🌋Defteros Harem🌋
*Spin-off de "Mi Harem"*
•=•=•=•=•=•=•=•=•=•
Definitivamente, jamás pensó terminar así, casándose con un Omega a quién ni siquiera conocía.
Su hermano era el heredero del reino de su padre por ser el primero en nacer, así que a él le buscaron una pareja para que se fuera a gobernar otro reino y así tener el doble de conexiones.
Llegó a ese reino temblando de nervios. No tenía idea de qué le esperaba en el palacio, ni qué esperar de su futuro Omega. La boda sería en tres días, y hasta entonces, vería por primera vez al príncipe Omega.
Lo instalaron en su habitación, con todas las comodidades que pudiera querer. Aunque no era igual a su hogar, y simplemente estaba muy inquieto. Tenía demasiadas dudas en la cabeza, y sentía que se volvería loco en cualquier momento.
Estaba recostado en la cama, pensando en todo eso, y tratando de encontrar una forma de romper el hielo con el Omega cuando finalmente se conocieran, cuando escuchó lo que parecían pequeños golpes en el vidrio de la ventana que daba al balcón.
Curioso, giró la vista. Estaba demasiado alto como para que alguien pudiera lanzar desde el suelo una piedra con la suficiente fuerza para que llegara. Pero enorme fue la sorpresa que se llevó al ver a un jóven que parecía tener más o menos su edad, en el balcón.
- Oye, ¿vas a quedarte ahí sentado como bobo mirando todo el día, o vas a abrir?- Cuestionó el chico de cabellos violetas.- Abre.
Aún algo shockeado por la impresión, fue hasta la puerta y abrió. El joven no perdió tiempo para ingresar como si de su habitación se tratase.
Defteros, incrédulo, se asomó por el balcón, confirmando que estaban a varios pisos de altura. ¿Cómo rayos ese desconocido había llegado hasta ahí?
- ¿Qué?, ¿te comió la lengua el ratón?- Escuchó reírse a ese chico detrás, muy cerca de él, haciendolo dar un brinco.- Tu futuro Omega te envía un mensaje.- Añadió, mirándolo con algo de burla, estirando un sobre hacia él.
- ¿Cómo...?
- ¿Llegué hasta aquí?- Preguntó con esa misma sonrisa.- Escalando y saltando por los árboles, hasta llegar a ese que está justo frente a tu balcón. ¿Alguna otra pregunta, niño bonito?
Por el dulce aroma a manzanas que desprendía, así como el collar que portaba, Defteros dedujo que ese chico era un Omega, aunque a decir verdad, fácilmente podría engañar a alguien y hacerse pasar por un Beta o incluso un Alpha si se quitaba el collar y ocultaba su aroma con algún perfume.
Un Omega atípico. Había escuchado que existían Omegas que no encajaban en la descripción física de uno, y fácilmente podían ser confundidos con Betas o incluso con Alphas, pero era la primera vez que veía uno de frente.
- Oye, ya sé que soy jodidamente sexy y todo el que me ve me quiere en su cama, pero ya estás apartado para mi amigo.- Dijo con una sonrisa el peli-violeta, haciendo a Defteros dar un brinco, negando de inmediato eso.- Oye, relájate. Solo bromeo.- Se rió con ganas el Omega.- Por cierto. Soy Kardia de Areleous. Omega de compañía del príncipe Asmita. Así que mejor ve acostumbrandote a mi presencia, porque después de que te cases con Mita, yo estaré ahí jodiendo en cada momento.
Vaya que este Omega era toda una caja de sorpresas. Aunque... Era innegable que poseía una belleza exótica y una energía bastante atrayente. Por alguna razón, no podía dejar de verlo de arriba a abajo, una y otra vez.
De inmediato negó con la cabeza. ¿En qué demonios estaba pensando?, estaba comprometido... Con un príncipe al que jamás en su vida había visto, y del que no sabía absolutamente nada. Pero comprometido al final del día.
Tomó el sobre que Kardia le había llevado, e intentó volver dentro de la habitación, pero por su nerviosismo, terminó tropezándose con sus propios pies. Kardia intentó sujetarlo, pero solo consiguieron terminar ambos en el suelo.
- Oye, si lo que querías era seducirme, te aviso que no lo estás logrando.- Dijo Kardia, aún debajo de él.
- Yo no-
- Ya te dije que solo bromeo. No seas tan dramático.- Aclaró Kardia después de reírse.- Aunque... Supongo que será una noche de bodas interesante.
- ¿Qué?
- Oh, ¿no te lo han dicho?
- ¿Qué cosa?
Kardia agrandó aún más su sonrisa, logrando poner más nervioso a Defteros. ¿Qué no le habían dicho?
- Bueno... En este reino, las cosas son algo diferentes a los demás.- Respondió el Omega.- Aquí los reyes regentes tienen derecho a tener un harem. Y bueno... Estás aquí para ser el rey regente, ya que nuestro príncipe no puede serlo por... Ciertas cuestiones desfavorables del destino. Así que...
¡¿Qué?!, ¿un harem?, ¿estaba hablando en serio?, ¿o era una de sus bromas pesadas?... Cómo rogaba que fuera la última opción.
- ¿Qué pasa?- Rió bajo Kardia.- Parece que viste un fantasma.
- Tienes que estar bromeando.
- Ésta vez no lo hago.- Afirmó.- Y sí. Es el rey o reina cónyuge quién elige a los primeros dos miembros del harem, y quién tiene la última palabra al decidir si uno nuevo entra o no. Y tu Omega ya te eligió a los primeros dos.
- ¿Tú cómo sabes todo eso?
- Ya te lo dije. Soy el Omega de compañía de tu futuro rey, he estado con él desde que éramos niños. Y sí, me nombró parte de tu harem.- Replicó con esa endemoniadamente encantadora sonrisa.- Así que si quieres un trozo de este pastel de manzana, deberás esperar a hacerlo primero con tu legítimo esposo. Ahora quítate de encima, que debo volver antes de que me descubran.
Defteros no podía creer toda la bomba de información que Kardia le acababa de soltar, pero aún así, se levantó y lo ayudó a levantarse.
- Nos vemos después. Le daré tus referencias a Mita.- Se despidió Kardia en el balcón, dando un salto para llegar a la rama del árbol y después irse por las ramas... Al parecer, no mentía en cómo llegó hasta ahí.
Defteros abrió el sobre que Kardia le había llevado, y tomó la hoja blanca que había dentro, la desdobló, y leyó.
"Querido principe, y futuro esposo:
Si estás leyendo ésto, es porque Kardia consiguió llegar hasta tí, y de seguro ya lo conociste.
Sé que tú no me conoces, ni yo a tí, pero lo que menos quiero es un conflicto entre nosotros. Para este punto, y conociendo a Kardia cómo lo conozco, estoy seguro de que ya te habló sobre el harem y la noche de bodas. Pero de todos modos, trataré de explicártelo un poco mejor.
La función del harem es ayudar a mantener la paz entre ambos reyes, por eso, soy yo quién elige a los dos primeros miembros y quién tiene la última palabra si alguien nuevo se une o no. Tú tienes derecho a estar con cualquiera de los Omegas, Betas o mujeres del harem, así como conmigo. La única condición, es que debemos tener al menos un hijo que pueda heredar el reino a futuro.
Si por alguna razón, no cumplo tus expectativas, solo basta con que tengamos un hijo juntos, y después no tienes que volver a tocarme ni a estar conmigo si no lo deseas.
También me gustaría hablarte un poco sobre mis dos Omegas de compañía y primeros integrantes del harem, Kardia, a quién ya conociste, y Sísifo, quién me está ayudando a escribir esto.
Ambos provienen de familias acaudaladas, y han estado conmigo desde que éramos niños. Así que confío plenamente en ellos, los considero personas realmente cercanas, y que no quisiera dejar de tener a mi lado después de casarme, así que espero que comprendas mis razones.
Kardia es algo descarado, rayando muchas veces en lo cínico o vulgar. Pero no es una mala persona. Estoy seguro de que al final le vas a tomar algo de cariño.
Sísifo, es prácticamente lo opuesto a Kardia. Es un Omega bastante tranquilo, algo tímido y que no le gusta meterse en líos. Así que sé comprensivo con él, no está acostumbrado a tratar con Alphas ajenos a su familia.
Y yo... Bueno, sinceramente, soy algo difícil de describir. Muchas veces me han dicho que llego a ser algo cruel con mis palabras, pero yo solo me considero honesto. Algunos me describen como cálido una vez que me conocen. Así que, cree lo que quieras.
Creo que por el momento es todo lo que tengo que decir. Nos vemos en el altar.
Con cariño, Asmita Laghari, príncipe de Laghari."
¿En qué lío lo metió su padre?, ¿por qué nadie le habló de eso antes de lanzarlo a la boca del lobo? Bueno, ya era tarde. Era poco lo que podía hacer en ese punto.
Los tres días transcurrieron más rápido de lo que habría querido, y el día de la boda llegó. En la capilla de un enorme castillo del reino, esperaba a su futuro Omega en el altar, hasta que finalmente lo vió llegar.
La ropa era muy diferente a lo que estaba acostumbrado. Se suponía que el Omega que se casaba, lo hacía vestido completamente de blanco, cómo representación de su pureza, y con la cabeza y rostro cubiertos completamente por un velo por respeto a la pureza del Omega, hasta que el matrimonio fuera oficial y el sacerdote o sacerdotisa Alpha diera el permiso de darle el primer beso. Pero aquí, todos usaban blanco, menos el príncipe que se casaba, y ni rastro del velo.
El joven Omega apareció con una vistosa túnica de color rojo y detalles dorados. Su largo cabello rubio trenzado y decorado con algunas piedras preciosas combinaba perfectamente con el atuendo. Su rostro lucía sumamente tranquilo, dándole una apariencia casi angelical al mantener sus ojos cerrados en todo momento.
A su lado estaba el tal Kardia, y otro Omega de cabellos castaños, ambos usando ropas de color blanco, igual que todos los demás asistentes.
Le habían dado indicaciones de que cuando el príncipe llegara frente a él, debía tomar su mano y ayudarlo a sentarse en dónde le correspondía, así que lo hizo, y después tomó su lugar. El rubio solo le sonrió y agradeció su ayuda.
La ceremonia transcurrió normal, al igual que la fiesta. A duras penas tuvieron tiempo de cruzar palabra por responder a todos los invitados y recibir las felicitaciones, hasta que llegó el momento de retirarse para el nuevo matrimonio, y pasaron a su alcoba.
Kardia y el que supuso, era Sísifo, fueron detrás de ellos en silencio. Aunque Defteros juraría haber visto a Kardia sonreír de forma algo burlona debajo del velo que cubría la mitad inferior de su rostro.
Ambos Omegas también ingresaron a la enorme habitación, dónde se encargaron de cosas que Defteros no entendía, pero no se atrevía a preguntar. Estaba demasiado nervioso para siquiera considerar hacerlo.
Había una cortina que separaba la habitación en dos partes, y después de que los dos Omegas se encargaran de poner algunos inciensos y acomodar las sábanas y otras cosas, le indicaron que se quedara detrás de la cortina y no se asomara. Debían ayudar a Asmita a quitarse su ropa de bodas y ponerse algo más cómodo para la ocasión, así que debía esperar un poco.
Cuando Kardia apareció de detrás de la cortina para decirle que ya era hora, casi se desmaya del susto. Parecía que habían tardado apenas unos segundos.
Asmita ahora tenía una ligera túnica blanca, mucho más corta y menos ostentosa que la roja. Su cabello también estaba suelto ahora, cayendo por su espalda como una cascada de rayos de sol.
- Tranquilo. También es mi primera vez.- Sonrío comprensivo el rubio.- Ven, siéntate un momento. Creo que a ninguno de los dos nos haría daño tomar unos minutos para hablar un poco.
Sísifo y Kardia se retiraron detrás de la cortina, dejándolos un momento a solas.
- Bueno, creo que al menos sabemos nuestros nombres. Así que, un gusto conocerte, Defteros.
- Y-Yo... Igualmente.
- ¿Estás nervioso por Kardia y Sísifo?- Preguntó con una leve sonrisa el rubio.- No te lo tomes personal. Es parte del protocolo que haya al menos dos testigos de que el matrimonio fue consumado, pero corrimos con suerte de que me tuvieran consideración y me permitieran elegirlos. Ya sabes... Un Omega ciego, tiende a dar algo de lástima, pero está bien. He aprendido a usarlo a mi favor.
Defteros no supo bien qué responder. Ciertamente, no conocía a Asmita, pero sentía una peculiar conexión con él. No se le hacía una mala persona en absoluto, quizás solo algo arisco al inicio, pero ¿cómo culparlo?
- Tranquilo. Si no quieres hacerlo, está bien. Diremos que a ambos se nos pasaron las copas, y que otro día será.- Ofreció Asmita.
- N-No... Yo... Es que...- Realmente no sabía qué decir. No quería que el Omega se sintiera despreciado o rechazado, pero tampoco quería que se sintiera forzado a hacer algo si no quería, y tampoco quería lastimarlo.- Soy un desastre.
- En lo personal, suenas adorable para mí.- Sonrió el Omega, acercándose un poco para acariciar su rostro.- Si me lo preguntas, tengo curiosidad. Jamás he estado con nadie, y me gustaría saber qué se siente, así que no me estás obligando a nada si es lo que te preocupa. Pero entiendo si no quieres.
- Es que... No sé nada de esto.
- Yo tampoco, pero podemos aprender juntos. Después de todo, ahora somos rey consorte y rey regente.- Insistió Asmita.- Tendremos que ser un equipo para dirigir un reino, ¿por qué no empezar por este pequeño espacio?
El aroma de Asmita era bastante dulce y embriagador, y junto con su belleza, era difícil no caer en la tentación.
Era evidente que ninguno de los dos tenía algún tipo de experiencia previa, y todo fue un proceso de prueba y error, pero al final terminaban incluso riendo por su torpeza.
Lograron consumar el matrimonio esa noche, y cuando era el momento, los dos Omegas que habían servido de testigos, entraron para recoger la sábana blanca manchada con algo de sangre, prueba de la virginidad recién perdida del príncipe Omega, al igual que las mantas manchadas de fluidos, para cambiarlas por unas limpias.
- Vaya, una vez que pierdes la timidez te vuelves imparable.- Rió Kardia, logrando ponerlo nervioso.
- Kardia, ya déjalo.- Intervino Sísifo, desviando la mirada y ayudando a Asmita a colocarse una ligera bata de baño.- Ve a dejar eso. Ya deben estarlo esperando.
Kardia solo rió levemente, y después de guiñar un ojo, se retiró de la habitación con las sábanas y demás prendas.
Sísifo ayudó a Asmita a llegar al baño de la habitación, y a sumergirse en el agua tibia para que pudiera asearse. Después volvió con Defteros para ofrecerle tomar un baño con su Omega, pero justo en ese momento, Kardia volvió, con una inesperada petición para Defteros.
- ¡¿Enloqueciste acaso, Kardia?!- Exclamó completamente sonrojado el Omega castaño después de escuchar la petición, no, la exigencia de Kardia.
- Mita dijo que no tenía problema, y además vamos a tener que hacerlo tarde o temprano. Y después de escucharlos divertirse él sólo con el nuevo rey, yo también quiero probar.- Replicó el peli-violeta.- Pasamos años esperando un Alpha, y ahora no se me va a ir sin darme a probar al menos un bocado.
Sísifo y Defteros se quedaron sin palabras y completamente rojos de la vergüenza por el descaro de Kardia. Sísifo ya sabía cómo era ese Omega, lo conocía desde que tenía memoria, y conocía sus mañas, pero no dejaba de ser vergonzoso. Defteros ya había tenido un encuentro previo con él cuando le llevó esa carta, pero no se vió venir eso, confió en que al menos en eso tendría algo de pudor, pero no fue así.
- No hay ningún problema.- Escucharon la voz de Asmita, que había salido del baño, vistiendo únicamente aquella bata ligera.- Quizás, sería interesante para todos.
- No estás hablando en serio...- Murmuró Sísifo.
- Lo hago, Sísifo.- Afirmó Asmita.- A partir de ahora, somos los cuatro para regir este reino.
Tal y como dijo Asmita, ahora era el rey regente de un enorme reino. No había sido educado para ser gobernante, ese papel le correspondía por derecho a su hermano, él recibió el entrenamiento de un guerrero, un protector y mano derecha de su gemelo. Cómo máximo, ser rey cónyuge y limitarse a procrear con el Omega o mujer Beta con quién se casara. Así que no tenía mucha noción sobre qué hacer, pero Asmita sí, y él fue de gran ayuda, prácticamente educandolo desde cero para ser un buen rey.
Kardia era prácticamente la fuerza. El peli-violeta provenía de una familia acaudalada, y que debía su posición gracias al tatarabuelo y bisabuelo de Kardia, quiénes sirvieron como comandantes de guerra a la familia real. Kardia había heredado ese espíritu guerrero y ferocidad de sus antepasados, y a pesar de su naturaleza Omega, no dudaría en batirse en duelo incluso con un Alpha. Tambien era el más expresivo y apasionado de todos en más de un sentido.
Sísifo, por otro lado, era un excelente consejero y confidente. Siempre sabía qué decir para aliviar las penas y pesares de todos, y resolver cualquier tipo de conflicto. De no ser por él, sin duda habrían terminado en guerras contra varios reinos.
Dicen que detrás de todo gran Alpha, hay un gran Omega, pero Defteros difería en eso. Porque esos Omegas no estaban detrás de él, sino a su lado, como iguales.
Asmita era el cerebro del equipo, Kardia la fuerza, y Sísifo el corazón. Cada uno aportaba algo, y él no podía hacer más sino agradecerles por todo. Por ayudarlo a dirigir el reino, por todo el amor que le brindaban, por su compañía y por ser quiénes eran.
Al arisco Asmita, al dulce Sísifo, y al pasional Kardia, a todos los amaba por igual. Pero sabía por ellos, que eso no sería bien visto. En el reino eran claras las reglas, una cosa era el sexo y otra muy distinta, el amor. Podía tener los concubinos que quisiera, pero su amor debía ser solo a una persona, ya fuera su rey cónyuge o su concubino más querido, pero solo uno.
A ojos de todo el reino, su corazón era únicamente del rey Asmita, a quién cuidaba y respetaba con devoción. Pero a puertas cerradas, su corazón tenía espacio más que suficiente para Asmita, Kardia y Sísifo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro