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18. Identidad

Personajes: Aioros de Sagitario, Miko Hasegawa
Historia relatada en base a la serie de Episode G, siguiendo la cronología de la misma obra. Los personajes aquí mencionados son exclusivamente del Episode G Gaiden #0 "Aioros", siendo más específicos, en el capítulo 1 ''El que está buscando''

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Yoshiko Hasegawa o, mejor dicho, Miko Hasegawa es una joven arqueóloga de origen japonés, su apariencia es de una chica caucásica, con rasgos finos y ojos azules, su cabello es castaño que lleva sujeto en una coleta, fue enviada recientemente a Egipto para buscar y examinar ruinas encontradas durante la construcción de la presa Asuán.

En su llegada había algunos hombres de diferentes nacionalidades que forman parte del equipo de trabajo. Entre excavadores, cronistas y unos cuantos ladrones de tumbas el sitio se volvía todo un caos. Durante la luz del día, le fue imposible acceder a la tumba que se había encontrado, puesto que el guía que se le había sido asignado aún no aparecía por ningún lado, o al menos eso creía la joven japonesa.

Al caer la noche decidió investigar por su cuenta, pues al ser una apasionada de su trabajo, no podía esperar más. Con la ayuda de un trozo de paño improviso una antorcha con la que sus caminos le serían más fácil e iluminados cuando accediera a los vestigios de la tumba.

Sin hacer mucho ruido y cargar solo con lo indispensable en una mochila, Miko se adentró ante las ruinas, tomando los cuidados adecuados para evitar inhalar algunos de los gases tóxicos que la edificación pudiera tener todavía. Corto fue el recorrido hasta la sala mortuoria donde yacía un sarcófago hecho completamente de oro.

Tentada por el asombro, se arrodilló ante él, acercando la brea para tratar de leer la inscripción y completar su trabajo. Aún en la posición anterior se desplazó alrededor de la tumba, leyendo y descifrando todos los jeroglíficos que se le presentaban. Cuando Miko estaba por llegar ante los pies del sarcófago faraónico se dio cuenta que algo estaba fluyendo de la base de éste, una especie de líquido azul. Rápidamente tomó una muestra con ayuda de un frasco de cristal; una vez lleno, se puso de pie y lo colocó dentro de la mochila. Al poco tiempo una sombra corrió entre la penumbra, como si alguien estuviera ahí.

Miko sintió miedo en primera instancia, su único reflejo fue buscar y alumbrar lo poco que pudiera con la antorcha e inclusive moverla en ciertas direcciones para ahuyentar a los perros salvajes en caso de tratarse de uno, para cuando quiso ver en la dirección por la que había accesado se desvaneció de espaldas, puesto que de pie frente a ella se encontraba un joven rubio, delgado y de ojos azules.

Llevaba un thobe de lino azul, también tenía un tagelmust en la cabeza que cubría gran parte de los dorados cabellos, lo poco que lograba ver de su piel es que era muy acanelada, similar a la de los hombres egipcios que vio por la mañana.

— ¿Que estás haciendo aquí? —¿Quién es usted? — Pregunto arrastrándose por el suelo, esperando tomar entre sus manos la antorcha que debido al asombro había caído lejos de ella.

El desconocido trató de acercarse, pero cada vez que lo hacía, Miko retrocedía sin poder ponerse de pie.

—Uhm... lo siento, no puedo entenderlos... Estás usted bien... — Respondió el joven en un extraño acento. Extendiéndole finalmente la mano, al querer ayudarla a levantarse.

—What is your name? — Cuestionó la fémina al escucharle, pensando que sería algún nativo de ese lugar. Se puso de pie, sin dejar de observar al masculino.

Miko no era una políglota experimentada a pesar de su trabajo, entendía muy poco el inglés, y el caballero por más que lo intentara no lo dominaba mucho, tan solo le hablaba a palabras cortas y en un orden poco entendible.

—Oh... yeah uhm... Ruis and his... he is my brother, Leo. — Mencionó entre pequeñas oraciones y señas, dándose media vuelta para mostrar a un pequeño niño no mayor a diez años, con la misma indumentaria, pero en tonos marrones, tenía el cabello completamente cubierto, pero sus ojos y todo su rostro se parecía al del más alto.

Según lo que Miko entendió fue que su nombre era Ruis, y su hermano el más pequeño era Leo. Quizás podría advertirle que ese sitio no era para un niño pequeño, pero ¿cómo hacerlo? Quizás hasta ellos sabrían más de lo que pensaba, después de todo, era su guía enviado por el grupo de arqueólogos egipcios.

—Soy Miko Hasegawa, una arqueóloga de Japón, vengo de la Fundación Graad. — Se presentó con una especie de reverencia típica de Japón. La fémina solo pudo sonreír y posteriormente tomar la antorcha del suelo, afortunadamente el fuego no se había extinguido. Poniéndose sobre la rodilla derecha, se dispondría a sacar unas fotografías de la reciente tumba encontrada.

—No... No podes... no poder estar aquí es... peligrosos mucho... — Le tomó por la mano, haciendo que la cámara de sus manos cayera y se rompiera.

Ruis, cuyo verdadero nombre era Aioros tomó por el brazo a la joven, sacándola enseguida de aquel sitio, al poco tiempo de retirarse las trampas en las ruinas comenzaban a activarse, pozos de arena, túneles sin llevar a ningún lado. A ciencia cierta Miko no sabía cómo pudieron llegar afuera, habría sido mejor no seguirlos y perder tanto tiempo. ¿Qué tipo de guía te perdía de esa forma?

Cuando lograron salir a la superficie. Todos en el campamento estaban dormidos, solo quedaban algunos vigías nocturnos cuya única tarea era cuidarlos de roba tumbas y otros tipos de delincuentes que quisieran asustarlos. Miko se dirigió hasta la tienda que habían preparado para ella, detrás de ella estaba Aioros y su pequeño hermano Aioria. Ambos se adentraron a la tienda, sorprendiéndose por las tantas cosas que había en ese lugar.

La arqueóloga los ahuyentó de la tienda, no podía dejar entrar a esos extraños y que tomaran algunas de sus cosas. Ambos individuos se fueron inmediatamente, dejando tranquila a la extranjera, Después de un largo periodo repasando sus apuntes, Miko se abrió la blusa marrón, dejando entrever el sostén que llevaba debajo de ella, recargada sobre la mesa con los jeroglíficos que había logrado trazar en papel y algunas fotos enviadas por el equipo de colaboradores Aioros irrumpió nuevamente, esta vez tenia al menor entre brazos, se había dormido.

—Necesitos... mantas calientes... Leo... Sufre — De nuevo esa extraña forma de expresarse, era tan difícil para el caballero darse a entender con la japonesa.

Miko volvió a entender después de repetírselo a sí misma al menos por dos veces, de inmediato destendió el pequeño catre a su izquierda, Aioros situó a Aioria y lo cubrió con la manta de lana. Si bien las noches en el desierto eran tan frías como calurosas por la mañana.

Aioros había terminado de arropar al joven Aioria, en poco tiempo dejaría de temblar. Cuando se levantó Miko le extendió un vaso, en el interior había una especie de Té. Aioros rápidamente lo tomó entre sus manos, desviando la mirada ante la apariencia de la femenina.

Por un largo momento ambos permanecieron en silencio, Miko se había sentado sobre la mesa, limitándose a observar al pequeño dormir y a beber en pequeños sorbos el humeante té.

Miko no había notado en todo ese tiempo que el hombre se había deshecho de la seda que cubría la cabeza, un momento más tarde la joven se dio cuenta lo apuesto y joven que era. Se relamió los labios y Justo cuando estaba por descender de la mesa, él se le acercó. Su rostro estaba muy cerca del propio, por un segundo pensó en alejarse, pero al siguiente Aioros ya la estaba besando.

La japonesa sorpresivamente correspondió de inmediato, sosteniendo el rostro del masculino con ayuda de sus manos. El mayor no desaprovecho ningún momento, por lo cual casi de inmediato se colocó entre sus piernas a la vez que con sus manos quitaba la blusa contraria aprovechando de que la prenda ya estaba abierta.

Los besos que se propinaban eran pasionales, aunque mudos, puesto que ambos compartían la idea de actuar sin llamar la atención o hacer ruido que pudiera despertar al pequeño o en su defecto a los vecinos de tiendas.

Los objetos que estaban sobre el mesón fueron lanzados al suelo con un simple movimiento del brazo masculino, pues la había recostado sobre la madera. En esos instantes los pantalones cortos eran un completo estorbo. Aioros los bajo con ayuda de ambas manos, al igual que la ropa íntima de Miko.

Completamente desnuda la japonesa aguardó, Aioros abrió por completo el thobe, dejando ver los pantalones blancos que tenía de bajo, rápidamente se deshizo de ellos también; con la mano derecha guio su miembro hasta la entrada de la entrepierna femenina, y una vez que su piel hizo contacto con la contraria comenzó a restregar la cabeza del pene por lo largo de su intimidad. Miko en respuesta movió sus caderas, silenciosa y llena de lujuria se mordía los labios tratando de retener cualquier gemido, ambas manos se posicionaron sobre sus senos, masajeándolos conforme el miembro se iba endureciendo. Provocando a su vez que los pezones se tornarán duros.

Aioros parecía disfrutar plenamente de las acciones en contra de la menor, pues permanecía varios segundos introduciendo ligeramente la punta del glande en la vagina asiática.

El rostro de Miko estaba enrojecido por el éxtasis, sentía su cara arder, y no solo eso, su entrepierna también estaba tornándose rosada, señal que necesitaba el miembro en su interior gracias a los estímulos previos. La arqueóloga alzó ambas piernas, dándole una rotunda ofrecimiento al arquero. Aioros no demoró un solo segundo en realizar su acción, y como todo buen semental, tiró de la femenina más cerca de él, logrando penetrarla con un solo movimiento de su pelvis.

Un profundo suspiro escapó de entre los labios de la japonesa, seguido de una sonrisa. Sosteniendo medio cuerpo con sus codos, Miko comenzaba a moverse en contra de Aioros, quien rápidamente movería sus caderas. Los senos de Miko iban de arriba hacia abajo, la respiración de Aioros prontamente se tornaba sonora como la de un animal, y sus glúteos se contraían cada que creaba la fuerte embestidas en contra de la arqueóloga.

Miko lamió dos de sus dedos, llevándolos rápidamente entre sus piernas, ahí comenzaría a estimular su propio clítoris, palparlo y tirarlo de vez en cuando solo para aumentar el placer que Justo en ese momento sentía. Los delgados dedos se movían en forma circular y con un poco de brusquedad, la pequeña japonesa parecía estar más excitada que antes, los chillidos pronto comenzaban a escucharse. Aioros se sumía más en el éxtasis y la pasión, colocando ambas manos sobre la cintura contraria, centrándose únicamente en los movimientos de sus caderas

Una vez más la joven se había acostado sobre la mesa, limitándose a continuar con las caricias a su intimidad, tenía de cierto miedo que la mesa plegable volviera a su forma en cualquier momento debido a los constantes movimientos, sin embargo, ese no fue un impedimento para Aioros, quien continuaba con la misma intensidad de momentos atrás en cada una de las embestidas.

El cuerpo de la joven arqueóloga estaba a punto de llegar a su máximo punto de excitación, inclusive sentía como de su vagina comenzaba a fluir cierto líquido como si se tratase de orina. El caballero de sagitario estaba también muy cerca de llegar a la cúspide del orgasmo, se notaba en su rostro las expresiones que realizaba. En un momento Miko no lo soporto más, su cuerpo tembló, haciendo que sus piernas se cerraran de inmediato sintiendo con plenitud el endurecido miembro de Aioros.

Miko se levantó de la mesa, se colocó de rodillas delante de Aioros, y Justo antes de que el arquero se pudiera correr, Miko llevó el miembro dentro de su boca, unas cuantas succiones hasta provocar las arcadas fueron suficientes para que la eyaculación viniera. Su rostro se iluminó de nuevo con una sonrisa, Miko dejó que el miembro de Aioros saliera al poco tiempo, dejando colgar un hilo de semen y saliva que la japonesa buscaría más tarde. Un poco de ese líquido se derramó sobre su cuello y senos, pero había sido lo suficiente para llenar y saciar el apetito de la arqueóloga.

**En la historia de Episode G, Aioros fue enviado a Egipto por el Santuario para así evitar un ataque de un misterioso enemigo junto a su ejército del sol. Aioria lo acompaña y como el sagitario se desvive por su hermano menor se gasta todo el dinero para obsequiarle recuerdos, es por eso que se ofrece como guía para Miko. Aun así, Aioros podía entenderla (puesto que ella le hablaba en japonés e inglés), sin embargo, fingió no hacerlo para que Miko no le preguntara acerca de lo que ocurría. Al final del tomo, Aioros recibe una paga para su regreso al santuario, Miko queda bastante ligada a la fundación graad desde entonces.

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