El amor de Virgo: La virgen y el aguador [📿Asmita x Degel🍦]
Un día caluroso, con el inclemente sol de Grecia azotando la tierra con sus rayos. Algunos entrenaban en el coliseo, otros más preferían tomarse el día y evitar insolación.
Kardia ese día en particular no tenía ganas de entrenar, hacía demasiado calor afuera, cómo si no tuviera suficiente con el que ardía en su corazón... En fin, un día aburrido para el inquieto Escorpión, que después de un par de horas, bajó a Virgo en busca del Omega rubio con el que mantenía una relación furtiva.
Lo encontró meditando sobre la plataforma de loto que adornaba la sala principal del templo, cómo era de esperarse. No dijo nada, y solo se sentó frente a él, listo para esperar a que Asmita se desocupara.
- Oye, Asmita.- Lo llamó después de algunos minutos, luego de no soportar más el aburrimiento.
- ¿Pasa algo?- Cuestionó relajado el rubio, terminando su meditación por ese día, para dirigir toda su atención a Kardia.
- No realmente. Solo estoy aburrido y se me ocurrió algo.
Asmita no tardó en enarcar una ceja, cuestionando con ese simple gesto las palabras del peli-violeta.
- No me refiero a eso.- Se defendió Kardia al lograr entender lo que seguro pasó por la mente de Asmita.- Bueno, no directamente.
- Ve al grano.
- Solo quería preguntarte algo.- Admitió, encogiéndose de hombros el Alpha- ¿Con quién fue tu primera vez?
Asmita sabía que Kardia podía ser igual, o quizás más directo y descarado que él, pero aún así, no vió venir una pregunta tan repentina como esa, que logró descolocarlo por unos segundos.
- Creo que nunca te pregunté, pero tengo curiosidad por eso. Sabes con quién fue la mía, pero nunca me dijiste quien fue la tuya.
- Yo no te pregunté, tú me dijiste que fue con Degel.- Replicó con una ligera sonrisa.- Y si yo no te conté la mía, fue porque nunca preguntaste. Si lo hubieras hecho, no habría tenido problema en responder.
- ¿Y entonces?, ¿quién tuvo el honor?
Asmita soltó una pequeña y discreta risa. Vaya que era un tema algo complicado, pero haría su mejor intento por explicar.
- Bueno, depende qué consideres dejar de ser virgen.- Inició, tratando de preparar el terreno.- Si consideras que es obligatorio el contacto de genital con genital, entonces fue a los 16, si mal no recuerdo. Pero si consideras que solo por el hecho de usar las manos es suficiente, entonces fue a los 14,
- ¿A los 14?- Cuestionó Kardia.
- Sí. Fue poco antes de que me reclutaran, con un amigo que conocí hace años, cuando entrené en el bosque de la austeridad.- Contó el Omega.- Los dos éramos Omegas, jóvenes, curiosos... Yo tuve mi primer celo a los 10 años, pero a él le llegó a los 14. Yo era el único Omega de su edad, el único que podía auxiliarlo sin que fuera mal visto. Existía una confianza plena y una ligera atracción entre nosostros... Creo que está demás decir como una cosa llevó a la otra.
- Y terminaron meti-
- Sí. Pero solo eso.- Interrumpió Asmita, sabiendo lo explícito que podía llegar a ser Kardia.- Solo usamos las manos.
- Y decían que el que no sabía quedarse con las manos quietas era yo...- Bromeó Kardia.- Bueno... No estoy seguro si eso cuenta, pero ¿quién fue el primero que llegó al siguiente nivel?
Asmita soltó una risa algo fuerte y larga para él, poniendo algo nervioso a Kardia. ¿Acaso tanto incienso ya le había hecho daño?
- Bueno, Kardia...- Dijo finalmente, después de controlar su risa.- Creo que incluso eso tenemos en común.
Ante esa confesión, a Kardia la mandíbula casi se le va al suelo. Sabía perfectamente que Asmita y Degel no eran unas blancas, inocentes y puras palomas, pero eso no se lo vió venir.
- ¿Qué?, ¿Degel fue el primero?
Asmita asintió, con una sonrisa divertida, imaginando la reacción de Kardia. Seguro que ni él sospechaba que incluso en eso tenían gustos similares.
- ¿Cómo fue?, conmigo su primera vez no fue.
- Conmigo tampoco.- Se encogió de hombros el rubio.- Era un tanto obvio que un novato no era, y al final él mismo me confesó que no era la primera vez. Y antes de que preguntes, no, no me dijo con quién fue.
Kardia hizo un ligero gesto de disgusto, típico en él cuando no conseguía lo que quería. Pero poco le duró, antes de volver a su ánimo habitual.
- ¿Y qué tal te fue?
- Bueno... Mejor ponte cómodo, porque es una historia larga.
Todo había ocurrido hace casi cinco años. Asmita tenía ya un par de años en el Santuario. En ese tiempo había conocido a Defteros, y le había tomado cierta confianza a la mayoría de sus compañeros, aunque sin involucrarse demasiado con ellos más allá de lo estrictamente necesario.
Las reglas de Virgo le fueron explicadas desde el primer día que arribó al Santuario, y había pasado ya algún tiempo cuestionándose si realmente estaba dispuesto a seguirlas. Para él, la virginidad nunca fue algo con demasiada importancia.
No era precisamente que tuviera planes de casarse, enlazarse o tener cachorros en algún momento de su vida, no era como si tuviera demasiadas probabilidades de sobrevivir a la guerra que se avecinaba de todos modos. Pero le parecía injusto que solo a él, por portar Virgo, le fuera obligatorio guardarse.
Toda su vida fue consciente del dolor y la injusticia en el mundo. De cómo Omegas eran reducidos a fábricas de bebés u objetos, solo por ser Omegas. Cómo muchas veces, los poderosos se aprovechaban de los más vulnerables... Simplemente, jamás había logrado comprender porqué Athena quería proteger un mundo así, y aún seguía con sus dudas sobre la diosa. Pero en ese momento, poco o nada le importaba su deidad.
Su decisión de rebelarse contra las reglas que le fueron impuestas ya había sido tomada. No estaba dispuesto a seguir algo que consideraba injusto, ni dejarse doblegar por nadie.
Sinceramente, incluso él se cuestionaba si aún había algo qué cuidar. Al fin y al cabo, antes de marcharse al Tibet, tuvo un pequeño acercamiento al mundo de la sexualidad en compañía de un amigo con el que compartió algunos años de su vida. Fue simple estimulación manual mutua, sin consumar una relación sexual. Pero tenía la duda, y no lograba encontrar una respuesta definitiva.
Pasó un tiempo pensando en quién podría ser el elegido. El primero que llegó a su mente fue Defteros, pero el Delta parecía no entender sus indirectas, o incluso rechazarlas. Su amistad era algo muy importante para él, y sabiendo todo lo que Defteros ya tenía que soportar, no quiso arruinar lo que tenían. Así que lo tuvo que descartar.
Debía tener cuidado, era verdad. No sabía cómo podrían tomarse sus compañeros alguna insinuación, así que se tomó su tiempo para tantear el terreno. Discretos y ligeros coqueteos, buscando elegir a uno.
Así término descartando a Aries, Tauro, Géminis, Sagitario, Capricornio y Piscis. Y la decisión final quedó entre Cáncer, Libra, Escorpio y Acuario.
A Manigoldo y Kardia prefirió descartarlos por su pequeña fama de boca floja, lo que menos necesitaba, era que alguno de esos dos contara su secreto. A Dohko lo consideró por un momento, pero a decir verdad, era aún joven, tres años de diferencia había entre ellos, pero aún así, prefirió no arriesgar.
Degel podía parecer algo serio al comienzo, pero fue de los pocos que no lo juzgaron tan apresuradamente apenas llegó. Al inicio fue una amistad pequeña entre ellos, dónde Asmita de vez en cuando iba a visitar a Degel para pedirle que le leyera un poco. Degel siempre accedía, felíz a decir verdad, por sentirse escuchado y apreciado por alguien. Así habían pasado esos pocos años.
En un principio, era simple compañerismo, Degel le leía a Asmita el libro en turno, a veces compartiendo una merienda ligera, y conversando sobre el libro de ese día, intercambiando ideas. Pero poco a poco, todo fue tomando otro rumbo.
Aún con las personalidades de ambos, no dejaban de ser Alpha y Omega que sentían una pequeña atracción y curiosidad el uno por el otro. Los coqueteos comenzaron como suaves bromas sutiles, que poco a poco fueron aumentando, hasta llegar a roces de manos, y un día, la tensión simplemente los sobrepasó.
Asmita se estiró en el sofá, rozando "accidentalmente", la rodilla de Degel con su pie.
- Lo siento, no medí bien la distancia.- Expresó con una suave sonrisa.
Degel tragó grueso, sintiendo como si su garganta se cerrara de nervios. No le desgaradaba la compañía de Asmita, al contrario, pero sabía la posición que el Omega tenía, y eso no aliviaba la tensión.
- No importa.- Murmuró, tratando de ignorar sus nervios.
Asmita se levantó del sofá individual dónde estaba, para acercarse al sillón más amplio, dónde Degel se encontraba sentado justo frente a él.
- ¿Te molesta si me siento junto a tí?- Preguntó el rubio, mientras realizaba la acción.- El libro se está poniendo interesante, y quiero asegurarme de escuchar muy bien todo.
- Para nada.- Respondió el Alpha, intentando calmar los acelerados latidos de su corazón ante la cercanía del Omega.
Trató de centrarse en la lectura del libro de esa ocasión, pero vaya que ese día la suerte no estaba de su lado. Lo siguiente que aparecía, se trataba de la descripción de una escena erótica.
Apreciaba todo tipo de literatura en todas sus expresiones, la consideraba la más bella de las artes, incluida la rama del erotismo. Aún sabiendo todos los tabúes que rodeaban al subgénero en específico, y que muchos lo consideraban inapropiado, impuro, o exclusivo para Omegas y mujeres Betas, Degel no tenía ningún tipo de problema en leer y disfrutar ese tipo de contenido. Pero ahora, con Asmita presente y tan cerca de él, sentía unos nervios inexplicables y que se sentía incapaz de controlar.
- ¿Pasa algo, Degel?- Preguntó Asmita, después de que el aguador se quedara callado por varios segundos.
- Yo... No, no es nada.- Refutó Degel, aclarandose la garganta. Era solo una lectura al final del día, y Asmita tenía una regla estricta que seguir, no tenía sentido comportarse de una forma tan inmadura como echarlo de su templo o dejar un libro inconcluso.- Solo se me resecó un poco la garganta.
Seguido de eso, el guardián de Acuario tomó una copa en su mano y procedió a beber el líquido que ésta contenía, aprovechando el momento para distraer su mente en otra cosa. Una vez que su corazón dejó de latir como si quisiera imitar al de Kardia durante sus crisis, dejó el recipiente en la mesa y procedió a continuar con la lectura.
El comienzo de la lectura fue relativamente inofensivo, solo la descripción de unas cuantas caricias y besos sutiles, pero poco a poco todo fue cambiando. Tanto, que no pudo evitar que sus ojos por un momento se desviaran a Asmita, a quién juraría haber visto mordiéndose suavemente el labio.
- To... Todo culminó con... Un beso. Tan fuerte, intenso y ardiente, cómo el que inició todo.- Terminó de leer finalmente esa escena, sintiendo sus mejillas como brazas al rojo vivo.
Le fue imposible no echar la cabeza hacia atrás, recargando su cuello en el respaldo del sillón, y soltar un suspiro de alivio al ver que era el fin de ese capítulo del libro.
- Interesante el capítulo de hoy, ¿no lo crees así, Degel?
Al escuchar la voz de Asmita tan cerca, susurrándole al oído, dió un respingo del susto, y al alzar un poco la cabeza, notó que estaban demasiado cerca.
Desde esa diminuta distancia podía detallar perfectamente las facciones de Asmita. Su nariz, delgada, afilada y de apariencia respingada, pero que lograba equilibrar el resto de sus fracciones. Sus pómulos marcados y algo prominentes, que junto a esa pequeña barbilla, le daba a su rostro una forma afilada y estilizada que cualquier Omega envidiaría. Sus pestañas eran rubias, igual que el resto de vello en él, dándoles una apariencia única, cómo si varios y diminutos rayos de sol descansaran sobre sus párpados cerrados. Sus labios, hasta entonces notaba que el inferior era ligeramente más grueso que el superior, mientras que a éste último lo coronaba un perfecto arco de cupido. Y su piel que le recordaba a la apariencia de la nieve de Bluegrad, parecía tan delicada y suave, quizás esperando algo de calor que la derritiera, igual que la nieve...
- Asmita...- Murmuró su nombre al sentir el aliento de Asmita chocar con el suyo.- No... Tú...
- Nadie tiene porqué enterarse.- Susurró Asmita, logrando finalmente hacerlo ceder a sus deseos, fundiéndose en un suave beso.
Llevó sus manos a la cintura de Asmita, acariciando suave y lentamente por encima de la delgada tela, hasta que Asmita terminó sentándose en su regazo, con una pierna a cada lado.
La túnica facilitaba palpar esa pulcra piel, alzando la tela hasta los muslos, dándose la libertad de acariciarlos.
Fue en la alcoba de Acuario, sin ningún testigo y ocultos de todos, que Degel descubrió que la piel de Asmita tenía mucha más similitud con la nieve de la que pensó en primera instancia.
La piel de Asmita era algo fría al inicio, igual que la suya al pasar tanto tiempo usando su cosmos para descender la temperatura. Pero bastaron unos cuantos roces y besos para que, igual que la nieve al recibir el beso del sol, se derritiera en sus manos.
- Degel...- Gimió suavemente su nombre, sintiendo los labios del peli-verde probando su cuello, mientras sus manos le brindaban calor al resto de su cuerpo.
- ¿Estás seguro de esto?- Preguntó Degel, con la respiración agitada.- Aún estamos a tiempo de parar.
Asmita respondió la pregunta con un beso, sujetando a Degel de la nuca. Degel correspondió aquella acción, mientras sus brazos rodearon la cintura del Omega, cómo si ambos buscaran evitar que se le escapara el otro.
Degel definitivamente daba una impresión equivocada de su forma de amar. Que su cosmos fuera frío no significaba que todo lo demás de su persona también lo fuera.
Acuario era un amante sumamente apasionado, pero a la vez cuidadoso. Sabía que era el primer encuentro íntimo de Asmita, y buscó evitar cualquier tipo de incomodidad. Desde juegos previos, buscando prepararlo lentamente, hasta besos para ayudarlo a relajarse cuando llegó el momento.
Después de varios juegos previos, y suficiente estimulación y preparación, la penetración no fue en absoluto como Asmita había escuchado a varios decir. No hubo dolor en absoluto, solo algo de incomodidad al no estar acostumbrado a la sensación de estar invadido.
Degel le dió unos segundos para acostumbrarse, tomándose ese tiempo para besarse y brindarse algunas caricias mutuamente, dejando que las cosas fluyeran a su ritmo.
La incomodidad duró realmente poco, quedando por completo en el olvido, cuando sus cuerpos empezaron a reaccionar por sí solos a los estímulos. Moviéndose en sincronía, haciéndose gemir y jadear el uno al otro.
Asmita aún recordaba cómo terminó arañando la espalda de Degel enmedio del acto, incluso mordiéndole el hombro para intentar callar los sonidos que escapaban de su boca y amenazaban con volverse gritos.
Degel no estaba tan diferente, terminó dejando un par de marcas de sus dedos en la cadera y cintura de Asmita, así como un chupetón en su clavícula. Pero teniendo cuidado de no dejar ninguna marca en una zona visible o difícil de cubrir con la ropa.
- ¡Degel!- Por más que lo intentara, su voz parecía haber cobrado vida propia, igual que sus labios y su lengua, gritando el nombre del peli-verde cuando una ola de sensaciones hasta ese momento desconocidas, lo golpeó de frente.
Sintió como si una descarga eléctrica le recorriera todo el cuerpo, haciéndolo arquear la espalda y arañar una vez más a Degel, aferrandose a él con las piernas.
Había experimentado algo similar con Ahimsa en aquella ocasión, pero esto había sido diferente... Quizás era a causa de todas las feromonas en el aire o las sustancias que su cerebro había liberado en ese momento. No lo sabía, pero se había sentido diferente. Mucho más intenso, tanto que incluso después de terminar enmedio de ambos, sus piernas perdieron fuerza, igual que sus brazos, dejándolo temblando.
- Degel...- Jadeó el nombre del acuariano, recibiendo un beso y caricias en el rostro de su parte.- ¿Tú...?
- No te preocupes. Sé controlarme.- Le tranquilizó el peli-verde, entendiendo a qué se refería.
- ¿Puedo tocarte?
Asmita tenía curiosidad, Degel lo entendía, pero aún así, aquella petición lo sobresaltó un poco.
- Sí.- Accedió finalmente Degel, una vez que el ligero sobresalto pasó.
La anatomía de un Alpha era muy diferente a la de un Omega, Asmita lo sabía, pero no era lo mismo escuchar una descripción, que tenerla en las manos.
Descubrió que esas descripciones tenían razón, los Alphas estaban notoriamente más dotados que los Omegas. Ahora su curiosidad era si acaso pasaría lo mismo con los Betas.
- Asmita...
Al escuchar suspirar a Degel, prestó más atención a lo que hacía con sus manos, y decidido a quitarse una duda más, llevó su lengua hasta la punta, sacándole un jadeo al peli-verde.
La textura era distinta a la de cualquier otra parte del cuerpo, aunque no precisamente desagradable. Y había un muy ligero sabor salado, casi imperceptible.
Por la firmeza, era evidente que Degel se había esforzado por contenerse y no terminarle dentro. ¿Cuánto tiempo, o estimulación más podría resistir?, era una duda con la que no se iba a quedar. Eso era seguro.
- Asmita, espera.- Lo detuvo Degel, apretandole ligeramente la mejilla.- Cuidado con tus dientes. Trata de cubrirlos con tus labios.
- Entendido.- Respondió con una ligera sonrisa, acatando la indicación de Degel. No le molestó aquella intervención, al contrario. Su curiosidad y rebeldía lo habían llevado a buscar seducir a Degel, y eran lo que lo motivaban a experimentar. Así que cualquier consejo sería bienvenido.
Degel parecía tener algo de experiencia en el tema, dado que supo guiarlo perfectamente no solo en el uso de su boca, sino también explicarle algunas dudas más al terminar el encuentro.
- ¿No hubo sangre entonces?- Preguntó Asmita a Degel.- ¿Por qué? Era virgen hasta hoy.
- No pongo en duda eso, Asmita.- Explicó Degel.- Muchos creen que la sangre es sinónimo de virginidad, pero no todos sangran la primera vez, o es un sangrado muy pequeño y casi imperceptible. Tu caso seguramente fue alguna de esas dos probabilidades.
- Creí que debía doler... Pero... No me dolió.
- Fuimos despacio, y además, no sé qué tan alto o bajo sea tu umbral del dolor con el entrenamiento que haz llevado.- Respondió Degel aquella duda.- Algunos toleran mejor el dolor que otros. Es todo.
Así pasaron un largo rato conversando. Con Asmita haciendo todas las preguntas que tenía en la cabeza, y Degel explicando todo lo mejor posible, incluso compartiendo algunas experiencias personales. Al final, ambos acordaron guardar el secreto de lo ocurrido en Acuario, y seguir con su antigua relación de amistad y camaradería...
Pero por algo dicen que donde hubo fuego, cenizas quedan. Y el que juega con fuego, a menudo termina quemándose.
Ninguno logró resistir la tentación de probar un fruto prohibido una vez más. Reincidiendo, cediendo varias ocasiones al deseo de entregarse hasta el agotamiento.
Degel fue solo la primera de sus tantas aventuras, pero también uno de sus amantes con los que más aprendió. Si alguien quería un culpable, perfectamente podría señalar a Degel, por haberle dado tantos conocimientos de anatomía y el arte de la seducción.
- Te creo, porque sé que en la cama a Degel se le olvidan todos sus modales y principios.- Soltó Kardia después de escuchar el relato de Asmita.- Y ya sé que prácticamente todos aquí se llevaron un trozo del pastel.- Añadió, haciendo que Asmita soltara una pequeña risa divertida.- Pero, ¿quién fue el siguiente?
- ¿Por qué de pronto te llama tanto la atención?- Cuestionó Asmita, sin borrar su sonrisa.
- Curiosidad.- Se encogió de hombros Kardia.- Para cuando los dos terminamos revolcándonos, ya parecías tener mucha experiencia.
- Sabes quiénes fueron después de tí. Adivina quiénes fueron antes.- Rió Asmita, levantándose, con claras intenciones de marcharse.
- ¡Oye, espera!- Exclamó Kardia, yendo detrás de él.- Por favor, quiero saber.
Asmita solo torció los ojos y siguió su andar. Conocía bien a Kardia, y sabía que no se iba a dar por vencido hasta obtener las respuestas que quería.
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Yo queriendo soltar ya este desmadre de Asmita, y el feed de Instagram me sale con cosas como esta:
Y para colmo, con la llegada de Asmita a SS Awakening KOTZ, el destino parecía querer dar a entender algo XD
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