Bajando una estrella [🏺CamusxMu🐏xShura🗡️]
Una noche de fiesta, excesos y descontrol, varios tragos demás, meterse con un compañero de trabajo y despertar a la mañana siguiente, con él y su esposo Omega...
Así fue como Mu terminó metido en esa locura.
Asistió a una fiesta de cumpleaños de un amigo del trabajo, sin siquiera sospechar que algo así podría pasar. No acostumbraba beber, pero esa noche todo se le salió de las manos y perdió todo su autocontrol... Vaya que lo perdió, tanto como para hacer un trío con un Beta y otro Omega.
No quiso hablar del tema. Se sentía demasiado avergonzado cómo para siquiera dirigirles la mirada, y hacía todo lo humanamente posible por evitarlos. Así lo intentó por casi un mes, cuando comenzó a experimentar ciertos síntomas, cómo mareos, náuseas y jaqueca. Pero lo que terminó por encender todas sus alarmas y hacerle correr al laboratorio más cercano por una prueba de sangre, fue cuando su celo no apareció.
Cuando tuvo los resultados en sus manos, sintió que su alma abandonaba su cuerpo... Estaba en cinta... Camus iba a querer matarlo si se enteraba.
Se debatió por unos días si contarle a la pareja algo al respecto o no. Después de todo, el cachorro era de Shura. Pero por otro lado, no quería más problemas, cómo ganarse algún conflicto con Camus.
También pensó y pensó la opción de interrumpir el embarazo, al final, quizás sería lo mejor, pero su conciencia no lo dejaba tranquilo para hacerlo sin decirle a Shura. Era más su moral personal que otra cosa, no porque creyera que estuviera mal en sí tomar esa decisión, sino hacerlo sin tomar en cuenta la opinión y sentir de la otra persona involucrada.
Al final, recurrió a algunos amigos del trabajo, los responsables de la fiesta en la que se metió en ese lío. Quizás alguno de ellos podría aconsejarle algo.
- ¡¿Qué?!- Exclamaron todos al ver los resultados.
Mu solo bajó la cabeza. Para su buena suerte, previó que una reacción así sucedería y los citó en una cafetería fuera del trabajo.
- Pero... Mu... ¿Cómo pasó esto?- Preguntó Aioria, aún algo shockeado.- ¿Estás saliendo con alguien?
- No.- Suspiró.
Les contó lo que había pasado, sin atreverse a alzar la mirada. Jamás se vió en una situación similar ni siquiera durante su adolescencia o adultez temprana, menos con un embarazo de por medio para rematar, y sentía que iba a morir de vergüenza.
- Mu, tranquilo. No es el fin del mundo, y no hiciste nada malo.- Lo tranquilizó Milo.- A todos se nos han pasado las copas al menos una vez en la vida.
- Milo tiene razón. No tienes porqué avergonzarte.- Se sumó Afrodita.- Pero lo que tú nos preguntaste es ¿qué deberías hacer ahora?. Y en lo personal, creo que Shura va a querer saber de esto.
- No quiero problemas con Camus.
- Que tenga cara de ogro no significa que no tenga corazón.- Bromeó Milo. Bueno, al final del día, ellos eran amigos cercanos, por algo, Camus estuvo en la fiesta de cumpleaños de Milo.- Créeme que él está demasiado consciente de lo que pasó, y de seguro ya se ve venir algo como esto. Además, dudo seriamente que la idea de un bebé le moleste.
Todos los demás voltearon a ver a Milo, reprochandole con la mirada, y el peli-morado de inmediato se cubrió los labios.
Mu no entendía el porqué de esa reacción. No era tan cercano ni a Shura ni a Camus, solo cordialidad y nada más.
- Creo que no lo sabes, Mu. Pero Camus... Bueno...- Intentó explicar Afrodita.- Él y Shura llevaban un par de años buscando un bebé, pero...
- Después de tantos intentos fallidos, acudieron con un médico.- Continuó Milo.- Y ahí, Camus descubrió que no puede tener cachorros.- Añadió.- Para él fue un golpe duro y sufrió demasiado por esa noticia. Pero ahora están considerando la adopción. Quizás esta noticia no sea tan mala como parece, al menos para él.
Mu no sabía eso. Hasta ahora caía en cuenta de que desconocía muchas cosas de ambos, y de no haber sido por Milo, probablemente no se habría enterado.
- Mu, pase lo que pase, solo recuerda que sigue siendo tu cuerpo y tú sigues siendo quién tiene la última palabra.- Habló Shaka.- Si tú no quieres pasar por todo lo que un embarazo y un parto implican, no tienes porqué hacerlo, especialmente si alguno de ellos intenta chantajearte.
- Shaka, creo que está demás que aclares eso.- Intervino Milo.- No creo que alguno de ellos sea capaz de intentar forzarlo.
- Yo solo decía.- Se encogió de hombros el rubio. Acción que fue imitada por Aioria.
Milo y Afrodita solo suspiraron. Ambos eran amigos de la pareja, pero Aioria y Shaka no, y sabían que en el pasado habían tenido sus roces con alguno de los dos y desconfiaban totalmente.
La conversación se extendió un poco más de lo previsto, hasta que Mu finalmente logró calmarse y tomar una decisión. Al final, les agradeció a todos y volvieron al trabajo.
A la hora de salida, Mu fue hasta Camus, cuando lo vió dirigirse al elevador. El francés permanecía tan inamovible cómo siempre, pero jamás se portó grosero e incluso fue capaz de bromear un poco con todo lo que había pasado en la fiesta.
Mu, aún algo nervioso, lo puso al tanto de la situación y le mostró los resultados del laboratorio.
La reacción de Camus fue guardar silencio por unos segundos, hasta que las puertas se abrieron. Mu comenzó a ponerse nervioso, pero entonces Camus habló. Ciertamente, parecían consternado, pero no molesto. Camus le pidió que lo acompañara, y llegaron a dónde Shura esperaba a su esposo, en el estacionamiento.
Camus fue quién se encargó de poner a Shura al tanto de lo que ocurría, y el Beta tuvo una reacción similar.
Los tres sabían que era un asunto delicado, y que debían hablar con calma, cada uno por sus razones. Así que fueron al apartamento de Mu, que era el más cercano.
El camino fue algo incómodo debido al silencio sepulcral, mismo que permaneció incluso cuando ya estaban dentro del apartamento, hasta que Camus se atrevió a romperlo.
- Mu, sé que no tengo derecho a pedirte esto, tomando en cuenta que jamás hemos sido demasiado cercanos, pero...- Inició con confianza, pero poco a poco fue sintiéndose más y más nervioso.- Yo... Mu, eres amigo de Milo, y de seguro él te contó o al menos insinuó esto, pero he pasado años buscando tener un cachorro... Y hace dos meses me enteré que no puedo.
Mu no dijo nada, y solo pasó algo de saliva. Quizás su silencio dijo más que mil palabras, pero ver a Camus comenzar a llorar, hizo que su corazón se estrujara, y se levantara para tratar de consolarlo, al igual que Shura.
- Mu, yo... No sé de qué forma pedirte esto, y lamento si suena demasiado directo o cruel de mi parte...- Dijo el peli-aqua, con algo de dificultad.- Si... Si no lo quieres, dámelo. Pero... Entiendo si tú también lo quieres, y si es ese el caso... Solo permíteme ser parte de su vida también.
Mu no supo qué responder inmediatamente. A decir verdad, sí deseaba ser madre en algún momento de su vida, pero esto fue demasiado inesperado. Aún así, tenía ciertos sentimientos encontrados, y no sabía si sería capaz de tener al cachorro y simplemente entregarlo como si nada a otras personas, y apartarse por completo de su vida.
Fue una charla bastante larga e incómoda. Shura manifestó estar de acuerdo con cualquier decisión que tomara, ya fuera tenerlo o no, y si entregarlo o no. Fuera de la forma que fuera, no dejaba de ser un cachorro suyo, y si Mu decidía tenerlo, independientemente de si era para criarlo o ceder su custodia, tenía la obligación legal y moral de apoyar en su crianza.
Al final, acordaron que Mu tendría al bebé, pero permitiría a ambos ser parte de su crianza. Shura y Camus decidieron brindarle apoyo con los gastos médicos y cosas que necesitara para el cachorro a lo largo de su vida.
En los meses siguientes cambiaron muchas cosas. Para empezar, a los tres meses Mu tuvo una pequeña hemorragia, y al acudir al hospital, dijeron que se trataba de un pequeño desprendimiento de la placenta. Por lo que él embarazo sería de algo riesgo y requeriría el mayor reposo posible.
Camus no dudó en pedirle que se mudara con ellos. Mu intentó negarse, aunque ahora hablaran muchos más, se conocieran mejor y estuvieran construyendo una buena amistad, no estaba seguro de qué tan incómodo sería vivir bajo el mismo techo dos Omegas, uno casado y otro en cinta, del mismo Beta. Pero siendo objetivo, no podría él sólo por todos los cuidados que el médico le envió, así que aceptó y se mudó con el matrimonio.
Al final, todo resultó mucho menos incómodo de lo que creía en un inicio. Camus, Shura y él no eran tan diferentes cuando de costumbres domésticas se trataba. Tenían un día específico de la semana para lavar la ropa, una hora específica para lavar los platos, cada uno una hora establecida para tomar una ducha, y una hora para cenar. En cuanto a gustos, tampoco resultaron tan diferentes, compartían muchos en común, como su gusto por las uvas con Camus, o por el arroz con verduras con Shura. Así que todo salió bastante bien.
Al pasar más tiempo juntos, la convivencia fue haciéndose cada vez más fácil y natural, llegando al grado en que durante los días libres, se sentaban los tres a mirar alguna película o leer en la sala, cada Omega al lado del único Beta en la casa. Los tres en silencio, pero un silencio agradable y relajante.
En los meses finales, cuando Mu ya estaba lo suficientemente estable, ambos Omegas fueron de compras para el futuro bebé, que ya sabían, era un niño. Fue un gran, largo y aunque agotador, agradable día juntos, viendo y eligiendo ropa, zapatos, biberones y demás cosas para el bebé. Haciendo algunas paradas para comer algo, descansar o ir al baño.
Al final, volvieron a casa, y Shura aún no volvía del trabajo. Ese día le tocaba cubrir algunas horas extras, así que era una noche de Omegas prácticamente.
A decir verdad, era un ambiente bastante tranquilo entre los dos, sentados en el sillón de la sala, mirando una película después de cenar. Nunca hubo algún tipo de roce o agresión entre ellos, y el médico de cabecera más de una vez había manifestado lo asombrado que estaba. En ese tipo de situaciones, los Omegas tendían a pelear y volverse demasiado agresivos entre ellos, buscando quedarse con el Alpha, Delta o Beta, pero ellos parecían incluso quererse.
- ¿En serio somos tan extraños?- Rió bajo Camus, mientras hablaban de aquel tema.
- Supongo que lo somos.
- ¿Quieres golpearme?
- Quizás quiera hacerlo durante el parto, pero de momento no.- Bromeó el peli-lila.
Ambos se rieron un poco por aquel chiste, olvidándose por un momento de todo a su alrededor, hasta que al abrir sus ojos, se dieron cuenta de la distancia prácticamente nula entre ellos.
Ninguno entendió muy bien qué pasó a continuación. Fue un impulso que ninguno pudo resistir, y rompieron la poca distancia entre sus rostros, besándose.
- Mu...- Susurró el galo cerca de sus labios.- Quizás no es la mejor forma de pedirlo, pero Shura y yo lo estuvimos hablando y... Decidimos que ninguno de los dos tiene un problema en incluirte en la relación... Solo si tú aceptas.
- Camus...
- Tranquilo, no es necesario que des una respuesta de inmediato.- Añadió el otro Omega.- Entendemos si necesitas tiempo para pensarlo.
Tal y como prometió Camus, le dieron tiempo para pensar su propuesta, sin presionarlo, y únicamente esperando pacientemente una respuesta, hasta que Mu la dió. Aceptó la inusual propuesta, y así, se unió a la relación.
Sabía que existían ese tipo de relaciones, por algo solía hacerle algunas bromas a Shaka diciendo que su amigo Beta se sentía un sultán con su harem de un Alpha y dos Omegas. No lo gritaban a los cuatro vientos, pero no tenían ningún problema en admitir que los cuatro tenían una relación. Pero él jamás vió venir terminar en una relación similar.
Aún así, no puso demasiadas expectativas y simplemente dejó todo fluir, sorprendiéndose él mismo por lo bien que se llevaban. La esperada llegada del bebé los llenó de felicidad, y aunque no siempre era fácil, estaban felices de ser una familia.
Camus adoraba al pequeño Omega como si fuera su cachorro también, y pasaba largas horas al lado de ambos. Shura resultó ser un excelente padre, siempre al pendiente de las necesidades de los tres Omegas que eran su familia. Mu se sentía felíz de que a pesar de no haberlo planeado, al final, todo había terminado bien, quizás muchísimo mejor de lo que pensó.
Ahora tenía un Beta, un Omega, y un cachorro. No era el modelo de familia en el que pensó toda vida, pero no se quejaba.
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