Un día normal en la fundación SCP
La alarma del despertador sonando a las 6:00 en punto. Levantarse para ejercitarse, tomar una ducha, preparar el desayuno y sentarse a consumir sus sagrados alimentos con su hermano. Antes de salir de casa, rumbo a su trabajo... Lo normal para una persona adulta. Si tan solo su trabajo fuera algo normal...
- Doctor Dimitris, reportándose.
- Agente rango 2. D-929.
Después de identificarse en el retén de la entrada, la barrera metálica se alzó, dándoles acceso a las instalaciones. Su hermano condujo hasta el estacionamiento, y después de aparcar el auto, bajaron para ingresar a uno de los edificios.
- Veamos que pasa esta semana.- Murmuró, mientras caminaban por los pasillos.
- ¿Nervioso?- Cuestionó con una sonrisa su gemelo.
- ¿Tú no?- Replicó.- En la última misión casi morimos todos.
- Pero no lo hicimos, Def.- Negó el gemelo mayor.- Mira el lado amable. Ahora es problema mío y de mi equipo... Y los empleados de clase D que tengan mala suerte. Tú y tu equipo quizás solo tengan que entrenar y nada más.
- Eso espero.
Siguieron avanzando, hasta llegar al elevador al final del pasillo. No habían pasado ni siquiera del segundo piso cuando la alarma comenzó a sonar.
Atención a todo el personal. Fuga en el sector A categoría Euclid. El SCP-096 ha violado el protocolo de contención.
- Carajo, lo que faltaba.- Masculló con molestia Aspros, buscando algo en los bolsillos de su bata.- Bonita forma de empezar la semana.
- Dímelo a mí...- Suspiró Defteros, imitando la acción de su hermano.- En fin...- Suspiró el moreno, colocándose unos visores que había sacado de un bolsillo de su uniforme.
El elevador llegó al segundo piso, dónde se detuvo por completo y ambos bajaron a toda prisa. No era la primera vez que un incidente así ocurría, ya estaban acostumbrados, pero cada uno debía ir a un sitio diferente.
Aspros siguió de frente por el pasillo, mientras que Defteros comenzó a bajar las escaleras, empuñando su arma, lista para disparar en caso de ser necesario.
- Atención a todos los agentes rango 2. Reportense de inmediato.
- Aquí D-929.- Respondió por el comunicador al llamado de su superior.- Me encuentro en el edificio 1-A. Con el doctor Dimitris.
- Verifique la seguridad del perímetro, soldado.
- A la orden. Cambio y fuera.
Al llegar al primer piso, revisó por todos lados en busca de la criatura o el objeto que pudo causar su fuga, pero nada. Debía salir para revisar la sala de los empleados clase D, mantener a todos dentro, y evacuar de ser necesario. Y así lo hizo.
Pasaron varios minutos en los que el comunicador no dió ninguna señal. Tampoco se escuchan gritos ni disparos... En situaciones así, el silencio llegaba a ser peor que cualquier ruido. Las instalaciones eran enormes, y era imposible saber que ocurría.
- Atención a todos los agentes rango 2. Reportense.
Al escuchar la voz de su superior, suspiró de alivio. Pero poco le duró, eso podía significar dos cosas: el objeto había sido contenido, o había escapado de la base.
- Aquí D-929.- Se reportó después de varios de sus compañeros. Verificando que de momento no habían sufrido bajas.
- El objeto anómalo SCP-096 ha escapado de la base.- Informó su superior.- Tenemos una localización aproximada. A-326, D-682, S-896, C-394, K-949, M-497, R-733 y D-929. Reportense de inmediato al helipuerto, salimos en 5 minutos.- Ordenó su superior.- D-929, trae contigo al empleado clase D número 239, y otros cinco empleados clase D al azar.
Defteros sintió un pequeño nudo en la garganta ante esa orden. Sabía bien lo que pasaría, y eso siempre era bastante doloroso, pero no había opción.
- Afirmativo.- Respondió, luego de suspirar.
Ingresó a la zona de los empleados de clase D, seleccionó cinco al azar, y por último, fue por el número 239.
- ¿Quién fue esta vez?- Preguntó tranquilamente el joven, manteniendo sus ojos cerrados.
- 096.
- Déjame adivinar. Otro gato al que la curiosidad mató.- Negó sonriendo el rubio.- En fin. Será mejor ir por él antes de que se escape.- Añadió poniéndose de pie para acercarse al agente, que le esposó una muñeca para guiarlo.
El resto de empleados de clase D iban esposados de ambas manos, y caminando con el arma apuntandoles a la espalda. Seguramente ya resignados a su destino.
Defteros no podía evitar sentirse levemente mal por ellos. Era cierto que muchos merecían un castigo por sus actos del pasado, pero no creía que a ese nivel. Aún así nada podía hacer.
- ¿Cómo fue la fuga esta vez?- Preguntó en un susurro el rubio.
- No lo sé, Asmita.- Respondió de igual forma.- Acababa de llegar cuando sonó la alarma y me enviaron a cubrir el perímetro.- Añadió.- Lo más probable es que alguna fotografía se haya filtrado en internet y algún pobre diablo haya tenido la mala suerte de verla.
- ¿Cuántas veces ha pasado esto ya?- Rió bajo el contrario.- ¿5?
- Seis contando esta.
- Vaya que el personal de informática debe mejorar su trabajo. No tendrán siempre al comodín clase D número 239 para salvarles el trasero.
Defteros suspiró aún debajo del casco. Aunque para Asmita fuera una broma, para él ni lo era. Realmente le aterraba pensar en eso.
- Ey, relájate.- Mencionó el blondo al percatarse de su silencio.- He sido enviado a misiones de este tipo desde que estaba en el vientre de mi madre. Tengo 21 años y unos seis meses en el negocio, no te preocupes por mí.- Añadió sonriendo.- Preocúpate por tí y tu hermano cuando ya no tengan un ángel cubriéndoles el trasero.
Finalmente llegaron al helipuerto, dónde ya se encontraba el resto del escuadrón y su comandante, listos para partir.
Los cinco empleados de clase D abordaron al helicóptero, seguidos por los agentes. Defteros fue el último en subir, después de ayudar a Asmita a hacerlo.
Su superior solo les dijo que irían a Los Angeles, donde habían detectado un equipo con una fotografía de SCP-096. Que por nada del mundo se quitaran los visores, tuvieran preparado el equipo y material necesario, y todo el protocolo... Algo que ya se había vuelto habitual después de tantos años.
En todo el camino, Defteros no podía dejar de pensar en toda su vida, y cuestionar varias cosas.
Había nacido en una familia aparentemente normal. Más bien, una simple fachada. Su madre solía ser una de los científicos e investigadores más importantes de la fundación SCP, y su padre uno de los mejores agentes. Él y su gemelo prácticamente, habían nacido y vivido desde siempre en la fundación, no tuvieron otra opción de vida más que heredar los puestos de sus padres. Su hermano siguió el camino de su madre, y él el de su padre.
De niño, cómo era normal, la dulce inocencia nublaba su juicio y le impedía ver con claridad varias cosas. Pero conforme fue creciendo, todo fue cambiando, hasta que ahora, a sus 27 años, no había día en que no deseara una vida diferente a la que le había tocado.
Entre tantas cosas que ahora cuestionaba, estaba Asmita. Tenía tan solo 6 años cuando vió llegar al mundo a ese bebé, entre las frías paredes de la fundación, cuando su propia madre se los presentó y les dijo que de ahora en adelante, ese niño sería su amuleto de la suerte, pero a la vez su mayor responsabilidad.
Para ellos era normal pasar varios de sus días en la fundación, recibiendo entrenamiento y clases que les permitirían integrarse a las filas apenas tuvieran la edad suficiente. Pero también les daban pequeños recreos, mismos que pasaban al lado del pequeño Asmita.
Parecía que fue apenas ayer cuando vió a su madre colocar en una cápsula al bebé con el que él se había encariñado, a su primera misión como empleado de clase D... Aún recordaba cuánto lloró por Asmita, temiendo que no volviera con vida, siendo reprendido por sus padres por su actitud tan blanda.
Milagrosamente, Asmita volvió con vida de su primera misión, siendo apenas un bebé de tres meses. Pero esa fue solo la primera de tantas misiones.
Asmita se volvió el empleado de clase D más joven, siendo apenas un niño, y también, uno de los que a más misiones había sobrevivido. Todo, gracias a su ceguera.
Defteros aún recordaba cómo de niños, durante sus ratos libres, cuando no tenían entrenamiento y Asmita no estaba arriesgando su vida en alguna misión, él y Aspros solían jugar con él, los tres juntos.
Ahora, esos días le parecían tan lejanos...
- Llegamos. Prepárense para el aterrizaje.
Ante las palabras de su superior, no le quedó más opción que salir de su ensoñación y tomar su arma.
Apenas bajaron de la aeronave, pudo notar el rastro de sangre que el SCP-096 había dejado a su paso... Era un verdadero dolor de cabeza lidiar con esa criatura, a pesar de los visores.
Avanzaron por la angosta calle, hasta llegar a la casa dónde el equipo de informática había detectado la fotografía que atrajo a SCP-096 a ese lugar. La puerta estaba abierta, con cuerpos mutilados de los desafortunados que se toparon con el objeto anómalo, enviando por delante a los empleados de clase D.
Su comandante dió la indicación de separarse por la casa, llevando cada uno a un empleado de clase D para buscar el objeto anómalo.
Él llevó a Asmita con él, manteniéndose cerca en todo momento, para ir a inspeccionar el garage.
- Por dios...- Murmuró al ver la masacre que había en esa habitación.
- Por tu reacción y que apesta a sangre, aquí quedó un pobre infeliz, ¿no es cierto?- Cuestionó Asmita.
- Dos niños, una de seis y otro de tres. Y al parecer, el perro tampoco se salvó.- Respondió, respirando profundo para calmarse.
- No deberías dejarte impactar tanto por esto, ¿sabes?- Repitió Asmita.- Si te la pasas sintiendo compasión por cada muerto o SCP que ves, tarde o temprano te va a pasar factura.
- Ya lo sé, Asmita.- Suspiró con fastidio. No era la primera vez que le decían algo así, o que lo reprendían por ser tan "fácil de conmover".- Pero... Carajo, son niños y...
- Y no deberían sufrir, deberían tener oportunidad de vivir y ser protegidos. Sí, ya lo sé.- Interrumpió el rubio, cruzándose de brazos.- Pero en este punto ya deberías saber que el mundo no es un cuento de hadas, Defteros. Es más bien, un cuento de terror, con monstruos sueltos en todos lados, acechando. Y nosotros, como miembros de la fundación, hacemos lo que podemos para contener a algunos de ellos, pero aún así, deberías estar consciente de que no todos los monstruos del mundo son objetos anómalos.- Añadió.- Solo piénsalo, los empleados de clase D que trajiste al azar son criminales peligrosos y despreciables, que nadie echará de menos cuando mueran. Pero las calles están repletas de personas como ellos. ¿También vas a pasártela lamentando eso?
- Convives con ellos a diario, Asmita. Deberías saber que muchos de ellos fueron víctimas también en algún momento.- Replicó.- ¿Crees realmente que tenemos derecho a decidir sobre las vidas de otros, o que unas valen más que otras?
- No tenemos tiempo para discusiones filosóficas, Defteros. Estamos en medio de una misión, y si no capturamos a SCP-096, mucha más gente va a morir.- Respondió Asmita.- Solo recuerda, asesino muerto, asesino que no vuelve a matar.
Defteros estaba por replicar algo, cuando gritos aterrizados resonaron en el tercer piso de la casa, seguidos por los apurados pasos de todo el escuadrón.
- Parece que alguien ya encontró a nuestro chico tímido.- Mencionó Asmita.- Vamos, antes de se escape de nuevo. Los empleados de clase D solo van a entretenerlo un par de minutos a lo mucho.
Defteros, sin más alternativa, sujetó de la muñeca a Asmita y salieron del garage para comenzar a subir las escaleras de la casa, hasta llegar al tercer piso. Fuera de la última habitación del pasillo, se encontraban los agentes, dándole la espalda al marco de la puerta, algunos con los visores rotos. Otra falla...
- ¿Dónde está el SCP-096, agente K-949?- Preguntó Asmita acercándose a uno de los hombres.
- Dentro de la habitación, Asm... Número 239.- Respondió el agente, corrigiendo el error que casi comete al llamarlo por su nombre.- Los visores fallaron de nuevo, y tuvimos que evacuar. Parece que ya se calmó, pero hay que colocarle la bolsa de contención.
- Déjenmelo a mí.- Sonrió el rubio, recibiendo en sus manos la bolsa negra.
Defteros logró escuchar sobre el fallo de los visores, y sabiendo que ahora sus vidas dependían de Asmita, tuvo que colocarse con sus compañeros, dándole la espalda a la puerta, agachar la cabeza y cerrar los ojos por precaución.
Asmita, por su parte, ingresó a la habitación, guiándose por las paredes, siguiendo el sonido de la respiración del SCP-096. El objeto estaba en la esquina más alejada de la habitación, con las rodillas encogidas, y con la mirada en la pared.
- Aquí estás.- Sonrió Asmita al sentir la fría y reseca piel del SCP.- Ya te divertiste, es hora de ir a casa.
Valiéndose de su sentido del tacto, Asmita logró colocarle la bolsa en la cabeza al SCP, y asegurarla para evitar que se cayera o rompiera.
- Objeto anómalo asegurado.- Anunció a los agentes, saliendo de la habitación, con la criatura a su lado, siguiéndolo igual que un perro amansado.
Dos de los agentes sujetaron al SCP -096, y avanzaron por el pasillo con él, avisando que había sido re-capturado e iba camino a la cápsula de contención. Para que en las instalaciones de fundación se alistaran para recibirlo.
El resto fue enviado a administrar sedantes y amnésicos de clase B a todos los testigos del incidente, mientras el equipo de limpieza se hacía cargo de no dejar rastro de la carnicería causada por el SCP, y el de informática de asegurar el equipo donde fue encontrada la fotografía y destruirla.
Asmita, como en todas sus misiones, fue el único empleado de clase D que sobrevivió. Volviendo al helicóptero en calma y silencio, al lado de los agentes de la fundación.
En el camino, Defteros de nuevo comenzó a cuestionar toda su vida. La discusión con Asmita solo había avivado más en él esa pequeña llama.
La fundación SCP tenía como propósito detectar y contener objetos anómalos que pudieran ser un peligro potencial para la humanidad. Su objetivo siempre sería el bien común, aún si había que dejar a algunos atrás en el proceso. Pero, ¿realmente era válido?, ¿de verdad el fin justificaba los medios?
Asmita le parecía un evidente ejemplo de ese dilema desde que nació. Toda su vida viviendo en una celda, siendo un prisionero desde su nacimiento, destinado a no ser más que un peón desechable para la fundación...
Él mismo era un ejemplo andante de su dilema. No tuvo más opción que aceptar el cargo de agente cuando cumplió 18 años, tres años después de la muerte de su padre a causa de los SCP-939, los con muchas voces, durante una contención de éstos.
Incluso su hermano era otro ejemplo, corriendo la misma suerte que él, al tomar el puesto de su madre tras su fallecimiento a manos de SCP-974-A, el devorador de la casa del árbol, cuando tenían tan solo 18 años y Aspros recientemente se había integrado al equipo de investigadores de la fundación. Vaya forma de integrarse a las ligas grandes para Aspros... Teniendo que diseccionar a una criatura que no solo asesinó y devoró, sino que también robó la apariencia de su madre.
Sus padres siempre les dijeron que nada se obtenía sin perder algo a cambio, que era necesario sacrificar a algunos por el bien de la mayoría. Pero cosas como el protocolo de contención de SCP-974, alimentándolo con niños de entre 6 y 12 años, le parecían aberrantes e inhumanas. ¿Por qué mantener vivas a una criatura tan peligrosa en vez de simplemente eliminarla con fuego?, ¿realmente valía la pena matar a tantos niños, causar tanto dolor, solo por obtener algunos datos extra del SCP?... Lo dudaba. Y así podría seguir cuestionando muchas más cosas de la fundación.
Al llegar a la base, siguieron el protocolo correspondiente, llevando a Asmita de vuelta a la zona de empleados de clase D, y el resto de agentes enviados a sus áreas.
Le tocaba custodiar la zona de los SCP de clase Keter. Patrullar las celdas para prevenir alguna fuga, ayudar en la contención en caso de ser necesario... Lo normal en un día en la fundación SCP.
Por fortuna, no hubo mayores incidentes el resto del día, y al finalizar su jornada, pudo retirarse de su puesto, y marcharse con el fin de reunirse con su hermano en su laboratorio.
Aspros se había hecho de una reputación en los diez años que llevaba trabajando oficialmente para la fundación. Muy al contrario de él, su hermano todo el tiempo recibía halagos y elogios, comparándolo con el excelente trabajo de su madre, diciendo que el legado de la respetada doctora Walden había quedado en buenas manos, e incluso la había superado.
En su camino, se encontró con un viejo amigo que rondaba por los pasillos, seguramente para reunirse con su sobrino.
- Def. Qué tal.- Le saludó con una amigable sonrisa el castaño.- ¿Vas a ver a Aspros?
- Buenas noches, doctor Ioannidis.- Respondió cortésmente al saludo.- Sí, así es.
- Def, ya no estamos en horario laboral, déjate de tantas formalidades.- Negó riendo levemente.- Solo dime Sísifo.
- Lo siento, es la costumbre.- Rió ligeramente avergonzado.- ¿Cómo estuvo el día?
- Lo normal para el grupo de investigación. Ya sabes, monitorear a los SCP categoría Keter, hacer algunos experimentos, redactar un informe por aquí, una fórmula por allá...- Respondió el científico.- Ya sabes. Lo normal por aquí. Por cierto, supe que fuiste a la misión de re-captura de SCP-096, ¿todo bien?
- Sí, llevamos a número 239 con nosotros. Ya sabes que llevarlo a él en misiones es una garantía de salir con vida.
Sísifo pasó grueso algo de saliva, jugando nervioso con la manga de su bata. Defteros sabía perfectamente el porqué de la reacción del doctor, después de todo, Sísifo había llegado a la base para ser entrenado a una edad bastante corta, solo 12 años, gracias a la influencia de su hermano mayor. Sísifo también conocía a Asmita y todas las circunstancias que lo rodeaban.
- Hablando de Asmita...
- ¿Pasa algo malo con él?- Cuestionó nervioso el peli-azul.
- Bueno... No lo sé con exactitud. Sabes que no estoy a cargo de ese equipo.- Admitió Sísifo.- Pero hoy ví a tu hermano en la oficina de los superiores del Consejo O-5.
El Consejo O-5 nunca era una buena señal. Pocos científicos tenían contacto directo con ellos, y si acudían a una cita, era un asunto realmente serio e importante.
- Gracias por decirme, Sísifo. Trataré de averiguar qué está pasando.
- No le digas a tu hermano que yo te dije. Sabes que no debemos meternos en asuntos de otros equipos.- Pidió el castaño.- En fin, tengo que irme. Regulus, digo, el agente R-733, ya debe estarme esperando.
Ambos soltaron una pequeña risa. El sobrino de Sísifo era uno de los agentes más jóvenes, con apenas 20 años, pero con más potencial y que en solo un par de años había logrado ser ascendido a rango 2.
- Es un gran agente. Aunque supongo que no podría ser de otro modo.- Comentó Defteros.- Es hijo del comandante I-391 después de todo.
- Lo sé. Es un gran chico. Solo espero que no se ponga en peligro innecesario.
- Sabes que la vida de un agente de la fundación SCP nunca está garantizada.- Suspiró el moreno.- A menos que lleve a número 239 en la misión.
Ambos intercambiaron una pequeña sonrisa, y después se despidieron, para cada uno continuar su camino. Al menos sabía que no era el único que cuestionaba las cosas que ocurrían en la fundación, algunos como Sísifo también tenían las mismas dudas.
Avanzó por el pasillo hasta llegar al laboratorio de su hermano, llamó a la puerta e ingresó, topándose con su gemelo.
- Hasta que llegas.- Mencionó el gemelo mayor sin separar la vista de sus anotaciones.- ¿Con qué te entretuviste esta vez?
- Me encontré con Sísifo en el camino.
- Entonces asumo que ya sabes de mi reunión con el Consejo O-5.- Soltó el científico, sorprendiendo a su hermano.- Ni siquiera te molestes en tratar de negarlo. Sé que Sísifo tiene un oído muy desarrollado y la lengua muy larga.
Defteros solo suspiró. No importaba de qué se tratara, Aspros siempre iba un paso adelante de él, así había sido desde que eran niños... O más bien, desde que comenzó a hacerse más cercano a su madre.
- Descuida, creo que fue mejor que te haya llegado así la noticia. Me ahorró mucho tiempo.- Expresó con una sonrisa Aspros, finalmente alzando la vista a su hermano.
- ¿Qué quieres decir?
- Que los resultados de las pruebas han sido favorables y bastante alentadores. Mucho mejores de lo que se esperaba al iniciar el experimento.- Explicó Aspros.- Dicen que desde que quedé al mando, todo ha ido mucho mejor. Así que quieren que siga a cargo del proyecto, e intentar nuevas pruebas. Grandioso, ¿no?
- ¿Qué clase de pruebas?
- Ay, Def, no te pongas así.
- ¿Qué clase de pruebas, Aspros?
El peli-azul rodó los ojos, bufando con fastidio, para después tomar la carpeta en su escritorio y dejarla frente a su hermano.
- No te preocupes. No le va a pasar nada.
Defteros tomó la carpeta y leyó lo más rápido que pudo todo lo ahí redactado... No podía creerlo. Sintió un profundo temor, que ante las palabras tan frías e indiferentes de Aspros, se convirtió rápidamente en rabia. ¿Quién demonios había aprobado eso?
- ¡¿Quién aprobó esto?!, ¡¿están locos acaso?!
- No te pongas de moralista emocional ahora.- Bufó el gemelo mayor.- Sabías que algo así pasaría tarde o temprano.
- ¡Estos malditos monstruos mataron a papá!- Finalmente no pudo más, y estalló contra su hermano.- ¡Papá murió por culpa de estos monstruos, y tú quieres enviar a Asmita ahora a-!
- Los daños colaterales son inevitables, Defteros. Fue su culpa por ser demasiado idiota y sentimental, por eso esas bestias lo engañaron, igual que a todos los demás inútiles.
- ¡¿Cómo puedes decir eso?!
- ¡Carajo, Defteros!, ¡han pasado 12 años, ya supéralo!
- ¡Era nuestro padre!
- ¡Era débil y estúpido, por eso murió!- Refutó Aspros.- ¡Por sentimental los SCP-939 lo engañaron imitando nuestras voces!, ¡murió por idiota!
- ¡Creyó que sus hijos y su esposa estaban en peligro! ¡era lógico que quisiera salvarnos!
Aspros gruñó con rabia. No era la primera vez que tenían una discusión así, pero ya estaban comenzando a hartarle.
- ¡¿Alguna vez te ha importado alguien que no seas tú mismo?!
- ¡No me vengas con tu sermón emocional barato!, ¡eso te servirá con el pusilánime de Sísifo, pero no conmigo!- Lo calló al instante el mayor.- ¡El idiota de nuestro progenitor murió por eso, por imbécil! Por no respetar los límites profesionales, cómo tú lo estás haciendo con Sísifo y el empleado clase D número 239.
Defteros agachó la cabeza ante esas palabras, sintiendo una opresión en el pecho y unas profundas ganas de llorar.
- Def...
Al ver su reacción, Aspros suspiró, rodeó el escritorio para llegar hasta él y abrazarlo. Sabía que ese tema seguía afectándole demasiado.
- Sabes que es verdad, Def. Tú y yo solo existimos por la voluntad de nuestra progenitora, fuimos concebidos con un único propósito. El de seguir su legado.- Murmuró, acariciando el cabello de su hermano.- Bueno... Un heredero para continuar su legado como la mejor investigadora de la fundación. Pero ya ves... Un accidente genético dió como resultado dos bebés en vez de uno.
Defteros no respondió nada, solo apretó los labios para evitar sollozar. De niños, a pesar de la vida que les había tocado, él y su hermano solían ser muy unidos, pero con el tiempo eso fue cambiando. Aspros fue involucrándose cada vez más con su madre, siguiendo sus pasos y adoptando sus ideales. Pudriendo poco a poco su corazón, hasta que no quedó nada del dulce y valiente Aspros que conocía. Era como si fuera otra persona.
- Def, sé que es duro para tí, pero es la verdad. Cuanto más rápido lo aceptes, más rápido lo vas a superar y podrás vivir con ello.- Mencionó Aspros, mirándolo a los ojos.- Entiende que nuestros progenitores jamás se amaron. Solo necesitaban una fachada para mantener sus puestos en la fundación encubiertos. Además, ambos querían un heredero a quien dejar su legado. Ella como el mejor investigador, y él como uno de los mejores agentes. Juntos podían dar la mezcla perfecta entre fuerza e intelecto.- Añadió el peli-azul, con una sonrisa llena de orgullo.- Y aquí estamos, mi querido hermano. Tú eres uno de los mejores agentes, como él quería. Y yo uno de los mejores investigadores de la fundación. ¿No lo ves, Def? Lo logramos, los superamos. Cómo ellos querían.
- ¿Realmente crees que no se amaban en absoluto?- Cuestionó a su gemelo. Aspros solo arqueó una ceja.- Después... Después de escuchar las grabaciones de los últimos momentos de vida de papá... De cómo los SCP-939 lo engañaron imitando nuestras voces y la de mamá, pidiendo ayuda... Cómo él corrió a tratar de salvarnos. ¿De verdad crees que no nos amaba?
- Sería algo completamente unilateral, Def.- Respondió con simpleza el gemelo mayor.- Pasé el suficiente tiempo con la doctora Walden para que me conste que ella jamás sintió nada por él, más allá de respeto por sus hazañas. Ella misma me lo dijo.
Defteros suspiró, limpiandose las lágrimas. A pesar de todo, él amaba a sus padres, a ambos, y sus muertes habían sido un golpe duro en su vida. A diferencia de Aspros, que parecía incluso haber esperado con ansias el deceso de su madre para relevarla.
- Def, mira, quizás nuestra progenitora no nos amaba como una madre, pero sí como una científica orgullosa de sus creaciones.- Intentó animarlo su hermano al notar su estado.- Las mejores de sus creaciones. Las que salieron de su propio vientre. Por eso nos confío la misión de vigilar al número 239 desde que nació.
- Ella nos dió la orden de cuidar de Asmita, no de llevarlo a su muerte.
- Estará bien, Defteros. Es el único que puede controlar al SCP-096, ayudar a contener a los SCP-2863, y entablar comunicación con los SCP-106 Y SCP-076 sin morir en el intento.- Señaló unas de las hazañas del rubio.- Por si no lo haz notado, es casi imparable, como nuestra progenitora predijo.
Defteros suspiró, y prefirió no responder nada. Sabía que la discusión solo terminaría escalando a un punto ridículo si seguían. Cuando a Aspros se le metía algo en la cabeza, no había poder humano ni sobrehumano que lo hiciera cambiar de parecer.
Aspros volvió a mostrar la sonrisa serena y angelical que le caracterizaba la mayoría del tiempo, y le dió un último abrazo a su hermano. Antes de volver a su puesto detrás del escritorio para guardar las carpetas y preparar todo para marcharse a casa con su gemelo un par de minutos después.
Ambos salieron hasta el estacionamiento, tomaron el auto y Aspros condujo hasta abandonar la base y volver a casa. Al otro día comenzarían las pruebas para saber el alcance del proyecto más grande que su madre había legado, y Aspros estaba ansioso por ello. Defteros solo rogaba porque las cosas no se salieran de control, sabía bien que los resultados podrían ser fatales para una de las dos partes.
A la mañana siguiente, el despertador sonó a las 6:00 AM en punto, y cada uno siguió su rutina. Al llegar a la base, ambos se reportaron, esa mañana sin ningún incidente, pero el encargado les informó que el Consejo O-5 había solicitado la presencia de ambos. Por la tranquilidad reflejada en su rostro, Aspros parecía ya saber de qué se trataba, y Defteros, aunque nervioso, no tuvo otra opción más que ir. Aunque sospechaba que no se trataba de nada bueno... Maldito instinto, nunca se equivocaba.
- ¡¿Qué?!
- Agente D-929, cálmense por favor.- Ordenó uno de los altos mandos.
- ¡Es una locura!
- El doctor Dimitris tiene todo bajo control, ¿no es así, doctor?
- Así es, señor.- Asintió su hermano.- Pero cómo les mencioné el día de ayer, necesito la ayuda del agente D-929 para aumentar la probabilidad de éxito y reducir la de fracaso. Así podemos prevenir pérdidas materiales y humanas.
No, definitivamente no quería formar parte de eso. Asmita confiaba en él, era su mejor amigo, casi un hermano menor para él, no podía traicionarlo de esa forma. No quería verlo morir, no quería ser el responsable de su muerte.
- Agente D-929, recuerde que el objetivo de la fundación SCP es contener objetos anómalos peligrosos para la humanidad. Nuestra prioridad será siempre el bien común.- Habló una de las mujeres presentes.- Su madre, la doctora Walden, y su padre, el agente D-942, siempre lo tuvieron en claro.
- Lo sé. Conozco la historia de mis padres.
- Entonces comportese a la altura, soldado. Estas pruebas podrían salvar miles de vidas en el futuro.
Finalmente, sin más escapatoria, suspiró. No podía negarse a una misión, hacerlo significaba revelarse a la fundación, y a los desertores solo les quedaba la salida. El problema, era que de la fundación solo se salía muerto. Aceptó formar parte de las pruebas.
Esa misma tarde fue enviado a la zona de los empleados de clase D, para buscar a Asmita y llevarlo a la zona de los objetos categoría Kepler, dónde se llevarían a cabo las pruebas con los especímenes de SCP-939 que tenían en cautiverio.
- Quita esa cara, Def. Todo está bajo control.- Le dijo su hermano, mientras observaban todo detrás del cristal de seguridad.- Bien, es hora de comenzar.
Defteros no dijo nada, solo se mordió la lengua con frustración, observando todo el experimento. Eso ni de chiste estaba bajo control, en cualquier momento algo podría suceder.
- Empleado 239, enfrente de tí tienes a un especimen de SCP-939.- Dijo Aspros a través del micrófono que permitía la comunicación.- Necesito que trates de entablar una conversación con él.
- Entendido, doctor Dimitris.- Respondió con fastidio el rubio.- ¿Alguna información que deba obtener en específico?
- Por el momento cualquier cosa es buena.
Asmita hizo caso a las indicaciones de Aspros, y consiguió entablar una conversación con la abominable criatura cuadrúpeda. Defteros no pudo evitar sentirse demasiado incómodo, casi asustado, al escuchar como esa cosa imitaba la voz de Aspros para entablar esa conversación. Pero cuando comenzó a imitar la suya, no pudo soportarlo más y le pidió a Aspros que detuviera todo.
- ¡Defteros, contrólate!- Lo reprendió su hermano.- ¡Ya casi terminamos, no lo arruines cómo es tu costumbre!
- ¡Esa cosa se va a salir de control!
- ¡Ambas están bajo control, idiota!
Las puertas de la sala se abrieron, mostrando a un agente más, deteniendo la discusión de ambos gemelos... Lo único que faltaba para Aspros.
- ¿Qué haces aquí, K-949?
- El Consejo O-5 me envió a ayudar en las pruebas, Aspros.- Respondió el hombre bajo el casco.
- Doctor Dimitris para tí, imbécil.
- Cómo sea, idiota pretencioso.- Gruñó el agente, quitándose el casco, mostrando su larga y abundante melena violeta atada en una cola de caballo, y sus ojos azulados.- Los superiores del Consejo O-5 temen que se maten entre ustedes antes de que los SCP's lo hagan. Así que me enviaron a ayudar.
Aspros gruñó con rabia, viendo fijamente al recién llegado, que no dudó en responder de igual forma, desafiandose mutuamente en una disputa de miradas.
- Bien.- Accedió finalmente de mala gana.- Pero no hagas nada estúpido, Kardia.
- Agente especial de rango 2, K-949 para ti, imbécil.- Devolvió en forma de burla el peli-violeta, yendo al lado de Defteros.
Aspros solo maldijo en voz baja y devolvió su atención al panel de control.
Defteros no pudo evitar suspirar con cierto alivio. Pocas personas se atrevían a desafiar a Aspros de esa manera y lograban vivir para contarlo, y Kardia era una de ellas. Para bien o para mal, Aspros le tenía algo de miedo al agente. Y Kardia tenía su carácter.
- Oye, cálmate.- Le dijo Kardia al notar su inquietud por el hecho de que el SCP usara su voz para mantener la conversación con Asmita.- Sabes que esos bichos pueden imitar la voz de cualquiera, no te lo tomes personal. Solo recuerda que sus traseros rojos están en una celda de contención, y nosotros aquí afuera.- Añadió con una pequeña risa.- Así que invencibles no son.
- Casi nos matan en la misión de re-captura.
- Pero no pudieron, ya tenemos historial con ellos. Así que relájate.
Defteros miró de reojo que Aspros estuviera lo suficientemente concentrado en las pruebas, antes de susurrarle algo a Kardia. Necesitaba saber algo.
- ¿No tienes miedo por Asmita?
- Tengo miedo por esa pobre cosa fea.- Rió Kardia en un murmurllo.- Mita tiene experiencia lidiando con SCP's peligrosos. Esa cosa no es nada.
- ¿Entonces no te importa en absoluto lo que pase con él?
Kardia dirigió una rápida mirada a Aspros, y se quitó la careta del casco, solo para encararlo antes de responder.
- Al contrario, Defteros. Sabes muy bien que él significa mucho para mí y que he intentado todo para conseguir su libertad, pero es un elemento valioso, y además, él se niega a abandonar la fundación.- Replicó el peli-violeta, reflejando una leve tristeza en los ojos.- Sé perfectamente bien que estar en este lugar te cambia por completo, para bien y para mal. Así que no lo culpo por desear quedarse aquí y ayudar en misiones hasta el día de su muerte, yo también estoy en esa posición de cualquier modo.- Añadió con un leve suspiro, intentando sonreír.- Siendo realistas, poca estabilidad puedo ofrecerle fuera de este sitio. Puedo presentar una falla en cualquier momento y decir adiós a este podrido mundo.
- ¿Cómo puedes soportar todo esto?
- Ya morí una vez, nada puede asustarme ya.- Respondió con una sonrisa el peli-violeta.- Después de todo, fuí creado con ese propósito por el doctor Legrand. Ahora es mi misión ayudar a contener las amenazas de la humanidad.
Defteros asintió, y ambos volvieron a sus posturas. no querían llamar la atención de Aspros ni poner en riesgo el experimento. Aunque Defteros no pudo evitar volver a su cuestión filosófica del día anterior.
La historia de Kardia tampoco le era indiferente. El chico había sido una creación del laboratorio, resultado de un científico jugando a ser dios.
Kardia era el único hijo de uno de los miembros del Consejo O-5. Lo conoció cuando eran unos adolescentes, Kardia de 12 y él de 17, cuando recibió la misión de ser su compañero de entrenamiento. Defteros lo recordaba cómo alguien jovial, amistoso y muy confiado desde ese entonces. Pero esa actitud le terminó costando muy cara al chico.
Kardia terminó asesinado por La Insurgencia del Caos, a la corta edad de 20 años, tras ser capturado como rehén durante un enfrentamiento entre la fundación SCP y los agentes de La Insurgencia del Caos. Su padre, incapaz de aceptar su muerte, o quizás viendo una oportunidad perfecta, puso al científico en jefe de la fundación SCP a buscar la forma de traerlo de vuelta.
El doctor Legrand llevaba años investigando sobre la reanimación, en busca de la inmortalidad, y Kardia fue su oportunidad perfecta para llevar a cabo su más grande proyecto. Defteros desconocía los detalles, pero según lo poco que todos sabían, después de meses, en los que el cuerpo de Kardia permaneció en una cámara frigorífica de conservación, pudo "volver a la vida". Cómo una estructura biomecánica autómata, con una mente humana. Un androide, en pocas palabras.
Kardia conservaba todos sus recuerdos y personalidad, para él la muerte había sido cómo haberse quedado en coma y haber despertado, en sus propias palabras. Un gran avance para la fundación, haber logrado una forma de resucitar a los muertos y el secreto de la inmortalidad. Después de todo, el cuerpo de Kardia se había quedado con la apariencia de 20 años que tenía al momento de su muerte, y no cambiaría por más que pasaran los años. Pero como la mayoría de cosas en ese lugar, las cosas no salieron como esperaban.
Al poco tiempo, Kardia comenzó a presentar pequeñas fallas, que derivaban en "apagones" repentinos, y en un par de ocasiones, que el sistema casi dejara de funcionar.
El padre de Kardia murió un año atrás, a manos de la Insurgencia del Caos durante un ataque sorpresa, igual que el doctor Legrand. Desde entonces, Kardia estaba prácticamente por su cuenta, él solo contra el mundo. Recibiendo mantenimiento del hijo del doctor Legrand cada cierto tiempo, y trabajando para la fundación.
Trató de no pensar más en eso, y mantener la compostura, como un simple observador. Pero entonces las acciones del SCP-939 comenzaron a tornarse aún más perturbadoras, acercándose demasiado a Asmita, intentando morderlo mientras hablaba para engañarlo y hacerlo acercarse, siendo detenido únicamente por las fuertes cadenas metálicas.
- Bitácora del experimento SCP-239-A. Día 280, 04 de septiembre del año en curso. 02:43 a.m. Tal y como se esperaba, después de 40 semanas de gestación, el producto se encuentra listo para nacer.
Cuando el monstruo comenzó a imitar la Vi de su madre, diciendo aquellas palabras, ambos gemelos comenzaron a alarmarse. Kardia no comprendía su reacción, pero debía asegurar a todos primero y preguntar después.
- 04 de septiembre del año en curso. 7:35 a.m. El experimento fue exitoso, SCP-239-A nació perfectamente sano después de la cesárea hecha a SCP-239 para alumbrarlo. Con un peso de 3.2 kilogramos exactos, y 50 centímetros de longitud. Perímetro encefálico de 35 centímetros.
- ¿Qué...?
- ¡Sal de ahí ahora!
Aspros dió de inmediato la indicación, pero Asmita lo ignoró por completo. Y el SCP-939 continuó hablando, ahora creyendo que tenía la atención de su potencial presa.
- 04 de septiembre del año en curso. 11:42 a.m. La primera parte del experimento SCP-239-A ha finalizado con éxito. He presentado a SCP-239-A con mis dos descendientes, un par de gemelos concebidos por fecundación in vitro, de 6 años de edad. Los niños se mostraron afectivos con él, especialmente D-929, que no dudó en aceptar ser su guardián. Por ahora todo va bien, aunque SCP-239-A seguirá bajo vigilancia extrema las 24 horas del día. Aunque recién nacido, no deja de ser un SCP de clase Eucler.
- ¡No se queden ahí parados!- Les reclamó Aspros a ambos agentes.- ¡Saquenlo de ahí ahora!
- ¡Te dije que era una pésima idea!- Le recriminó Defteros a su hermano, antes de ingresar a toda prisa a la habitación junto a Kardia para sacar a Asmita de ahí.
Ambos agentes entraron a la habitación, pero no fueron capaces de alcanzar a Asmita. Kardia no entendía qué sucedía, porqué no podían avanzar, cómo si de pronto estuvieran yendo más lentos. Defteros solo podía recriminarse a sí mismo no haber opuesto más resistencia a la loca idea de Aspros.
Asmita no parecía tener la menor intención de irse de ahí, pero entonces un quejido de Kardia, seguido de una estruendosa caída, cambió el curso de todo.
Cuando el androide sufrió una de sus habituales fallas, cayendo al suelo, captó de inmediato la atención de Asmita, y Defteros pudo llegar hasta él.
Asmita se acercó a Kardia tan rápido como pudo, hasta lograr tocar su rostro y pedirle al borde de las lágrimas que reaccionara. Afortunadamente, la falla no fue tan grave y Kardia volvió en sí rápidamente, solo para bromear un poco con el rubio y pedirle que se retiraran. A lo cual, Asmita finalmente no se negó.
Aspros dió por finalizadas las pruebas de ese día y ordenó que el empleado de clase D número 239 fuera llevado a su celda hasta el otro día. Kardia tuvo que ir al laboratorio de biomecánica para que el doctor Legrand II revisara su sistema y de ser necesario, corrigiera el problema. Así que Defteros hizo el traslado sólo.
- Ese espécimen de SCP-939 imitó la voz de tu madre.- Dijo Asmita mientras caminaban.- ¿Por qué mencionó mi fecha de nacimiento y toda esa información?
Defteros no se atrevió a responder. Se suponía que esa era información clasificada. A la que nadie debía tener acceso, un secreto que él y su hermano juraron llevarse a la tumba. Sabía el riesgo que corrían con un SCP tan impredecible cómo 939, que parecía ser capaz de conocer detalles de personas incluso muertas. Pero....
- Sé que sabes algo, Defteros.- Lo confrontó Asmita.- ¿Qué demonios es todo eso?
- No puedo hablar de eso aquí, lo sabes bien.- Murmuró.- Si quieres saberlo, reúnete conmigo a la hora del almuerzo de los empleados de clase D. Finge una reacción alérgica o algo así.
- Bien.
Después de esa pequeña y tensa conversación, dejó a Asmita en su celda correspondiente, y se marchó.
Sabía que si alguien lo descubría, las consecuencias serían fatales, pero de cualquier modo, nadie dentro de la fundación tenía la vida asegurada. Podría morir de todos modos en alguna misión, y no quería cargar más ese secreto. Se saldría de control en cualquier momento, si es que no decidían eliminar a Asmita antes.
Se escabulló por los pasillos de la fundación, hasta llegar al laboratorio de su hermano. Sabía que Aspros siempre salía de su laboratorio a las 3:23 de la tarde para ir por una taza de té a la cafetería, se tomaba cinco minutos exactos para beberlo, y después volvía. Tenía quince minutos exactos para entrar y salir sin ser visto, después de todo, él era el encargado de patrullar esa área. Nadie sospecharía.
Apenas vio a Aspros alejarse por el pasillo rumbo a la cafetería, abandonó su puesto e ingresó al laboratorio. Sabía todas las contraseñas de su hermano y los lugares donde guardaba sus registros y documentos importantes, así que pudo conseguir todo lo necesario y sacar unas copias sin ningún tipo de problema. Una vez que tuvo toda la información que necesitaba, devolvió todos los originales a su lugar y salió para volver a su puesto. En menos de veinte minutos era la rotación de patrullaje, y a él le tocaba ir a la zona de empleados de clase D, justo para la hora del almuerzo.
Cuando llegó al comedor, no tardó en localizar a Asmita, en fila como todos los demás, y una bandeja metálica en sus manos.
Esperó a la señal del rubio, la cual no tardó más de cinco minutos, al fingir atragantarse mientras comía. Rápidamente se acercó y comenzó la práctica de la maniobra correspondiente, sin aparente éxito, al grado que Asmita perdió la consciencia. Tuvo que comenzar con compresiones en el pecho, ante la atenta mirada de todos, antes de que finalmente, Asmita reaccionara.
Los guardias encargados de custodiar a los empleados de clase D estuvieron de acuerdo en qué lo llevara a una revisión médica en las instalaciones de la fundación, y así lo hizo, llevando en brazos al joven.
- ¿Y bien?- Cuestionó Asmita en un murmullo, mientras avanzaban por los pasillos.- Quiero respuestas y las quiero ahora.
- Y las tendrás.- Asintio.
Vaya que Asmita era un excelente actor, al lograr engañar a todos de esa forma. Incluso Defteros por un momento creyó que de verdad estaba en peligro.
Llegaron a la enfermería, por suerte, era la hora del almuerzo para el personal médico, así que tenían unos veinte minutos para esa conversación.
Defteros dejó a Asmita sobre una camilla, se quitó el casco y procedió a sacar del interior de su uniforme la carpeta con toda la información que había conseguido, entregándosela al rubio.
- Sabes que soy ciego, ¿no?
- Lo sé. Pero no necesitas ver para saber lo que dicen.- Respondió el moreno, haciendo arquear una ceja al rubio.- Solo piensa en que quieres conocer la verdad de esta información, como si pudieras un deseo. Y toma la carpeta con ambas manos.
Asmita dudó por unos segundos, pero haber pasado toda su vida en la fundación le había demostrado que realmente no había nada imposible. Así que hizo caso, se concentró en ese deseo, y después tomó la carpeta con ambas manos... Vaya que funcionó.
Imágenes y sonidos, datos e información que desconocía, aparecieron en su mente al instante, revelando la verdad que por años le fue ocultada.
Defteros observaba con cierto temor, sabía bien que seguramente Asmita iba a odiarlo, pero ya no había vuelta atrás.
- Yo... Entonces...
- Sí.- Confirmó con un murmullo el agente.- Eres un SCP, Asmita. SCP-239-A.
- ¡Dijeron que mi madre había sido una empleada de clase D que murió durante el parto!
- Lo sé, Asmita, pero nada de eso es cierto.- Defteros sentía su corazón latiendo acelerado, realmente estaba asustado, pero le debía muchas explicaciones.- Fuiste concebido en un laboratorio, con un óvulo de SCP-239, e implantado en su útero. La fundación buscaba encontrar el origen de los poderes de SCP-239, y ver si podían ser heredados a su descendencia. Mi madre estuvo a cargo de ese experimento, monitoreó todo el embarazo, y dirigió la cesárea para que nacieras.
Asmita no podía hilar palabra alguna. De pronto, toda su vida era una mentira. ¿Era un peligro para la humanidad?
- Asmita... No naciste ciego. Al contrario, mi madre decía que presentabas un desarrollo incluso mayor al de los bebés normales. Desde que naciste fuiste capaz de usar tus poderes. Pero...
- Yo... Yo...
- Desapareciste a mi madre por unos minutos, cuando tenías casi un año, después de que te despertara de tu siesta.- Completó Defteros aquella información.- Pero la trajiste de regreso cuando Aspros y yo te lo pedimos... Pero eso no cambió la decisión que ella tomó después.
Asmita ahora sabía que a los once meses de vida había sido sometido a una cirugía para dejarlo ciego, después de casi provocar la muerte de la doctora Walden. La mujer responsable de su creación en primer lugar. Y hasta esa edad recibió su nombre.
Asmita... El velo que cubre los ojos e impide ver la verdadera naturaleza de nuestro ser.
- Asmita, ¿jamás te diste cuenta de lo diferente que eres al resto?
El rubio no respondió nada. Aún seguía tratando de asimilar todo.
- Asmita-
- ¡¿Cómo pudiste ocultar todo esto?!- Interrumpió de pronto el rubio.- ¡Esperaría esto de un maldito egoísta y egocéntrico cómo Aspros, pero..!- Añadió, para después apretar los costados de su cabeza, intentando calmarse. Debía controlar sus pensamientos.- Jamás esperé esto de tí, Defteros... Soy un monstruo, un peligro para la humanidad. Pude haberme salido de control en cualquier momento, y-
- Sé que tienes todo el derecho de odiarme, y lo siento mucho, Asmita.- Se disculpó el peli-azul, conteniendo las lágrimas.- Pero créeme, Asmita, no eres un monstruo, ni un peligro para nadie. Quizás ni siquiera lo has notado, pero has salvado a Kardia varias veces, me has salvado a mí, has ayudado a contener verdaderas amenazas a la humanidad que la fundación no es capaz de contener sin tí.
- ¿Y qué te garantiza que no voy a revelarme?
- Solo recuerda que el Asmita consiste en asociar tu sentido de ser con quien crees que eres, con las historias que tú y otros han creado en tu cabeza.
Asmita suspiró, demasiada información para procesar en tan poco tiempo. Pero sabía que debía controlarse, o podría lastimar a alguien.
- ¿Qué pasará ahora que sé todo esto?
- No lo sé, Asmita. Es cuestión de tiempo para que Aspros descubra que saqué toda la información de su laboratorio y tome medidas al respecto.
Apenas terminó de decir esas palabras, la puerta de la enfermería se abrió, captando la atención de ambos.
- Pero miren qué tenemos aquí...
Defteros ni siquiera necesitó voltear para saber que Aspros ya le apuntaba con un arma. Bastó escuchar su voz y sus pasos acercarse por su espalda, y después sentir el cañón en la nuca.
- ¿Saben? La doctora Walden siempre sospechó que esto pasaría. Su experimento más brillante y ambicioso, y el más débil de sus descendientes, aliándose para intentar echar abajo todo lo que ella construyó... Lo que yo construí.
- Aspros...
- ¡Cállate!- Interrumpió a su gemelo.- ¡Sabía que harías esto!, ¡siempre haz sido un inútil, un débil y un idiota. Un maldito error y un estorbo en mi vida!- Añadió.- Debí matarte hace años, Defteros. Pero habría sido considerada una traición por no tener un motivo válido... En fin, gracias por haber cavado tu tumba. Era lo que necesitaba.
Defteros no dijo nada, solo agachó la cabeza, derramando unas lágrimas. Todas esas palabras de su hermano, la persona a la que más quería... ¿Acaso siempre pensó eso?
- Pero antes, contempla lo que hiciste.- Pudo sentir como Aspros le quitó el cañón de la cabeza, para después apuntarla a Asmita, que permanecía inmóvil enfrente de ambos.- Lo siento, Asmita. No es nada personal, solo... No puedo permitir que intervengas. Eres un peligro para la humanidad, tú entiendes, ¿no?
Asmita apretó los labios, frunciendo el ceño, aún con los ojos cerrados. Poco a poco sentía la rabia aumentando en su ser, toda dirigida a ese científico.
- En fin, fue un placer conocerte, SCP-239-A. Es hora de decir adiós.
- En eso estoy de acuerdo, doctor Dimitris.- Expresó con una sonrisa el rubio.- Esta historia termina hoy.
En la sala se escuchó el sonido de un disparo, y Defteros aún en el suelo, con su uniforme y su rostro manchados de sangre, solo podía llorar en silencio. Estaba aterrado por lo que acababa de pasar.
- Nos vemos en el infierno, Aspros.- Susurró Asmita, acercándose al cuerpo sin vida de Aspros, al lado de Defteros.- Creo que en el fondo sabías que así acabaría todo.
Asmita se acercó al gemelo menor, ayudándolo a incorporarse, pero el moreno seguía en shock. Había visto la muerte de su hermano, justo a su lado...
- Lo lamento, Def. Pero los dos sabíamos que era él o nosotros.- Dijo el rubio.- Pero... Creo que puedo hacer algo por tí. Siempre has querido una vida lejos de la fundación y todo lo relacionado a ella, ¿no es cierto?
- No a este precio...
- Confía en mí.- Sonrió Asmita.- Duerme un poco, y al despertar, todo esto habrá sido un simple sueño.
"SCP-239-A posee la capacidad de alterar la realidad a su voluntad. Sus poderes parecen ser superiores a los de SCP-239, que solo puede alterar la realidad inmediata.
SCP-239 tiene la habilidad de hacer cualquier cosa que ella exprese la voluntad de hacer. Su descendencia, SCP-239-A ha manifestado también esta habilidad, pero aún más fuerte, al ser capaz de modificar cosas incluso al otro lado del mundo. Sospechamos que su poder podría llegar a rehacer la realidad entera misma, como un dios con un cuerpo humano.
La ceguera, junto a mantener en secreto su origen, parece ser suficiente para mantenerlo a raya, y algo así nunca suceda."
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