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47. Cupido

Personajes: Kōga de Pegaso, Edén de Orión
Historia relatada sin argumento a la historia de Saint Seiya Omega.
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Te lo agradecería muchísimo.

La clase de trigonometría avanzada me mataba, realmente me provocaba dolor de cabeza. No terminaba de entender apenas nada cuando el profesor avanzaba a otra sección, aunque lo único que me resultaba bueno de esto, era poder verlo, estar cerca suyo.

Sí, un chico. Él y sólo él ha logrado seducirme con cada movimiento que hacía, con cada provocación suya, con esa arrogancia con la que se acomodaba el cabello, y esa sonrisa, aunque no muy común, con la cual yo caía. Al principio no le prestaba atención, pues mi vista estaba completamente en Monique, una chica de Francia que estaba de intercambio.

Realmente era hermosa, su cabello negro ondulado y su figura esbelta me excitaba demasiado, después, y de una forma extraña mi vista fue pasando lentamente a Edén, con sus movimientos sensuales y sus miradas demasiado... provocativas.

Lo hacía a propósito, lo sabía. Aunque hasta ahora, no sabía si yo era gay o no, lo único que quería era tocarlo. Quería saber cómo se siente tocar su piel blanca, sus labios suaves... quería tomarlo, y que fuera solamente mío. Justo después de repetirme esas últimas palabras, sentí una ligera punzada en mi entrepierna. Cerré los ojos y maldije por lo bajo, era increíble que aquel maldito chico me provocase una erección con tan solo pensar en él.

Por lo regular este tipo de cosas solo pasaban en mi habitación, ocasionalmente cuando veía "cosas indebidas" como dice mi madre. Pero ahora, el que pasará justamente al pensar en un chico, esto era algo... nuevo. Negue con la cabeza disimuladamente, esperando que aquellas imágenes eróticas desaparecieran de mi mente y por primera vez me dejasen concentrarme.

Tenía que poner especial atención en lo último que decía el profesor, ya que de esto dependía para poder entregar su trabajo asignado hacía más de una semana. Pero repentinamente, la campana sonó, anunciando la culminación de la hora clase y, como si anunciara el fin del mundo, más de la mitad de los compañeros ya estaban afuera. Aunque no fuera del todo grato para mi, yo me quede sentado sobre mi lugar mientras el profesor tomaba sus pertenencias para despedirse. Con una mueca y un poco incomodo me despedí, pues yo seguía cubriendo mi entrepierna esperando a que bajara la erección.

—¡Vamos maldita sea! ¡Desaparece! — Susurraba hacia mí, realizando un discreto movimiento sobre mi pantalón, aunque, por el contrario, creía que la erección estaba aumentando considerablemente, tal vez tenía que esperar un poco más. Gire mi cabeza levente hacia el resto del aula, aun había un par de compañeros más. Suspire profundamente y después me deje caer sobre mi brazo en el pupitre. —Habrá que esperar para liberar la tensión. —

—¿No vienes? —me preguntó Soma mientras juntaba sus cosas. Me sorprendió un poco, me levante y aprete las piernas un poco nervioso. Luego negué con la cabeza.

—Te veré con los demás, tengo que hacer unas cosas—respondí lo más natural posible.

Soma ante mi respuesta, se encogió de hombros y salió, pasó cerca de Edén para despedirse. Se trataba de un gran amigo, pero, aunque así fuera, no podía decirle que tenía un problema del ámbito sexual justo en ese momento, pues conociéndolo haría un escándalo burlándose y exponiéndome delante de todos los demás.

Habían pasado unos cuantos minutos, y el salón ya estaba casi vacío, pero aún no podía hacer desistir a mi miembro de comportarse ''extraño''. Ya no tenía más tiempo por perder, de alguna forma tendría que irme. Tomé mi mochila guardando todas mis cosas con excepción de un libro; lo tome del dorso y de la forma más natural posible la coloqué delante del bulto de mi pantalón, esperando que el espesor de dicho volumen, disimulara mi erección. Un poco serio, me levanté de golpe, pero casi de forma inmediata, me sentí aturdido, olvidándome completamente de mi problema tuve que sostenerme rápidamente de mi mesa.

—¿Estás bien? —esa voz me llamó. Era él, Edén aún no se había ido.

—Sí, estoy bien—contesté sin darle la cara.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al sentir que aquel chico me sostenía entre sus brazos, sin duda era él, pues su aroma invadió el aire a mi alrededor. Era una exquisita fragancia a gardenias. Sus brazos se apoderaron de mi cintura, y pude sentir su respiración cerca de mi oído derecho.

—Y muy bien...—comentó Edén mientras besaba mi cuello.

Tan pronto sentí aquel toque sobre mi nuca, los vellos en mi espalda se erizaron rápidamente, mis ojos se colocaron en blanco, y un suspiro profundo escapo de mis labios. Me sentía atrapado por él, estaba endiosado con su toque, con ese momento tan perfecto, con esa escena que parecía un sueño, un sueño que no hace más de 10 minutos había tenido. Pero, Edén estaba tocando uno de mis puntos sensibles, si continuaba con eso las cosas terminarían en algo más que caricias y besos.

—¡No, Edén...! —dije separándome de él de una manera brusca. Tomé mis pertenencias y empecé a caminar directo a la puerta cuando sentí que me sujetaba del brazo y me detenía con una fuerza que no me esperaba.

—¡Espera Koga, no te vayas! —susurró tranquilamente. Mi cuerpo se tensó inmediatamente, mi pierna derecha quedó apoyada justo delante de la izquierda, aquel chico me había detenido justamente en mi andar, pero lo más impresionante para mí era cómo es que podía hacer esto conmigo, porqué tenia tanto efecto en mí.

¿Por qué me detenía? No necesitaba una explicación, sin duda no habría porque reclamar. Algo dentro de mí me decía que esto no estaba bien, no era ni el momento ni el lugar.  Una parte de mí quería tomarlo ahí mismo, seguir con sus incitaciones, dejarme llevar por su dulce seducción, pero otra parte de mí me decía que no, que no debía ceder a la tentación, que quizás solo era un sueño, o una malinterpretación de mi subconsciente.

—Lo siento, Edén. ¡Tengo que irme! —dije para después voltear a verlo.

—Koga... te deseo—sus palabras fluyeron como el agua, tan vital... tan claras y tan peligrosas como una decena de cuchillos clavándoseme directamente contra la espalda. Esto definitivamente tenía que ser un sueño; no podía dar crédito a lo que estaba oyendo, a sus palabras, a ese sonido que simplemente me excitaba.

—No sabes lo que dices—mi voz apenas audible me daba lastima. Mostré una sonrisa nerviosa, y aunque el agarre de su mano se debilito, mi cuerpo no respondía a mis movimientos, simplemente no podía irme, y es que realmente quería tocarlo y que me tocara.

—¿Eso crees? —me retó con el tono cínico de su voz, su mirada tan traviesa me incitaba, me provocaba.

Lentamente se acercó a mí y me arrebato mis pertenencias, y yo, como un muñeco inerte, me dejé mover, dejando que me guiara hasta el escritorio del profesor. Ahí, en aquel lugar donde he fantaseado y probado el cuerpo de muchas otras chicas, era donde estaba por cumplir mi más grande fantasía.

Edén me empujó, tuve que recargar mis manos en el escritorio. Su mirada me cautivó en ese momento, tan gutural, tan sensual...

—¡Oh... Koga! —su voz resonaba en toda el aula, no podía dar crédito, esto era el sueño más perfecto y siniestro que había tenido, pero estaba equivocado. Esto podría era muy real... Edén estaba aquí, al frente de mi... No había marcha atrás.

Se acercó más a mí, sus manos empezaron a recorrer lentamente mi pecho, acariciando suavemente, empezó a levantar la playera hasta quitármela.  No podía soportar más, tenía que saber cómo se sentía el besarlo. Acaricié su mejilla y luego lo apegué a mí con fuerzas, sus labios eran suaves... dulces, y muy tibios. Eran tan perfectos y a la vez tan deliciosos. Cada vez más el beso entre Edén y yo se profundizaba, podía incluso sentir como si estuviera flotando y el tiempo entre nosotros se hubiera detenido.

5 minutos... media hora... Ni siquiera sabía cuánto tiempo llevábamos besándonos, pero no importaba, para mí su saliva resultaba ser tan adictiva, ni siquiera me había dado cuenta de que estábamos híper ventilando hasta que Edén, se separó un poco.

—Esto es... perfecto—dijo mientras acariciaba mi pecho. Entonces volví a sentir una punzada en mi entrepierna, probablemente en otra situación me hubiera dejado caer, pero estaba entre el escritorio y Edén. Lo único que pude hacer fue presionar fuerte—. ¿Te duele? —preguntó mientras tocaba por encima de mi pantalón.

No pude evitar soltar un fuerte gemido, aunque aún no sabía por qué motivo, dolor, un reflejo... o placer. Sí, infinito placer que me provocó Edén desde el primer momento en el que me beso. Recargué mi cabeza hacía atrás, dejando que él siguiera tocando a su antojo, sentí sus perfectos labios en mi cuello una vez más. Estaba tan sumido en el placer, que no me di cuenta en cuanto Edén se deshizo del seguro de mi cinturón, me ericé por completo cuando sentí su mano deslizarse dentro de mi pantalón, bajando lentamente el bóxer.

—Koga...—susurró mientras tomaba fuertemente mi miembro entre sus manos y empezaba a moverlas de arriba hacia abajo.

—Edén—dije con mi voz un poco más ronca de lo normal mientras acariciaba su espalda y su cabello, mis manos viajaron hasta sus mejillas, y luego, inmediatamente, como pude le quité la playera, dejando ver su piel tan blanca, una vez más, lo acerqué a mí y empecé a besarlo de manera más pasional, acariciando a su vez su espalda y cintura.

Gracias a los continuos movimientos de Edén, sentía como estaba por correrme, pero no quería, no aún. Tomé a Edén de la cintura e intercambié los lugares, dejándolo a él pegado al escritorio.

—¡Me toca a mí! —susurré mientras comenzaba a besar su pecho y desataba el cinturón que sostenía sus pantalones. Acto seguido, me encargue de bajar su bóxer inmediatamente, dejando expuesto por completo su miembro.

Desde su ombligo brotaba una veta de vellos obscuros, en un acto precipitado, me situé a su altura, coloque mis labios sobre su piel, repartiendo besos a su alrededor, entre mis acciones, pude notar un pequeño lunar en el interior de dicha cavidad, entre una sonrisa pícara, atrape aquella parte de piel entre mis dientes. Enseguida escuché sus gemidos y, aquellos suspiros tan profundos, sabía que le gustaba lo que hacía. Subí lentamente hasta su cuello mientras juntaba nuestros cuerpos, haciendo que nuestras erecciones se rozaran.

—Koga... por dios... solo hazlo—pidió él mientras se daba media vuelta; Edén precipitadamente se colocó en contra del escritorio, su pierna derecha se situó por encima de la cubierta, dejando totalmente expuesta su parte intima.

Sosteniendo mis labios entre mis dientes, acaricié su espalda lentamente, pasando hasta su cintura. A pesar de ser un hombre fuerte e inteligente, en ese momento me pareció la persona más frágil del mundo, y era completamente mío. Tomé mi miembro, lo acaricié de atrás hacia adelante, reafirmando la erección, enseguida lo guie hasta su cavidad rectal para introducirlo lentamente, Edén gimió y movió su cadera en forma circular en contra de mi pelvis, no podía soportar más. Entré en él completamente, gimiendo al mismo tiempo.

Recargué mi cuerpo contra el suyo, moviéndome lentamente de atrás hacia adelante. Podía escuchar cuando decía mi nombre entre gemidos, me deleitaba con cada embestida que daba, me fascinaba sentir como su delicado cuerpo se movía totalmente contra el escritorio cuando arremetía contra él. Realmente esto era mucho más de lo que jamás había fantaseado. Estaba al borde del paraíso, podía sentir como las olas del placer nos embriagaban poco a poco.

Tome a Edén por el cuello, hice que su espalda se curvara levemente en contra de mi pecho, tomé su miembro endurecido y empecé a masturbarle.

—Koga... Koga... —repetía Edén una y otra vez—. ¡Joder! Es tan bueno...—dijo mientras hacía su cabeza hacía atrás y sus caderas no paraban de moverse en contra mía.

Besé cada parte de su espalda hasta llegar nuevamente a su cuello, lo mordí levemente, pero fue lo suficiente para dejar una marca roja en su piel delicada y tersa, sus dulces labios me aclamaban; en medio del deseo, lo único que pude hacer fue escupirle en la boca, Edén trago sin más.  Entonces se liberó, se dejó caer sobre el escritorio tembloroso, mientras suspiraba fuertemente. En medio de un suspiro supe que había llegado totalmente al éxtasis.

Empecé a embestirle con más fuerza hasta que mi piel y su piel crearon un sonido entre los choques, momentos más tarde perdurando en dicho ritmo, llegó mi turno, inevitable me resulto no correrme dentro de él, pude sentir como el éxtasis total me recorría desde la punta de mis pies hasta la parte trasera de mi cuello. Era algo completamente adictivo.

—Eres tan adictivo—anuncié mientras me retiraba dentro él y lo ayudaba a recobrarse, su sonrisa pícara me encantaba. Sabía perfectamente lo que me gustaba y enloquecía.

—Lo sé... pero tú eres maravilloso—pronunció cada palabra con una sensualidad que me idiotizaba por completo. Lo tomé de las mejillas y lo acerqué a mí, lamiendo sus labios. Besándolo nuevamente mientras acariciaba su torso desnudo.

—¿Quieres ir a mi habitación? —pregunté mientras me separaba un poco de él para volver a tomar aire.

—Me encantaría—respondió mientras volvía a sonreír ampliamente

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