El muchacho de los ojos tristes [📿ShakaxAfrodita🌹]
Caminaba rumbo a su departamento por el pasillo, esperando encontrarse con aquel jóven una vez más. Y así fue.
Llevaba un par de semanas viéndolo a lo lejos, no hace mucho que aquel chico se había mudado al departamento frente al suyo.
Era alguien bastante hermoso: largos y ondulados cabellos turquesas, piel blanca que parecía de porcelana, labios rojizos, y una esbelta figura. Pero había algo en ese hermoso chico que llamó su atención: sus ojos.
Esos bellos ojos celestes, decorados por unas largas y frondosas pestañas. Eran hermosos sin duda, igual que su dueño. Pero parecían desprender un aura de tristeza. Siempre apagados, sin luz, sin vida, llenos de dolor.
No le había hablado, el jóven parecía ser bastante tímido, y él era tan reservado, que ni siquiera se había intentado acercar. Tan solo lo miraba a lo lejos, cuándo se topaban en el elevador o al salir de sus departamentos.
Ese día no fue la excepción. No se atrevió a acercarse, y simplemente entró a su departamento.
Se preguntaba qué pasaba con aquel jóven. Qué era lo que lo hacía tan infeliz. Cuál era la pena que cargaba sobre sus hombros... Quizás debería intentar acercarse a él mañana, cuándo lo encontrara nuevamente en el pasillo.
Después de meditarlo mucho, se decidió a hablarle a la mañana siguiente, cuándo se toparon al salir de sus departamentos.
- Hola.- Le saludó nervioso, captando su atención.
- Hola.- Respondió tímido el peli-turquesa.
- Bueno... Somos vecinos desde hace un par de semanas.- Tartamudeó nervioso, no era bueno iniciando conversaciones.- M-Mi nombre es Shaka, un gusto.
- Afrodita.- Respondió con una leve sonrisa el contrario, estrechando su manos.- Un gusto conocerte.
Esa fue la primera de sus conversaciones. Al inicio eran tan solo pequeñas charlas, del pasillo, en el elevador, hasta salir del edificio e ir por caminos separados. O al toparse en el elevador, y caminar por el pasillo y después entrar a sus respectivos departamentos.
Pero los meses pasaron, y poco a poco fueron tomando más confianza, y no tardaron en hacerse buenos amigos.
Así, Shaka descubrió que Afrodita y él tenían la misma edad, también que había nacido en Suecia, y que trabajaba en un invernadero.
El sueco era alguien bastante dulce, amable, gentil y hasta gracioso una vez que lo conocías. Y Shaka no pudo evitar interesarse en él.
Shaka notaba que los ojos de Afrodita seguían pareciendo tristes, pero a veces parecían brillar y olvidar su tristeza. Había cosas que no sabía de Afrodita, y no atrevía a preguntarle, entre ellas si tenía algún pesar, pero esa vez, que Afrodita lo había invitado a tomar el té, decidió hacerlo.
Afrodita guardó silencio unos segundos, pero después suspiró, dejó su taza de lado, y habló.
- Hace tiempo me enamoré de alguien.- Comenzó a relatar.- Pero... A veces las cosas no son como quisiéramos.- Continuó con dificultad, agachando la vista.- No fuí correspondido. Él ya estaba enamorado de alguien más, y... Bueno, se casó con quién amaba. Nada pude hacer yo.
Entonces la tristeza que Afrodita cargaba era a causa de un corazón roto.
Shaka le preguntó porqué no había luchado por la persona que decía amar.
Afrodita sonrió amargamente, y después respondió.
- El amor no siempre será correspondido. Nadie manda sobre sus sentimientos.- Dijo.- A veces, si amas a alguien tienes que dejarlo ir para que sea felíz, aún si no es contigo.
Shaka no supo qué responder. En el tema del amor, no era precisamente un experto, ni tampoco el más afortunado, todo lo contrario. Desde siempre había tenido mala suerte en el amor, sus sentimientos casi nunca eran correspondidos, y las pocas veces que lo fueron, terminó con el corazón roto y bastante herido. Así que no sabía qué decir.
Afrodita cambió de tema, y siguieron tomando el té, y conversando por el resto de la tarde. Increíblemente, toda incomodidad se desvaneció al instante, y terminaron riendo y pasando un tiempo bastante agradable juntos.
Esa misma noche, Shaka se dió cuenta, y aceptó finalmente que sus sentimientos por Afrodita iban más allá que una simple amistad. Sin saber exactamente cómo, cuándo ni porqué, se había enamorada de él, de su sonrisa, sus personalidad, su alegría, su risa, sus enojos, sus ojos... De absolutamente todo de él.
No sabía si sus sentimientos eran correspondidos o si lo serían algún día. Pero por el momento, estaría conforme con ayudar a Afrodita a superar el dolor del pasado, y a seguir adelante. Con la única esperanza e ilusión, de algún día ver felices a esos hermosos ojos celestes.
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