Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Memorias

Un nuevo viaje, una nueva aventura. Era lo increíble de la vida de un creador de contenido para redes sociales como fotógrafo, la razón por la que había elegido ese camino en su vida. Además, después de casi un año difícil, por fin se podía sentir listo para retomar las riendas de su vida.

Había encontrado ese centro turístico por casualidad, al buscar por internet. La nostalgia lo acompañó en todo momento, extrañando a su compañero de viaje, pero sabía que era hora de seguir adelante. Así que se tragó todo ese dolor, hizo las maletas y se puso en marcha.

El dichoso centro turístico estaba ubicado en una pequeña isla del Caribe, a unos cuantos kilómetros de la costa. Así que para llegar, fue necesario tomar un bote propiedad de la empresa, que lo llevó a su destino. Acudió a la recepción, dónde lo atendieron amablemente, al parecer, era el último huésped que faltaba, y después de entregarle las llaves de su habitación, le informaron que las actividades iniciarían en un par de horas.

Sabía que el lugar tenía un cupo límite de 13 personas. El objetivo era básicamente descansar y de paso conocer gente nueva en un ambiente tranquilo y agradable. Así que se alistó y bajó a la playa a la hora indicada.

Al llegar al punto de reunión, rápidamente notó al resto de vacacionistas. Algunos parecían ir acompañados y otros más solos, algunos trataban de romper el hielo, y otros preferían mantenerse al margen, cómo él.

Seguramente se había quedado en silencio y sin hacer absolutamente nada hasta que el personal llegara, de no ser por un chico de cabello blanco como el suyo y ojos color miel que se le acercó.

- Hola.

- Hola.- Respondió con algo de timidez.

- ¿Es la primera vez que vienes?

- Sí, larga historia. La verdad ni yo sé cómo terminé aquí.- Admitió con una pequeña risa.

- Bueno, no eres el único.- Rió de igual forma el oji-ambar.- Soy Cain, ¿y tú?

- Odysseus.

- ¿Cómo el rey de Ítaca?

- Sí. El mismo.- Asintió.- ¿Y tú?, ¿Caín, cómo Cain y Abel?

- De hecho, sí.- Sonrió Cain.- Vine con mi hermano gemelo, Abel. El de cabello negro con cara de pocos amigos de allá.

Dirigió su mirada a dónde Cain había señalado, notando de inmediato al tal Abel. No sabía qué, pero algo en los ojos de ese desconocido le resultaba familiar, provocandole un inexplicable escalofrío.

- No le prestes mucha atención. Es algo antipático.- Sonrió suavemente Caín.

- No te preocupes. Entiendo.

Poco después de esa pequeña charla, la encargada apareció, dándoles la bienvenida a todos y animándolos a participar en la dinámica propuesta.

Era realmente sencilla, solo sentarse en círculo, la chica le daría una esfera a uno de ellos al azar, y al tenerla en sus manos, debía decir su nombre y una pequeña presentación de sí mismo, para después pasarla a quien quisiera. Hasta que todos se hubieran presentado.

La mujer le entregó dicha esfera a un peli-verde de larga y esponjosa cabellera, que se presentó como Shion y algunos datos generales de su persona. Una vez terminada su presentación, pasó la esfera a otro, y así sucesivamente, hasta que todos concluyeron esa dinámica. Había un poco de todo en ese pequeño grupo, desde familiares que habían ido en busca de descanso, hasta amigos aventureros. Aprender los nombres de todos iba a tomar tiempo, pero por algo se iniciaba.

Sin embargo, al tocar la esfera y observar su reflejo en la superficie reflectante, una extraña sensación lo invadió y por alguna razón, dirigió su vista a Shion... No entendía qué era dicha sensación, mucho menos comprendía porqué lo sentía, pero prefirió ignorarla y presentarse con el grupo, siendo el último de todos, tras recibir el objeto de parte de Cain.

Al terminar esa actividad, se ofreció a tomar una fotografía del grupo y dárselas como un recuerdo. Todos aceptaron la oferta, y se colocaron en posiciones, listos para la fotografía.

Odysseus colocó el trípode y la cámara con el temporizador, y alcanzó a los demás, tomando la fotografía. Pero cuando se acercó a ver el resultado, se llevó una sorpresa enorme.

En la imagen, el único que se podía apreciar con claridad era él. Todos los demás eran simples sombras.

- Lo único que me faltaba...- Murmuró con fastidio.

- ¿Pasa algo?- Preguntó curioso un castaño, que su mal no recordaba, se llamaba Dohko.

- Creo que la cámara se dañó durante el viaje.- Respondió con un suspiro.- La revisaré más tarde, y tomaré otra foto. Si están de acuerdo, claro.

Por suerte, los chicos comprendieron la situación y dijeron que no había ningún problema. Después de eso, se dividieron para ir cada uno por su lado.

Para fortuna de Odysseus, Caín se mantuvo cerca, invitándolo a unirse a una actividad en la tirolesa que otros chicos habían propuesto. A lo que accedió.

El grupo estaba conformado por Cain, Dohko, y quiénes si la memoria no le fallaba, eran Gestalt, Kaiser, Ox, Shijima y Cardinale.

Tomaron cuatro de los cuatrimotos disponibles, además del equipo necesario, y en poco tiempo estaban listos. Sin embargo, al ver el casco que Gestalt había llevado, la misma sensación que con la esfera de la presentación reapareció, pero ahora acompañada de unas imágenes fugaces y sueltas sin sentido en su memoria.

- ¿Estás bien?- Preguntó Cain, devolviéndolo al presente.

- Sí, no es nada.

De nuevo, volvió a ignorar la sensación, y simplemente subió al vehículo con Cain, y se pusieron en marcha.

La isla tenía un camino algo empinado hasta la cima de la montaña dónde se encontraba el inicio de la tirolesa, así que les tomó casi media hora llegar, pero lo lograron.

Dohko tenía experiencia con ese tipo de deportes, y fue quien les dió todas las indicaciones y precauciones necesarias.

- Si van a subir, les recomiendo sujetarse el cabello y quitarse cualquier joya, especialmente collares.- Indicó el castaño, preparando los arneses.

- Entendido. Gracias, Dohko.- Mencionó una rubia, Cardinale era su nombre.- Afortunadamente siempre traigo esto.

La chica sacó una peineta de su bolsillo y comenzó a sujetar su cabello, de modo que fuera posible colocarse el casco de seguridad. Odysseus de nuevo experimentó esa sensación, había algo raro en esa peineta.

- En ese caso, creo que me tocar quitarme esto.- Mencionó una peliroja del grupo, Shijima se llamaba si mal no recordaba, quitando un rosario de cuentas turquesas de su cuello.- Espero que no se caiga.

- Qué lindo rosario.- Mencionó Cardinale al ver el accesorio de la otra chica.

- Muchas gracias. Fue un regalo de mi madre.

Odysseus observó a ambas chicas de reojo, pero más que a ellas, miraba la peineta y el rosario. Imágenes borrosas y fugaces aparecieron de pronto, con esos dos objetos en escena, era como si ya los hubiera visto antes en algún lugar.

- ¿Te sientes bien?- Preguntó un rubio a su lado.

- Sí, no es nada.- Respondió el peli-blanco.- Ox, ¿cierto?

El más alto asintió, con una amigable sonrisa.- ¿Te gusta alguna de las chicas?

- No, no. Solo me llamó la atención el collar de Shijima.- Negó.- ¿Y a tí?

- No, claro que no. Soy casado.- Rió el rubio, mostrando un anillo en su mano izquierda.- ¿Ves? Mi esposa no pudo venir por asuntos de trabajo, pero me insistió en que viniera sin ella.

Al ver ese anillo, una imagen más clara apareció en su mente. Una chica de ojos y cabello negro, piel blanca, y figura delgada. Además de un nombre, pero no recordaba conocer a nadie que encajara en ese perfil.

- Vaya, si que existe mucha confianza entre ustedes, ¿no?- Mencionó, tratando de ignorar esa sensación.

- Ella es muy abierta con esos temas. Así que sí, nos contamos todo y somos muy cercanos.

- Ya veo.- Asintió.- Por cierto, ¿cómo se llama tu esposa?

- Izo, es japonesa.

Al escuchar esa respuesta, que coincidía con el nombre en su mente, sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo. No recordaba conocer a ninguna mujer con esa descripción ni ese nombre, pero por alguna razón, sabía la respuesta desde antes de preguntar... ¿Qué rayos estaba sucediendo?

- ¿Están listos?

- Claro.

Ante las palabras de Dohko, dejaron la conversación de lado y se prepararon para lanzarse por la tirolesa. Solo quedaban él y Ox además de Dohko. El primero fue el rubio, y después él.

- ¿Estás listo?

- Eso creo.- Respondió, probando el arnés como Dohko le había indicado previamente.

- Bien, entonces aquí vamos.- Sonrió el castaño, verificando el seguro.- Todo el orden, listo para arrancar. Voy detrás de tí.

Asintió, pero al ver el arnés que Dohko tenía ya listo para lanzarse después de él, esa sensación apareció de nuevo. Sentía que ya había visto esa escena antes, un recuerdo demasiado vívido.

De nuevo negó, y se lanzó. Había hecho ese viaje para relajarse y descansar, no para sobre pensar las cosas. Seguramente era solo su imaginación.

La cuerda de la tirolesa recorría toda la isla, dando una vista área total del lugar. La isla era demasiado bella, llena de vegetación y paisajes hermosos. El hotel donde dormían también lo era, incluso tenía una enorme piscina, de eso no había duda. Pero al observar el centro turístico en su totalidad, la misma sensación de ya haber visto eso antes lo invadió una vez más. Volviendo incómodo el recorrido.

En el final de la tirolesa, se encontraron con el resto del grupo. Todos la habían pasado bien en el recorrido, así que Odysseus prefirió no arruinar el momento y no decir nada, a pesar de la insistencia de Cain. Solo se retiró a su habitación, diciendo estar cansado.

Apenas tocó la cama, no pudo evitar romper en llanto. Quizás había ido demasiado rápido y aún no había sanado aquella herida en su corazón. Quizás eso era lo que lo estaba afectando. No lo sabía, pero no quiso salir de ahí por el resto del día.

Lloró, aferrado a esa vieja fotografía que desde hace un año se había vuelto su más preciado tesoro. Hasta que se quedó dormido.

Despertó varias horas después, cuando alguien llamó a la puerta y se levantó a abrir, viendo a Caín al otro lado.

- Ya es hora de cenar. Venía a avisarte.- Mencionó el oji-ambar.- ¿Estás bien?

- Sí. No es nada.- Suspiró, mirando la foto que aún llevaba en sus manos.

- ¿Quién es?- Preguntó Cain, viendo la foto.- Si no es demasiado indiscreto de mi parte, claro.

- No te preocupes.- Suspiró, intentando sonreír.- Era mi prometido.

- ¿Era?

- Murió hace un año. En un accidente.- Respondió con pesar.- Estábamos haciendo alpinismo. Al llegar a la cima, se resbaló tomando una fotografía en la orilla, su arnés falló y... Nada pudimos hacer por él.

- Lo lamento, no debí preguntar.

- Está bien. No tenías forma de saberlo.- Replicó con un suspiro.- ¿Me indicas dónde está el comedor?

- Claro.- Sonrió Cain en respuesta.

Después de esa conversación, ambos salieron del cuarto y caminaron por los pasillos, hasta por fin llegar al comedor, dónde ya estaban reunidos todos los demás. Al parecer, ya se habían hecho amigos entre todos. A Odysseus se le hizo por demás curioso, era como si se conocieran de toda la vida, aunque era el primer día que se veían.

Él solo habló con Cain, aunque Abel no le quitó los ojos de encima durante toda la cena. El azabache parecía saber algo.

- ¿En serio trabajas con leones?- Preguntó un sorprendido Cain a Kaiser, que les contaba sobre su vida.- ¿No es peligroso?

- Tiene su riesgo, pero puedo manejarlo.- Respondió el castaño cobrizo, mostrando una pequeña foto en el camafeo de su cuello.- A Goldie y Blondie los he cuidado desde que eran unos cachorros. Ahora tienen ya siete años.

- ¡Son completamente adorables!- Mencionó la pareja de Kaiser.- ¡Los he conocido, y son unas ternuritas!, ¡son como gatitos gigantes!

Todos soltaron una pequeña risa por las palabras del pelirojo y el pequeño sonrojo de Kaiser.

Odysseus por un momento se olvidó de todo lo que había pasado ese día, hasta que observó las joyas a juego de la pareja. El camafeo con la foto en el cuello de Kaiser, y el brazalete en la muñeca izquierda de Toll... Ahora esa sensación se volvió una pequeña migraña taladrando su cabeza.

- ¿Estás bien?- Preguntó un peli-celeste al ver su reacción.

- Sí, solo... Creo que solo pesqué un resfriado o algo así.- Afirmó.- Nada importante.

- No pareces tener fiebre.- Añadió el peli-celeste, tocando su frente.- Pero es verdad que el primer día de viaje deja agotado a cualquiera. Por cierto, soy Mystoria.

Después de esa pequeña conversación, Mystoria devolvió su atención a un pequeño cuaderno de pasta gruesa en sus manos, escribiendo algo en sus páginas... Y de nuevo, esa sensación hizo acto de presencia.

Se quedó con el grupo un rato más, hasta que la cena terminó y decidió retirarse a su habitación. Justo cuando Cain se ofreció a acompañarlo, y él, no pensó mucho antes de aceptar.

Decir que el peli-blanco no le generaba cierta atracción, sería una mentira. La verdad era que Cain era bastante atractivo, y parecía interesado en él. Así que la tensión entre los dos al estar a solas se hizo bastante notoria.

- Bueno... Descansa.- Murmuró Odysseus, intentando disipar la tensión.

- Oye... Quizás suene algo atrevido de mi parte, especialmente después de que me contaras porqué decidiste venir, pero...- Dijo algo nervioso el oji-ambar.- La verdad me gustas, y quisiera mantener el contacto contigo aún después de estas vacaciones. Si es que estás de acuerdo, por supuesto.

- Yo... Agradezco tu sinceridad, Cain. Pero, debo ser honesto contigo, y... No estoy seguro si estoy listo para una relación.

- No te preocupes. Entiendo.- Sonrió el contrario, después de dejar un pequeño beso en su mejilla.- Puedo esperar el tiempo que necesites.

- Gracias.

- Buenas noches.

Después de esa corta despedida, Cain se marchó a su habitación, y él ingresó a la suya. Ese beso se había sentido bastante extraño, no desagradable, pero no era definitivamente nada de lo que se esperaría de un gesto así. El tacto se había sentido helado, literalmente, era como si un hielo le hubiera tocado la mejilla, y eso no tenía sentido alguno. El clima de la isla era cálido, no había una explicación para que los labios de Cain estuvieran así de fríos... Solo suspiró y negó con la cabeza. Quizás Cain simplemente era más susceptible a la temperatura o algo así, y él imaginando cosas.

Tomó una ducha rápida, se puso su pijama y se echó a dormir. Mañana sería otro día, esperaba mejor que ese. Ya había quemado uno de los tres días de vacaciones.

Por la mañana, unos suaves golpes en la puerta lo despertaron, acompañados por los rayos del sol golpeando sus ojos a través de la ventana. Aún algo adormilado, con el cabello desordenado, y en pijama, se levantó a abrir, mirando a Cain.

- Lo lamento, no quería molestarte.- Mencionó el joven al verlo.- Solo que las chicas propusieron una partida de voleibol acuático y necesitamos uno más en el equipo. ¿Te unes?

- Claro.- Asintió con una suave sonrisa. No sabía porqué, pero Cain le daba cierta paz.- Dame un momento para cambiarme y los alcanzo.

Caín asintio y se retiró, dejándolo a solas. Odysseus suspiró, con una pequeña emoción en el pecho. Quizás era muy pronto, pero Cain y él podrían ser algo más en el futuro.

Se quitó la pijama, buscó su traje de baño, y se vistió en el baño, pero al salir notó algo curioso a través de la ventana. Tenía una vista total del muelle, dónde logró divisar al hermano de Cain. Estaba de pie, simplemente observando el horizonte, dándole la espalda al resort.

Ese pelinegro no había dejado de verlo como si quisiera matarlo con la mirada desde que llegó, y actuaba algo extraño, pero no entendía bien porqué. De nuevo, ignoró la sensación, y se puso en marcha. Seguramente solo era algo celoso con su hermano, nada más.

En la piscina ya estaban formados los equipos. De un lado estaban Cardinale, Shion, Dohko y Gestalt. Y del otro Shijima, Ox y Cain. El resto se encontraba en la orilla, Toll tomando el sol, Kaiser sirviendo de árbitro del juego, y Mystoria escribiendo en su cuaderno.

En ese instante, un recuerdo fugaz apareció en su memoria. Era exactamente el mismo lugar, la misma situación y las mismas personas. Pero no tenía sentido, jamás había estado ahí, y apenas estaba conociendo a todos.

- Odysseus, ¿vienes?- Lo llamó Shijima.

- Sí, ya voy.- Respondió, ignorando de nuevo esa sensación. Seguramente solo se estaba sugestionando.

El juego transcurrió con total normalidad, y de una forma bastante divertida y amena. Fue un momento agradable, aún perdiendo por un punto contra el equipo de Cardinale.

Cuando terminó la partida, decidieron ir por algo de comer en grupo, ya era casi mediodía y ninguno había siquiera desayunado aún. El único que faltaba en el comedor era Abel, y Cain no tardó en preguntar si alguien había visto a su hermano.

- Dijo que iría a caminar por la playa un poco.- Dijo Mystoria, revisando algo en su diario.- A las 8:45, después de que me encontré con él en la piscina.

- ¿Siempre anotas todo ahí?

- Solo las cosas que podrían ser importantes.- Rió ligeramente el peli-celeste.- Cómo esto, por ejemplo.

- Gracias, Mystoria.- Interrumpió Cain, con una sonrisa.- Ya no debe tardar, seguro está bien.

El chico asintió, y guardó su cuaderno, antes de servirse la comida e ir a su asiento, dejando solos a ambos albinos en la barra de la cocina.

La comida era bastante buena, la fruta estaba fresca y los aperitivos muy llamativos y olían delicioso. Le abrirían el apetito a cualquiera. Por un momento todo fue completa paz, hasta que al llegar al final de la barra y ver a Cain cortando un poco de carne con un cuchillo, la misma sensación que en la piscina apareció.

Fue como un flash en su mente, la misma persona, el mismo cuchillo, con algunas manchas rojizas... Pero no logró divisar bien qué había en el lugar de la carne.

- ¿Ody?

- ¿Eh?

- Dije que si querías un poco de asado.- Repitió Cain su aparente pregunta, aún sosteniendo ese cuchillo.

- Ah... N-No, Cain. Gracias.

El oji-ambar asintió con una suave sonrisa, y ambos fueron con el resto. Odysseus trató de ignorar esa imagen fugaz en su mente, pero era imposible. Cada vez que miraba a Cain, volvía, y era cada vez más clara y larga. ¿Acaso había perdido la cabeza?

Intentó desviar la mirada a otro lado, y por un momento funcionó, pero después, al ver a los demás, esas imágenes aparecieron.

En esas memorias fugaces podía verlos a todos sentados en exactamente los mismos lugares, incluso a la tal Izo y Abel en los lugares vacíos. Primero riendo, y después...

- Odysseus, ¿qué pasa?

- Y-Yo... Perdí el apetito.- Respondió asustado, agachando la cabeza.- Los veo después.

Sin más, salió casi corriendo de ahí. No entendía qué sucedía, de pronto todo a su alrededor se distorsionaba de forma horrible.

Todos los presentes en el comedor... De pronto podía verlos llenos de heridas y sangre, con sus ojos marchitos y sus vidas extintas. Una completa carnicería era eso.

Y al avanzar por los pasillos, el panorama no era muy diferente. El suelo y las paredes aparecían con manchas carmesí, para luego desaparecer. Era como si estuviera reviviendo un recuerdo.

Corrió por todo el hotel, hasta lograr salir de ahí, y fue directo a la costa, sentía que si no se iba de ahí cuánto antes iba a enloquecer aún más.

- Así que por fin lo descubriste.- Escuchó una voz conocida a su lado, cuando cayó de rodillas en la arena.

Curioso alzó la vista, viendo a Abel a su lado. Por un momento, esas visiones desaparecieron, viendo únicamente al azabache.

- ¿De qué hablas?- Preguntó aterrado.- ¿Qué es este lugar?, ¿qué está pasando?

- ¿Qué está pasando?- Rió tétricamente el pelinegro.- Solo lo que provocaste, maldito imbécil.

- ¡¿Qué demonios significa eso?!

- Averígualo si quieres salir de esta isla y salvar tu patética vida.- Retó el contrario.- Y mejor date prisa. Solo tienes hasta el atardecer para arreglar este desastre.

Aterrorizado quiso alegar algo, pero en un parpadeo, Abel se había desvanecido en el aire, sin dejar el menor rastro. Pero ese fue el menor de sus problemas.

Al voltear a mirar de nuevo el hotel, notó lo descuidado que estaba, cubierto por la vegetación de la isla que le rodeaba, la madera del muelle carcomida, y la lancha motorizada cubierta de algas... Era como todo lo vivido hasta ese momento hubiera sido una ilusión que acababa de desvanecerse.

Solo quería largarse de ahí, pero no había forma. Y sin más opción, comenzó a caminar de vuelta al hotel, recordando las palabras de Abel. Era su única esperanza.

El lugar estaba completamente abandonado, la piscina prácticamente vacía, y las paredes llenas de musgo.

Llegó hasta la recepción, dónde todo ese tormento había comenzado, y ahí pudo ver aquella esfera del día anterior.

Con temor, la tomó en sus manos, y sintió un escalofrío recorrerlo de arriba a abajo, junto a un viento helado en su espalda... Sentía que había alguien detrás de él, no quería voltear, pero no tenía otra opción.

Al girar, pudo ver a Shion, con la vista perdida y una expresión indescifrable en su rostro, únicamente observando a la nada.

Por accidente, hizo contacto visual con el peli-verde, y una serie de imágenes llegó a su mente... Shion, ahora lo recordaba.

Shion solía ser un amigo suyo. Un joven algo tímido, pero muy amable y sonriente. Gentil y bondadoso. Jugador estrella de boliche y amante de la herrería y alfarería.

Shion los acompañó a él y Ecarlate en varios de sus viajes, fue justamente así como lo conocieron, durante su paso por el Tibet, hace casi cinco años.

- Shion...

Al volver a observarlo, pudo ver las heridas en el abdomen del chico, y los hilos de sangre escurriendo de sus labios.

- ¡Shion!

Ahora que lo recordaba, ver esa escena era aún más horrenda. Verlo caer muerto en el suelo, para desvanecerse frente a sus ojos, dejando detrás solo una marca oscura en el suelo.

Odysseus solo pudo caer de rodillas, llorando, sujetando la esfera en sus manos. Shion... ¿Cómo pudo olvidarse de él?, ¿qué estaba sucediendo?... ¿Por qué había olvidado a Shion, y su horrible muerte?

Algo le decía que no tenía tiempo para averiguarlo, el tiempo se estaba agotando, el atardecer estaba cada vez más cerca.

Salió hasta el patio, dónde vió las cuatrimotos, y en dos de ellas un casco y un arnés que reconoció del día anterior... De nuevo, los recuerdos fugaces llegando como torbellinos, y el aire empujándolo. Sabía que lo que vería no sería agradable, pero ya no había marcha atrás.

Pudo ver a Dohko y Gestalt, del mismo modo inicial que a Shion, y al mirar sus ojos, recordó todo.

A Dohko lo conoció en el mismo viaje que a Shion, y se volvió un amigo cercano. Gestalt se les unió durante un viaje en Grecia, siendo su instructor de equitacion.

Compartió momentos inolvidables con ambos. Dohko los acompañaba en sus excursiones de alpinismo en el Tibet, junto a Shion, él les enseñaba todo lo necesario de deportes extremos y los guiaba. Incluso los acompañó cuando se lanzaron en paracaídas por primera vez...

Y Gestalt, él se volvió un guía frecuente cada vez que iban a Grecia. Les enseñó a montar a caballo, trucos de equitacion, cómo tratar con caballos salvajes... ¿Cómo pudo olvidar todo eso?

Pero al final pudo ver también sus terribles finales, perdiendo el control de esas cuatrimotos mientras subían la montaña por alguna razón que desconocía. Terminando con varios golpes, heridas y quemaduras por todo el cuerpo, que les causaron una muerte lenta y dolorosa en medio de esa isla.

Al volver a mirarlos, vió todas esas heridas. Las quemaduras en la cara de Gestalt, la enorme herida sangrante en la frente de Dohko, todos los golpes y raspones que ambos tenían.

Sin más alternativa, corrió de ahí, tenía que seguir y salir de ahí cuánto antes.

Volvió al interior del hotel, sin saber ahora a dónde ir. En la piscina no había ningún objeto, así que comenzó a recorrer todas las habitaciones en busca de algo, pero a cada paso que daba, recuerdos llegaban para estremecerlo.

Recorrió todas las habitaciones, buscando algo de utilidad, hasta que en una vió un cuaderno debajo de la cama. Era el cuaderno de Mystoria.

Lo tomó en sus manos, notando las manchas marrones en la portada y bordes de las hojas. De nuevo esa sensación surgió, pero esta vez recordó muchas más cosas.

- Nada de esto debió pasar, Odysseus.

Al escuchar la voz de Mystoria, giró la vista, observando al peli-celeste. Su mirada estaba fija en él, aún con la herida en su vientre.

- ¿Qué es todo esto?

- Ya lo viste por tí mismo.- Respondió Mystoria.- En mi diario está escrito todo lo que necesitas saber. El resto depende de tí.

No pudo decir nada más, Mystoria se esfumó en menos de un segundo, dejando detrás de sí ese diario.

Había recordado que conoció a Mystoria por ser amigo de Ecarlate. El peli-celeste los acompañó en varios momentos importantes, incluso lo ayudó y estuvo presente cuando le propuso matrimonio a Ecarlate. Era su acompañante más frecuente... Y había muerto de una puñalada, tras una persecución hasta que no pudo más, y cayó en esa habitación, después de escribir algo en ese cuaderno.

Temeroso, abrió ese cuaderno, y comenzó a leer las páginas. Saber que las manchas marrones eran de sangre era aterrador, pero no había otro remedio. Ese diario era su única salvación.

Las primeras páginas eran lo esperado de cualquier diario. Solo Mystoria narrando su llegada a la isla, con Shion, Dohko y Gestalt. Cómo conocieron a Kaiser, Toll, Ox, Izo, Shijima, Cardinale, Abel... Y Cain, al llegar.

Cómo los siguientes días lograron congeniar bien con todos, y cómo se divirtieron haciendo diferentes actividades. Pero al pasar las páginas, las cosas se iban tornando extrañas.

"No quiero sacar conclusiones sin pruebas, ni alarmar más a Ecarlate, pero Odysseus y Cain pasan demasiado tiempo juntos, y no soy el único. Abel también sospecha que algo está ocurriendo entre esos dos, y dijo que averiguaría qué sucedía. Espero que estemos malinterpretando todo."

Caín... Ahora lo recordaba. Cómo lo conoció el primer día que llegaron, cómo se llevaron demasiado bien... Y cómo terminó traicionando a Ecarlate.

Continuó pasando las páginas, recordando que Mystoria poco a poco descubrió su traición, al lado de Abel. Cómo ambos los confrontaron, y amenazaron con decirle todo a Ecarlate si ellos no lo hacían... Y cómo llegaron al punto de inflexión.

"No he visto a Cain desde ayer en la noche, cuando Abel y yo los amenazamos con decirle todo a Ecarlate. Ambos prometieron contarle todo, pero no hemos sabido nada. Ni de ellos, ni de Ecarlate.

Abel dice que Cain no volvió anoche a su habitación, y cuando yo fui a buscar a Ecarlate a la suya, no obtuve respuesta. Ya casi es la hora del almuerzo, y ninguno de los tres ha aparecido.
Espero que todo esté bien."

Ese día... No, no podía ser cierto. Eso no...

"Las cosas están cada vez más extrañas. Llegó la hora de la cena y solo apareció Odysseus para decir que Ecarlate no se sentía bien, y por eso había estado todo el día cuidándolo junto a Cain. Cuando pregunté porqué no me había dicho nada, dijo que se sentía demasiado enfermo, y que de seguir así, al otro día se irían para ir a un hospital.

Conozco a Ecarlate desde que éramos niños, sé que su salud siempre ha sido muy delicada, pero aquí está ocurriendo algo extraño. Sí, sé por Abel que Cain es médico, pero dudo que Ecarlate quisiera siquiera verlo antes que irse a un hospital apenas comenzó a sentirse mal.
De verdad, espero que todo esto sea un enorme malentendido."

No, no lo era. Ahora lo recordaba, lo recordaba todo, y sabía bien que no había sido ningún malentendido. Y Ecarlate...

"Ahora sí estoy comenzando a asustarme. Son casi las 4:00 a.m. y creo que escuché a alguien gritar. Fue apenas audible, y no pude distinguir de quién había sido.

Intenté llamar a Abel, pero no responde... Creo que voy a morir."

Ahora recordaba de quién había sido ese grito. Había sido Shion. Lo sabía, porque estuvo implicado en ese crimen.

"No pude dormir el resto de la noche, y tampoco me atreví a salir de mi habitación. Afortunadamente, Abel está bien, lo encontré hoy durante el desayuno, pero dijo que se quedó totalmente dormido anoche y se sentía algo mareado. Sospecho que alguien le dió a beber un somnifero o algo así.

En el comedor muchos estaban igual que Abel. Dijeron que se quedaron profundamente dormidos después de la cena, y al despertar estaban muy mareados. Los únicos que nos salvamos fuimos Izo, Shijima y yo. Y ellas también escucharon a alguien gritar durante la madrugada.

Otra cosa extraña, era la ausencia de Shion, y que encontramos una nota firmada por Odysseus y Cain, diciendo que Ecarlate se había agravado en la madrugada y habían tomado una lancha para irse de la isla. Volverían por la tarde, cuando Ecarlate estuviera mejor.

Aquí definitivamente está pasando algo raro."

Entre más leía las memorias de Mystoria, más recordaba todo lo que había ocurrido en realidad, y el terror lo invadía. Pero debía terminar de leer y confirmar todo.

"Pasó toda la mañana, y Shion no apareció. Él nunca se levanta tarde ni se pierde el desayuno, así que comenzamos a alarmarnos y Dohko y yo fuimos a buscarlo, pero no respondió. Cuando intentamos entrar, nos dimos cuenta de que la puerta no tenía seguro, pero Shion no estaba por ningún lado. Su cama estaba descendida, sus maletas y demás pertenencias aún estaban en la habitación, pero ni rastro de él.

Shion a veces caminaba dormido, pero jamás había salido de su habitación. Aún así, debíamos encontrarlo cuánto antes.

Volvimos con los demás chicos y les dijimos lo que estaba ocurriendo. Estábamos solos en la isla, así que lo más sensato era organizarnos. Dohko, Gestalt, Cardinale y Kaiser se habían tomado su tiempo para explorar la isla y tenían experiencia en ese tipo de terrenos, así que lo mejor era que ellos se encargaran de buscarlo por la selva. Mientras los demás buscábamos por el resto del hotel, y unos se quedaban fuera del edificio por si regresaba.

[...]

Han pasado más de tres horas, y no hemos sabido nada, ni de Shion, ni de los demás chicos que salieron a buscarlo.

Toll ha tratado de comunicarse con Kaiser, pero la señal de la radio se perdió desde hace una hora. Lo mismo con los demás... Esto parece una película de terror, pero por ahora lo más sensato es mantenernos juntos.

[...]

Ya casi atardece, y aún no sabemos nada de los chicos, pero eso no es lo peor. Ox y Toll comenzaron a sentirse mal hace casi una hora, los dos tienen muchos mareos y dolor de cabeza y estómago. Izo está demasiado preocupada por su esposo, y no sabemos qué hacer.

