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Cendrillon [⛎Odysseus x Ecarlate🩸]

La noche más ansiada por todo el reino. Habían esperado dieciocho años para que esa fecha llegara.

El décimo octavo cumpleaños del príncipe Omega sería celebrado con el baile al que solo miembros de la realeza podían asistir, en busca de conseguir la mano del hijo más joven del monarca en matrimonio.

Era el evento más exclusivo, al que todos matarían por asistir. El último baile había sido hace más de díez años, cuando el primer príncipe Omega se casó con un príncipe Alpha de otro reino.

El protocolo marcaba el uso obligatorio de antifaces durante toda la velada, y tenían una oportunidad de acercarse a bailar con el jóven. Al sonar de la campana de medianoche, el baile terminaría, y el príncipe elegiría a uno de los pretendientes para bailar la última pieza de la noche, cerrando el evento.

Se suponía que debería estar felíz, había esperado toda su vida por ese baile, era su noche especial, su sueño de niño... Pero simplemente no hallaba motivo alguno para estar felíz.

Parecía que la desgracia lo perseguía desde que su hermano mayor, el legítimo heredero del reino por ser el Alpha primogénito, murió al caer de su caballo durante una caza, hace tres años.

Su madre falleció un año después de su hermano, y ahora, su otro hermano mayor y su padre se encontraban enfermos y ningún médico lograba encontrar qué enfermedad tenían. Tan mal estaban, que ni siquiera habían podido acompañarle cómo se acostumbraba.

Su mirada se encontraba fija en las enormes puertas del salón de baile, abriendo paso a cada uno de los asistentes a cómo iban llegando, sin prestar realmente atención a nada, bailando y respondiendo prácticamente en automático con quién se lo pedía. Sabía bien que todos ahí mentían, a ninguno le interesaba en lo más mínimo lo que pensara, solo lo veían como un lindo accesorio y premio gordo.

Las puertas se abrieron una vez más y las trompetas sonaron, anunciando la llegada de un nuevo invitado. Por acto reflejo, miró la entrada, y entonces lo vió.

Un Alpha de larga cabellera blanca, vistiendo un ostento y fino traje de color negro y detalles dorados, con un antifaz de color dorado, cuyo diseño parecía aludir a una serpiente.

El objetivo de los antifaces era no darle preferencia a ninguno por la apariencia, pero había algo diferente en él. Todos los contendientes procuraban mantener un semblante firme, confiado y seguro de sí mismo, pero este misterioso príncipe lucía muy nervioso, al punto de temblar un poco a la hora de presentarse ante el cumpleañero y trabarse con sus propias palabras.

Ecarlate no pudo contener un pequeña sonrisa, poniéndose de pie y haciendo una sutil reverencia, estirando su mano hacia el enmascarado, aceptando bailar una pieza.

La pista de baile era solo de ellos dos, teniendo los ojos de todos los presentes sobre ellos. Seguramente preguntándose quién se escondía bajo la máscara, y que parecía sería el elegido por el príncipe.

- ¿Qué tal estuvo el viaje hasta palacio?- Preguntó en un susurro el principe pelirojo a su compañero de baile.

- Bien, alteza.- Respondió algo nervioso el peli-blanco.

- ¿Puedo saber tu nombre?

Ecarlate no podía quitar su vista del peli-blanco. Era demasiado diferente a todos los demás Alphas que esa noche competían por su mano en matrimonio, él temblaba mientras bailaban, y sus pasos eran algo torpes en comparación al resto, incluso podía escuchar los latidos acelerados de su corazón. Sabía que algo había en él, y lo iba a averiguar.

- Yo... Odysseus.

- Bueno, bienvenido al reino, señor Odysseus.- Sonrió tranquilamente, continuando con el baile.

El Omega pelirojo estaba encantado con ese Alpha, era como si todo eso que los cuentos de su infancia describían al conocer a su destinado estuviera pasando. La mirada color miel de ese hombre era incapaz de ocultar algo, era una ventana abierta de par en par al alma de su dueño, tan diferente a las de los demás, que hacían todo lo posible por ocultar todo lo que pudiera hacerlos perder su oportunidad...

La medianoche estaba cerca, apenas a unos minutos, casi era hora de elegir un esposo.

El peli-blanco miró de reojo el reloj, Ecarlate lo notó, y sintió la mano contraria subir hasta rozar su cuello, cómo si los dedos quisieran estrangularle, pero flaqueando en el intento.

Nuevamente, se centró en sus ojos, que vió derramar un par de silenciosas lágrimas. No lo pensó mucho y solo sonrió, limpiandolas con cuidado.

Odysseus miró con ternura y pesar el gesto del príncipe, se separó un poco, haciendo una suave reverencia correspondiente a ese momento de la pieza, y volvió a acercarse, abrazándolo contra su pecho.

Ecarlate sintió el frío del metal rasgando su delicada piel, seguido por un fuerte ardor en el abdomen.

- Lo siento...- Escuchó murmurar en un débil sollozo al peli-blanco, a la vez que sus lágrimas le mojaban el hombro.

Las campanas que anunciaban la mitad de la noche iniciaron su función, resonando por todo el palacio.

El principe correspondió el abrazo de su compañero, ante las atentas miradas de todos los demás presentes. La elección estaba hecha, todos lo entendieron, y como buenos perdedores, era hora de volver a casa.

- No te preocupes.- Murmuró el pelirojo, una vez que el salón estaba casi vacío.- Ya sabía.

Las últimas palabras del pelirojo lograron sobresaltar a Odysseus. Aún sostenía en su mano temblorosa el cuchillo manchado con la sangre del príncipe, mirando arrepentido como el Omega se cubría el costado herido con una mano, manteniendo una tranquila sonrisa.

¿Siempre supo sus verdaderas intenciones?, ¿cómo pudo estar tan tranquilo todo el tiempo?, ¿por qué no intentó escapar?

- De inmediato me dí cuenta de que el misterioso príncipe olía a cenizas, y que me intentaba apuñalar.- Explicó con calma Ecarlate.- Pero... La misma mirada que lo delató, fue la misma que me hizo recordar lo que es sentirse vivo.

Odysseus agachó la cabeza, hipando por el silencioso llanto que derramaba. Toda su vida había sido un simple plebeyo, un simple sirviente huérfano, y cuando aquel extraño le ofreció una suma enorme de dinero a cambio de colarse en esa fiesta y apuñalar al príncipe, aunque al inicio se negó, después de un par de amenazas, terminó por aceptar, tratando de convencerse a sí mismo de que solo estaba haciendo lo necesario para salvar su vida, y podría vivir con eso... Ahora definitivamente preferiría ser él quién estuviera al borde de la muerte.

Apenas lo vió, sintió una conexión inexplicable, lo que se suponía que solo pasaba al ver a su destinado. Ese dulce Omega, no dejaba de sonreírle gentil, incluso estando agonizando... De niño solía soñar despierto y dormido encontrar a su destinado, y ahora se daba cuenta de que solo lo había encontrado para asesinarlo.

- La luna está muy brillante hoy, ¿no lo crees?- Preguntó Ecarlate, mirando el enorme ventanal, que dejaba entrar la blanca luz de la luna.

- Sí...- Murmuró débilmente, mirando como la luz cubría al pelirojo.

Entonces, Ecarlate quitó su mano, dejando ver qué en su abdomen había apenas un corte poco profundo y que ya casi no sangraba.

Odysseus, aún sorprendido, miró el rostro de Ecarlate. Solo recibió una amorosa sonrisa junto a una mirada dulce, mientras el Omega le ofrecía su mano, cuyo guante estaba manchado con algo de sangre.

No hicieron falta palabras, supo lo que Ecarlate estaba pensando. Así que no lo dudó más, de inmediato soltó el cuchillo, se deshizo de la máscara y corrió a los brazos del pelirojo.

Ecarlate le tomó de la mano, y rápidamente emprendieron la huída a otra sala del palacio.

Ecarlate ya sospechaba que había un traidor dentro de la corte, pero no tenía ninguna pista de quién era, ni prueba contundente en contra de alguien. Con el príncipe primogénito y la reina muertos, y el segundo hijo y el rey al borde la muerte, él era el último sucesor de la primera línea en pie. El último estorbo por derrumbar para alguien que quisiera la corona.

Su hermano Ox había muerto en circunstancias bastante extrañas. Coincidentemente, había perdido el control del caballo cuando se separó de los demás cazando un ciervo, y nadie presenció el accidente, solo hasta que alguien lo encontró y avisó a todos.

Su madre sufrió muchísimo por la pérdida de su hijo, coincidentemente enfermó unos meses después, y murió de un ataque al corazón poco más de un año después.

Cardinale y su padre enfermaron casi al mismo tiempo, después de asistir a la coronación del hijo que Ox había dejado antes de fallecer.

Pero ahora, con la información que Odysseus le había confesado, logró atar cabos sueltos y descubrir que todos esos casos que parecían aislados, tenían un factor en común.

- Asclepio.- De inmediato reconoció la descripción que Odysseus le dió de aquel hombre.- El conde Asclepio. Primo de mi padre.

Ahora todo tenía sentido. Cuando Ox se cayó del caballo, fue el conde quién lo encontró y avisó del accidente. Antes de que su madre cayera enferma, pasaba todas las tardes tomando té con él. En la fiesta de la coronación, Asclepio estuvo presente y al lado de Cardinale y su padre toda la velada, y desde que habían enfermado, les llevaba té a ambos una vez a la semana... Él había matado a su madre y a uno de sus hermanos, y estaba matando a su padre y a su otro hermano.

- No te preocupes. Él no podrá hacerte daño.- Mencionó con calma el pelirojo, quedándose en brazos del Alpha.

Ahora sabía qué hacer, y todo, gracias a Odysseus. Ahora todo estaría bien.

Dos almas solitarias finalmente se habían encontrado para nunca soltarse.

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¿Por qué este shot? Simple, porque me odio. Okey, no. XD

Pues, nada. Simplemente me puse como reto personal bajarle dos rayitas de intensidad al odio que le tengo a varios personajes.

Así que por ahora empecé con los más leves de la lista que son este par (prácticamente solo porque ND aún no termina y quiero tener la minúscula esperanza de que Kuru los salve de última hora), y ya después me sigo subiendo el nivel de dificultad hasta llegar al número 1 (que quiénes me siguen desde hace tiempo seguro ya saben o al menos sospechan quién es)

Así que, a quien le guste este ship, disfrútenlo porque no sé hasta cuándo volveré a tocarlo.

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