Shipp: Marín x Shaina

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La batalla de las doce casas había terminado, cobrándose las vidas de la mitad de los santos dorados, y varias más de santos de bronce, plata y soldados rasos.

Muchas cosas cambiaron desde entonces. Aioria, anteriormente tratado de forma denigrantes y señalado cómo hermano del mayor traidor de Athena, ahora era reconocido como el hermano del héroe mártir que dió su vida por Athena.

La diosa había vuelto al Santuario, y ahora se estaba encargando de poner de nuevo todo en orden, y reparar todos los daños.

Los santos de bronce que lucharon por su diosa, aún seguían recuperándose de sus heridas.

El resto ponía todo su esfuerzo para reparar todos los daños, limar asperezas, y volver a poner el Santuario en pie.

Todos, tratando de seguir adelante y dejar aquel episodio atrás.

Shaina, la orgullosa caballero femenino de ofiuco, había tenido el valor de aceptar que se equivocó, y buscar el perdón de la caballero femenino de águila, Marín. Por la forma en que había actuado y todo lo que le había hecho pasar.

Su primer acercamiento fue cuando Shaina subió hasta el templo del Patriarca, sabiendo que Marín había ido en auxilio de Seiya, dándole su máscara para evitar que muriese envenenado.

Shaina llegó justo a tiempo para evitar que Seiya mirara el rostro descubierto de Marín. Después de colocarle de nuevo la máscara, la cargó en brazos y la llevó a una cabaña apartada, dónde podría recuperarse sin temor a ser vista sin su máscara.

Se encargó de cuidarla hasta que se recuperó por completo, afortunadamente, la japonesa era bastante resistente. Después de eso, le pidió disculpas por todos sus actos, y ambas acordaron iniciar de nuevo.

Era lo que hacían ahora, conocerse de nuevo y dejar atrás cualquier rencor del pasado.

Habían adoptado el hábito de entrenar juntas. Y en ese tiempo, habían descubierto muchas cosas una de la otra.

Marín sin duda era mucho más prudente y cauta que Shaina, mientras que la peli-verde era mucho más agresiva.

Eran polos opuestos en muchas cosas, pero a la vez, se complementaban a la perfección una a la otra. Ambas eran mujeres fuertes, aguerridas, muy seguras de sí mismas, valientes y hábiles. Una mantenía siempre una apariencia fría, orgullosa, distante y algo altanera. La otra era igualmente fría durante la batalla, pero daba un aire de mayor madurez, autocontrol y cautela.

Marín era sin duda, a ojos de Shaina, una mujer increíble, y hasta ahora se daba cuenta de ello, a tal grado que no podía evitar sentirse algo estúpida por haber actuado tan mal en el pasado.

- Lo siento, pero ya sabes lo que dicen.- Dijo Marín con una leve risa, ofreciéndole su mano para levantarse, después de darle una patada que la mandó al suelo durante el entrenamiento.- No bajes la guardia durante la batalla.

Shaina no dijo nada, y pretendió tomar la mano de Marín, pero cuando la tuvo bien agarrada, la jaló hacia adelante, al mismo tiempo que golpeaba su rodilla, haciéndola caer para después subirse encima de ella. Inmovilizandola de esa forma.

- Tú lo has dicho.- Sonrió la peli-verde debajo de su máscara.

Ambas solo compartieron una pequeña risa durante algunos segundos, para después levantarse, y disponerse a ir a un pequeño lago cercano para beber algo de agua y lavarse la cara.

No había ningún problema en verse el rostro entre mujeres, así que ambas se relajaron, calmando su sed después de una intensa sesión de entrenamiento y combate simulado.

Shaina no pudo evitar mirar a Marín, mientras tomaba algo de la cristalina agua en sus manos, llevándola hasta su boca para beberla. Era difícil no tomarse al menos unos segundos para observar a una mujer tan bella, fácilmente comparable con las ninfas.

- ¿Quieres ir a nadar?- Sugirió Shaina, forzándose a salir de su ensimismamiento.- ¿O no te queda energía para una carrera acuática amistosa?

Marín sonrió, antes de tomar su máscara y dar media vuelta para empezar a correr.- ¡Alcanzame si puedes!

- ¡Oye!

Sí, la confianza entre ellas había crecido a tal punto, que de vez en cuando se permitían comportarse de forma algo infantil y divertirse sin pensar demasiado.

Corrieron hasta un pequeño rincón oculto de la playa, reservado para las caballeros femeninos. Marín fue la primera en llegar, seguida de su compañera unos segundos después.

La peliroja no tardó en quitarse su máscara, y después empezar a despojarse de su armadura y sus ropas.

Shaina nuevamente se perdió unos segundos mirándola, hasta que un salpicón de agua la hizo volver al presente.

- ¿Qué?, ¿miedo del agua?- Preguntó Marín con una sonrisa, ya metida en el agua.

- Ahora verás.- Sonrió de vuelta la peli-verde, para terminar de desvestirse y arrojarse al agua, dando comienzo a su pequeña carrera acuática.