Abel también tuvo algo de dolor estomacal y náuseas, pero está mucho mejor que ellos...

Izo nos acaba de señalar algo: Shijima, él y yo, somos los únicos que no bebimos leche ni jugo, y no comimos panqueques ni carne en todo el día. Sospecha que alguien trató de envenenarnos con alguna de esas cosas, ahora el problema es averiguar si es así, y qué es exactamente lo que tiene el veneno."

Izo no estaba equivocada. Todos esos alimentos estaban envenenados. Él ayudó a envenenarlos con los frutos de una planta de esa isla... Pero lo peor apenas estaba por llegar.

"Las cosas se ponen cada vez peor. Abel nos dijo que en esta isla hay una planta altamente venenosa, y que puede camuflarse muy fácil en líquidos y polvos.

La harina para panqueques, la salsa inglesa, el jugo y la leche eran perfectos para ocultar la toxina. El problema es que se necesita un antídoto que solo se consigue en un hospital, y sin Cardinale o Dohko aquí, el único que sabe manejar una lancha motorizada es Abel, y a duras penas puede mantenerse en pie por el dolor...

Ox y Toll están empeorando. Izo y Shijima hacen lo que pueden para mantenerlos despiertos, pero sabemos que no hay esperanza."

Al leer las descripciones de Mystoria, podía sentir su tristeza y desesperación, en un vano intento de resignarse... Y todo, por su culpa.

"Ya no puedo más con esto. Ya es de noche, no sabemos nada de Dohko, Gestalt, Cardinale ni Kaiser. Ox y Toll no respiran ya, Izo no deja de llorar, y Shijima trata de calmarlo. Yo hago lo que puedo para mantener a Abel aquí, pero dudo que pueda resistir mucho más.

[...]

"Sé que no me queda mucho tiempo. Al menos Izo logró escapar.

Odysseus y Cain lo hicieron."

Esas eran las últimas páginas del diario. Con grandes manchas de sangre seca en ellas, las huellas de Mystoria.

Ahora sabía bien a qué se referían esas últimas palabras de Mystoria.

Ecarlate no había muerto en un accidente de alpinismo... Caín lo había matado, y él lo encubrió.

- Hasta que por fin lo recuerdas, cariño.

Escuchó la voz de Cain a sus espaldas, y sintió un par de brazos rodeando su cintura... Ahora recordaba todo.

Caín mató a Ecarlate, y él lo encubrió. Les dieron somniferos en los hielos del té helado a todos durante la cena, para lograr sacar el cuerpo sin que nadie se diera cuenta. Pero Shion los descubrió cuando intentaban deshacerse del cuerpo, y no tuvieron más opción que acabar con él también.

El problema se hizo más grande, todos notarian la desaparición de Shion, así que debían deshacerse de ellos también.

Cortaron los frenos y saborearon los motores de todas las cuatrimotos. Así causaron las muertes de Dohko, Gestalt, Cardinale y Kaiser, tras perder el control en las montañas, mientras buscaban a Shion.

También se colaron a la cocina, y envenenaron la leche, el jugo, la harina y la salsa inglesa, con el objetivo de envenenar a todos sin levantar sospechas. Así acabaron con Abel, Toll y Ox.

- Tuve que esperar un año por tí, pero por fin regresaste...- Susurró en su oído Cain.- Y esta vez no te irás... Esta vez estaremos juntos, para siempre.

Al final solo quedaban Izo, Shijima y Mystoria en pie, y se las arreglaron para eliminarlos.

Caín entró a la cocina, y atacó a Shijima por la espalda. La peliroja luchó cómo pudo, y sus dos acompañantes trataron de intervenir, pero entonces él apareció... Mystoria se le abalanzó para darle a Izo tiempo de huir, lo cual logró a duras penas.

Mantuvieron una riña con ambos, pero al final, Shijima no pudo contra Cain, siendo apuñalada hasta la muerte.

Mystoria dió pelea, y consiguió huir, pero la puñalada en su abdomen no le permitió llegar demasiado lejos. Decidió usar sus últimas fuerzas para darle más tiempo a Izo de escapar, viendo su fin desangrado, en el suelo de esa habitación, tras escribir esas últimas palabras y esconder el diario debajo de la cama, con la esperanza de que algún día se hiciera justicia.

Y él... Hasta ver las atrocidades que había hecho, fue que reaccionó y se arrepintió de sus acciones. Quiso acabar con su vida, arrojándose del tercer piso del hotel, pero por alguna razón, sobrevivió a la caída... Pero Cain no, al ir detrás de él.

- Nunca más te irás de mi lado, Odysseus... No de nuevo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro