Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Addictive [🎭AsprosxAsmita📿xDefteros🌋]

La vida adulta y de oficina era realmente aburrida. Nunca había nada relevante o nuevo, su vida se había vuelto extremadamente rutinaria y sin nada interesante qué hacer. A diario era lo mismo: despertar, desayunar, ir al trabajo, almorzar, volver al trabajo, ir a casa, tomar una ducha, dormir, y al otro día, repetir todo.

Había elegido el camino burocrático, dedicándose a ser el contador y gestor de recursos de una empresa. Ganaba bien, de eso no podía quejarse, pero la rutina que durante los primeros años adoró, ahora comenzaba a asfixiarlo.

Era un Alpha a nada de llegar a los 30, atractivo, exitoso y con un buen trabajo, cualquiera pensaría que podría tener a quién quisiera, pero no era así. Las relaciones nunca habían sido, y parecía que nunca serían su fuerte.

Todos sus intentos de relaciones habían fracasado por su falta de tiempo y aparente frialdad. Ya se había hartado de intentarlo y perder tiempo, y sobretodo, dinero en el proceso. Así que prefería estar sólo o limitarse a encuentros de una sola noche y al amanecer, ni siquiera dirigirse la palabra.

- Vamos, será divertido.- Insistió su gemelo por milésima vez.- Es fin de semana, no tienes nada qué hacer mañana.

Defteros... Su gemelo había optado por un camino completamente distinto al suyo, prefiriendo centrarse en el entrenador físico, y consiguiendo un trabajo como entrenador en un gimnasio de la ciudad... Bueno, siendo un Delta, no estaba para ponerse exigente.

- Que tú no tengas nada qué hacer porque puedes levantarte a la hora que te dé la gana, no significa que todos los demás también defendiste.- Respondió de mala gana.

A veces la sola presencia de Defteros lograba ponerlo de mal humor y ni él sabía porqué, solo lo fastidiaba con su actitud relajada, su semblante tranquilo, su leve sonrisa y esa sensación de alegría que irradiaba.

- Trabajas toda la semana.- Volvió a insistir Defteros.- Por favor. Si no te agrada el lugar, eres libre de irte cuando quieras.

- Un burdel... ¿En serio crees que me rebajaría a algo así, Defteros?- Recriminó.- Jamás. No me gustan ese tipo de mujeres ni Omegas, prefiero a los que tienen al menos la educación básica concluida.

- Ya te dije como mil veces que no es un burdel.- Exhaló con cansancio el moreno.

- Alcohol, mujerzuelas y gigolós bailando y desnudándose... Sí, suenas exactamente como un burdel, por llamarlo de forma decente. ¿O prefieres que use el término "casa de citas"?, ¿o quizás, "prostíbulo"?

- No hay desnudos, y tampoco contrataciones de ese tipo.- Repitió el gemelo menor.- Solo bebidas, y espectáculos de baile, es todo. No está permitido tocar a los bailarines. Y el terminó es "club de baile".

- Mejor no pregunto qué tipo de baile...- Rió levemente, solo por molestar a su hermano.

Al final, después de la insistencia de Defteros, ni siquiera él recordaba cómo había aceptado ir a ese lugar.

La fachada no era tan diferente a la de cualquier bar, quizás la diferencia era que las luces eran de colores mucho más sobrios que los que estaba acostumbrado a ver, siendo rojas en su mayoría y una que otra de color blanco.

Los guardias parecían conocer a su gemelo por la forma tan familiar en que se saludaron, y les dieron acceso sin mayor contratiempo.

Por dentro, el lugar era mucho más tranquilo de lo que esperaría para una noche de viernes. La mayoría de los clientes hablaban entre ellos, con alguna bebida en la mano. Otros preferían la soledad, pero todos sentados en alguna mesa, sillón de cuero o silla de la barra. La música era inusualmente sutil a lo que esperaría de un lugar de entretenimiento nocturno, recordándole a la música de oriente.

Defteros lo guió hasta el frente del escenario, en la que dedujo que era la zona VIP o algo así, ya que estaban mucho más cerca que los demás. Tomaron asiento en un par de sillones forrados con terciopelo rojo y detalles dorados, y se vió forzado a solo esperar, algo intrigado por saber de qué se trataría exactamente ese espectáculo.

Una mesera, vestida con ropas que le recordaban a las que usaban para el Belly Dance, se acercó para tomar su pedido, y después se retiró, volviendo unos minutos después, diciendo que ya iba a comenzar el show.

Las pocas luces que había, se apagaron, dejando en completa oscuridad todo el lugar, al mismo tiempo que una música comenzó a sonar. De inmediato se encendió una luz, iluminando a un bailarín, cubierto con un velo de color rojo, que en cuestión de segundos quedó en el olvido, dejando expuesta la verdadera vestimenta del Omega: una de esas faldas largas y con un par de aperturas, un especie de top con pedrería de color rojo, brazaletes y tobilleras dorados, y lo que más llamó su atención, un velo formado por tiras de piedras rojas, blancas y algunas doradas, haciendo juego con el resto de la vestimenta.

No sabía realmente nada de ese tipo de baile, a excepción de que implicaba mucho movimiento de la cadera, y la vestimenta muy llamativa en color o brillo.

El primero parecía ser el bailarín principal, ya que cuando comenzó la danza, otro par se le unió, coordinandose con él en segundos.

Los otros Omegas eran bastante bellos, y esa vestimenta, que a pesar de ser larga, dejaba algo de piel al descubierto sin llegar a ser vulgar, solo la medida justa, los hacía deseables para cualquiera. Pero fue el primero, quién con todas esas cualidades, sumadas a sus ágiles movimientos y gracia, lo hicieron quedarse completamente hipnotizado, mirándolo.

Esa piel blanca como la nieve, y que parecía ser tan suave como la seda, esa larga cabellera dorada y que se movía al compás de sus caderas cuáles rayos de sol, y sobretodo, esos hermosos ojos tan azules como el mismo cielo... Era un verdadero deleite mirarlo.

Tan concentrado estaba, que solo la música cesando, y los Omegas retirándose, lo hicieron reaccionar.

Quiso disimular su reacción, bebiendo el resto del contenido de su vaso, y fingiendo prestar atención al resto de números, pero ninguno llamaba realmente su atención.

Ni siquiera supo cuánto tiempo pasó, hasta que después de un número, la misma chica que los atendía, se acercó a Defteros y le susurró algo. Después, su hermano le indicó que lo siguiera.

No sabía a dónde iban, pero Después de unos pasos, se dió cuenta de que estaban en los camerinos de los bailarines.

¿Qué demonios hacían ahí? No tuvo tiempo ni de preguntar.

Defteros se detuvo frente a una puerta de color blanco y una estrella de color dorado. Y como si fuera lo más normal del mundo, llamó con un par de golpes, aunque Aspros rápidamente se dio cuenta de que parecía ser un especie de código secreto.

La puerta se abrió, y pudo ver a aquel rubio que lo había dejado sin aliento en el escenario. Ésta vez sin su mascarilla, pero aún con su vestuario.

- Así que éste es tu hermano.- Mencionó el Omega, abrazándose a Defteros.

- Sí, Mita.- Asintió el Delta.- Asmita, él es Aspros, mi hermano.- Inició con las presentaciones.- Aspros, él es Asmita, el Omega del que te conté la otra vez.

Al escuchar eso, Aspros sintió como si sus ilusiones fueran pinchadas cuál globo de helio.

Defteros, un puñado de meses atrás le había contado de un Omega que iba a entrenar al gimnasio y que lo había invitado a salir. No le había preguntado sobre el dichoso Omega, y Defteros no solía sacarlo a colación, más que un par de veces, insinuando la posible de presentarlos, pero él siempre hallaba una excusa.

- Para ser gemelos, debo decir que son realmente diferentes.- Comentó el rubio con una leve sonrisa.- Es un placer conocer finalmente al hermano de mi novio.

¿Novio?. Bien, ahí iba su última esperanza de conseguir al menos un encuentro de una noche a los que estaba acostumbrado. No le haría algo así a su hermano... No de nuevo. La última vez, le salió el tiro por la culata, cuando estaban en su último año de instinto, antes de la universidad, y por quitarle la novia a Defteros, terminó en una relación horrible. Quizás se lo merecía por haber traicionado a su propia sangre, quizás una coincidencia, o tal vez Defteros atraía personas a las que les faltaba un par de tornillos... Fuera como fuera, ya había aprendido la lección. Así que ese Omega rubio, no lo tocaba ni con un palo.

- ¿Disfrutaron del espectáculo?- Preguntó Asmita, con una sonrisa algo pícara.- ¿Por qué no pasan a tomar algo?

Asmita se separo de Defteros, y fue hasta el marco de la puerta, dónde se detuvo unos segundos.

- Puedo hacer un baile privado... Para los dos.- Añadió, guiñando un ojo, antes de contonear la cadera, e ingresar.

Aspros estaba por negarse, pero un aroma extremadamente dulce lo hizo replantearse aquella decisión.

Su olfato extremadamente desarrollado, no tardó en detectar que la fuente de ese aroma, era Asmita.

No recordaba un aroma así. Tan dulce, penetrante, embriagador, fuerte, pero a la vez sutil...

Para cuándo se dió cuenta, ya estaba dentro del camerino, y solo reaccionó cuando escuchó la puerta cerrarse.

- No te preocupes. Hablamos mucho de ésto.- Le dijo su hermano al ver su indecisión.- Si voy a dejar que alguien más toque a mi Omega, prefiero que al menos sea alguien a quién conozco.

- Tómenlo como un experimento.- Se sumó Asmita, con ese aroma, que parecía igual de adictivo que él.- Una experimento nueva para usted dos.

Finalmente, ambos gemelos cedieron a los encantos de ese Omega, y el aroma tan adictivo y embriagante que poseía.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro