23
Las figuras doradas con movimientos mecanizados, se abalanzaron sobre los dos caballeros dorados cuál marea implacable en un tempestuoso océano. En cada golpe que daban resonaba el impacto del metal contra el suelo.
Gotas de sudor y sangre de ambos caballeros, se mezclaba en el suelo.
Dohko esquivó un ataque directo, girando sobre sí mismo.
—¡Rozan Hyaku Ryu Ha!
Un torrente de dragones emergió de su técnica, arrasando a varias de las criaturas doradas que se desmoronaron en trozos resplandecientes antes de desaparecer. Sin embargo, por cada una que de las que caía, dos más se alzaban en su lugar, surgiendo del oro líquido que brotaba de las calles como la fuente de un río interminable.
—¡Maldita sea, estas cosas no paran de regenerarse! —gritó Deathmask, aplastando a una de las criaturas con un golpe impulsado por su cosmo. Los restos de la figura se esparcieron en el aire, pero un instante después comenzaron a reunirse de nuevo y multiplicarse.
—No estás atacando donde deberías —respondió Dohko, a la vez que bloqueaba otro ataque con sus escudos dorados—. Su energía proviene de Kravos y si no lo detenemos a él, esto no terminará nunca.
Deathmask gruñó, apartando a una de las criaturas con un movimiento de su brazo. Deseaba terminar pronto con esa pelea y regresar a los brazos de Afrodita.
—¿Y cómo sugieres que lo hagamos? Ese bastardo de Kravos está ahí parado, riéndose de nosotros.
Kravos observaba desde la distancia con una enorme sonrisa repleta de arrogancia, sus ojos dorados brillando llenos con malicia.
—¿Es todo lo que tienen, caballeros dorados? Díganme, ¿dónde quedó la legendaria fuerza de los guerreros de Atenea?
Dohko entrecerró los ojos, analizando la situación a la vez que continuaba luchando contra los humanoides. Las criaturas parecían nunca terminarse, pero algo en la manera en que el oro líquido se movía lo intrigaba. El flujo no era aleatorio, sino que convergía en un punto detrás de Kravos.
—Deathmask, necesito que lo distraigas. Voy a buscar la fuente de esta energía.
—¿Distraerlo? —Deathmask soltó una risa seca—. Por supuesto, viejo. No hay nada que disfrute más que hacerle la vida imposible a un ególatra como Kravos.
Deathmask se lanzó hacia Kravos, liberando su cosmo con una intensidad abrumadora.
—¡Ondas Infernales!
La técnica rasgó el aire, las ondas separarían el alma del cuerpo de su rival. Sin embargo, el Pecado de la Avaricia alzó una mano y sin más un muro de oro líquido repelió cada uno de las ondas.
—¿De verdad crees que puedes separar mi alma de mi cuerpo, caballero de Atenea? —se burló Kravos, extendiendo ambos brazos antes de continuar: —. ¡Yo soy el amo de la riqueza y el poder! Nada me doblegará.
Mientras Kravos se enfrentaba a Deathmask, Dohko se movía con velocidad y sigilo por el campo de batalla, siguiendo el flujo del oro líquido. Luego de unos momentos, finalmente llegó a un punto donde las calles parecían hundirse ligeramente, y una grieta profunda se abría paso en el suelo. Desde allí emanaba el cosmo corrupto. Era el núcleo del poder de Kravos.
—Así que aquí está la fuente...
Dohko se concentró, reuniendo el poder de su cosmo y grito: —¡Rozan Kōryuha!
El dragón emergió y arremetió directamente contra la grieta. El impacto hizo temblar el suelo, y el flujo de oro se interrumpió durante unos segundos, y las criaturas se desvanecieron en esos instantes. Kravos, que estaba bloqueando otro ataque de Deathmask, se giró bruscamente hacia Dohko.
—¡¿Qué crees que estás haciendo?!
—Acabando con tus trucos baratos —respondió Dohko, con determinación.
Kravos levantó ambas manos, y una oleada de líquido dorado se dirigió hacia Dohko como un tsunami. Pero antes de que pudiera alcanzarlo, Deathmask intervino, lanzando una ráfaga de cosmo que dispersó el ataque.
—¿No te han dicho que ignorar a tu oponente puede ser muy fatal? —dijo Deathmask, con una sonrisa torcida.
—¡Cierra la boca, Caballero de Atenea!
Aprovechando la distracción, Dohko atacó de nuevo la grieta, pero esta vez acumulando todo su cosmo.
—¡Rozan Shōryuha!
El impacto fue devastador. La grieta se abrió aún más, y un torbellino de energía oscura se liberó, causando que las criaturas doradas comenzaran a colapsar una tras otra. Kravos tambaleó, su cosmo disminuía mientras gritaba.
—¡No! ¡No pueden destruir mi fuente!
Deathmask aprovechó el momento para acercarse al Pecado de la Avaricia.
—Esto es por todas las almas que has corrompido. ¡Desaparece! —Concentrando todo su poder, Deathmask lanzó su técnica definitiva—. ¡Capas de Espíritu!
Kravos intentó defenderse, pero el portal junto a la nube negra lo absorbió, llevándolo a las capas del espíritu en el monte Yomotsu. Su grito resonó por un momento antes de desvanecerse.
El oro líquido dejó de fluir, y el silencio regresó a la ciudad. Pronto la energía oscura que cubría el lugar desaparecio. Deathmask y Dohko se miraron, estaban exhaustos pero habían ganado, esperaban que sus compañeros también hubieran ganado y no estuvieran heridos.
—Buen trabajo, viejo —dijo Deathmask, apoyándose en una pared.
—Lo mismo digo, aunque podrías aprender a seguir un plan —respondió Dohko con una leve sonrisa.
La misión había terminado, pero ambos sabían que la amenaza de los Pecados Capitales estaba lejos de acabar. Aún faltaba saber cómo había sido la lucha de sus compañeros.
—Oye, viejo, ¿que tal si— No terminó de hablar pues sintió como alguien lo contactaba vía cosmo.
—¡Deathmask! ¡Deathmask, responde!
—¿Qué sucede, Milo?
—¿Están bien? ¿Dónde están?
—Sí, estamos bien, recién terminamos con un tipo llamado Kravos, el pecado de la Avaricia. ¿Y ustedes?
—Shaka está muy mal, necesito ayuda —dijo con preocupación.
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