Aprender a quererte [♉HasgardxAsmita📿]
Comenzó a escuchar ruido distorsionado a su alrededor, y sintió el impulso de abrir sus ojos.
Por el aroma se dió cuenta de que estaba en su templo, reconocería ese aroma a flores e incienso que siempre llenaba el aire de la sexta casa. Pero, ¿cómo había llegado ahí?
Su cabeza empezó a doler, y la sensación se extendió por todo su cuerpo, haciéndolo apretarse los costados de la cabeza con las manos, y agacharse.
- ¿Estás bien?
De inmediato reconoció al dueño de aquella voz, lo haría en dónde fuera. Hasta que habló y lo sujetó para tratar de auxiliarlo, se dió cuenta de su presencia.
- ¿Tauro?- Cuestionó, aún algo confundido.- ¿Qué haces aquí?... ¿Qué hago yo aquí?, ¿cómo es que no estoy muerto?
- Es lo mismo que todos nos preguntamos, Asmita.
- ¿Qué fue lo que pasó?
- Hace unos días el maestro de Shion y una chica te trajeron a tí, a Tenma y a Yato, casi muertos. Athena les dió algo de su cosmos y logró salvarlos.- Respondió el peli-blanco.
Hasta entonces Asmita recordó lo que había pasado esa noche en Jamir. Después de dar algo de su sangre para revivir la armadura de Pegaso, procedió a iniciar el ritual en el que sacrificaría toda su energía vital para darle la fuerza necesaria al rosario que les daría una oportunidad de ganarle a Hades y sus espectros.
Todo iba según lo planeado, estaba listo para dar su último suspiro, pero algo pasó de último momento. Tenma apareció de repente, junto al discípulo de Kardia y Yuzuriha.
Asmita les dijo que no se acercaran más, pero Tenma era más terco que una mula, y no hizo caso. Rápidamente se dió cuenta de lo que el santo de Virgo estaba haciendo, e intervino, dándole algo de su cosmos a Asmita para evitar su muerte. Yato, dejándose llevar por los impulsos y contagiado por el sentimentalismo de Tenma, hizo lo mismo. Yuzuriha intentó detenerlos, pero fue inútil, su energía formó un leve campo que impidió el paso.
Lo último que Asmita recordaba era que el rosario logró absorber la vitalidad necesaria, y después cayó al suelo. De ahí, nada más, hasta ahora.
- ¿Qué pasó con Pegaso y Unicornio?- Preguntó, algo preocupado por la posible respuesta. Era consciente de que esa imprudencia pudo haberles costado la vida.
- No te preocupes por ellos, son más fuertes de lo que aparentan. Yato despertó un día después de que llegaron. A Tenma le tomó un poco más de tiempo, despertó apenas ayer.- Respondió el más alto para tranquilizarlo, pero ahora veía que definitivamente se había equivocado con Asmita en más de una cosa.- Eras tú quién nos tenía preocupados a todos. Por momentos tu cosmos parecía estar a punto de apagarse, y después resurgían de pronto.
Asmita se recostó de nuevo en la cama, y aún sobándose un poco la frente por la jaqueca, esbozó una pequeña sonrisa burlona, típica en él.- ¿Incluso tú estabas preocupado por mí?- Cuestionó al guardia de Tauro. Sabía que no era del todo de su agrado, y justamente por eso adoraba hacerlo rabiar de vez en cuando.- Juraría que estarías dando saltos de alegría de saber que el "traidor" estaba a nada de irse al Inframundo. Si te soy sincero, si alguien me hubiera dicho eso con Aspros hace años, es lo que habría hecho.- Añadió, con una suave risa. Ni siquiera esa jaqueca le iba a quitar la oportunidad de hacer enfadar a su compañero.
- Sé todo lo que dije, Asmita.- Suspiró el peli-blanco, sorprendiendo a Asmita. Esa no era la reacción que esperaba.- Y ahora veo que me equivoqué contigo en más de una cosa.
Asmita no dijo nada, realmente no se vió venir aquellas palabras, y no sabía bien qué responder.
- Si te soy completamente sincero, no entiendo muchas cosas sobre tí, tus ideales y creencias, pero ahora me doy cuenta de que no eres alguien malvado, ni tampoco un traidor esperando atacar.- Siguió el más alto.- Me alegra que hayas sobrevivido. Al menos tengo la oportunidad de disculparme por todo lo que dije y por cómo te traté. Así que... Lo siento. Me equivoqué contigo.
- Vaya, no esperaba eso de tu parte.- Respondió el rubio, incorporándose nuevamente, manteniendo una expresión tranquila.- No es necesario que te disculpes, entiendo tus motivos y no te culpo en absoluto. Siendo sincero, incluso yo dudé de mí mismo por momentos.- Admitió con una leve sonrisa.- No hay nada que reprochar, ni tampoco rencores de mi parte. Si es lo que quieres, podemos empezar de cero. Haré como que esta es la primera vez que nos vemos, para mí todo lo que haya pasado antes de hoy está olvidado.
Ese fue el inicio de una nueva relación entre ellos. Darse la oportunidad de conocerse realmente en medio de una guerra, una idea bastante loca y algo desubicada para muchos, pero ¿qué más daba en ese punto?
Lograron luchar hombro a hombro, confiando uno en el otro, cubriéndose la espalda y salvándose mutuamente en varias ocasiones a lo largo de esa lucha. Hasta que el conflicto llegó a su fin, culminando con la victoria, y también el sacrificio de Athena.
Un par de años habían pasado desde el fin de la guerra santa. Muchos perdieron la vida, otros lograron sobrevivir, aunque con múltiples cicatrices y secuelas de batalla permanentes. Ellos podían considerarse afortunados, habían logrado salir mejor parados que la mayoría de sobrevivientes. Solo unas cuantas cicatrices, y un leve problema de audición en Hasgard, pero nada demasiado grave y logró adaptarse a ello.
Muchas cosas cambiaron en esos años, y ellos y su relación no habían sido una excepción. Lo que inició siendo el nuevo comienzo de una amistad recién sembrada, poco a poco fue creciendo y cambiando de rumbo, hasta volverse una relación de amantes.
Ciertamente, ni siquiera ellos se dieron cuenta en qué momento fueron víctimas de las flechas de Anteros, simplemente fueron sinceros y se dejaron llevar por esos sentimientos.
- ¿Pasa algo?- Preguntó con una sonrisa Asmita, manteniendo su pose de loto.- Te siento demasiado distraído.
- No es nada.- Sonrió el peli-blanco.- Solo... Recordaba cómo fue que llegamos hasta este punto.
Asmita sonrió y rompió su posición de loto para gatear hasta Hasgard y subirse en su regazo. Sabía que eso siempre lograba ponerlo algo nervioso, y por eso solía hacerlo siempre que tenía oportunidad.
- ¿Seguro que es solo por eso?- Volvió a cuestionar el rubio, rodeando con sus brazos el cuello de Hasgard, jugando después con su cabello.- ¿O es por lo que propuse para hoy en la noche?
Al guardián de la segunda casa se le subieron todos los colores al rostro. Asmita sabía ponerlo nervioso, pero al tocar "ese" tema... Solo quería que la tierra se abriera en dos y se lo tragara.
- No soy tan frágil como aparento, deberías saberlo.- Susurró contra sus labios el rubio, para después robarle un beso algo profundo.- No te preocupes tanto por mí. No soy de cristal para romperme al menor contacto.
- Asmita...- Murmuró, algo avergonzado, rezando porque Asmita no se diera cuenta de su nerviosismo.- Sé que no eres débil, pero no quiero lastimarte.
- Ya comprobaste desde hace un año que no es un problema para mí en absoluto.- Replicó Virgo, haciendo un leve roce con sus caderas, siendo perfectamente consciente de lo que provocaba, pero fingiendo que no.- Solo te advierto que hoy no pienso conformarme con nada que no sea-
- No lo digas.- Lo interrumpió, provocando una risa en Asmita.
Asmita siempre había sido alguien demasiado directo y brutalmente honesto, una de las razones por las que muchas veces hacía enfadar o incomodaba a quienes lo trataban por primera vez, e incluso a quiénes ya sabían cómo era. Así que perfectamente podría haberse visto venir que Asmita fuera directo en lo que quería incluso en una relación, pero lo que definí no se vió venir, fue que Asmita resultara ser un amante en extremo apasionado, por decir lo menos.
Al contrario de lo que cualquiera podría pensar por su apariencia casi angelical, Asmita era de todo menos delicado, ni mucho menos frágil en la cama.
- Bien, pero a mí no me engañas.- Rió juguetonamente Virgo.- Hace ya mucho que no lo hacemos.
- Una semana, Asmita.
- ¿Qué te puedo decir?, no quiero dormir esta noche.
- Y por lo visto, tampoco caminar mañana.- Bromeó Hasgard, intentando regresarle la broma a Asmita.
- Si es una amenaza, más te vale cumplirla.
Ambos terminaron riéndose por las cosas que solían decirse cuando estaban a solas. Sin duda, nadie siquiera pensaría por un momento que se tenían la confianza de hablarse de esa forma, o al menos no ser tan explícitos y directos, dadas las personalidades de ambos.
Después de reírse, un suave beso fue lo que siguió, abrazándose y olvidándose del resto del mundo por unos minutos.
Si hace años, alguien les hubiera dicho que terminarían juntos, perdidamente enamorados y felices, sin duda lo habrían tomado a loco. Pero ahí estaban.
Ambos habían aprendido a querer al otro, a querer sus cualidades y también sus defectos. Habían aprendido sobre la historia y forma de pensar del otro, y así habían comprendido mejor porqué eran como eran.
Hasgard acariciaba la mejilla de Asmita, cuando el rubio abrió sus ojos cómo pocas veces hacía, dejando ver sus zafiros nublados. Sin duda, la mirada de Asmita, aunque invidente, lograba decir más que mil palabras. Era como si esa mirada le jurase que si lo perdía, habría perdido su más grande fortuna.
Inició no sabiendo prácticamente nada de Asmita. Ni de su historia, ni su filosofía, pero después del noble sacrificio que Asmita estuvo dispuesto a hacer, tuvo un buen presentimiento. Quiso entenderlo.
Asmita aún recordaba las palabras de Hasgard cuando ambos confesaron sus sentimientos.
"Quiero tenerte aunque sea solo un momento, y si me dejas tal vez todos los días."
Y Hasgard aún recordaba la respuesta de Asmita:
"Antes de estar junto a tí por toda la vida quiero aprender a quererte. Quiero estudiar cómo se cumplen tus sueños. Quiero entenderte para enseñarte a extrañarme."
Sin duda, a veces el amor llega cuando menos lo esperabas, y de quién menos lo pensaste. Pero a veces ese era el amor más puro, sincero, intenso y dulce de todos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro