza para aliviar su dolor.

Defteros, un Delta que llegó a Rodorio junto a su hermano hace un par de años. Ese Delta había sufrido la misma pena que él, al tener que dejar ir a su amor, quién se vió obligado a casarse con otro. Una desafortunada situación demasiado dolorosa, que lo hizo preferir abandonar ese lugar y buscar un nuevo horizonte.

Ambos se conocieron y curaron sus heridas mutuamente, hasta que sin darse cuenta, terminaron enamorados, y posteriormente, haciendo una vida juntos.

- Te quise, Cid. Pero yo no iba a detener mi vida por ti.- Siguió Sísifo, tratando de recobrar la calma.- Tengo a alguien más en mi vida, y no tengo espacio para ti.

- Entiendo.- Asintió Cid, manteniendo su fría expresión, aunque por dentro estuviera hecho pedazos.- Comprendo que es muy tarde, y aunque no puedo negarte que me muero... Acepto tu decisión. Adiós, y buena suerte, Sísifo.

- Que tengas suerte en tu vida, Cid.- Suspiró Sísifo, dándole la espalda. No quería verlo marcharse de nuevo, era como revivir aquel doloroso recuerdo de su pasado.


Cid no dijo nada más, y comenzó su andar sin un rumbo fijo. Sí, aceptaba su culpa. También aceptaba la decisión de Sísifo, y aceptaba su derrota. Pero nada impediría que sus sueños le trajeran de vuelta por unos instantes esos momentos de su infancia que tanto atesoraba. Ni tampoco habría fuerza que impidiera a su alma encontar un triste canto por cada paso que daba, mientras se alejaba nuevamente, y ésta vez para siempre de Sísifo. Así como no existiría poder alguno que hiciera cesar su llanto al saberse sólo, y con el Omega que amaba en brazos de otro hombre.

Sus pasos lo llevaron hasta la solitaria costa, dónde pasó tantas tardes en su niñez. Se sentó en la orilla, sobre la dorada arena, únicamente contemplando las olas ir y venir.

No podía evitar preguntarse si Sísifo lo recordaría cómo él hacía. Si acaso aún vivían en su memoria todas sus vivencias juntos y promesas, y ese dulce y tierno amor de tantos años.

Quizás era patético. Llorar en la costa, lamentando su suerte y condenandose a sí mismo por sus errores. ¿De qué había servido tanto esfuerzo al final?, de nada le servía todo su éxito, si no tenía con quién compartirlo. Ahora que el que consideraba el amor de su vida se había casado.

Se perdió por completo en sus pensamientos, hasta que una voz desconocida lo sacó de su ensoñación.

- ¿Todo está bien?

- No es nada.- Respondió, tallandose la cara.- Cosas que pasan.

El desconocido parecía preocupado por él, incluso le ofreció un pañuelo para secarse las lágrimas. Cid no estaba de ánimos para renegar, y aceptó la compañía.

No sabía bien porqué, quizás solo quería desahogarse. Pero terminó contándole su historia a aquel hombre, que por su aroma, dedujo se trataba de un Delta.

Al final, ambos resultaron no ser tan diferentes. Al parecer, no era el único con mala suerte en el amor. Aquel Delta había pasado por una desdicha similar a la suya hace años, cuando tuvo que ver al Omega que amaba casarse con otro. Todo por culpa de las clases sociales y las castas.

No era habitual en Cid, pero se permitió llorar enfrente del Delta, cuyo nombre resulta ser Defteros, recibiendo consuelo de su parte, así como algunos consejos.

Defteros le contó un poco de cómo había superado ese trago amargo, y como ahora estaba felizmente casado. Pero cuando escuchó el nombre del Omega, no supo si reír o llorar por la enorme casualidad, que parecía más bien una broma cruel del destino.


Así que Defteros era quién había sanado las heridas que sin ser consciente, dejó en el corazón de Sísifo...

- Gracias, Defteros.- Agradeció con una tranquila sonrisa.- Realmente me sirvió hablar contigo.

- No fue nada.- Respondió el Delta.- Yo habría deseado que alguien tuviera una conversación así conmigo cuando estuve en tu lugar.

Ahora entendía porqué Sísifo se había casado con él. Defteros parecía ser un buen hombre.

- Ya debo irme. Mi tren sale en menos de una hora.- Comentó.- Un placer conocerte.

- Igualmente. Cuando vuelvas, podemos ir a tomar algo.- Ofreció amablemente el moreno.- Deberías venir a cenar a casa algún día. Mi Omega tiene un talento increíble para cocinar.

Vaya que lo sabía. Sísifo siempre adoró cocinar, desde que eran apenas unos niños. No era muy prudente aceptar una invitación así, pero solo sonrió y asintió.

Sin más, se despidió de su nuevo amigo, antes de partir a la estación y abordar el tren que lo llevaría de vuelta a su hogar. Volviendo derrotado, pero con la frente en alto.

Sísifo ya no podía volar a su lado, pero sus sueños se irían con él.

•=•=•=•=•=•=•=•=•=•=•=•

Pues nada, porque me encanta aferrarme a las cosas, sigo con el Challenge de las canciones. Ahora con el prompt "canción que recién conociste y no puedes dejar de escuchar." Siendo "Hoja en blanco", la versión de Majo Aguilar.

La verdad, no tenía ni idea de la existencia de esta canción hasta hace unos días, y al ponerme a investigar, descubrí que la versión original es un dueto. Así que, tomando en cuenta eso, y que me quedó clavada la espinita por Cid en la última parte de la mini-historia anterior, dije: "De aquí soy". Y salió ésto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro