Fantasía [🍎Kardiax📿AsmitaxYato🦄]
La escuela era de lo más aburrido. Siempre la misma rutina: levantarse temprano, ponerse el uniforme, desayunar, y salir corriendo. Al llegar, sentarse y tomar todas las malditas clases, hasta que el glorioso timbre de salida sonaba, anunciando el fin de la tortura de ese día.
En todas las clases se aburría como una ostra, y luchaba por no dormirse, rezando a todos los dioses que se le ocurrieran, que terminasen... Excepto en dos: deportes y filosofía.
Esas eran las mejores horas del día, lástima que solo las tuviera dos veces por semana, pero vaya que le encantaban. No por las materias, sino por los profesores que las impartían.
Los profesores nuevos, ambos jóvenes, recién graduados de la universidad, y sumamente atractivos, cada uno a su manera.
Asmita Laghari, el nuevo profesor de filosofía. Había tomado el lugar del antiguo profesor, Hakurei.
Y Kardia Areleous, el nuevo profesor de deportes. Había tomado el lugar del profesor Zaphiri.
Ciertamente, ese año hubo muchos cambios de profesores, varios se retiraban y le pasaban la antorcha a la siguiente generación. También el profesor Krest se había retirado, dejándole su lugar como profesor de literatura a un tal Degel Legrand. Pero ese no le interesaba, era demasiado amargado, igual que su antecesor.
Toda su atención fue para Asmita y Kardia desde el primer momento en que los vió... Bueno, la de todos en realidad. En su clase había más de una chica que suspiraba por alguno de los tres profesores nuevos, y habían habido varios intentos de coqueteo fallidos.
Cada profesor reaccionó a su manera. El señor Legrand no se tomó nada bien ese tipo de comportamientos y cuando recibió un sobre con una carta y el número telefónico de una alumna, no dudó en levantarse molesto de su escritorio, abandonar el salón de clases y reportar el incidente en la dirección. Averiguaron quién fue la responsable y recibió un citatorio para sus padres en la directiva. El resto, una llamada de atención para quién hiciera algo así. Desde entonces, nadie volvió a hacer nada de eso hacia el maestro de cabellos verdes, por temor a las represalias.
Kardia, por otro lado, y al contrario de Degel, parecía muy relajado ante esos incidentes, e incluso bromeaba al respecto, diciendo cosas como: "Si tanto les gusta estar con momias, estudien arqueología", "Lo siento, chicas, chicos, y todo lo demás, pero solo acepto citas y números telefónicos de personas mayores de 20 años" o "Me siento halagado, pero también aterrado. No me han seguido a casa, ¿verdad?"... Gracias a todo eso, el griego se había ganado el cariño de todos. Y aunque había chicas realmente persistentes, la mayoría había terminado por resignarse a tenerlo solo como un amor platonico.
Asmita, no reaccionó tan histérico cómo Degel, pero tampoco tan relajado como Kardia. Para empezar, el rubio tenía una discapacidad visual, y era casi ciego, así que la mayoría de sus clases eran con material auditivo y más dinámicas, dejándoles muy rara vez algo escrito. Pero eso no fue impedimento para que sus admiradoras le lanzaran alguna indirecta en medio de alguno de los debates o mesas redondas que el proceso organizaba en sus clases. Aún así, el rubio mayormente les restaba importancia y continuaba con su clase, a menos que fueran comentarios demasiado pesados o vulgares, en ese caso, se ganaban un pase directo a la oficina del director.
Yato solo los miraba y admiraba en silencio. Asmita le parecía alguien admirable, ya que a pesar de tener una discapacidad, había logrado llegar a ser profesor y adaptar las clases a su manera. El rubio era sumamente inteligente, de eso no cabía duda. Pero también tenía un aire de arrogancia mezclado con carisma, que junto a su bella apariencia física, lo hacían irresistible.
Kardia, por su parte, era alguien extremadamente jovial, y que parecía vivir bajo el lema de "solo se vive una vez". Era fácil tomarle confianza y desear pasar tiempo con él, ya fuera en su clase, o conversando durante el almuerzo. No era raro que Kardia prefiriera almorzar en el patio, en compañía de sus estudiantes, en vez de la sala de profesores. Incluso ya tenía su propia mesa, y siempre recibía a cualquiera que quisiera sentarse con él. Incluso el propio Asmita aparecía de vez en cuando en esa mesa.
Al inicio se negaba a creer que se sentía atraído por los jóvenes docentes de la misma forma que todas las chicas de su clase, pero al final terminó resignándose y aceptandolo. No se consideraba homosexual, pero si se le presentara la oportunidad de salir con alguien como Asmita o Kardia, vaya que aceptaría sin dudarlo...
Bueno, fantasías de un adolescente de 14 años, en pleno crecimiento y con las hormonas alborotadas, al fin y al cabo. Nada de eso sucedería jamás.
Suspiró, con la mirada perdida en el patio de la escuela, pensando en todo eso. Ese día no tenía clase con Asmita ni con Kardia, pero sí con el odioso del "señor Legrand", y vaya que esa hora se le estaba haciendo eterna...
Degel no dejaba de hablar, y sentía que en cualquier momento iba a quedarse dormido. Cabeceó un par de veces, sintiendo que sus ojos querían cerrarse, hasta que escuchó al peli-verde alzar un poco la voz.
- Lo siento, chicos. Tengo que retirarme.- Anunció el profesor.- Terminen la lectura y hagan un reporte para la siguiente clase por favor.
Después de eso, Degel se retiró, y todos esperaron solo a qué estuviera lo suficientemente lejos para celebrar. Esa suerte no era de todos los días.
Yato se estiró un poco, y aprovechando que Sasha, la jefa de grupo habia quedado a cargo, pidió permiso para ir al baño. La chica no dudó en darle el permiso.
Era la última hora, así que antes de salir, guardó todas sus cosas, y dejó su mochila lista para solo tomarla e irse al volver.
Llegó hasta el baño, llevándose la sorpresa de que estaba fuera de servicio, y que fueran al de profesores. Lo único que le faltaba... Los baños para profesores estaban al otro lado de la escuela, pero ¿qué otra opción tenía?
A regañadientes, caminó hasta los baños, dónde apenas ingresó, escuchó un par de ruidos inusuales.
Había apenas dos cabinas, igual que en el de alumnos, pero usar los mingitorios era más práctico. Así que no le dió importancia y se centró en sus asuntos, o al menos eso intentó, hasta que los sonidos fueron imposibles de ignorar.
Al escuchar lo que le pareció ser un gemido mientras se lavaba las manos, la curiosidad le pudo más.
Fue hasta las cabinas, y al mirar por debajo, rápidamente se dió cuenta de que había dos personas en una de ellas.
- Kardia...
Reconoció esa agitada voz como la de Asmita. ¿Acaso...?
- Shh... Creo que no hay nadie ya.- La ronca voz de Kardia, seguido después de los sonidos de jadeos y besos, le confirmó sus sospechas.
Rojo de la vergüenza, se incorporó con rapidez, pero termino chocando de espalda con la pared, haciendo bastante ruido.
Por unos segundos sintió que el mundo se detuvo, al escuchar la puerta del cubículo abrirse. No podía ser verdad...
- Vaya, vaya. Pero miren lo que trajo el viento.- Mencionó Kardia con su típica sonrisa.- ¿Se le perdió algo, señor Tanaka?
- Y-Yo...- Tartamudeó nervioso.- L-Lo siento, yo... No sabía que estaba... Yo...
Kardia soltó una pequeña risa, logrando erizarle cada vello del cuerpo.
- Ya viste más de lo que debías, Yato.- Añadió el peli-violeta.- ¿Qué nos asegura que no vas a ir a decir lo que viste?
- ¡C-Claro que no!- Replicó.- Yo no...
- Quizás... Podemos llegar a un acuerdo.- Habló Asmita, acercándose peligrosamente al menor.- ¿Eso quieres, Yato?
Tener los labios de Asmita casi rozando los suyos lo ponía nervioso, pero la felina mirada de Kardia fija en él tampoco ayudaba mucho.
- Vamos, Yato. Es un sí o un no.- Susurró el rubio contra sus labios, para después besarlo finalmente.- ¿Y bien?
Cuando Asmita se separó del beso, le fue imposible no soltar un suspiro. El tacto de sus labios era tal y como imaginaba que sería, suave, gentil, con un sabor dulce... Tan embriagado se sintió por ese beso, que solo asintió con torpeza, antes de volver a buscar los labios del rubio.
Asmita lo hizo sentarse en el suelo, y continuaron con una intensa sesión de besos y caricias, buscando deshacerse de cualquier ropa que estorbara. Kardia miró por unos segundos, sonriendo complacido, para después ir a cerrar la puerta.
- ¿Te estás divirtiendo?- Rió bajo Kardia en su oído.- Asmita, ¿por qué no le muestras tu especialidad?
Ambos adultos intercambiaron una pequeña sonrisa cómplice, y después de darse un fugaz pero intenso beso, Asmita empezó a besar en cuello de Yato, para después ir bajando lentamente por su pecho, pasando su abdomen, hasta llegar al botón del pantalón.
Con la agilidad de un ninja, el rubio bajó la prenda lo suficiente para dejar expuesto el miembro del menor de los tres. Suaves, lentas y tortuosas lamidas, desde la base a la punta, iniciaron, para paulatinamente ser reemplazadas por la cálida boca envolviendolo todo.
- ¿Nunca te habían dado uno?- Murmuró Kardia con voz ronca en su oído, él solo negó, jadeando por las sensaciones.- ¿Te está gustando?
- Sí...
- ¿Quieres cogertelo?
Ante esa pregunta tan directa, Yato no pudo evitar sorprenderse, pero la experimentada boca y manos de Asmita atendiendolo, rápidamente le hicieron dejarlo pasar.
- No seas infantil, fue solo una pregunta.- Rió levemente Kardia.- Es más que obvio que sí quieres. ¿Tienes idea de cómo hacerlo?
- N-No... Ah...
- Ya veo... Así que necesitarás una demostración.
Asmita dejó su labor, y se levantó para acercarse a gatas a Kardia, siendo besado por el peli-violeta.
Kardia lo hizo ponerse en cuatro, y comenzó a besar su cuello, y bajar por su espaldas, hasta llegar a su cadera.
- Mira, y aprende.- Le sonrió Kardia, ante de comenzar.
Yato no pudo evitar observar fijamente todo. Kardia tomando de forma algo brusca a Asmita, sosteniendolo con firmeza de las caderas y arremetiendo con fuerza contra su cuerpo. Mientras Asmita gemía pidiendo más, e incluso se mordía la muñeca para evitar gritar cuando una de las manos de Kardia empezó a estimular también su miembro.
De pronto, Kardia se detuvo y abandonó su posición, dejando a Asmita jadeando, intentando regular su respiración.
- Suerte superando eso.- Lo retó Kardia con una ligera sonrisa seductora.
Estaba muerto de nervios, una cosa era ver, y otra muy diferente hacer. Asmita parecía realmente difícil de complacer.
Aún así, era una oportunidad de esas que se presentan una vez en la vida y que no iba a dejar pasar.
Asmita volvió a acercarse, ésta vez sentándose en su regazo. Aún con las mejillas rojas y un pequeño rastro de lágrimas por la excitación.
- No te pongas nervioso. Toma esto como una práctica.- Murmuró Kardia en su oído.- Besa un poco su cuello para calmarlo. Eso enciende a la mayoría.
Yato hizo caso al consejo de Kardia, y empezó a besar el blanco cuello, obteniendo un ligero gemido en respuesta.
- Lleva tus manos a sus caderas, y muévelo un poco. Frotense un poco antes de iniciar.- Volvió aconsejar el peli-violeta, y él volvió a hacerle caso.- Ahora, pega su pecho contra el tuyo para que alce un poco la cadera.
Yato, con algo de dificultad por la estatura de Asmita, hizo lo que Kardia le dijo.
- Ahora, solo házlo. Guíalo a su entrada, y haz que él baje poco a poco.
Estaba nervioso, pero hizo lo que Kardia le indicó. El interior de Asmita era bastante caliente y estrecho, y junto a un gemido que el rubio soltó, era difícil resistirse al instinto de moverse.
Para su buena suerte, fue Asmita quién empezó a dar ligeros saltos, combinados con algunos movimientos en círculo.
- No le dejes todo el trabajo.- Le murmuró Kardia.- Muévete en sincronía con él. Y cuando sus piernas se cansen, solo déjate llevar por tus instintos.
Yato hizo exactamente eso. Mover sus caderas en sincronía con los movimientos de Asmita, sintiendo como las paredes internas lo apretaban y soltaban por momentos, y los gemidos del rubio iban en aumento.
Cómo pronosticó Kardia, Asmita pronto se cansó por el esfuerzo físico que le demandaba esa posición, y cuando eso pasó, Yato hizo lo que su mente nublada por el placer creyó mejor en ese momento: impulsarse hacía adelante, dejando a Asmita debajo de él, y seguir embistiendo, ahora teniendo él todo el control.
El rubio no se quejó en absoluto. Incluso llegó a aferrarse a él, y le dió un par de arañazos en la espalda, pero no podría importarle menos.
- Bien hecho.- Le felicitó Kardia por su hazaña.- Lograste que te arañara. Eso significaba que estás haciendo un buen trabajo.
Sintió que Asmita le volvía a arañar la espalda, y sintió pronto cómo se retorcía debajo de él, y un líquido tibio y algo viscoso mojando su abdomen, acompañado de un gemido algo agudo del mayor.
- Ey, dale un descanso.- Rió Kardia de nuevo, muy cerca de su oído.- Déjalo al menos reponerse.
La imagen de Asmita respirando frenéticamente, con sus piernas temblando, su cabello alborotado y esparcido por los azulejos, y las pequeñas gotas de sudor perlando cada centímetro de su piel, era una bellísima imagen digna de estar en cualquier museo.
- Lindo, ¿no?- Murmuró Kardia, dando un suave beso en su hombro.
Le fue imposible no tensarse al recordar las instrucciones que le fue dando Kardia hace unos minutos, especialmente al sentir las manos del peli-violeta recorriendo todo su cuerpo.
- Tranquilo. Quizás duela un poco al inicio, pero al final vas a terminar suplicando por más.
Ante la voz ronca de Kardia, las caricias en su cuerpo, y la excitación aún palpable en él, solo pudo suspirar y asentir, dejándose hacer por el mayor.
Adoptó la misma posición que Asmita hace poco, abriendo sus piernas con temor. Pero cuando comenzaba a arrepentirse, los labios de Kardia lo hicieron desistir de cualquier intento de huida, y desear más a ese hombre.
Tal y como le advirtió el mayor, la intromisión fue bastante dolorosa, y por poco se le escapa un grito, de no ser por los labios de Asmita, que lo callaron con un beso.
- Kardia, ve más despacio.- Regañó el rubio al peli-violeta.
Kardia hizo caso, y se detuvo por unos segundos, dándole tiempo a acostumbrarse. Asmita se encargó de calmarlo, dándole varios besos y caricias, hasta que lo sintió más relajado.
- Shh... Tranquilo.- Le consoló Asmita cuando soltó un pequeño quejido al retomar la labor.- Respira despacio, abre tus piernas y relaja tus músculos.- Añadió, acariciando sus muslos, ayudándolo a relajarse y separarlos un poco más.- Concéntrate en las caricias y besos que te doy.
Yato asintió, definitivamente, Asmita sabía de lo que hablaba. Esas simples acciones lograron mermar el dolor casi por completo.
El rubio volvió a besarlo y acariciarlo, mientras Kardia continuaba. Realmente, Asmita hizo que la intromisión fuera mucho menos dolorosa.
- Ahora, solo relájate.- Susurró Asmita, cuando Kardia se disponía a empezar con las embestidas.- Si te duele, aprieta mi mano.- Añadió, permitiéndole tomar su mano, para después besarse.
Al inicio dolió un poco, pero ni siquiera se dió cuenta de en qué momento el dolor se volvió placer. Solo que para cuando reaccionó, estaba gimiendo el nombre de ambos maestros. Mientras Kardia arremetía contra él, y Asmita se encargaba de estimular su miembro, besándose a intervalos con los dos.
Yato...
Yato...
Yato...
- ¡Yato, despierta!
Al escuchar la estridente voz de Tenma, dió un brinco, cayéndose del pupitre en el proceso.
- ¡¿Qué...?!- Preguntó desorientado.- ¿Qué... Qué pasó...?
- Qué te quedaste dormido toda la clase, tonto.- Respondió el castaño.- Tuviste suerte de que el señor Legrand se fuera a mitad de la clase por una emergencia. Sino ahora, estarías en la oficina del director.
¿Un sueño?, ¿entonces todo había sido un sueño?
- Ya vámonos. La campana sonó hace cinco minutos, y tú no despertabas.- Dijo Teneo.- Tenma por poco te tira un libro en la cabeza.- Añadió, mirando con cierto reproche al mulato.
- No me mires así. A duras penas y se movía, por poco y lo doy por muerto.- Se defendió Tenma.
Avergonzado por haber creído que ese sueño era real, simplemente recogió sus cosas, y salió del salón de clases al lado de sus compañeros. Afortunadamente, nada se había despertado totalmente en sus pantalones, así que era fácil disimular con ayuda del suéter.
Cuando iban pasando por el estacionamiento, pudo ver a lo lejos a Asmita y Kardia junto al que sabía, era el auto del peli-violeta. Juraría que los vió darse un pequeño beso antes de subir y arrancar, y al parecer, tan obvio fue, que todos se dieron cuenta.
- Ah, sí. Kardia y Asmita.- Mencionó Celintha.- Están saliendo.
- ¿Qué?
- No me digas que no te has dado cuenta.- Añadió Tenma.
¡¿Hasta el burro de Tenma sabía?!... Bueno, quizás el burro era otro.
- Bueno... Siempre fueron algo obvios.- Se sumó Teneo.- No quiero sonar entrometido, pero pasan mucho tiempo juntos, y ciertas miradas y comportamientos eran difíciles de ignorar. Era obvio que se gustaban desde el primer día.
- Asmita nos lo confirmó a Cenlintha y a mí el otro día.- Aportó Yuzuriha.- Y Kardia prácticamente se lo presumió a Tenma y Teneo hoy cuando fuimos a la cafetería y nos encontramos con ambos. Te habrías enterado si no te hubieras quedado dormido.
Bien, ahora no sabía si sentía celos, envidia, u otra cosa...
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