📿Asmita Harem📿
Por primera vez en la historia de su reino ocurría algo así, y todos hablaban de ello. Era un evento histórico que sin duda, marcaría un antes y un después.
Había tenido varios medios hermanos Alphas, quiénes estaban destinados a heredar la corona, pero ninguno de ellos dió el ancho y prefirió el camino fácil casándose con el heredero de otro reino, o bien, habían fallecido.
Todos esos factores, junto a la preferencia que su padre, el viejo rey que mantuvo su puesto hasta el fin de su longeva vida, y era quién estaba al mando de ese asunto, siempre mostró por él, gracias a su excelente desempeño en combate, su inteligencia y liderazgo, a pesar de ser un Omega, le valieron para ascender al trono, tras la muerte del viejo rey Hakurei.
Ahora que había tomado el trono siendo un Omega, todos tenían sus ojos puestos en él, esperando ver su próximo movimiento. Su pueblo lo conocía bien y amaba fervientemente, después de todo, el gentil príncipe, ahora rey Asmita, siempre se involucró mucho con sus súbditos y veló por el bienestar de su gente, siendo capaz de incluso ir a combatir por el bienestar de su reino. Pero aún así, varios nobles y familias acaudaladas tenían sus dudas al respecto.
Sí, Asmita era muy inteligente, fuerte, valiente, directo y hábil con sus palabras, un estratega nato y excelente gobernante, eso nadie lo negaba. Pero no dejaba de ser un Omega, y eso implicaba muchas dificultades que un Alpha, Delta o incluso un Beta no tendría. Entre ellas, el tema de los herederos.
El rey tenía permitido tener al menos dos, y hasta diez esposas, quiénes eran seleccionadas y seleccionados cuidadosamente, con el fin de garantizar descendientes fuertes y dejar el reino en buenas manos. Así que las esposas pasaban sus días en el harem, encargados de criar a sus hijos y ciertas responsabilidades menores, mientras el rey se encargaba de asuntos de mayor importancia para el reino.
Asmita siempre fue muy consciente de eso, toda su vida lo vió. Nació y vivió varios años en el harem, al cuidado de su madre y en compañía de sus medios hermanos, entre las tres esposas Omegas de Hakurei.
Tokusa, el mayor de todos ellos, nacido Alpha, de la segunda esposa del rey, Avenir. Por línea sucesoria, era quién debía heredar el reino, pero Hakurei jamás lo aceptó como tal por ser demasiado impulsivo y testarudo. Al final, el rey no se equivocó, la imprudencia de Tokusa le costó la vida durante una batalla.
Shion, el tercer hijo, nacido Beta, fue hijo de la primera esposa Omega, Gateguard. Con la muerte de Tokusa, el siguiente era él, pero Hakurei también se lo negó, alegando que Shion no tenía madera de líder. Al final, Shion se comprometió y casó con el príncipe Omega de otro reino.
La cuarta y única hija, nacida Alpha, fue Yuzuriha, hija también de Avenir. Ella y Asmita eran a quiénes su padre tenía en consideración para dejarle el puesto, pero Yuzuriha terminó perdidamente enamorada de un príncipe Omega extranjero y se casó con él.
El hijo más pequeño era Atla, hijo de Gateguard, nacido Alpha. Atla era apenas un niño, le faltaba muchísimo por aprender, así que a pesar del enorme cariño que siempre le demostró, Hakurei no consideró dejarle semejante responsabilidad.
Asmita era el segundo hijo más grande del anterior gobernante y su tercera esposa Omega, Ahimsa. Era el único Omega entre sus cuatro hermanos, y sabía que tendría muchos obstáculos, pero no se daría por vencido tan fácilmente. No iba a renunciar a lo que por derecho era suyo. Y justamente por eso, es que planeó todo con mucha antelación con ayuda de su difunto padre.
La función del harem era procrear herederos fuertes y elegir al más apto para heredar la corona. No tenía más opción que también apegarse a esa tradición, y una de las últimas cosas que su padre hizo por él, fue elegir a sus esposos, los más aptos para lo que requería el puesto, y con los que consideró que podría llevarse bien.
Así había llegado a ese punto de no retorno, estando ahora frente a las enormes puertas del harem, estando obligado a elegir uno de los hombres que había dentro para pasar la noche, y en el mes siguiente, si no quedaba en cinta, repetir lo mismo con otro diferente, y así sucesivamente, hasta que su celo se ausentara por el embarazo.
Una parte de él quería salir corriendo y mandar todo ese protocolo al diablo, se negaba a tratar a alguien como un objeto que usar y después arrumbar por ahí. Tampoco conocía a ninguno de ellos, no sabía ni siquiera sus nombres, a duras penas sabía que eran cinco Alphas y dos Deltas.
Pero otra parte, sentía curiosidad y, debía admitirlo, algo de morbo y deseo culposo, por finalmente poder yacer con alguien y saber que tenía a siete esposos para hacerlo.
Negó con la cabeza. Fuera de la forma que fuera, debía hacerlo. Solo así podría garantizar un heredero digno.
- ¿Nervioso?- Sintió como su primo le dió un ligero golpe con el codo en las costillas.- No tienes porqué, hace rato cuando puse de excusa venir a avisarles que recibirían la primera visita del rey, investigué un poco de los siete.
- ¿Algo que deba saber?
- Mucho.- Rió levemente Manigoldo.
Asmita arqueó una ceja, y miró al Alpha. Sabía que esa risa en Manigoldo nunca era un buen presagio y casi siempre significaba problemas, o al menos una travesura de su primo.
- Son buenos chicos en general, excepto el gemelo de piel blanca, uno de los dos Deltas, ese es algo arrogante y prepotente. Sinceramente dudo que te guste, se ve a leguas que está aquí solo por ser hijo de un general y porque su hermano está también. Yo que tú lo dejaba como último recurso, solo si los demás fallan. Aspros creo que se llama.- Explicó el peli-violeta.- Uno de cabello largo y violeta me agrada bastante, Kardia se llama. Tiene actitud el chico, y en tu lugar, personalmente lo elegiría cómo primero. Pero tú preferirías algo más leve para arrancar, y ese se ve que es puro fuego.- Vaya que se había tomado su tiempo para tantear el terreno por él...
- Solo espero que no hayas olvidado que estás casado, con un rey Omega de un reino donde estas cosas no están permitidas... Al menos públicamente.- Bromeó el rubio.
- Oye, ¿acaso me estás ofreciendo uno de tus esposos?- Le siguió la broma Manigoldo.- Sabe bien que soy muy exigente con la belleza, y a la de mi Omega nadie le llega ni a los talones. Tu Alpha es todo tuyo.
- Al menos si de pronto todos mueren en circunstancias misteriosas por enfermedades repentinas o algo así, menos él, ya sé quién lo ayudó o al menos dió la idea.- Rió bajo Asmita.- En fin, ¿sugieres a uno como primero?
- Creo que hay dos que quizás te interesen, Hasgard y Defteros. A Hasgard lo vas a identificar fácilmente, es el más alto de todos, es un Alpha, cabello blanco, y como te gustan, que casi te doblen la estatura y que con un solo brazo te puedan alzar.- Expuso Manigoldo sus argumentos.- Y no digas que no, porque más de una vez te ví babeando y comiéndote con la mirada a Alphas así.
Asmita solo se rió, olvidando por unos momentos todo el estrés y nerviosismo anterior. Ciertamente, Manigoldo no mentía respecto a su gusto por ese tipo de hombres.
- Defteros es el gemelo menor, el otro Delta. Lo vas a identificar por ser de piel demasiado morena, tener un colmillo que sobresale, y por ser unos diez centímetros más alto que el malévolo brujo que tiene por gemelo.- Siguió el Alpha con sus explicaciones.- También cumple con el perfil de tu hombre ideal. Pero además de eso, los dos son buenos chicos en general, Defteros algo tímido a pesar de su apariencia intimidante. Así que vas a tener que armarte de paciencia, fue criado únicamente por su padre y creció entre Alphas y Deltas, no tiene experiencia tratando con Omegas, él mismo me lo dijo. Hasgard es un poco más experimentado, está algo incómodo por estar aquí, pero al menos no se va a congelar al verte.- Continuó.- Sísifo es uno de cabello castaño, casi rubio, demasiado tímido, demasiado callado, está nervioso, no quiere ser el primero porque no tiene ni idea de qué hacer... Ah, si, y es tío de mi Omega. Larga historia, el punto es que hasta hace un año, creía ser un Omega con celo tardío, y de pronto le llegó el celo y se presentó como Alpha, pero creo que sería buen padre.
Vaya, ese tal Sísifo sonaba interesante. Quizás sería un buen padre, quizás le quedaría bien el rol de ser el cuarto o quinto esposo.
- ¿Y los otros qué?
- Te dije los más relevantes. Yo sugiero Defteros o Hasgard como el primer y segundo esposos según tu criterio, Kardia tenlo en consideración solo cuando ya tengas algo de experiencia estés dispuesto a probar cosas más intensas, y Aspros cómo el séptimo. Créeme, ese entre más lejos del poder mejor, no me da buena espina. Los demás eligelos cómo quieras, no son tan relevantes.- Respondió, encogiéndose de hombros.- Cid y Degel nada relevante. Los dos parecen cortados con la misma tijera, los dos demasiado serios, demasiado correctos, no son los primeros en iniciar una conversación y solo responden si tú lo solicitas. Cid es uno de cabello negro, Degel uno de cabello verde. Los vas a identificar por tener cara de pocos amigos.- Añadió Manigoldo.- Pero Cid es hijo de un guerrero y fue entrenado como tal, también hizo expediciones al extranjero y conoce bastante del resto del mundo. Y Degel es hijo de un embajador, también ha estado en el extranjero y creo que entre todos los de tu harem, es el más inteligente, tomando en cuenta que es quizás el único que recibió educación en varias disciplinas desde niño.
También sonaban como buenos candidatos. Quizás los tendría en cuenta para dejarlos a cargo de otros asuntos como dirigir el ejército o a los embajadores a futuro.
- Bien.- Asintió el joven rey.- Deséame suerte.
- Entendido, su majestad.- Rió Manigoldo para después irse.
Asmita tomó una última bocanada de aire, y antes de que el nerviosismo volviera, abrió la puerta.
Dentro, tal y como describo Manigoldo, tenía gran variedad para elegir, aunque debía admitir que cada uno tenía cierto encanto solo con verlos.
De pronto, el silencio se hizo sepulcral. ¿Qué rayos se suponía que debía decir?
Para fortuna suya, el que por la descripción que le dió Manigoldo, debía tratarse de Kardia, fue el primero en acercarse y romper el hielo.
- Buen día y bienvenido, su majestad.- Le sonrió algo pícaro aquel Alpha de larga y alborotada melena violeta.- Por favor, siéntase en total confianza.
- Y... ¿Tú eres...?
- Oh, disculpe mis modales.- Sonrió de esa misma forma, sin quitarle los ojos de encima.- Kardia, a su servicio.
Vaya que Manigoldo no exageraba. Sí se trataba de Kardia, y vaya que daba la impresión de ser todo un casanova.
- Vaya, el rey es mucho más hermoso de lo que me prometieron.- Dijo Kardia con esa misma sonrisa.- Será un honor y sobretodo, un placer estar a su servicio.- Añadió, para después besar su mano, haciendo que a Asmita todos los colores se le subieran a la cara.
¿Acaso nadie le explicó las reglas a ese chico? Aunque... Sinceramente, no le había molestado.
- Kardia, ¿qué crees que haces?
Un Alpha joven de cabellos verdes se acercó a toda prisa para apartar a Kardia. Ese debía ser Degel.
- Relájate, Degel. Estoy seguro de que tendrás tu parte.
- No seas insolente.- Se sumó un peli-negro. Ese debía ser Cid.
- Por favor, discúlpelo, alteza.- Intervino un peli-azul de tez clara. Ese debía ser el dichoso Aspros.- Kardia no sabe medir bien sus palabras y es algo imprudente, pero es solo porque está algo nervioso.
- ¡Oye!- Se quejó el Alpha peli-violeta, pero Degel y Cid volvieron a intervenir.
Vaya que Manigoldo no mentía en nada respecto a esos hombres. Kardia parecía el tipo de Alpha consciente de su belleza y orgulloso de ella, seguro de sí mismo, algo imprudente pero al menos sincero. Degel y Cid, todo lo contrario, siendo reservados, serios y algo obsesivos con los protocolos y reglas. Y Aspros... Definitivamente, un complot andante.
- No se preocupen. No me ha molestado en absoluto.- Dijo Asmita, cesando la pequeña revuelta.- Al contrario. Gracias por la bienvenida, Kardia.- Añadió, regálandole un leve guiño al Alpha, quién sonrió victorioso.- Los demás, ¿serían tan amables de presentarse, por favor?
- Desde luego que sí, majestad.- Y ahí iba Aspros otra vez...- Mi nombre es Aspros, y estoy a su servicio.
Degel y Cid mantuvieron su semblante serio y sobrio, hincando una rodilla en señal de respeto, después de decir sus nombres.
Los otros tres restantes parecían renuentes, pero cedieron. El primero fue Hasgard, confirmando las palabras de Manigoldo, realmente no parecía felíz de estar ahí, pero era respetuoso.
Sísifo y Defteros estaban casi temblando, y a duras penas lograron decir sus nombres, para después quedarse sin más que decir.
Bien, ya conocía al menos lo básico de todos sus esposos, ahora tocaba la parte difícil, elegir quién sería el primero oficialmente.
Era una decisión un poco complicada. Después de todo, la primera esposa- o en este caso, esposo- era quién mayor poder tendría dentro del harem, y estaría a cargo de que todo funcionara. Mediador de conflictos y encargado de mantener el orden. Y también cuya opinión tendría peso en la toma de decisiones importantes.
Quizás los más aptos serían Cid o Degel, ambos hijos de funcionarios, con conocimientos de cómo funciona el mundo exterior, y cómo mantener el orden y dirigir.
Pero Kardia había logrado llamar fuertemente su atención, y solo por eso lo tenía en consideración.
Pero su deber estaba antes que sus caprichos. No podía tomar esas decisiones a la ligera, así que optó por ser objetivo y elegir a quién fuera más apto, siendo Degel el elegido.
- Y, cuéntame, Degel, ¿cómo terminaste aquí?- Preguntó, mientras comían algo juntos.- Tengo entendido que tu padre es embajador, y perfectamente podías haber seguido su ejemplo y heredar el puesto.
- Siendo honesto, su alteza, fue el anterior rey quién me mandó a llamar y me pidió jugar este papel cuando llegara el momento.- Respondió el peli-verde.- Es imperdonable decir "no" al rey, especialmente a una petición tan importante para su alteza. Así que por eso acepté.
- ¿Sabes algo sobre los demás?
- Los conozco a todos de una u otra forma, Majestad.- Asintió Degel.
Sí, definitivamente Degel era el candidato perfecto para ser el primer esposo. Conocía a todos los demás esposos, era cauto, culto, inteligente, franco, poseía facilidad de palabra y tenía madera de líder. Asmita no lo dudó más, y nombró a Degel oficialmente cómo el primer esposo, siguiendo el protocolo.
El mes correspondiente pasó, y su celo llegó. Aún no había embarazo, y era hora de nombrar quién sería el segundo esposo. Durante todo ese mes, estuvo conversando con Degel, haciéndose más cercanos, y debatiendo quién sería el más indicado para ese papel. Decidiendo que la elección era Cid.
La segunda esposa era cercana a la primera, era quién se encargaría de ser su mano derecha y ayudarla a mantener el orden en el harem. Cid cumplía perfectamente las características necesarias, y sería de gran ayuda para Degel.
Asmita le hizo la misma pregunta a Cid que a Degel cuando lo conoció, y Cid dió una respuesta similar a la del peli-verde.
- Estuve comprometido, pero mi prometida enfermó y falleció hace un par de años. Fue entonces que el rey me mandó a llamar, y me pidió tomar este puesto.- Respondió.- No se le puede negar algo al rey, y menos si es un asunto gam importante y tan delicado para él, como su hijo y su reino. Así que acepté, y aquí estoy.
