
16
—¿Soy el único que cree que el patriarca quiere separar a los duos que sabe son pareja? —preguntó Afrodita.
—No eres el único, yo también pienso eso —respondió Aldebarán.
—Esta claro que él no apoya estás relaciones por miedo a lo que dirán las personas —comentó Dohko. —Pero no le tomen importancia, ustedes sigan amándose —finalizó.
—Maestro Dohko, ¿ustedes terminaron?—preguntó Mu esperando que eso no haya pasado.
El de libra detuvo su caminar y se giró para mirarlo y luego responderle: —Así es Mu, nosotros terminamos, pero no te preocupes por mí, yo estoy muy bien y Shion parece estar mucho mejor ahora— Sonrió para que el resto de caballeros no se preocuparan por el.
—Lo lamento mucho, maestro Dohko —dijo Shaka.
—No se preocupen, por ahora hay que enfocarnos en las misiones —Hizo una pausa para luego volver a hablar —Por cierto, tú y Milo deberían decirte a Camus que los oriente sobre Rusia, él entreno en ese lugar — Se giró hacia el mencionado, quién había permanecido con el rostro serio tal y como era costumbre.
En realidad Camus permanecía con esa expresión, pero en el fondo estaba furioso de que Milo tuviera que ir con Shaka a esa misión. ¿Y si los dos aprovechaban y terminaban teniendo relaciones sexuales? ¿Y si lo cambiaba a el por la rubia reñida? Esas entre otras preguntás estaban rondando por su cabeza.
—Bueno... Luego hablaré con él —comunicó Milo en voz baja para que el solo el de libra pudiera escucharlo.
Cada caballero continuo su camino hasta su templo.
La noche llegó y cada guerrero se encontraba preparando las cosas que llevaría a su viaje para luego irse a dormir. Camus por otra parte, ya había terminado de empacar lo necesario y ahora estaba acostado en su cama mientras Surt lo besaba y jalaba su miembro con su mano derecha.
Ninguno decía nada, simplemente estaban disfrutando del cuerpo del otro. Camus no pudo evitar soltar alguno de otro gemido debido al placer que sentía, luego de unos pocos minutos por fin se corrió.
Hizo una leve sonrisa mientras acariciaba el pecho bien trabajado del pelirrojo, se sentó en la cama, se acercó a él hasta poder besarle el cuello y luego en un rápido movimiento hizo que el que estuviera acostado fue Surt y no él.
—Parece que los roles cambiaron —dijó Surt con una sonrisa pícara mientras abría sus piernas.
Camus solo sonrió y volvió a besarle el cuello, poco a poco fue bajando hasta llegar a su miembro, el cual también beso antes de comenzar a chuparlo mientras que Surt solo soltaba gemidos de placer.
De pequeño le había gustado Camus, sin embargo tras la muerte de su hermana por culpa del acuario, decidió que era mejor enterrar esos sentimientos, para desgracia de Surt, volvieron a surgir luego de haber luchado con él en Asgard.
Vino al santuario con la intención de pasar tiempo con él y declararse, pero se encontró con la noticia de que este había iniciado una relación con Milo de Escorpio, algo que lo puso triste hasta el punto de que quiso irse, tenía planeado hacerlo luego de la fiesta de San Valentín, pero tras escuchar la pelea de anoche de Camus y Milo decidió quedarse.
Si se quedaba con Camus tal vez este se fijará en él como algo más que solo amigos y así olvidaba al escorpión, aunque al parecer en realidad nunca quiso a ese caballero, estaba resultando bastante fácil tenerlo para el.
Además, estaban por tener sexo por segunda vez, todo estaba llendo de lo mejor.
El acuariano chupando el pene hasta que Surt llegó al éxtasis de placer y termino soltando su semen dentro de la boca de Camus, quién no tubo problema alguno en tragar un poco y el resto ponerlo en la entrada del pelirrojo.
Luego de humedecerlo lo suficiente, tomo su miembro ya erecto por la anterior estimulación que había recibido minutos atrás, y lo coloco lentamente dentro del guerrero y empezó a moverse con lentitud y subiendo de a poco la velocidad de sus embestidas.
—A-ahg... A-ahg... C-camus —gemía luego de cada penetración, amaba la sensación de sentirse completo cada vez que el de cabello agua marina esta en su interior.
...
Por otra parte, Milo estaba en su templo terminando de empacar las cosas que necesitaría, pero necesitaba hablar con Camus, quería arreglar las cosas con él y por ello cuando terminó se dirigió al templo de Acuario.
Le tomo un tiempo llegar, afortunadamente los guardianes de Sagitario y Capricornio parecían estar dormidos pues ninguno estaba en las salas de los templos cuando el paso, pero agradecía no tener que responder sus preguntas.
—Camus, ¿dónde estás?— pregunto mientras se adentraba en el templo y observa a su alrededor buscando al mencionado.
Creyó que este quizás ya se había ido a dormir por lo que con sigilo se acercó hasta su habitación, si no podían hablar porque estaba dormido, entonces se confirmaría con verlo dormir aunque sea unos pocos segundos.
Justo luego de abrir levemente la puerta vio y escuchó algo que le causó un dolor en el pecho.
—A-ahg... Mmm... C-camus... Estoy... Y-ya cas-si me c-corro — gimió mientras abrazaba al guardián de onceavo templo, quién aumento la velocidad de sus embestidas con la intención de correrse antes que Surt.
Tanto Camus como Surt terminaron corriendose al mismo tiempo, el semen del acuariano lleno el interior del pelirrojo, el cual aún permanecía abrazado a el.
—Sabes algo Surt, me encantas porque a diferencia de Milo tu si te entregaste a mi sin dudarlo, sin poner excusas, me has demostrado que soy el único hombre que quieres en tu vida — Sacó su pene —No eres un hipócrita que corre a los brazos de otro hombre cada que puedes, eres mejor que Milo —Volvio a meter su pene dentro de Surt y dió embestidas con velocidad.
—A-ahg... Oh... —gimio al sentir que lo metía y volvía a embestirlo con velocidad. Surt levanto su vista hasta la puerta donde pudo ver a un Milo con lágrimas a punto de desbordarse de sus ojos, sonrió al verlo en ese estado.
—No te preocupes Camus... Yo siempre estaré a tu lado y podrás hacerme tuyo las veces que quieras, como quieras y
... dónde quieras —dijo con una sonrisa mientras miraba fijamente a Milo, el cual no pudo contener su llanto y salió corriendo de ese lugar.
Corrió y corrió lejos de ese templo, las lágrimas continuaban bajando por sus mejillas y en su mente estaba la pregunta: ¿Por qué me hiciste eso, Camus?
Sin darse cuenta sus pies lo llevaron hasta las puertas del templo de Virgo, ni siquiera sabía porque había corrido hasta ese lugar, quizás Camus tenía razón y siempre corría hacia Shaka.
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