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Día 2: "Almas gemelas"

Shipp: Perséfone x Pandora

Universo de Saint Seiya.// Mención a la mitología griega.// Headcanon.

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Todo comenzó hace millones de años, en la era del mito, cuando los dioses caminaban entre los mortales y se involucraban en sus conflictos.

Han pasado cientos de eras desde entonces, y sigo recordando todo como si hubiera sucedido ayer.

Hades me había traicionado por segunda vez, con una ninfa, después de tantas cosas que yo hice y sacrifiqué por él. Fuí incapaz de controlar mi furia, y acabé con ella, y lastimé a varios inocentes en el proceso. Mi vida inmortal perfecta se había torcido horriblemente, y temía convertirme en lo mismo que Hera.

Estaba tan triste, tan sola, y tan desolada. Completamente perdida, y sin nadie con quién contar. Aún con mi corazón hecho pedazos, y la culpa devorando mi podrida alma inmortal, debía mostrarme firme y fuerte. Como una buena reina debía hacer.

Era difícil sobrellevar esa vida, mantener esa fachada, sostener ese papel... Pero no tenía opción. Era la reina del Inframundo y diosa de la primavera. Guardiana de los misterios entre la vida y la muerte. Dadora y arrebatadora de vida. El Alpha y el Omega... No podía agachar la cabeza y quedarme a llorar, ni tampoco hacer que inocentes pagaran con sus vidas mi amargura.

Por momentos me sentí tan desolada cómo las almas mortales que llegaban aquí. Las cosas empeoraban cada vez más, los conflictos llegaron a un punto de no retorno, y Hades declaró la guerra a Athena... Era demasiado para mí, no soportaba la idea de que tantas vidas inocentes fueran arrebatadas tan cruelmente por fines egoístas. Pero cuando estuve por rendirme, apareciste tú.

Un alma nueva, recién creada por Hades con ayuda de Hypnos, Thanatos y Nix. Una pieza perfecta, con un propósito: hacerme compañía en mi amargura y soledad, mientras todo eso pasaba fuera del Inframundo.

Al parecer, Hades estaba arrepentido por su traición, y seguía sin desistir de buscar mi perdón. Y al pedir consejo a la diosa de la noche, madre de sus consejeros, ella le dijo que me otorgase una amiga. Una compañía que fuera exclusiva para mí.

Pandora, fue el nombre que Nix te otorgó. Igual que la mujer que Zeus y los demás dioses crearon para tenderle una trampa a Prometeo hace milenios.

Al inicio no soportaba tu presencia, me recordabas tanto a aquel que me juró amor eterno y me destrozó por completo, que me enfurecías.

Pero... Había algo en tí, algo muy diferente a él.

Hades, hace mucho tiempo, solía ser un dios justo y lleno de bondad, pero se dejó corromper por la arrogancia y la crueldad... Pero tú, tú eras un alma tan similar y a la vez tan diferente a él.

Poseías la misma firmeza que él, pero a la vez un gran amor por los tuyos. Eras cruel cuando era necesario, pero también justa y amable. Eras tan bella como la Pandora creada por los olímpicos, y sin embargo, no poseías ego ni arrogancia alguna.

Todas esas y más virtudes me hicieron confiar en tí y permitirte acercarte. Al inicio nada fue fácil, pero antes de que nos diéramos cuenta, ya te habías vuelto mi dama de confianza... Quizás algo más.

Con tu compañía, olvidé por mucho tiempo la guerra santa que se repetía cada doscientos años, en un bucle infinito. Pero nada podía ser eterno.

Cuando Hades me dijo que serías removida de tu cargo como mi dama de compañía, para ser ahora comandante de los espectros, ni siquiera yo entiendo cómo perdí así la compostura y despotriqué en su contra. No iba a permitir que te apartaran de mi lado sin luchar.

Aún así, al final nada pude hacer. Tú lo elegiste a él, decidiste seguir su voluntad, tomaste tu nuevo puesto, y empezaste a desempeñar tu nuevo rol. Yo me sentí tan herida, tan humillada, traicionada de nuevo, que abandoné el Inframundo de una vez por todas, dispuesta a dejar todo atrás, como debí haber hecho hace mucho tiempo.

Me refugié en los bosques, selvas, montañas y praderas que durante la primavera y el verano hacía florecer. Huyendo de Hades y todos los demás dioses, no quería ser encontrada. No quería ver más sufrimiento en seres que no lo merecían, no quería más guerras ni más muertes sin sentido.

Logré esconderme de todos los dioses, usando mi poder para proteger a tantos seres inocentes como pude, de sufrir los estragos de la guerra santa. Pero cuando todo terminó, y supe lo que había pasado contigo... Sentí mi corazón desgarrarse.

Tu alma estaba condenada a permanecer sellada hasta la siguiente guerra santa, sin la posibilidad de ser liberada.

No tuve más opción que volver al Inframundo, para tratar de poner todo en orden y manejarlo lo mejor posible, hasta que Hades volviera, y así lo hice.

Doscientos años después, pude volver a verte. Tu alma me reconoció, y la mía a la tuya. Creí que al volver a verte, lo único que sentiría hacia tí, sería puro odio, ira, rabia... Todo eso que sentí al haber sido traicionada por Hades... Pero no fue así.

Al verte de nuevo, tenerte una vez más entre mis brazos, conmigo... Lo único que pude sentir fue una alegría tan inmensa, que se escurrió en forma de lágrimas de mis ojos. En ese momento, todo dejó de existir para mí, solo podía pensar en abrazarte, estar a tu lado, y sentir una vez más el calor de tu alma mortal, recordándome cómo era sentirme viva.

¿Acaso es esto a lo que los mortales llaman amor?, ¿por qué jamás sentí por Hades lo que siento por tí?... No lo sé. Soy solo una diosa que no sabe realmente nada. No sé cómo es que sentí esos años una eternidad para volver a verte. No sé qué me hizo sucumbir ante tí y entregarme a tí. No sé porqué no me arrepiento de nada... Lo único que sé, es que te amo, y siempre esperaré por tí.

Al estallar de nuevo el conflicto entre Hades y Athena, volví a huir a la Tierra, esperando a que todo terminara.

La guerra santa volvió a culminar, y tuve que volver a verte partir. Nuevamente tomé el control del Inframundo y me encargué de ayudar algunas almas a escapar de su cruel e injusto castigo, y de mantener el orden lo mejor posible, solo esperando por tí.

Perdí la cuenta de cuántas veces se repitió ese círculo vicioso que parecía no tener fin. Te ví morir y renacer tantas veces, y no dejaba de sorprenderme que no cambiabas nada. En todas tus vidas has sido increíblemente hermosa, fuerte, decidida, leal, valiente y admirable. La mujer por la que haría cualquier cosa.

Fue en esta última guerra que me sentí desfallecer al enterarme de cuál había sido tu fin.

¿Por qué lo hiciste?, ¿por qué te arriesgaste de esa forma?, ¿por qué te dejaste atrapar?, ¿por qué no me llamaste?. Sabías cómo invocar mi presencia, sabías que yo habría llegado hasta ti, y habría enfrentado sin miedo a Thanatos con tal de salvaguardarte.

Durante toda la guerra, pude sentir como tu alma lloraba. También estabas harta de todo esto, ¿cierto?. Tú también querías que toda esta locura terminara. Querías finalmente descansar en paz.

Sentí tu cosmos apagarse, y supe que finalmente habías decidido traicionar a Hades, y ayudar a los santos de Athena. Los espectros que alguna vez se llamaron tus aliados, no dudaron en intentar dañar tu inerte cuerpo, después de que Thanatos pusiera fin a tu vida.

Si solo supieras toda la rabia que sentí, y cuánto deseé acabar con todos ellos... Afortunadamente, ese santo de Athena protegió lo que quedaba de tí, y te dió un digno último adiós.

Sabía que no había tiempo, y por eso me infiltré en el Inframundo, y logré huir con tu alma a un lugar seguro, justo antes de que todo fuera destruído.

No me importa la destrucción del cuerpo original de Hades. No me importa cuan destruido quedó el Inframundo. No me importa que Hypnos y Thanatos hayan sido humillados por mortales. No me importa en absoluto el peligro que corre la vida del santo de Pegaso... Me importas tú.

Por tí fue que retomé el control de lo que quedaba del Inframundo. No me importó usar toda mi energía para restaurar el reino de los muertos, tú merecías finalmente descansar en paz.

Logré devolver a la vida el Inframundo. Me llevaría más tiempo regresarlo completamente a su estado original, pero al menos podría cumplir sus funciones. Lo más importante para mí fueron las islas de los bienaventurados y los campos Elíseos, y fue ahí donde dejé tu cansada alma.

Sabía que al dejarte en ese campo verde inmortal, tendría que despedirme de tí. Para que un alma mortal pudiera ingresar a los Elíseos, debía beber las aguas del río Lete, y olvidar absolutamente todo de sus vidas pasadas. Solo así podría ser purificada de todos sus pecados y hacerse merecedora de ese descanso.

Al completar el ritual, me olvidarías. No recordarías absolutamente nada de lo que vivimos juntas tantos siglos... Era doloroso, pero no estaba dispuesta a seguir viéndote sufrir de ésta manera.

Con lágrimas en los ojos, completé el rito, y pude verte por una última vez. Dejar en tus labios un último beso de despedida, y decirte por última vez aquellas palabras que para mí jamás tuvieron peso alguno, hasta que te conocí: Te amo.

¿Quién lo diría?, una diosa tiene por alma gemela un alma mortal. Mi Pandora, mi amor inmortal.

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Culpo al videojuego de SS Awakening Kots por este shipp XD

¿Alguno juega el videojuego en cuestión?, bueno, en caso de que no, pues, Perséfone es un personaje exclusivo del juego y su función es ser un tanque con potencial de daño a largo plazo. Pandora (una de las tres versiones que tiene) su función es ser un potenciador y revivir aliados. Y juntas hacen una combinación bastante fuerte. Además de que se ven muy lindas.

Así que esa es en resumen, de dónde salió este shipp.

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