- Comprendo.- Asintió Asmita, después de escuchar su historia.- Lamento lo de tu prometida. Supongo que debe ser duro perder a alguien y casi inmediatamente ser reclutado para casarte con alguien más.
- Descuide. Estoy bien con esto.- Respondió calmo el contrario.- Mi familia siempre ha sido fiel a la familia real. Mi familia nació con la familia real, y morirá con ella.
El segundo mes pasó, logrando entablar una buena relación también con el peli-negro, ganándose su confianza y su lealtad. Pero tampoco se logró el embarazo. Así que tocaba designar al tercer esposo.
La tercera y cuarta esposas eran las encargadas de cuidar los embarazos y ayudar a las demás en el parto, y atenderlas después de parir. Por lo que debían ser amorosas, pero a la vez, capaces de pensar con la cabeza fría aún si el cielo se caía a pedazos. Dulces, pero fuertes. En este caso, el tercer y cuarto esposo, tendrían la responsabilidad de ser su apoyo durante sus embarazos y partos, así que requeriría las mismas características, y por consejo de Degel, supo a quiénes escoger.
Defteros fue seleccionado como el tercer esposo. Y Asmita también le hizo la misma pregunta.
- Yo... Sinceramente no sé porqué estoy aquí. El rey llegó a casa un día, y me pidió que tomara un lugar en el harem, igual que a mi hermano.- Contó el Delta.- Aspros aceptó de inmediato, pero yo me negué. Fuí criado entre Alphas y Deltas, entrenado para ser un guerrero. Jamás había tratado con Omegas, y... Seamos sinceros, seré el peor de todos los del harem.
- ¿Por qué crees que será así?- Cuestionó Asmita. A decir verdad, Defteros le inspiraba confianza, y según Cid, era un guerrero bastante noble incluso en el campo de batalla.
- Siempre es así. Mi hermano es mucho mejor candidato que yo, no sé porqué el rey no lo eligió solo a él.
- ¿Y cómo terminaste aquí entonces?
Defteros suspiró antes de responder.- Temía que el rey lo tomara como una ofensa, y mi padre sufriera las consecuencias.
Asmita se sorprendió un poco. Conocía bien a su padre, y sabía que Hakurei jamás obligaría a alguien a hacer algo en contra de su voluntad, pero después entendió porqué Defteros creía eso.
- Mi hermano dijo que eso pasaría.
Aspros... Definitivamente, ese Delta era una amenaza en potencia.
- Mi padre no habría hecho eso. Simplemente habría aceptado tu negativa.- Respondió tranquilo el Omega.- Yo no voy a forzarte a estar aquí en contra de tu voluntad. Si deseas volver con tu padre, te lo permitiré.
Defteros parecía algo asustado, cuando Asmita alzó un poco la mano, pero solo le acarició un poco la mejilla.
- Tranquilo. No voy a hacerte daño.- Sonrió gentil al ver su reacción.- Aunque admito que me gustas bastante, no voy a obligarte a hacer algo si no quieres. Podemos quedarnos aquí un poco más y solo hablar si eso es lo que quieres. O ya te dije que incluso te dejaré irte si eso deseas.
Fue difícil hacer que Defteros bajara sus barreras, pero al final, Asmita lo logró, y Defteros desistió de la idea de marcharse. Terminando por casi enamorarse del Omega, logrando yacer con él. Pero el tercer mes pasó, y tampoco se había logrado el embarazo. Así que era hora de elegir al cuarto esposo.
Ésta vez, el elegido fue Hasgard. Y Asmita, al verlo tan tenso, hizo la misma pregunta que a los anteriores.
- Sé que no puedo faltarle al respeto, pero tampoco voy a mentir y a llenarlo de halagos.- Respondió con cierta desconfianza el Alpha.- Estoy aquí porque no tenía otra opción. Debe ser consciente de que no se le puede ni debe negar nada al rey, así que cuando me pidió dejar mi trabajo como médico para formar parte del harem de su hijo, no tuve más opción que aceptar.
- Veo que eres muy directo y sincero. Eso me gusta.- Dijo Asmita con una sonrisa, solo para molestar un poco al contrario.- Así que tenías un puesto como médico. Cuéntame, ¿era interesante?
El Alpha se mantuvo callado, mirando de reojo a Asmita. A decir verdad, no confiaba en el Omega. Había escuchado mucho de Asmita con anterioridad, no todo cosas buenas. Sabía que el rubio había ido a batalla con anterioridad, y bien sabía que sus manos estaban manchadas de sangre, de personas que quizás su único error fue nacer en el lugar equivocado, y servir a un gobernante idiota.
- Tranquilo, tómate tu tiempo.- Sonrió tranquilo el rubio.- No soy un tirano cómo quizás piensas. Por algo trato de acercarme y tener algo de confianza entre nosotros.
- Mejor deje las apariencias de lado, y solo terminemos con ésto. Así ninguno de los dos tendrá que volver a verse en un buen rato.
- Me temo que hoy no me apetece hacer nada en la alcoba.- Dijo con una ligera risa.- Por hoy quiero que me cuentes un poco más sobre tí, me digas todo lo que tengas que decirme, y también me preguntes lo que quieras para que dejes de verme como un desgraciado.- Añadió.- Y por cierto, puedes dejar las formalidades de lado. No es necesario que me hables de usted, solo llámame Asmita.
Hasgard tuvo que tomar un profundo respiro y contar mentalmente hasta díez. Ese Omega parecía hacer todo eso a propósito, con el único fin de molestarlo.
Pero no le daría el gusto, así que se calmó e hizo lo que el rubio le pidió. Al inicio el ambiente era demasiado tenso, pero con el pasar de los minutos, ambos se fueron relajando y bajando sus barreras poco a poco.
Así pasó otro mes, en el que, estando obligado a convivir y pasar tiempo con él, Hasgard cambió un poco de opinión sobre Asmita. Bien, no era un monstruo, pero tampoco era un santo. Era algo arrogante, pero tenía cierto carisma. Al final, sí lograron entenderse, aunque el embarazo no se logró. Y llegó el momento de elegir al quinto esposo.
La quinta, sexta y séptima esposa eran las encargadas del cuidado y educación de los cachorros Alphas, Deltas y niños Beta prepuberes, de los Omegas, Gammas y niñas Beta solteras. Y para lograrlo, debían tener algún talento, gracia, paciencia, ser amorosas, comprensivas, y si era posible, con entrenamiento previo sobre la crianza y cuidado de bebés y niños. Siendo la quinta esposa quién guiaría a la sexta y séptima.
En este caso, y debido a que Asmita no podría estar al pendiente de la educación de los cachorros, serían el quinto, sexto y séptimo esposo quienes se encargarían de eso. Y después de hablar con Degel y Cid, llegaron a la conclusión de que quién mejor encajaba en las características para ser el quinto esposo, era Sísifo.
Al haber sido criado como Omega a causa de un error, Sísifo tenía los conocimientos necesarios para la crianza y cuidado de niños. Además de que, según Cid y Degel, era bastante paciente y bueno cuidando niños.
Cuando Asmita lo tuvo de frente, le hizo la misma pregunta, y Sísifo, aunque nervioso, respondió.
- Hasta hace un año, creía ser un Omega, pero... Al final no fue así.- Contó algo apenado.- Mi familia siempre ha sido algo cercana a los asuntos del gobierno, y más después de que mi sobrino se casara con el duque, el rey se enteró de la situación... Así que me pidió tomar un lugar en el harem.
- Ya veo.- Asintió Asmita.- A decir verdad, es agradable poder hablar con alguien que entiende de cierta forma lo que es ser un Omega.
- Sinceramente, ha sido algo difícil para mí aceptar que soy un Alpha. Ha sido muy confuso todo.- Suspiró el castaño.- Cuando todos creían que era un Omega, siempre me decían que mi papel y propósito en la vida se reducía a engendrar hijos y complacer a mi Alpha. Pero cuando supieron que era un Alpha en realidad, no paraban de decirme que debía ser más fuerte, más rudo, me miraban mal si lloraba o algo así, cuando siendo un Omega, jamás me dijeron nada por eso.- Añadió.- Supongo que me va a tomar algo de tiempo adaptarme.
- No es necesario que lo hagas. Aquí puedes actuar como te sientas cómodo.- Respondió el rey.- Estoy bien con lo que sea que decidas.
- Gracias.
Sísifo al inicio estuvo algo nervioso y desconfiado, pero al final, él y Asmita entablaron una buena relación. Y oficialmente, pasó a ser el quinto esposo. Pero tampoco se logró el embarazo, así que tocaba probar mejor suerte con el siguiente.
Asmita eligió a Kardia cómo el sexto esposo, a decir verdad, parecía que ambos habían esperado con ansias ese encuentro.
Y vaya que hizo lo correcto al hacer caso al consejo de Manigoldo y probar a Kardia teniendo ya algo de experiencia. El peli-violeta era un amante apasionado y demasiado intenso, que por momentos sentía que no sería capaz de seguir su ritmo. Pero a la vez, se negaba a soltarlo.
Con todos los demás había sido primero al menos una pequeña charla, o incluso un día o semana entera solo hablando, y hasta después consumar el acto que los convertía oficialmente en esposos. Pero con Kardia fue al revés.
Aún así, mientras comían algo para reponer energía, Asmita le hizo la misma pregunta a Kardia.
- La verdad es que cuando el rey me ofreció un lugar en el harem, no dudé en aceptar la oferta.- Admitió con descaro el Alpha.- Quiero decir, vivir en el palacio, dónde mi única obligación será complacer a un bello rey Omega que parece un ángel caído del cielo... ¿Qué imbécil diría que no a ese paraíso?
- ¿Así que bello ángel caído del cielo, eh?- Rió suavemente Asmita.- ¿Y se puede saber de quién se trata?
- ¿Ves otro por aquí además de tí?- Respondió Kardia con una coqueta sonrisa.
Ciertamente, Kardia era quién más rápido confió en él, y quién genuinamente parecía felíz de estar ahí y formar parte del harem.
El Alpha era descarado, cínico, coqueto, intenso, apasionado, todo un casanova. Y esas características, junto a su gran atractivo físico, harían que cualquier Omega cayera rendido a sus pies, y Asmita no fue la excepción. Kardia se había convertido ya en su favorito.
Pero el mes pasó, y tampoco se logró el embarazo. Así que tocaba el último, Aspros.
Aspros se comportó bastante educado y adulador en todo momento, pero era Asmita quien no confiaba en él. Todos los demás habían sido bastante sinceros y directos, pero Aspros era evidente su actuación.
Aún así, le hizo la misma pregunta que a todos los demás. Le daría el beneficio de la duda.
- Siempre tuve un profundo respeto por la corona. Así que cuando el rey me pidió tomar un puesto en el harem de su hijo, no pude negarme.- Contó.- Así que acepté, y aquí estoy, su Majestad.
- ¿Y por qué convenciste a tu hermano también?
- No habría sobrevivido cómo guerrero, su majestad.- Respondió el Delta.- Es demasiado piadoso, si lo dejaba, era seguro que moriría a una edad muy temprana, y yo no podría vivir con eso.
- ¿Y no habrías preferido rechazar el puesto y quedarte a su lado para ayudarlo?- Cuestionó Asmita.
- Jamás rechazaría un honor así, su majestad.
Más bien, temía que el rey retirara su oferta si no eran los dos gemelos, y por eso convenció y manipuló a su hermano... Definitivamente, debía mantener bien vigilado a Aspros, pero sin levantar sospechas.
Siguió lo mismo que con los demás, hasta que el mes pasó, y para desgracia de Asmita, su celo no llegó, confirmando poco después el primer embarazo, cortesía de Aspros.
[...]
El tiempo había pasado, y ahora, más de dieciocho años después, había herederos más que suficientes.
Los primeros en llegar habían sido los gemelos Saga y Kanon, siendo un Delta y un Alpha respectivamente, hijos de Aspros, y los primeros en línea de sucesión por ser los primogénitos.
Poco más de un año después del nacimiento de los primogénitos, el siguiente príncipe en llegar, esta vez gracias a Sísifo, fue Aioros, nacido como Alpha.
Cuatro años después de Aioros, llegó Shura, nacido Beta, y siendo una copia casi exacta de Cid.
Tres años más tarde, nació Camus, un pequeño Alpha, bastante parecido a Degel, su padre.
Apenas un año después, llegó otro pequeño Alpha, ahora por parte de Hasgard. Y tuvieron a Aldebarán.
Dos años después de Alde, llegó Aioria. Otro Alpha, nuevamente de parte de Sísifo.
Un año después del nacimiento de Aioria, llegó Shaka, hijo de Defteros. Siendo el segundo Beta, y el único que era idéntico a Asmita.
Y tres años después de Shaka, llegó Milo, el único Omega entre todos los príncipes, siendo hijo y una copia casi exacta de Kardia, a excepción de los ojos. Esos los había heredado de su madre Omega.
Ya los gemelos habían cumplido la mayoría de edad, y Aioros estaba a nada de cumplirla. Era hora de nombrar a su sucesor, y todo el reino esperaba la noticia.
Asmita había hecho un excelente trabajo como rey, aún siendo un Omega y todo lo que ello conlleva. Llegando incluso a asistir a reuniones diplomáticas o incluso a combate estando en cinta.
Esa era una de las razones por las que algunos súbditos deseaban que fuera el pequeño Milo quién se fuera el próximo regente. Si un rey Omega había funcionado mejor que los Alphas, no veían porqué no repetir.
Otros se mantenían firmes en que el heredero por derecho al ser el primogénito, era Saga. Otros más señalaban que el indicado era Aioros. Y otros más preferían a Shaka.
Ciertamente, cada quién tenía un favorito. Pero quién tenía la última palabra era Asmita.
Así que reunió a todos sus hijos y esposos, así como a los miembros de la corte y otros funcionarios, para nombrar a su sucesor. Incluso si alguno ya estaba descartado, por ya estar comprometido con alguien, cómo era el caso de Aioria y Alde. O por haber renunciado al trono por voluntad propia y haber elegido otro puesto, cómo Shura y Camus, que se quedaron a cargo de comandar las fuerzas armadas y de la tesorería del reino, respectivamente. Debían estar presentes.
Asmita mentiría si dijera que no estaba nervioso. Sabía de sobra que tomara la decisión que tomara, desencadenaría una disputa y quebrantaría la relación entre sus hijos. La corona no era fácil de llevar, cambiaba a las personas y sacaba lo peor de ella.
Quizás por eso Hasgard, Cid, Degel y Sísifo estaban mucho más tranquilos sabiendo que sus hijos prefirieron no buscar problemas. Sísifo sabía que Aioros tampoco quería pelear por el trono, así que estaba tranquilo.
Pero otros más cómo Defteros y Kardia, estaban bastante preocupados por sus hijos.
Aspros parecía incluso ansioso porque sus gemelos se la pasaran discutiendo quién se quedaría el trono.
Bueno, era imposible mantener felices a todos. Desgraciadamente, Saga y Kanon habían sido demasiado envenenados por Aspros, y fue imposible salvarlos. Asmita era muy consciente de eso, y sabía a quiénes definitivamente no debía dejar a cargo.
- ¿Ha tomado una decisión, su alteza?- Preguntó Atla, su hermano menor, quién había crecido para convertirse en su primer ministro.
- Así es, ministro.
Atla dió el anuncio, y todos los ojos de los presentes se posaron en el rey Omega, ansiosos por una respuesta.
- La decisión está tomada.- Inició, tratando de mantener la calma.- He pensado mucho esta decisión, tratando de elegir lo mejor para todos. Valorando tanto las capacidades, cómo valores de cada uno de mis hijos. Y por eso, el día doy a conocer a mi sucesor.
Asmita se dirigió al hijo que había sido elegido como siguiente rey, sorprendiendo a unos, indignando a otros, dejando inconformes a otros más, y dejando complacidos a otros.
La decisión estaba tomada. El heredero había sido elegido.
El futuro del reino se siguió escribiendo, pero el primer rey Omega y su harem, jamás fueron olvidados.
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