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Hanahaki [🐉KanonxMilo🦂]

Sangre...

Pétalos...

Flores...

Una mezcla asquerosa que cubría todo el lavabo y suelo del baño de su casa, mientras luchaba inútilmente por sacar todos aquellos pétalos y flores que lo asfixiaban.

Cada vez le era más difícil respirar. Esas flores habían invadido por completo sus pulmones, los tallos se encajaban y enredaban cada vez más en sus órganos, incluso podía sentir como las hojas le producían cortes internos en cuanto tejido hubiera a su paso... Estaba a punto de desmayarse, si no hacía algo, terminaría muriendo ahí.

Tomó su teléfono, arrastrándose, y haciendo un esfuerzo sobrehumano, marcó un número.

No tardaron en contestar la llamada, preguntándole si todo estaba bien una y otra vez... Quería hablar, quería gritar que necesitaba ayuda, pero los pétalos y la sangre se lo impedían.

- Milo, ¿qué pasa?, ¿estás bien?

Escuchó la desesperada voz de Kanon preguntándole qué ocurría.

- ¡Ayúdame por favor!

Fue lo único que pudo gritar, antes de que la necesidad de toser lo invadiera, para después perder la conciencia.

[...]

Para cuando despertó, se encontraba en lo que reconoció como un cuarto de hospital, todo a su alrededor era completamente blanco, desde las paredes, hasta la sábana que lo cubría.

Podía escuchar el pitido de un respirador artificial. Quiso hablar para llamar a alguien, pero rápidamente notó el tubo en su boca.

Al parecer, sus pulmones ya eran incapaces de respirar por sí mismos, y ahora dependía de una máquina para no morir.

No podía hablar, no había nadie en la habitación. Así que no podía hacer nada más que esperar a que alguien apareciera.

[...]

Mientras tanto, justo fuera de la habitación, dos hombres protagonizaban una acalorada discusión, siendo contenidos a duras penas por otros más.

- ¡Tienes que hacer algo, Kanon!

- Camus, cálmate por favor.- Dijo otro jóven, de cabellos negros, sujetándolo por la cintura.

- ¡No me pidas que me calme en ésta situación, Shura!- Respondió el francés, con lágrimas en los ojos.- ¡Que Milo se esté muriendo es tu culpa!

Kanon bajó la mirada ante la acusación de Camus, respirando profundamente antes de responder.

- Ya te dije que no puedo hacer lo que quieres, Camus.- Responder finalmente.- Estoy casado, y no voy a dejar a mi esposa por nadie.

- ¡Eres un maldito desgraciado!- Gritó Camus, intentando lanzarse sobre Kanon.- ¡Milo siempre te apoyó en todo, ¿y es así como le pagas?!, ¡¿te lavarás las manos y simplemente lo dejarás morir?!

- ¡Aunque haga lo que quieres, no va a funcionar, Camus!- Gritó Kanon, ya harto de la actitud del galo.- Sabes tan bien como yo que así no funcionan las cosas. Él está enfermo de Hanahaki, y solo hay dos formas de salvarlo: Una es que su amor sea correspondido. Pero yo no lo amo de la forma que él a mí, así que esa opción no sirve de nada.

Camus estaba por gritar nuevamente, pero Kanon se adelantó.

- Así que para él solo queda la cirugía para extirpar las flores.- Remató, intercambiando miradas filosas con Camus.

- Él no quiere la cirugía.

- Hablaré con él para que acceda.- Respondió Kanon.- Es lo único que yo puedo hacer.

Camus intentó replicar y lanzarse sobre Kanon, pero el resto de los presentes se lo impidió.

- Camus, es lo mejor.- Dijo Afrodita, ganándose una mirada asesina de Camus.- Sabemos el precio a pagar por la cirugía, sabemos que al realizarla, él perderá la capacidad de amar. Pero si el amor no es correspondido genuinamente, no sirve de nada... Y no sé tú, Camus, pero yo prefiero a mi amigo vivo, aún si es incapaz de volver a amar, que verlo en un ataúd, muerto de amor.

Camus no resistió más, y rompió en llanto, siendo consolado de inmediato por su pareja y sus amigos.

Les llevó unos minutos calmar a Camus, pero apenas el galo fue capaz de pronunciar más de dos palabras sin quebrarse, le dirigió unas palabras a Kanon.

- Habla con él... Dile que se opere...- Murmuró.- ¡Entra a ese maldito cuarto y díselo antes de que yo te mate a golpes!

Kanon respiró hondo, y después giró la perilla para entrar a la habitación. No lo hacía por tenerle miedo a Camus, lo hacía por el aprecio que le tenía a su amigo, Milo, y porque no quería verlo morir.

Entró y cerró la puerta, para después comenzar a caminar hacia la camilla dónde Milo se encontraba. Cuando se acercó, se percató de que Milo estaba despierto.

- Hola.- Dijo, intentando sonreír. Juraría que vió brillar los ojos de Milo, y también vió como el peli-morado intentó responderle, sin éxito alguno a causa del tubo en su boca.- No te esfuerces. Sin ese tubo ya estarías muerto.

Milo bajó la mirada, y después asintió.

- Milo, tenemos que hablar.- Dijo Kanon, quedándose cerca de Milo.- Milo, por favor acepta hacerte la cirugía.

Vió a Milo mover la cabeza de un lado a otro, rápidamente, en señal de negativa.

Kanon ya se veía venir aquella reacción, pero tenían las horas contadas. No quería recurrir a aquello, pero no tenía tiempo para convencer a Milo por las buenas, así que hizo uso de aquel crudo discurso.

- Milo, no te amo... No de la forma en que tú lo haces.- Inició, sujetando la mano de Milo.- Eres mi mejor amigo y te aprecio, pero solo eso. No te veo de la forma en que tú me ves a mí, no te amo de la forma en que tú me amas, no puedo corresponderte.- Añadió, y sintió a Milo apretar su mano.- Milo, no quería decirte nada, pero creo que ya es hora de que lo sepas. Yo también tuve Hanahaki hace varios años.

Vió a Milo abrir sorprendido los ojos, ya llenos de lágrimas. Sintió su corazón estrujarse, pero continuó.

- Milo, ¿recuerdas las flores que te regalé cuando me fuí a Austria?

Milo asintió cómo pudo, con pequeñas lágrimas recorriendo sus mejillas. Vaya que recordaba aquellas flores: unas hermosas gardenias rojas.

Cuidó esas flores con todo su amor, y después de un tiempo, crecieron tanto que ya no tenían espacio en la pequeña maceta, y las trasplantó a su jardín, dónde crecieron fuertes y sanas, hasta formar un enorme y frondoso arbusto que florecía todo el año.

- Milo, esas flores no eran una flores ordinarias.- Dijo Kanon.- Esas flores crecieron en mis pulmones, y casi me matan.

Milo se sorprendió. Cuidó de esas flores por su admiración hacía Kanon, pero jamás imaginó que Kanon le obsequiara algo así.

- Milo, tuve Hanahaki por un amor no correspondido...- Suspiro el peli-azul.- Y ese amor era el tuyo.

El peli-morado quería decir tantas cosas, que se frustró rápidamente por el tubo en su garganta, incluso intentó sacarlo, pero Kanon se lo impidió, inmovilizándolo rápidamente.

- ¡Milo, escúchame por favor!- Pidió Kanon, comenzando a asustarse.- En ese entonces, tú estabas con otras persona... Jamás me habrías correspondida... Y yo... Yo no quise hacerte sentir culpable de ninguna manera, ni forzarte a dejar tu relación y amarme... Porque sabía que eso de nada servía... Así que arreglé todo lo necesario para operarme en Austria, sin que absolutamente nadie sospechara. Es verdad que obtuve un puesto en Viena, así que lo usé para encubrir lo que pasaba, y me operé allá... El resto es historia.

Milo lo miraba, con los ojos llenos de lágrimas, y Kanon sabía bien porqué.

- No te preocupes ni sientas lástima por mí, Milo.- Le dijo, acariciando su mejilla para calmarlo.- En Austria encontré a alguien igual a mí, sobreviviente del Hanahaki, condenada a ser incapaz de volver a amar... No nos amamos de la forma en que lo hacen el resto de las parejas, pero somos capaces de entendernos y querernos a nuestro modo.

Milo apretó la sábana entre sus puños, mostrando su molestia, siendo conscientes de quién hablaba Kanon.

- Milo, sabes de quién hablo, y entiendo si te molesta, pero esa esa es la verdad.- Le dijo el peli-azul.- Por eso me casé con ella, y espero que entiendas que no voy a dejarla por nadie... Además... Está esperando un bebé mío.

Milo volvió a mover la cabeza de un lado a otro, mientras las lágrimas se hacían más gruesas, emitiendo sonidos guturales.

- Aunque te duela, esa es la verdad, Milo. Está embarazada, está espero un hijo mío y no voy a dejar a mi familia por tí, ni por nadie.- Dijo Kanon, intentando mantenerse firme. Vió los ojos de Milo cristalizarse completamente, y conociéndolo como lo conocía, supo de inmediato la pregunta que Milo le intentando hacer.- Ya te dije que a causa de la cirugía no soy capaz de amar a nadie, Milo, ella tampoco lo es. Pero ella estuvo ahí para mí cuando estaba solo, ella me mostró algo de cariño y cuidó de mí, ella no me juzga... Ella me entiende y yo a ella. Así que, ella me ama y yo la amo, a nuestra manera, pero nos amamos.

El rostro de Milo estaba empapado de lágrimas, y sus ojos parecían cascadas, torrentes de agua sin fin.

- Por favor no seas idiota, no desperdicies tu vida por algo que jamás va a pasar, Milo. Acepta la cirugía y continúa con tu vida.- Dijo finalmente Kanon, soltando a Milo y comenzando a alejarse.- Si yo pude hacerlo, e incluso conseguí una bella esposa, y en unos meses seré padre, tú también podrás.- Añadió, mientras se dirigía a la puerta.- Suerte, y adiós... Para siempre, quizás.

Después de pronunciar eso, Kanon salió de la habitación, dejando detrás a un desconsolado Milo.

Todos los que se encontraban afuera no tardaron en interrogar a Kanon sobre qué había pasado, especialmente Camus, pero Kanon se limitó a decir:

- ¿Por qué no le preguntan ustedes mismos?

Después de decir eso, Kanon abandonó el hospital sin mirar atrás. Todos los demás, entraron a la habitación, preguntándole a Milo qué había pasado.

Después de tratar de adivinar, Camus le entregó a Milo su teléfono para que pudiera escribir el mensaje que los alivió como destrozó por igual:

"Programen la cirugía cuanto antes.
Saquenme éstos malditos narcisos, no vale la pena soportarlos."

- Hablaré con los médicos.- Dijo Shura, para después salir junto a buscar al médico a cargo de Milo a toda velocidad.

Afrodita y Camus se quedaron el la habitación, mirando a Milo.

El peli-morado lloraba desconsolado. Sus ojos estaban rojos e hinchados por tanto llorar, sus mejillas estaban empapadas... Milo, en general, lucía completamente marchito, igual que una flor que se seca.

Se preguntaban ¿qué habría dicho Kanon para convencerlo, y para dejarlo llorando así?

Quizás era mejor no saberlo, y que esa información quedase únicamente entre Milo y Kanon.

Afrodita había visto las flores que estaban matando a Milo: Narcisos.

En el lenguaje de las flores, los Narcisos representaban caballerosidad, pero también egoísmo. No por nada, eran consideradas las flores del amor no correspondido.

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