Día 1: "Alta fantasía"
Shipp: Sasha x Calvera
Universo Alterno.// Cambio en las edades.// Inspiración en leyendas mexicanas.// Inspiración en la canción "La dama del mar" de Mago de Oz.
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El viento helado golpeaba contra la pálida piel de su rostro, mientras las estrellas y la luna brillaban en el firmamento.
Una simple, tranquila y bella noche de verano. Perfecta para navegar en calma y sin ningún tipo de preocupación.
- ¡Ey, Sasha!
De inmediato reconoció esa enérgica voz masculina, y casi al instante sintió como el dueño de aquel timbre la abrazaba por los hombros.
- Hola, Kardia.- Respondió con una leve sonrisa.- ¿Pasó algo?
- Nada relevante en realidad.- Se encogió de hombros el peli-violeta.- El amargado cascarrabias de Aspros sigue en el puerto quejándose en vez de ayudar a Defteros, Sísifo y Regulus a arreglar el barco. Manigoldo y El Cid encontraron cosas interesantes en la ciudad a la que fueron. Albafica y Shion también, pero dijeron que ya regresarían al puerto.- Informó Kardia la información que sus compañeros habían enviado a través de correspondencia.- Enviaron esto hace tres días. Lo más probable es que ya hayan llegado o estén por llegar al puerto.
Hace más de dos semanas que se habían visto obligados a arribar en un puerto de aquel país, después de que el barco sufriera varios daños durante una tormenta de la que salieron vivos de puro milagro.
Las provisiones no eran suficientes para todos, así que optaron por dividirse, y de paso explorar un poco las ciudades y pueblos aledaños. Así podrían conseguir más provisiones, riquezas, y demás cosas para zarpar apenas terminaran las reparaciones los que se habían quedado, y así no sería una pérdida total. Después de todo, así era la vida pirata, su vida.
- Ya veo.- Suspiró ella.- ¿Crees que debamos volver ya?
- La verdad es que esta ciudad me gusta bastante.- Rió bajo Kardia.- Hay buena comida, buena bebida, buen ambiente, y mujeres hermosas, ¿qué más podría pedir? ¡Este lugar es el paraíso!
- Tú no tienes remedio.- Negó Sasha con una sonrisa. Ya sabía cómo era su "hermano", todo un casanova empedernido, amante del amor y las emociones al límite.- Supongo que quedarnos un par de días más no nos hará daño. Además, no creo que Aspros quiera verme cerca de Atenea todavía.
- Aspros es imbécil, ya lo sabes.- Rió de nuevo Kardia, quitándole el sombrero, dejando expuesta su larga cabellera lila.- Si la Atenea estuviera celosa por tener una mujer a bordo, simplemente nos habría acabado durante la tormenta, pero aquí estamos.- Añadió, colocándose el sombrero de la peli-lila.- Creo que si quisiera deshacerse de alguien, sin duda sería del mayor detractor de su capitana.
Sasha solo sonrió y asintió. Era totalmente consciente de que no era del agrado y gracia de Aspros, quién desde su llegada a la tripulación, no perdía oportunidad de restregarle en la cara su naturaleza femenina, portadora de desgracia y calamidad para hombres en altamar.
Después de todo, ella había llegado a la tripulación al ser rescatada por el anterior capitán, Sage, cuando ella era apenas una niña de 9 años de edad, que logró salvarse de un saqueo a su pueblo. La tripulación responsable de su desgracia, era enemiga de la que se volvió su hogar, así que eso la hizo decidirse a confiar en Sage y los demás chicos.
Con ellos aprendió todo lo que debía, desde leer las estrellas para ubicar los puntos cardinales, hasta usar una espada, llegando a incluso superar a varios de sus compañeros. Aunque todos se mostraron algo escépticos al principio por el tema de "una mujer no debe tiene lugar en un barco", conforme pasó el tiempo y se dieron cuenta de sus capacidades, le fueron tomando aprecio, a tal grado, que después del fallecimiento de Sage, la eligieron como capitana.
El único que seguía renuente era Aspros, quién se mantenía firme en su postura de que las mujeres y los barcos no se mezclaban. Y aunque si bien, no la desafiaba abiertamente, no perdía ninguna oportunidad por más absurda o pequeña que fuera, para culparla por algún incidente en el barco.
Por consejo de Kardia, Sasha había aprendido a simplemente ignorarlo y dejarlo hablar cuánto quisiera. Al fin y al cabo, nadie lo tomaba en serio. Sabían que el peli-azul tenía un temperamento muchas veces difícil de soportar, pero era un excelente cartógrafo y solo por eso no lo hacían caminar por la plancha.
- Escuché de los lugareños que hay un lugar que quiero ir a ver.- Le dijo Kardia, con esa mirada que Sasha conocía a la perfección.
- ¿Qué lugar?
- Le dicen "el ojo de agua".
Sasha enarcó una ceja. Ciertamente, muchas cosas eran algo extrañas, no entendía de qué hablaba Kardia.
- Por lo que entendí, es un especie de lago.- Explicó el mayor.
- ¿Y qué tiene de especial?
Sasha sabía cómo era Kardia. Sabía que algo debía tener ese lugar como para que llamara su atención de esa forma.
- Dicen que hoy es la noche de San Juan.- Contó lo que había escuchado en el lugar.- Y que en ese lugar, a medianoche, aparece una hermosa sirena.
- ¿Por qué no lo ví venir?- Sonrío Sasha rodando los ojos.- Si Aspros estuviera aquí, de seguro ya te habría dado un golpe con un remo, atado de pies y manos y llevado arrastrando de vuelta al barco de solo oírte decir eso.
- Pero Aspros no está aquí.- Canturreó el peli-violeta.- Vamos, seguro que será divertido. Además, ¿qué?, ¿la capitana tiene miedo de una sirena?
- Tengo 10 años viviendo en el mismo barco que tú y Manigoldo, una sirena no es nada peligroso al lado de ustedes.- Bromeó la peli-lila.
Ambos rieron por unos minutos, y finalmente decidieron ir a aquel lugar. Ahí pasarían la noche, y a la mañana siguiente buscarían más provisiones, y enviarían un mensaje a sus compañeros.
El famoso "ojo de agua", aunque bastante bello con sus aguas cristalinas, tanta vegetación, y la luz de la luna reflejándose en sus aguas y colándose por las copas de los árboles le daba un toque mágico, no era la gran cosa. Aún así, era un lugar tranquilo, solitario y agradable para descansar, así que simplemente encendieron una fogata para mantenerse tibios durante la noche, y después de comer lo que habían conseguido hurtando o apostando, se alistaron para dormir.
Kardia, cómo siempre, fue el primero en quedarse dormido, luego de comer varias manzanas y beberse todo el vino y una bebida local que había conseguido. Sasha se quedó despierta vigilando por un rato más, hasta que finalmente cedió al cansancio, siguiendo el ejemplo de su amigo, aunque sin soltar su preciada y leal espada.
La capitana dormía tranquilamente, hasta que un suave y lejano canto comenzó a besar suavemente sus oídos. Por un momento pensó que era un simple sueño, pero aquella melodiosa voz, sonando cada vez más clara, fuerte y hermosa, la hizo regresar del mundo onírico a la realidad.
Se incorporó, dándose cuenta de que Kardia seguía profundamente dormido, roncando como un oso hibernando, totalmente ajeno al canto que acariciaba sus tímpanos.
Aún algo dudosa y desconfiada, se colocó su sombrero, ocultando su largo cabello como acostumbraba al estar lejos de su tripulación, se aferró al mango de su espada, se puso de pie, y fue a investigar, siguiendo esa voz.
El sonido la guió hasta aquel cuerpo de agua, pero no veía a nadie. El canto seguía y su curiosidad la hizo seguir buscando, hasta que, al acercarse, notó la esbelta figura de mujer sobre una roca.
La primera interrogante que llegó a su mente fue ¿qué hacía una mujer sola ahí?, mejor aún, ¿nadando a esas horas en el agua, que debía estar helada?
Estuvo por decir algo, pero al verla más de cerca y detenidamente, le fue imposible articular palabra alguna.
Largos cabellos negros, que se pegaban a su piel lechosa, que brillaba bajo la luz de la luna. Un rostro hermoso, que parecía esculpido por los mismísimos ángeles, unos preciosos ojos negros brillantes como la obsidiana. Sus pechos descubiertos, y su cintura de tamaño perfecto en armonía con sus demás curvas... Era como ver a un ángel, la criatura más hermosa y perfecta jamás creada.
- Disculpa, ¿te he molestado?
Oír esa hermosa voz la hizo despertar de su ensoñación, negando de inmediato con la cabeza.
- Eh, n-no. Para nada.- Respondió algo nerviosa, engrosando su voz como solía hacer para evitar que algún desconocido descubriera que era una mujer.
La peli-negra le regaló una dulce sonrisa, para después sumergirse en el agua, y emerger cerca de la orilla, dónde ella se encontraba.
- No eres de aquí, ¿cierto?
- Eh, yo... No, solo estoy de paso.
- Ya veo.- Dijo.- Mi nombre es Calvera. ¿Y el tuyo?
- No tiene importancia, pero muchos me dicen Ares.- Respondió, presentándose con aquel apodo que Sage le había dado hace años, y que siempre usaba para presentarse en vez de su verdadero nombre.
Calvera solo sonrió nuevamente y asintió.- Entiendo.- Mencionó.- Bueno, Ares, ¿podrías hacerme un favor?
- ¿Qué clase de favor?
La enigmática mujer mantuvo su cálida sonrisa, y mostró una pequeña caja de lo que parecía ser oro macizo con varias incrustaciones de piedras preciosas, que sostenía en sus manos.
- Necesito que me ayudes a llegar a la iglesia de Santa Gertrudis. No te será difícil encontrarla, es la más cercana a este lugar.
Sasha se sorprendió un poco por aquella petición, y hasta entonces fue que notó que esa hermosa mujer tenía un cola de pez en lugar de piernas. ¿Acaso esa era la dichosa sirena de la que Kardia había oído?, ¿qué debía hacer ahora?
- No te preocupes, no te haré ningún daño.- Prometió la sirena.- Si me llevas a esa iglesia, te daré a cambio este cofre y todo el oro y joyas que hay dentro de él.
Sasha dudó, pero esa sirena no se parecía en nada a las de los relatos que Sage y los demás chicos le contaban. No había sido agresiva y parecía hablar con la verdad.
Después de meditarlo un poco, llegó a la conclusión de que no tenía nada qué perder. Además de que sentía una tarea difícil negarle algo a una criatura tan bella. Así que aceptó la encomienda.
- Solo hay una condición.- Añadió la sirena.- Escuches lo que escuches, y pase lo que pase, no voltees hasta llegar a la iglesia.
A Sasha se le hizo algo extraña esa condición, pero igualmente, aceptó. Se retiró el abrigo que usaba para resguardarse del frío, y cargó a la mística mujer en su espalda, para después comenzar su camino.
Había visto una iglesia mientras ella y Kardia caminaban, así que supuso que esa debía ser de la que le habló Calvera. No estaba tan lejos, si se daba prisa, en máximo una hora, estaría de vuelta.
Los primeros minutos fueron bastante fáciles, estaba acostumbrada al trabajo pesado, más de una vez había tenido que cargar a alguno de sus compañeros si salía herido durante un enfrentamiento o saqueo, una mujer tan esbelta y liviana no era nada al lado de mastodontes más altos y pesados cómo Kardia o Defteros. Pero conforme avanzaba, el peso parecía ir aumentando.
No le dió demasiadas vueltas al asunto y lo atribuyó al frío de la noche y el cansancio, así que solo apuró un poco el paso para llegar lo más rápido posible.
Sin embargo, el peso realmente parecía seguir aumentando, hasta que se vió forzada a detenerse un momento para descansar. Apoyó una rodilla en el suelo, al igual que sus manos.
Ni siquiera Defteros, que era el más alto de la tripulación pesaba tanto, y eso que había tenido que correr con él a cuestas en un par de ocasiones. Definitivamente, algo estaba pasando, y sintió curiosidad por voltear, pero entonces recordó las palabras de Calvera:
"Escuches lo que escuches, y pase lo que pase, no voltees hasta llegar a la iglesia."
Si se lo había dicho, por algo debía ser. Así que rápidamente desechó la idea. Descansó un poco para reponer fuerzas, y se incorporó para continuar el camino, ya faltaba poco.
Siguió avanzando, hasta que al estar a unos metros de su destino, empezó a escuchar ruidos bastante tetricos a sus espaldas. La curiosidad y algo de miedo la invadieron, nuevamente quiso voltear, pero su mente volvió a repetirle la única condición que tenía. Ya podía divisar la iglesia, eran solo unos cuántos metros y podría olvidarse de todo eso.
Nuevamente, se resistió a esos impulsos, y haciendo uso de toda la valentía y autocontrol existentes en su ser, apretó los ojos unos segundos y apuró el paso, sin detenerse a pesar del peso en su espalda, hasta finalmente llegar al recinto sagrado.
Apenas llegó a las gigantescas puertas, su cuerpo no pudo resistir más, y cayó rendida por el agotamiento.
Respiraba agitada, después de semejante Odisea, pero poco a poco sentía como el peso iba haciéndose menor, hasta volver al peso inicial.
Después de eso, sintió como el ligero peso se quitaba de encima suyo, y pudo ver la silueta de una mujer a su lado. Se sentía demasiado cansada para intentar siquiera moverse, así que solo cerró los ojos, mientras sentía como su sombrero era retirado, dejando expuesto su cabello.
- Gracias.- Susurró la voz de Calvera a a su oído.
Sintió sus fuerzas volver poco a poco, hasta que fue capaz de incorporarse, mirando a la mujer delante suyo. Era igual, o incluso más perfecta de lo que había visto en aquella laguna, con su desnudes cubierta únicamente por su abrigo del inclemente frío de la madrugada.
- Ya, ya estamos aquí.- Tartamudeó algo nerviosa, ahora sin fingir su voz. Ya estaba descubierta, no tenía caso mantener el papel.- ¿Necesitas algo más?
Calvera la miró con suma dulzura, regálandole una gentil sonrisa, mientras acomodaba detrás de su oreja un mechón de su largo cabello lila.
Sus miradas, tan distintas una de la otra, se encontraron, igual que un par de piezas de obsidiana y esmeralda fundiéndose en un instante que parecía eterno.
Sasha seguía sin entender el porqué, pero su corazón se aceleró al sentir las suaves y frías manos de Calvera acunando su rostro, mientras la distancia entre ellas se reducía poco a poco.
- Cuántas noches te esperé. Tú eres la elegida, solo un beso de mujer me dará la vida.
- Eh?- Musitó la peli-lila.- ¿Qué quieres decir?
- Hace muchos años, cuando fuí aprisionada en dónde me encontraste, mi castigo era permanecer ahí, en el fondo de la laguna, viviendo en completa soledad y teniendo la oportunidad de emerger a la superficie solo una vez al año.- Contó la peli-negra.- La única forma de romper el hechizo era que alguien lograra traerme hasta las puertas de esta iglesia. Muchos hombres lo intentaron antes, pero solo tú lo lograste. Me has liberado. Te debo mi libertad, y mi vida entera te pertenece ahora.
Sasha miró el cofre que Calvera aún sostenía en sus manos, ahora abierto, mostrando todas las monedas de oro y joyas que había dentro, brillando bajo la luz de la luna, igual que la misma Calvera.
De entre todas esas joyas, hubo una que llamó la atención de la pirata al instante: un anillo. Hecho de oro y decorado con un diamante blanco incrustado. Ciertamente, le recordaba a un anillo de matrimonio.
Quizás era algo descabellado, pero había salvado a una sirena de un hechizo. ¿Qué más tenía que perder ahora?
Tomó ese anillo, y sin decir nada, lo colocó en la mano izquierda de la otra mujer. Dónde se colocaban las alianzas de matrimonio.
Una sonrisa que le fue correspondida, seguida por un beso, selló aquel pacto silencioso entre dos almas enamoradas que sin saberlo, se habían reencontrado finalmente, después de haber pasado varios años y varias vidas buscándose una a la otra.
En la mañana, cuando Kardia despertó, le fue imposible no dar un salto al ver a una mujer desconocida al lado de Sasha.
- ¿De qué me perdí?- Cuestionó el peli-violeta al mirarlas tan cerca, y en especial, al darse cuenta del anillo en la mano de la desconocida.
- Te lo explicaré todo en camino. Sísifo envió un mensaje, el barco ya está listo para zarpar, así que debemos ponernos en marcha cuánto antes.- Respondió Sasha.
Kardia solo se encogió de hombros y se levantó, alistando sus cosas para partir. De seguro Aspros iba a querer saltar por la borda cuando viera que otra mujer se uniría a la tripulación, si a duras penas soportaba a Sasha... Definitivamente quería ver eso.
- Así que, ¿dónde se conocieron?- Inquirió curioso Kardia durante el camino. Quería saber quién y cómo había logrado cautivar a su querida capitana. Había algo en esa mujer de cabello negro que lo inquietaba, sentía que no era una mujer ordinaria.
Sasha decidió contarle la verdad. Después de todo, Kardia era su hombre de confianza, y sabía también que Kardia era un fiel creyente de las criaturas mitológicas y seres mágicos al haber nacido y vivido toda su vida a bordo de un barco, viendo varias cosas y escuchando cientos de historias.
Tal y como pronosticó, Kardia no se tomó aquella historia como una broma, e incluso se asustó un poco, pero Sasha le aseguró que no había ningún peligro. Y aunque no del todo convencido, Kardia accedió a llevarla con ellos y presentarla simplemente como una chica que Sasha conoció en la ciudad.
El viaje fue de tres días, hasta finalmente llegar al puerto dónde se encontraron con el resto de la tripulación. Aunque al inicio hubo bastantes roces, Kardia y Calvera lograron llevarse bien y hacerse buenos amigos al final del viaje.
Sasha presentó a Calvera como su esposa, y nadie tuvo ningún problema, limitándose a dar una felicitación a su capitana. Aspros hizo una pequeña rabieta, pero sin otra opción, aceptó otra mujer a bordo.
La voz de una sirena es capaz de hipnotizar y someter a cualquier hombre, pero, ¿qué pasa con una mujer?
Sasha conocía la respuesta a esa pregunta. Calvera y su voz que conservaba aún la magia de una sirena, más de vez fueron de ayuda para ganar duelos con otras tripulaciones sin pelear. Solo bastaba oír el canto de su amada sirena para que todos quedaran sumidos en un profundo sueño, totalmente indefensos. Incluso sus propios hombres terminaban fuera de combate y al despertar varias horas después, estaban fuera de peligro, sin recordar absolutamente nada.
La única inmune a ese hechizo era Sasha, quién con ayuda de Calvera, lograba saquear barcos enemigos y poner a salvo a los suyos.
"Solo una mujer es capaz de amar a una sirena. Solo una mujer puede realmente enamorarse de una sirena, porque es la única inmune a su magia. Solo una mujer la ama por ser quién es, y no a causa de un hechizo."
Esas fueron las palabras de Calvera cuando le preguntó porqué solo ella nunca se vió afectada por su voz como los demás. A decir verdad, ya no le importaba demasiado la respuesta.
Esa mujer había logrado enamorar su corazón como nadie había logrado hacer jamás.
Ella era amor y fuerza, gentileza y rudeza, bondad y coraje, dulzura y carácter a la vez. Sin duda, Calvera era una serie de contradicciones, que sin embargo, tenían sentido. Ella era todo lo que Sasha podría amar en una persona: alguien capaz de todo por proteger a quiénes ama. Gentil y con un corazón bondadoso, pero que no permitía que se aprovecharan de ella.
Sasha jamás imaginó llegar a amar a alguien como lo hacía con esa mujer. Definitivamente, ir con Kardia a esa laguna, aquella noche de San Juan, fue la mejor decisión que pudo tomar en toda su vida.
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¿De dónde salió este shipp? Sinceramente, ni siquiera yo sé. Solo se me ocurrió de pronto y pensé: "¿Por qué no?". Así que, eso.
Para el shot de este día, terminé usando el más cliché que se podía, sirenas. Pero no pude evitarlo, hace tiempo que tenía ganas de escribir algo inspirado en la canción "La dama del mar", de Mago de Oz, uno de mis grupos favoritos. Pero también decidí agregarle un toque diferente, y de ahí surgió la idea de hacer esta especie de reinterpretación de una leyenda veracruzana, de la ciudad donde nací: Orizaba.
La leyenda en cuestión es "La sirena del ojo de agua de Orizaba", por si alguien tiene curiosidad y quiere conocer la leyenda original.
También como una pequeña aclaración, aquí Sasha tiene unos 19-20 años (no me decidí bien cuál de las dos edades dejarle), pero el punto es que ya es una adulta jóven. Para evitar cualquier malentendido.
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