Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La senda del exorcista

El aire frío soplando contra su pálida piel, la ligera brisa, los árboles deshojados, y la temperatura baja, anunciando que el invierno estaba cerca.

Había recibido la orden de trasladarse a aquel convento en Roma, como parte de su formación como sacerdote. Podía considerarse afortunado al tener apenas veinte años y recibir ese privilegio, pocos aspirantes eran considerados para ser entrenados como exorcistas, y él estaba ahí... Sin embargo, le era difícil creer en eso.

Es decir, ¿exorcismos?, ¿en qué siglo se habían quedado atrapados?. No dudaba de su fé, al contrario, creía firmemente en su dios y su poder, pero los exorcismos siempre le habían parecido algo descabellado.

- Bienvenido.- Le recibió en las puertas un joven de larga cabellera rubia.- Tú debes ser Mu, ¿no es así?

- Así es.- Afirmó con una amigable sonrisa.

- Un honor conocerte. El padre Shion me habló mucho de tí.- Correspondió el rubio.- Mi nombre es Shaka, y estoy para apoyarte en lo que necesites.

- Muchas gracias, Shaka.

El rubio lo ayudó con su equipaje y lo guió por todo el convento hasta la que sería su habitación. En el camino se encontraron con algunos monjes y sacerdotes más, a quiénes el chico le presentó... Bueno, al menos no estaría tan mal.

En su habitación, Shaka lo ayudó a instalarse, y le contó un poco sobre la historia y propósito del convento. Cómo había sido edificado en el siglo XVI, y permanecido en función desde entonces, presenciando diversos eventos históricos. Cómo había sido contenido con el fin de preparar exorcistas y atender casos de posesiones... Lo que ya sabía antes de venir.

- Comprendo todo, pero, siendo completamente honesto, no creo mucho en esto de los exorcismos.- Confesó el peli-lila.

- Así que eres como Santo Tomás...- Rió ligeramente Shaka.- Hasta no ver, no creer, ¿cierto?

- Algo así.- Afirmó, no tenía caso negarlo.- Creo que la fé mueve montañas, pero la mayoría de supuestas posesiones no eran más que trastornos mentales o enfermedades neurológicas, cómo la epilepsia o la esquizofrenia.

- Es imposible negar que se cometieron muchos errores, y la mayoría de casos fueron diagnósticos erróneos.- Se encogió de hombros el rubio.- Pero hay unos pocos que son bastante reales.

- ¿Has visto alguno real?

- Más de los que quisiera, Mu.

Esa afirmación le causó cierta curiosidad. ¿Qué quería decir con eso?

- ¿Vienes de una familia religiosa?

- No precisamente.- Sonrió Shaka.- Uno de mis padres sí proviene de una familia extremadamente religiosa y conservadora, pero él es mucho menos estricto. Y mi otro padre jamás ha sido devoto de ninguna religión, es más como un alma libre que construye sus propias normas.

- ¿Tienes dos padres?

- Larga historia.- Mencionó.- Dejémoslo en que fui concebido e implantado en un laboratorio.

- ¿Fecundación in vitro?

Shaka asintió, mientras mantenía uno de sus dedos sobre sus labios. Mu de inmediato entendió porqué, vaya que Shaka debió haber hecho muchas cosas como para lograr ser aceptado con todo ese historial...

- El único que sabe, o más bien, reconoce a toda mi historia familiar es el padre Shion.- Aclaró el blondo.- Para el resto soy hijo de un padre soltero. No me agrada, pero es lo que me toca soportar por estar aquí.

Mu asintió en silencio. Era otra de las cosas que, a pesar de su fé, no podía evitar reprochar a varios miembros de la religión. El cómo aún seguían presentes cosas como excluir a ciertos grupos, o hacer de menos a algunos.

- En fin... Conocí al padre Shion cuando tenía unos 12 años, y trataba de encontrar un propósito a mi vida. Me interesé en la religión, él accedió a prepararme, mis padres me dieron el permiso de venir hasta aquí desde la India, y aquí estoy. ¿Cuál es tu historia, Mu?- Preguntó Shaka.- ¿Cómo conociste al padre Shion?

- Prácticamente, lo conozco desde que nací.- Respondió el peli-lila.- Jamás conocí a mis padres, fuí dejado en la puerta de un orfanato cuando era un recién nacido.- Contó.- Me crié con varios niños y las hermanas. El padre Shion era quién daba el bautismo y demás sacramentos a los niños, y quién acudía cada domingo para celebrar la misa. Siempre sentí mucha admiración por él y su labor, así que desde pequeño comencé a estudiar con él. A los 12 años me aceptaron en el seminario gracias a una carta de recomendación del padre y las hermanas, ahí comenzó todo.- Añadió.- Y ocho años después, aquí me tienes.

- Ya veo.- Mencionó Shaka.- Parece que sabías tu camino desde muy jóven, ¿no?

- Es algo que suelen decirme a menudo.

- Las formas de obrar del señor son misteriosas, ¿no?.- Rió ligeramente Shaka.- En fin... Será mejor que trates de descansar un poco, tu entrenamiento comienza mañana a primera hora y créeme, vas a necesitar de toda tu energía y fuerza.

- Gracias.- Respondió el peli-lila.- Pero tengo el presentimiento de que mi estancia aquí será demasiado tranquila.

Shaka lo miró por un par de segundos, cómo si lo estuviera analizando, hasta que finalmente pronunció algo.

- Si tan seguro estás respecto a los exorcismos, ¿por qué no acudes a presenciar uno por tu cuenta esta noche?

- El padre Shion no me ha dado una indicación, así que tengo que esperarlo.

- ¿Tienes miedo acaso, Mu?- Cuestionó con una ligera sonrisa el contrario.

- Claro que no. Solo me gusta respetar las reglas.

Esperaba que con eso, la conversación se diera por finalizada. Realmente no tenía el más mínimo interés en presenciar un exorcismo, y menos si no era una orden directa de su maestro. Pero Shaka insistió.

- De todos modos, el padre Shion te enviará a ayudar con este caso.- Afirmó el joven.- Quizás sea mejor que vayas familiarizándote con el ambiente.

El peli-lila miró al contrario. No entendía el porqué de la insistencia de Shaka, ¿qué tenía entre manos el rubio?, ¿asustarlo?, ¿hacerlo creer en eso?, ¿o quería meterlo en problemas acaso?

- Estás aquí para aprender sobre los exorcismos, ¿no es así?

- Cómo estudiante, no practicante.

- Bien, en ese caso, ven como un invitado al caso del que estoy a cargo.- Insistió Shaka.- Yo me hago responsable de cualquier inconveniente. Te doy mi palabra.

Mu seguía algo dudoso, pero la curiosidad comenzó a invadirlo. ¿Alguien tan joven, y con un historial como el de Shaka, a cargo de un caso de posesión?, ¿era siquiera posible?

- De acuerdo.- Accedió finalmente.- ¿A qué hora?

- Vendré por tí a las ocho el punto.- Respondió el jóven.- Lleva la sotana de color negro, y asegúrate de llevar solo ropa negra debajo, algo de plata, algo bendecido, y un objeto que siempre uses para rezar o como protección.

- ¿Tanto para un simple testigo?- Cuestionó con una sutil sonrisa.

- Créeme, es lo menos que se necesita incluso para un caso relativamente sencillo cómo este.

- Bien, entiendo.

Después de esa conversación, se despidieron, Mu agradeció por todas las atenciones, y Shaka se retiró, dándole espacio para acomodar sus cosas y descansar un poco antes de la hora pactada.

Mu comenzó a preparar las cosas que Shaka le había solicitado. Desde buscar y colocarse su sotana negra, encima de su ropa habitual, hasta el escapulario que solía usar a diario debajo de la ropa, junto a una pequeña medalla de plata que su maestro le había obsequiado hace años.

Quizás se estaba dejando sugestionar, pero entre más tiempo pasaba ahí, más cansado se sentía. Además de que escuchó un par de ruidos durante el día, así como ver por el rabillo del ojo una sombra... No, seguramente solo estaba cansado por el viaje.

Shaka llegó puntual a la hora indicada, y después de verificar que llevara todo lo necesario, comenzaron el camino, hacía otro edificio del convento.

- ¿Cómo estuvo el día, Mu?- Preguntó Shaka mientras caminaban.- ¿Algo inusual?

¿Por qué le preguntaba eso?, ¿acaso sabía algo?, ¿él había sido el responsable?... Bueno, no iba a darle el gusto.

- No, todo normal.- Respondió con tranquilidad.

- Me alegro. Para muchos los primeros días son difíciles.- Mencionó el rubio.- Por cierto, antes de llegar, debes saber que hay unas reglas que bajo ninguna circunstancia deben romperse.

- ¿Qué reglas?

- Regla número 1: Permanece a una distancia prudente, no menor de dos metros, de la víctima.- Inició.- Regla número dos: Diga lo que diga la víctima, no le respondas. Y regla número tres: Pase lo que pase, no mires a la víctima a los ojos.

¿No verle a los ojos?, ¿o qué?, ¿se le iba a pegar a él solo por eso? Era ridículo solo pensarlo...

- Bien, entendido.- Respondió, tragándose sus palabras. No quería una discusión.- No acercarse, no hablar, y no ver a los ojos. ¿Cierto?

Shaka asintió, mirándolo de reojo, seguramente dándose cuenta de su verdadero pensar respecto a las reglas. Pero no dijo nada y continuaron su camino.

Avanzaron por los pasillos y subieron algunas escaleras, hasta llegar a una habitación completamente cerrada. Ahí ya se encontraba otro sacerdote, notablemente mayor que ellos, quién saludó a Shaka y lo interrogó por Mu.

Shaka lo presentó como el discípulo del padre Shion, y que estaba ahí únicamente como testigo por motivos de estudio. El mayor no indagó más, simplemente le repitió a Mu las reglas que Shaka le había dado previamente, y procedió a darle a Shaka un breve informe de la víctima. Después de eso, los tres ingresaron.

La habitación estaba a oscuras, iluminandose muy tenuemente con las velas que habían llevado. En el centro, había una cama, y en ella un bulto envuelto en sábanas.

Apenas cruzar el umbral de la puerta, detrás de Shaka y el otro sacerdote, Mu sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo. Era como si dentro de la habitación, la temperatura descendiera drásticamente, hasta incluso más que el exterior del edificio.

- In nomine iesu exorcist, in nomine iesu dic nomen tu, in nomine jesu si es ic manifestate.

Cuando Shaka mencionó esas palabras, se escucharon unos gruñidos provenientes del bulto de mantas, que comenzó a removerse, hasta finalmente alzarse, dejando ver a la persona debajo.

Mu dió un pequeño respingo por la impresión, no debía dejarse sugestionar, así que simplemente trató de hallar una explicación lógica como un trastorno mental, quizás una crisis nerviosa o algo así.

Shaka continuó recitando aquellas oraciones en latín, propias de un ritual de exorcismo, hasta que la persona dejó de gruñir y pasó a reírse.

Quizás era su mente, volando demasiado lejos, pero esa risa le erizó todos los vellos del cuerpo, haciéndolo temblar.

- ¿Cómo te encuentras hoy, Shun?

El chico volvió a reírse ante la pregunta de Shaka. Y después respondió, con un tono notoriamente forzado de voz.

- Ese mocoso se fue, sacerdote de pacotilla.

- Y entonces ¿con quién estoy hablando?- Cuestionó Shaka con una tranquila sonrisa.- ¿Al fin me dirás tu nombre?

- Jamás, imbécil.

- Aquí vamos de nuevo.- Dijo Shaka.- ¿Por qué insistes en poseer el cuerpo de este chico?

- Porque es delicioso corromper un alma tan bondadosa, y destruir un cuerpo tan jóven.

Mu escuchaba aquella conversación, tratando de encontrar una explicación a lo que veía. Quizás un ataque de nervios, tal vez un efecto placebo en el chico a raíz de traumas religiosos o algo así...

- Almas, cómo la que trajiste.

Al escuchar esas palabras, Mu sintió el impulso de alzar la mirada, topándose sin querer con los ojos del joven a pesar de la distancia.

Quiso gritar, pero el aire escapó de sus pulmones por el horror de observar esos ojos. De color ámbar, y con una línea similar a la del ojos de una serpiente en dónde debería estar la pupila.

Solo pudo retroceder hasta estrellarse con la pared, temblando de miedo, mientras sentía un repentino mareo.

- ¡Mu!

Escuchó la voz de Shaka, pero cada vez era más distante, a la par que su visión se volvía borrosa, hasta que todo se volvió completa oscuridad.

Al tratar de abrir los ojos, lo primero que vió fue a Shaka a su lado, intentando hacerlo reaccionar.

- ¿Cómo te sientes?

- ¿Qué pasó?- Fue lo primero que se le ocurrió preguntar.- ¿Dónde estoy?

- Estás en tu dormitorio.- Respondió el rubio.- Te dije que no lo miraras a los ojos.

- ¡Ya deja el teatro, Shaka!.- Exclamó enfadado.

- ¿Qué?

- ¡Tú organizaste todo esto, verdad?!. ¿Querías asustarme? ¡bien!, ya te divertiste.- Respondió el peli-lila.- Y para que lo sepas, ahora más que nunca, esto sigue siendo pura y simple fantasía y superstición para mí. Así que déjame tranquilo.

- ¿Crees que jugaría con algo así?

- ¡No lo sé ni me importa!- Replicó el peli-lila.- Solo vete y déjame en paz.

Shaka solo se levantó en silencio, tomó una bandeja metálica con un par de botellas de cristal, y se encaminó a la puerta.

- Está bien. Pero si notas algo extraño, ven a verme cuánto antes.- Dijo el rubio, antes de marcharse.

Mu no respondió nada, estaba demasiado enfadado, esa broma había ido demasiado lejos. ¿Cómo un sacerdote mayor se había prestado para algo así?, y todo ¿para qué?. ¿Para hacerlo creer en los exorcismos y posesiones?. Pues si antes no creía, ahora menos con ese montaje.

Aún con toda la rabia que sentía, se envolvió en las mantas y trató de dormir, lo cuál no fue tan difícil. Pero en sus sueños, lo único que podía ver, cómo si de un bucle sin fin se tratase, era la mirada de ese chico.

No podía moverse, no podía despertar, no podía hacer nada... Hasta que en un pestañeo, el chico se lanzó contra él.

Hasta entonces fue capaz de despertar, incorporándose empapado en sudor, con la respiración agitada y el corazón latiendo como si fuera a salirse de su pecho.

Al mirar la hora, se dió cuenta de que aún estaba a buen tiempo. El desayuno se serviría en una hora, según lo que Shaka le había dicho el día anterior, así que tenía tiempo más que suficiente para arreglarse y estar listo a tiempo.

Entró al pequeño baño privado que poseía su habitación, dispuesto a darse una ducha rápida. Se vistió y procedió a peinar su largo cabello, y todo se mantuvo en aparente normalidad. Hasta que al estar cepillando su cabellera, le pareció ver en el reflejo del espejo, una sombra cruzar detrás de él.

Volteó por mero impulso, pero, lógicamente, no había nadie. Definitivamente, le haría saber a su maestro lo ocurrido el día anterior, ya estaba haciéndole mal.

Dejó todas sus cosas acomodadas, y salió de su habitación, aún a buen tiempo para conseguir llegar al comedor.

En el camino se encontró con algunos de los habitantes del convento, algunos parecían dirigirse a la biblioteca, otros a la capilla, y otros más al comedor... Cada uno parecía tener su propio ritual matutino.

- Mu.

Al escuchar esa voz, solo pudo rodar los ojos con fastidio.

- ¿Puedo ayudarte en algo, Shaka?

- ¿Estás bien?- Preguntó el rubio.

- Estoy perfectamente bien, Shaka.- Respondió.- Y no, no ha pasado nada raro. Así que por favor, no te me acerques a menos que sea una orden de algún superior.

- Mu, sé que piensas que yo planeé todo, pero-

- Pero no es así, todo fue real, no debí verlo a los ojos, y bla, bla, bla...- Completó enfadado.- Ahórrate tus explicaciones baratas, Shaka. No me vas a hacer cambiar de opinión. Ni sobre las posesiones, los exorcismos, ni sobre ti.- Añadió.- Ahora, si me disculpas, se me hace tarde para el desayuno.

Después de esa tensa y corta conversación, el peli-lila dió media vuelta y se marchó.

En el camino, sintió que alguien le seguía, y a los pocos segundos, comenzó a escuchar pasos. Al pensar que se trataba de Shaka, apuró el paso, deseando perderlo de vista. Pero cada vez los escuchaba más y más cerca.

Al llegar a una esquina, volteó, dispuesto a confrontar al rubio, pero se llevó la sorpresa de que no había nadie.

Por más rápido que alguien corriera, no podía perderse de vista en menos de un segundo... Ya estaba comenzando a enloquecer.

Negó, y siguió su camino, volteando cada cierto tiempo, hasta que consiguió llegar al comedor.

El resto del día fue relativamente normal. Aunque cosas como las de la mañana ocurrieron un par de ocasiones. Desde escuchar pasos detrás de él, pero al voltear, no ver a nadie, hasta ver por el rabillo del ojo sombras al irse a dormir. Pero todo solo cuando estaba sólo.

Le habían informado que su maestro llegaría al convento en dos semanas para evaluar su progreso y aprendizaje. Así que debía estudiar y concentrarse en su misión, no perder el tiempo en supersticiones.

Los siguientes días fueron bastante parecidos al primero. Ver sombras por reacciones de segundos, pero cada vez era mayor el tiempo y claridad con las que las veía. Los pasos cada vez se escuchaban más cerca, se detenían cuando volteaba, y volvían a sonar apenas volvía a dar la vuelta.

Al comienzo, todo ocurría cuando estaba sólo, y se detenía al encontrarse acompañado, pero después de una semana, eso dejó de ser efectivo.

Durante todo ese tiempo, Shaka había insistido en acercarse a él, pero siempre buscaba evitarlo a toda costa... Sin embargo, sentía que algo malo estaba pasando y solo Shaka podía responder sus preguntas.

- Mu, ¿qué está pasando?

- Es lo que yo debería preguntarte a tí.- Respondió nervioso.

- ¿No te has dado cuenta?

- ¿De qué no me he dado cuenta?

- Pase lo que pase, no vayas a voltear.- Dijo el rubio, tomándolo de la muñeca.- Ven conmigo.

Comenzó a escuchar de nuevo esos pasos, y sin muchas más opciones, siguió a Shaka. Estaba demasiado asustado como para siquiera pensar en desobedecer o cuestionar la indicación de Shaka, así que solo siguió de frente, hasta que salieron del edificio, y entraron a la capilla. Ahí dejó de escuchar los pasos, pero comenzó a escuchar golpes demasiado fuertes en las puertas de madera, y después retumbidoa en las paredes a medida que avanzaban.

Shaka lo llevó hasta el Santísimo, dónde le dijo que se hincara, cerrara los ojos y empezara a rezar.

Siguió esa indicación, escuchando aún todos esos golpes, pero al tratar de rezar, fue incapaz de recordar completa una sola oración. Era como si su memoria se hubiera borrado de un momento a otro, simplemente no recordaba ninguna.

Escuchó a Shaka recitar una oración en un idioma que no supo identificar, pero no se atrevió a abrir los ojos.

Shaka repitió esas palabras un par de veces más, y de pronto, lo único que escuchó fue un chillido parecido al de un cerdo salvaje, y después, todos los ruidos se detuvieron.

- Ya pasó.- Escuchó decir a Shaka a su lado.- Se fue por ahora.

Estaba temblando de miedo, y al abrir un poco los ojos y ver a Shaka, solo pudo abrazarse a él.

- ¿Tú... Tú...?

- Sí, también escuché todo.- Respondió el blondo.- Y a tí se te olvidaron todas las oraciones, ¿no?

Solo pudo asentir con la cabeza, aferrándose a su compañero como si su vida dependiera de ello.

- Se fue por ahora, Mu. Pero esto es más grave de lo que pensé.- Le dijo Shaka, mientras trataba de calmarlo.- Por suerte, hoy llega el padre Shion. Lo vamos a necesitar.

Volvió a asentir, mientras sollozaba en silencio, hipando levemente en los brazos contrarios, hasta que consiguió calmarse unos minutos después. Hasta entonces, Shaka procedió a explicarle todo.

- En un exorcismo no se debe ver al poseído a los ojos, especialmente si no se tiene experiencia o una protección fuerte contra demonios.- Empezó a explicar el joven.- Cómo era tu caso, Mu. Ese demonio te detectó cómo un novato, alguien sin experiencia en esto, y encima escéptico. La protección que llevabas contigo no fue lo suficientemente fuerte para repelerlo.

- ¿Qué pasó con ese chico?- Preguntó Mu, aún algo agitado.

- No te preocupes por él. Llevaba años lidiando con eso, venía aquí cada semana por una recaída. Pero presentó una mejoría bastante notoria después de esa noche, y no ha recaído.- Respondió.- Ahora sabemos porqué. Perdió el interés en él, y ahora te quiere a ti.

Mu sintió un intenso escalofrío al escuchar eso. En otras circunstancias, habría tomado a Shaka a loco, pero después de todo lo vivido...

- Sé lo que piensas, Mu. Pero con tu nivel deberías saber cómo ocurren las posesiones.- Añadió Shaka.- Ese chico comenzó como tú cuando tenía 12 años. Ver sombras fugaces por el rabillo del ojo, comenzar a sentirse observado y perseguido, escuchar pasos detrás de él... Y después comenzaron las parálisis del sueño, ver las sombras cada vez más claras y por más tiempo, escuchar voces, las agresiones físicas como ser empujado o despertar con golpes... Hasta que finalmente ocurrió la posesión.

- ¿Cómo fue que...?

- ¿Me dí cuenta de que estaba detrás de ti?- Completó Shaka.- Digamos que, mi padre me heredó un don. Puedo ver ciertas cosas que el resto no.

- ¿Cómo un médium o algo así?

- Vidente.- Aclaró el rubio.- El padre Shion se dió cuenta de mis capacidades cuando me conoció, y al ver que podían ser de utilidad, me trajo directamente aquí para comenzar a prepararme para ser un exorcista. Gracias a eso, soy considerado el exorcista más jóven de aquí.

- ¿Por qué a tí no te pasó nada entonces?

- Porque yo llevo toda mi vida conviviendo con seres cómo los demonios, desde antes de nacer ya estaba expuesto a todo esto. Mi padre me enseñó diferentes protecciones, oraciones e incluso conjuros, talismanes y amuletos para protegerme desde que era niño.- Aclaró.- Además de que yo ya conocía al demonio desde que poseyó a ese chico y lo trajeron aquí en busca de ayuda, hace más de dos años. A mí no puede hacerme nada aunque quiera, pero tú eres presa fácil. Sin protección, sin experiencia...

- ¿Y qué hago ahora?

- Para empezar, lleva esto contigo siempre.- Dijo el oji-azul, dándole un rosario.- Llévalo siempre contigo, pase lo que pase, no te separes de él. No se deshará de él, pero evitará que te haga daño. Hoy llega el padre Shion, necesitaremos su ayuda.

Mu tomó el rosario, y se lo colocó en el cuello, ocultandolo bajo sus ropas. No iba a rechazar nada.

- Quédate aquí hasta el el padre Shion llegue. No salgas, pase lo que pase y escuches lo que escuches. Aquí estarás a salvo.- Añadió.- ¿Entendiste?

Mu asintió, aferrándose al rosario con ambas manos.

- Iré por los demás padres para que vengan a vigilar el perímetro. Si escuchas algún ruido extraño, o voces que te pidan salir, toma el rosario y solo reza hasta que desaparezcan.- Indicó Shaka.- Volveré lo más pronto posible.

- De acuerdo.

Shaka salió de la capilla, cerrando las puertas detrás de sí. Mu se quedó en el pequeño espacio sagrado, recordando y repitiendo en su mente todas las oraciones que sabía, temeroso de que algo pasara antes de que Shaka volviera con ayuda.

Comenzó a escuchar los mismos sonidos de golpes que momentos atrás, cada vez más y más fuertes. Las puertas de la entrada resonaban con fuerza, creía que en cualquier momento iban a ser derribadas.

Quería salir corriendo, pero hizo uso de todas sus fuerzas para controlar su miedo y permanecer dentro. Según lo que Shaka le había dicho, ese era el único lugar seguro.

Fueron minutos de larga incertidumbre y terror, hasta que escuchó las puertas abrirse, y todos los ruidos cesaron.

Algunos sacerdotes encargados del convento llegaron, y después de verificar que se encontraba bien, procedieron a organizarse para resguardar toda la capilla.

No supo bien cuánto tiempo pasó ahí, en compañía silenciosa de un sacerdote anciano, hasta que escuchó de nuevo las puertas abrirse, y vió aparecer a Shaka al lado del padre Shion.

- ¿Cómo permitiste que esto pasara, Shaka?- Cuestionó el mayor al rubio.- Tu misión era guiar a Mu y ayudarlo a instalarse y estudiar, no ponerlo en peligro. ¿En qué estabas pensando?

- Lo lamento mucho, señor.- Respondió el jóven.- Creí que podía manejarlo.

- También fue mi culpa, maestro.- Se sumó Mu.- Yo... Yo no debí desobedecer las indicaciones de Shaka.

- No debiste ni siquiera aceptar, sabiendo que no estabas listo, Mu.- Lo confrontó a él también el anciano.- Estoy muy decepcionado de los dos. Esperaba mucho más de ustedes.

Ambos jóvenes bajaron la mirada avergonzados. Ambos eran conscientes de sus fallas y los enormes problemas en los que los habían metido.

- Espero que hayan aprendido la lección. Ahora debemos resolver este problema antes de que escale a mayores.

- ¿Qué podemos hacer, maestro?

- La posesión aún no está completa. Afortunadamente podemos interrumpirla y evitar que sea necesario llegar un exorcismo.- Explicó el anciano.- Pero... Lamento decirte que no vas a salir ileso, Mu.

El peli-lila solo pudo respingar y asentir. No estaba muy seguro de a qué se refería con eso su mentor, pero seguramente la respuesta no le iba a gustar en absoluto.

- ¿Pudiste averiguar su nombre, Shaka?

- Sí, señor.- Respondió el rubio, mostrando un libro algo viejo.- Todo parece indicar que se trata de Viné.

- Bien, teniendo el nombre es más fácil repelerlo al saber a qué nos enfrentamos.

Viné... Ese nombre le sonaba familiar, pero era incapaz de recordar exactamente de dónde. Jamás le dió la importancia suficiente al estudio de los demonios, y ahora vaya que lo lamentaba.

Shaka y su maestro procedieron a hablar un poco del demonio que lo acechaba. Un conde y rey del infierno, capaz de revelar identidad de brujos y hechiceros, dar conocimiento de todas las áreas existentes, provocar amor, y revelar secretos.

Al parecer, alguien lo había invocado y hecho mal el ritual, causando su enojo, y que terminara acosando al primer jóven, hasta apoderarse de su cuerpo. Permaneciendo en una constante lucha durante poco más de dos años, en dónde por momentos perdían y recobraban la fuerza. Hasta que, al verlo, Mu captó la atención del demonio.

Esa noche, decidió liberar al joven, teniendo como nuevo objetivo a Mu. Buscaba debilitarlo, hasta que su fuerza mermara lo suficiente para adueñarse de él cómo hizo con su anterior víctima.

Para suerte de Mu, estaban a tiempo de impedirlo, pero el proceso era más complicado de lo que podría aparentar. Debía rechazar al demonio y expulsarlo de una vez por todas, pero había una probabilidad muy grande, de que, tal y como dijo Shion, Mu quedase con algún tipo de secuela.

¿Qué tipo de secuela? Era prácticamente imposible saberlo con certeza. Podría ser desde una simple molestia física, hasta una enfermedad.

Tenía miedo, no iba a negarlo. Pero era correr ese riesgo, o esperar a que lo peor sucediera y fuera necesario un ritual exorcismo, lo que era mucho más peligroso.

Así que accedió, y comenzaron con los preparativos para el dichoso ritual.

Debían volver a la habitación donde fue el primer encuentro de Mu con el demonio, y ahí, llevar todo el proceso a cabo para abrir un portal y devolverlo al averno.

Una vez en la habitación, y solo con unas velas iluminando sutilmente, comenzó el ritual.

Mu se encontraba recostado en la cama, sosteniendo en sus manos el rosario que Shaka le había dado como protección, mientras el rubio y el sacerdote mayor recitaban unas oraciones en un idioma que no fue capaz de reconocer.

Le dijeron que debía mantener los ojos cerrados en todo momento, y así lo hizo, pero todo daba tanto miedo, que cada vez era más difícil resistir.

Escuchó las ventanas de la habitación abrirse con violencia y azotarse contra la pared, mientras un viento gélido se colaba por ellas, helandole la piel hasta casi sentirlo como pequeñas cortadas.

Escuchó varias cosas caer con fuerza contra el suelo, y como eran revueltas. Incluso escuchó a su mentor tratar de ahogar un grito de dolor después de un sonido de golpe. Shaka tampoco corrió con mucha suerte, al emitir un sonido similar.

Pronto iba a suceder lo que tanto le aterraba, lo supo en el momento en que sintió un peso sobre la cama y sobre él. Y un aliento extremadamente caliente estrellándose en sus fosas nasales. Cuando escuchó esa tenebrosa risa, mientras un par de manos comenzaban a apretar su cuello, a pesar de sentir sus fuerzas escasear, pronunció las palabras que Shaka le había enseñado.

El primer intento fue un fracaso, pero no se iba a rendir tan fácilmente. Insistió, e insistió, una, dos, tres veces... Hasta que finalmente consiguió decirlas fuerte y claro.

En ese momento sintió ese peso hacerse más ligero, y consiguió volver a respirar con normalidad. También escuchó a Shaka y a su maestro recitar otro conjuro, mientras unos gritos infernales entre la rabia y el dolor le taladraban los oídos.

¡Te vas a arrepentir!

Fueron lo único que entendió entre toda esa guerra de palabras y gritos entre esa cosa y Shaka y Shion. Después, unas palabras inentendibles, y por fin, silencio absoluto.

- Bien hecho, Mu...- Escuchó pronunciar con cansancio a su maestro, mientras le sujetaba la mano.- Ya puedes abrir los ojos. Ya pasó.

Con algo de miedo, abrió los ojos, notando lo agotados que lucían ambos, así como los golpes y arañazos que tenían en la cara, y los desgarres en sus ropas.

Notó que la nariz de su maestro sangraba, y tenía varios arañazos en la cara y brazos. Shaka tenía una herida en la sien izquierda, su rostro completamente arañado y sangrando, y un labio roto... Fue peor que lo que imaginaba.

- Shaka...

- No te preocupes. Ya todo está bien.- Se adelantó el rubio a su pregunta.- Solo son heridas, sanarán.- Añadió.- Pero tú...

La expresión de ambos lo hizo volver a tener miedo. Era ellos quienes estaban más heridos, él solo tenía un poco de dolor en el cuello y poco más.

- Mu, pasó lo que temíamos.- Suspiró su mentor.- No se fue con las manos vacías.

- ¿Qué quiere decir?

- Que te lanzó una maldición antes de irse, Mu.- Aclaró el mayor.- Tú...

- Verás los pecados más terribles de todas las personas a tu alrededor. Sabrás sus más oscuros secretos, sus crímenes más atroces, y sentirás el dolor de las víctimas... Sabrás quién es el culpable del crimen, pero nadie creerá una sola palabra de lo que digas si intentas delatarlo. Quién se acerque a tí para la confesión, y no sea totalmente honesto, y no se arrepienta genuinamente, sufrirá una muerte horrible, relacionada a su mayor pecado.- Interrumpió Shaka.- Fue lo que dijo, antes de irse.

Se negaba a creer que eso fuera cierto... No podía serlo, no podía ser cierto...

Pero al mirar de nuevo a su maestro, pudo ver todos los crímenes cometidos a lo largo de su longeva vida. Desde los cometidos desde la ignorancia de la niñez, hasta el que lo seguía atormentando desde su juventud.

Al observar a Shaka, la escena se repitió. Pudo ver toda la vida del rubio, desde que apenas nacer, comenzó a entablar comunicación con entes de otros planos, usando su poder para beneficio personal, hasta su deseo de conocimiento y explotar todo su potencial.

- Relájate. La maldición solo afecta a quién no sea completamente honesto al confesarse y no se arrepienta.- Le tranquilizó Shaka, acercándose a él.- Así que, perdóneme padre, porque he pecado. Apenas tuve uso de razón, me aproveché de las almas en pena que se acercaban a mí en busca de ayuda, hice pactos con demonios, y jugué con cosas que no debía. Hasta que mi padre me descubrió y me hizo ver mi mal actuar, pero yo no desistí de mi mal camino.- Confesó el rubio todo lo que Mu ya había visto.- Y ahora, dudo de mi fé. Dudo que este sea mi verdadero camino, y me arrepiento de jugar de esta forma con la confianza de mi mentor... Y por eso estoy dispuesto a aceptar la máxima penitencia.

- Shaka...

- Está bien, Mu.- Le sonrió tranquilamente el rubio.- De verdad, estoy muy arrepentido de haber hecho perder el tiempo a un buen hombre que me ayudó a enmendar mis errores del pasado y que creyó en mí. La excomulgación es lo que merezco por todos mis pecados.

Mu sabia bien que algo como hacer pactos con demonios o practicar brujería o hechicería, eran pecados acreedores a la máxima penitencia de la iglesia: la excomulgación. Ser expulsado de la religión, borrado de las listas de creyentes, y nunca volver a ser recibido en ningún templo.

- Tu arrepentimiento te absuelve, pero tus pecados no pueden ser olvidados.- Mencionó.- Cómo penitencia, debes renunciar a tu cargo como sacerdote y confesar todo esto a tu superior para que te sea dada la excomulgación.

- Así será.

Shaka se retiró el escapulario de su cuello y lo entregó a Shion, cómo símbolo de renuncia a su cargo. Shion sabía bien todos sus antecedentes, así que lo recibió y ambos sabían lo que seguiría.

Cuando Shaka abandonó la habitación, Shion se acercó a Mu. Maestro y discípulo cruzaron miradas, ambos con los ojos llorosos... Mu sabia todo, Shion también, y debía decirlo.

- Confieso que he cometido muchos errores a lo largo de mi vida... Pero el peor de todos, y del que más me arrepiento, es haber dejado morir a mi maestro durante un exorcismo, por mi cobardía.- Confesó entre sollozos lo que Mu ya sabía.- Mi remordimiento fue mi motivación inicial para volverme exorcista, pero... Poco a poco fue cambiando. Al conocerte a tí, Mu, al conocer a Shaka... Ustedes fueron como una señal para enmendar mi camino, si lograba guiarlos a ustedes... Por eso oculté todo el historial de Shaka, no informé todo lo que sabía realmente de él, por buscar guiarlo.- Añadió.- Pero fallé de nuevo, y ahora ustedes cargan con un peso enorme por mi culpa... Por favor, perdóname, Mu. Es mi culpa que ahora lleves todo ese peso.

- Es de humanos errar.- Mencionó el peli-lila.- Tus acciones fueron cuestionables, pero tus intenciones nunca fueron malas... Tu arrepentimiento, tus buenas obras y tu deseo de hacer lo correcto te absuelven de tus pecados. Quedas perdonado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro