15. El ultimo destello del crepúsculo
Personajes: Shaka de Virgo, Dysnomia de Anarquia
Historia relatada en base a la serie Saintia Sho, siguiendo la cronología de la misma obra. Los personajes aquí mencionados son exclusivamente del Saintia Sho, Vol. 6, siendo más específicos en el capítulo 26, ''Los protectores''.
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Tras la terrible batalla de los doce templos, solamente seis caballeros de oro habían sobrevivido, y aunque quizás uno de ellos se había mantenido al margen desde el principio del enfrentamiento, las fuerzas de Atena habían menguado desde antes. Y si la mitad de su orden más poderosa había sido aniquilada por simples caballeros de bronce, quizás no estarían completamente preparados para los muchos enemigos que aun tendrían que enfrentar.
La diosa tomó posición de regente en el santuario esa misma noche, y como primera tarea optó por librar su primera batalla contra un enemigo que se escabullía entre el olor de los lirios y rosas, y aunque aún en pie, el santuario se envolvía en un completo caos, había muchos soldados corriendo de un lado a otro, gritos y encomiendas, tratando de exponer y deshacerse de todo aquel que no estuviera conforme con la aparición de la diosa Atena, quien no parecía angustiada por nada más que la salud de sus caballeros de bronce.
Shaka de Virgo, hombre sereno y enjuto, poderoso; aunque no precisamente un caballero invicto, sintió incomodidad, un olor profundo estaba envolviendo el santuario, además, tenía el presentimiento de que algo pronto ocurriría, lo supo tan pronto un par de pétalos le rozaron la mejilla volando en dirección a las criptas. El templo de Eris se precipitaba hacia ellos con una rapidez sin igual.
—¡No dejaré que nadie profane nuestro santuario! —
El caballero ordenó a los ancianos levantar la barrera de cosmos, e hizo tomar posiciones a todos los huestes alrededor del santuario; los caballeros de bronce patrullarían la entrada principal, los caballeros de plata vigilarían el ágora, los santos de oro vigilarían el ascenso a los templos sagrados y la acrópolis; todos estaban en sus posiciones esperando por que aquella bruma obscura se materializara y dejara ver la verdadera cara del enemigo, Shaka por su parte, había decidido velar en las criptas del santuario; oraría, y buscaría el descanso eterno para aquellos que se habían renegado ante su diosa.
En su andar por las escaleras subterráneas, Shaka parecía más intranquilo, esa noche ya había muchas estrellas en el cielo, y el viento... ese maldito viento era frio y pestilente como ninguno. El caballero se negó a tener sacerdotisas ayudando con sus plegarias diciendo; —¡Vayan a velar por el bienestar de la Diosa Atena, ella las necesita más que yo! Esta noche... tiene un olor peculiar a muerte—
Y dicho aquello, se sentó entre los cinco ataúdes en posición de loto, sereno y apacible, sosteniendo una palma encima de la otra, prolongando su respiración hasta el punto de hacer su cuerpo perceptible para nadie más, el completo silencio en su interior lo dejo ser capaz de percibir todo ruido exterior, escuchó pisadas, una vez más esos gritos soltando injurias, el sonido del viento rozar con demasiados cuerpos, cuerpos que no parecían ser precisamente terrenales.
El zumbido de centellas surcar el cielo se hizo presente, y a los pocos segundos un par de pisadas sobre el mármol retumbaron en la cripta. Quién había irrumpido en aquel sitio era una joven y atractiva mujer con cuerpo muy esbelto. De cabello largo de color obscuro liso y muy largo, con varios mechones sobresalientes en la corona y un corte elegante al frente.
Tenía las orejas puntiagudas, y un tinte obscuro en sus labios y uñas, además, de dos lunares debajo de su ojo izquierdo, un rasgo poco característico entre los santos del Santuario. Su cloth tampoco parecía familiar, además, llevaba una capa sobre los hombros, lo que quizás representaba un papel importante a la casta a la que esta pertenecía.
—Fufu... lo encontré. — Dijo con voz femenina a la par de un chasquido de su lengua— El cadáver fresco y en buen estado de un Gold Saint... —
Una pequeña risa maliciosa inundo el lugar. La tapa del féretro cayó al suelo creando un sonido ensordecedor, bajo una tenue luz proveniente del tragaluz sobre su cabeza, pudo observar el símbolo zodiacal grabado en el mármol, se trataba del cuerpo inerte del caballero Shura de Capricornio, aquel intruso se abalanzo hacia él, acariciándole el rostro frio y pálido:
—Puedo sentir el fuerte deseo que albergabas en el momento en que se extinguió tu vida... te convertirás en un semillero maravilloso... Fufufu. —
Levantó la mano derecha, dejando ver mínimamente el ropaje con el que protegía su cuerpo. Los colores burdeos se mezclaban y aunque parecía carecer de vida, no dejaba de brillar en la obscuridad. Entre los delgados dedos comenzó a fluir un poco de cosmos, irradiando luz, tomando la forma de una semilla.
La extraña mujer vislumbraba ese pequeño resto de cosmos cuando algo la hizo sorprenderse, se detuvo por unos instantes, mostro una leve sonrisa en sus labios y entonces dijo:
—... Sé que estás ahí... —
—Dime ¿Qué piensas hacer con ellos? — Una voz masculina irrumpió en la obscuridad, la intrusa observo a sus espaldas, pero no había nadie, trato de encontrarlo en algún punto y estar atenta a cualquier cosa que pudiera surgir.
— Me dijeron que son una especie de demonios capaz de imitar a los humanos... Pero en verdad me sorprende que hayas podido eludir a los santos montando guardia y la barrera defensiva para llegar hasta aquí — La voz masculina de nuevo se hizo presente, atrayendo la atención de la mujer al pilar de nike, al poco tiempo justo delante de esta apareció, el caballero de cabellos dorados, con esa marca en su frente, con el resplandor por todo su cuerpo, de brillo incomparable.
El rostro de la mujer palideció un poco más ante la presencia del caballero. —Pero si tú eres...—
—¡Soy Shaka de Virgo! — Respondió el masculino sin realizar algún cambio en su rostro.
Al verlo delante de ella, el intruso sonrió, y entonces le dijo: —Lograste eliminar tu presencia por completo a pesar de estar frente a mi... Justo lo que esperaría del hombre que se dice es el más cercano a dios— Durante esta última oración, la mujer mordió ligeramente su labio inferior, llevando la diestra delante de ellos.
—¿Que buscas aquí, con simples cuerpos terrenales? —
— Convertirlos en fantasmas. Por supuesto... el cuerpo inmaculado de un guerrero nacido para pelear... es el mejor material para ello... y un cadáver más fresco. Es aún mejor. — Y dicho esto, la fémina se abalanzo en contra de Shaka, con su puño envuelto en telarañas de relámpagos purpuras.
El golpe asestaría de frente contra Shaka, pero a unos escasos centímetros todo el cosmo acumulado en el brazo de la joven desapareció, un viento creado por la onda de choque entre la barrera de Shaka y su poder le hicieron volar ligeramente el flequillo, pero al ver a Shaka no se inmuto, su rostro se notaba igual de sereno que siempre.
— Vaya... como supuse. Eres bastante fuerte— La chica parecía sorprendida, pero finalizo su oración con una sínica sonrisa.
— Levantar tu mano sin siquiera presentarte; pero que mala educación...— Shaka coloco sus manos unidas en forma de plegaria, a un ritmo increíblemente rápido una esfera de energía se manifiesto en forma de una galaxia en miniatura, el cosmos tomó fuerza y luminosidad, mientras se creaba la figura de un loto abriéndose a su alrededor.
— Una conducta tan indignante a pesar de saber modales, es lo que más detesto... por eso, para que puedas comenzar de nuevo, — y entonces desplego las palmas extendidas a la altura del pecho, dejando escapar una de sus mejores técnicas. — ¡OM! ¡Tenma Kofuku! (Rendición de espíritus malignos) —
Un brillante destello de luz se esparció por todo el lugar, una técnica tan poderosa habría sido suficiente para aniquilar a aquella molesta amenaza. Cuando todo el poder de Shaka se disipo, aquella mujer no estaba, como lo esperaba, su acumulación de cosmo había sido lo suficientemente fuerte para desintegrar al demonio y a unos cuantos que se encontraban en la superficie, dejando como único vestigio unos cuantos pétalos marchitos.
Dysnomia respiro profundamente, abriendo sus ojos, encontrándose en el templo de Eris. Su clon había fallado en el asedio al santuario, regresando la parte de su mente a su cuerpo verdadero. Enseguida unos pasos se escucharon detrás de ella:
—Dysomnia ¿dónde estabas? te dije que no salieras por tu cuenta mientras recibas ordenes— Su hermana mayor había llegado, reprochándole su participación en la invasión.
—Oh Ate...— Dijo Dysomnia con una tranquilidad excepcional, girando sobre sus pies para verle —Solo utilice un clon para dar un paseo, ha pasado tanto desde la última vez que estuvimos en la tierra... ¿está mal querer estirar las piernas un poco? — Le cuestiono con su característico tono de voz, dibujando una sonrisa en su rostro con tan solo recordar el encuentro en el que se vio envuelta.
—Hmp... no te hagas la tonta... estas impregnada de la fragancia de los santos— Ate era esa clase de persona tan irritable y fastidiosa, además, era mandona y ciertamente antipática, nunca tomaba una buena broma, mucho menos viniendo de alguien como Dysomnia.
—Lo siento, pero es que el aroma es delicioso, además descubrí cosas interesantes, conocí a un caballero maravilloso— Una vez más la dríade mostró esa sonrisa burlona, lamiéndose los propios dedos, optando por dejar sola a su hermana.
Conforme pasaron los días, Dysnomia parecía aburrirse en el jardín de Eris, cada día, a cierta hora enviaba a uno de sus clones, aquellos aparecían cerca de los templos de Atena, allí, buscaban la forma de escabullirse dentro de cada casa y encontrar al caballero propietario, sin embargo, la barrera lograba acabarlos al poco tiempo de haberse presentado. Sus hermanos iban y venían a donde quisieran, y como se lo había dicho a su hermana Ate, ellos brotarían y se marchitarían cada cierto tiempo para beneficiar a su madre, así que daba igual si era descubierta por los Santos de Atena.
Esta vez decidió ir por sí misma, no usaría un clon, pues entre menos energía gastaba en crearlos, más torpes se volvían, además, día con día había recorrido aquel santuario sin ser notada, desde el primer día aprendió muy bien el camino entre los corredores y pasadizos, así como la habilidad para disminuir su cosmo al punto de no aparecer para nadie más.
Al final de cuentas Dysnomia no era ninguna mujer cualquiera, sino que se trataba de una de las dríades al servicio de Eris, destructora de toda armonía y orden. Dysomnia de Anarquía.
Dysomnia apareció en el templo vacío de libra, lo recorrió de salón en salón, hasta que salió al pórtico, en ese instante notó como en el templo de virgo había dejado de sentirse la energía de su propietario; — El joven Shaka— Susurro para sí misma mordiéndose ligeramente el labio inferior.
Sería una buena idea echar un vistazo y hasta quizás le serviría para saber más de aquel misterioso caballero que la había cautivado en su encuentro. Su curiosidad la controlo pues en menos de dos minutos ya se encontraba cruzando la puerta trasera del templo de Virgo. Caminando con cierta prisa se adentró, apresurándose a encontrar lo que había ido a buscar, curiosidades y cosas que le hablaran más del santo de la virgen que la había cautivado. Con excepción de la enorme base en forma de loto para meditar, el templo parecía estar más abandonado que el de libra. Pero había algo que aún no revisaba; los doce templos poseían un ala privada, donde si bien los propietarios podían descansar, colocar pertenencias y algunos hasta morar como cualquier ser humano normal.
Al adentrarse en la sala privada, Dysnomia notó un fuerte olor a canela y castañas, era dulce, quizás provenían de inciensos; había algunas pinturas alusivas al ravana, algunas piezas de elefante que parecían ser marfil y oro puro, aquellas imágenes y artefactos le daban la impresión de estar en un templo budista real, todo estaba en completo orden. Al adentrarse más en los aposentos, le sorprendió notar que había una pequeña cama, en realidad no sabía si los monjes del Tíbet acostumbraban a usarlas. Se dejó caer sobre ella por simple gusto, sintiendo como si estuviera en medio de plumas y algodones, era la comodidad hecha realidad.
Al girarse sobre la manta pudo olfatear un nuevo olor, este era dulce, olía a mantequilla de yak. Recordó que ese era el olor del caballero de Virgo, la ocasión en la que pudo estar cerca de él, el ambiente se llenó de ese olor tan peculiar, y es que el caballero Shaka era tan apuesto que no era extraño que fuera así de pulcro hasta en su olor. Dysnomia restregó su rostro en contra de las finas sedas que cubrían el colchón de plumas, recordando cada centímetro y facción en el rostro del sexto guardián.
Su apariencia física era aún más única que su ropaje de oro. No había impurezas en su cabello, dorado y luminoso, como la estrella más grande del universo, y ojos, ese color precioso, azul como las hojas de la salvia, cubiertos por las pestañas más largas y abundantes que ella hubiera visto, cada pestañear del caballero era una ráfaga de cientos de rayos luminosos. Su rostro estaba cincelado con líneas finas y profundas. Cuando vio su rostro de lado, la belleza de su puente nasal fue sorprendente, sus labios parecían un algodoncillo dulce, y aunque los detestaba, le resultaba lo más delicioso en un hombre como él.
Cuando Shaka dejo entrever su rostro desde el frente, era bastante evidente que tenía una proporción perfecta de rasgos faciales; no importaba desde qué ángulo le vieras, era realmente pintoresco. Al verlo de cerca, Dysomnia se había preguntado si aquel hombre realmente era un simple humano o verdaderamente seria ese Dios benevolente del que todos hablaban. Y aunque Shaka nació con una apariencia física como esa, era distante y taciturno con cualquiera a su alrededor, además de poseer un poder inalcanzable, resultaba un completo crimen para ella pensar en matarlo, el pensar en que ese rostro se apagaría, el pensar que dejaría de verlo el resto de su vida le cercenaba el pensamiento.
Cuando menos lo pensó, su mano ya se había deslizado entre sus prendas, permaneciendo boca abajo la diestra avanzó por debajo de la túnica, comenzando a frotar un par de dedos entre sus piernas, al parecer el olor a yak la hacía sentirse algo impaciente, o más bien el imaginar al caballero Shaka era lo que realmente le causaba esas sensaciones de deseo. Sus ojos permanecieron cerrados durante todo el tiempo en el que acariciaba la zona íntima, la chica comenzaba a sentir un notorio aumento de temperatura, al siguiente segundo sus dedos se encargaron de bajar la prenda interior; pero eso no era lo único que Dysomnia hacía, al encontrarse boca abajo su trasero se elevó, haciendo que la túnica dejara expuesta aquella zona, sus dedos se movían de arriba hacia abajo, incrementando cada vez más la humedad en la zona íntima.
En ese momento el caballero de virgo había vuelto a su templo, adentrándose a sus aposentos como le era normal, conforme avanzó por el corredor hasta llegar a la puerta de su habitación hubo algo que le llamó la atención, sobre el piso había pétalos, marchitos y danzarines, además de ruidos, provenientes de la alcoba, por si fuera poco, se trataban de gemidos, gemidos llenos de placer; su sorpresa fue encontrarse sobre la cama un cuerpo, se trataba de una mujer, aunque debido a la posición no estaba del todo seguro de quien era, estaba con el rostro contra el colchón, su trasero al aire, y un par de dedos en el interior de la vagina.
Shaka se quedó petrificado entre el marco de la puerta, pues a ciencia cierta no sabía que hacer o decir en ese momento, la dríade con la que se había encontrado en las criptas de algún modo pudo entrar a su templo. La escena era algo que jamás se le había ocurrido llegar a presenciar, mucho menos dentro de uno de los doce templos sagrados, pero sin duda era algo que no podía dejar de ver. En ese momento se limitó únicamente a observar, detallando los movimientos que la joven ejercía a su propia cavidad, sin embargo, después de unos momentos el hombre de ojos azules no podía soportarlo más, su entrepierna palpitaba debajo de la ropa, como si estuviera creciendo, queriendo estar libre de las prendas holgadas de civil que Shaka usaba.
Dejándose llevar por los instintos más perversos se acercó con un par de pasos, aprovechando que la fémina se encontraba en una especie de trance le tomó por la cadera, encorvándose hasta poder estar cerca de la cavidad expuesta. La espalda de Dysomnia se alertó con un escalofrío con el toque sobre su piel, pero al darse cuenta de quién se trataba en ese momento volvió a su posicionamiento anterior. No tenía idea si aquella imagen era del todo real, pero el dejar de sentir todo esté éxtasis seguramente no sería una opción. Fue entonces que las manos del caballero se situaron sobre las suyas tratando de cortar cualquier acción que ahora mismo la joven ejercía, sacando de toda duda a la dríade de anarquía.
Como se lo esperaba, la joven accedió, dando el paso a la siguiente acción del caballero, la cual consistía básicamente en lamer de abajo hacia arriba aquella zona íntima, prologando sus movimientos al darse cuenta de cómo la menor de los dos se movía contra las sabanas. Shaka era la última persona que pudiera sucumbir ante los deseos de la carne, pero al igual que cualquier hombre era débil ante una mujer, más estando en aquella condición. De un momento a otro se puso de pie, deshaciéndose de la túnica que cubría su cuerpo, había quedado totalmente desnudo.
Se acercó hasta la fémina, volviéndola a sostener por la cadera, con la diestra Shaka guio su miembro hasta la cavidad de la joven intrusa, donde no solo comenzaría a estimular su hombría, sino que también provocaría roces a la entrada femenina. La de cabello obscuro no hizo más que aferrarse a las finas sábanas debajo de ella. El miembro del caballero de oro comenzaba a adentrarse de vez en vez, al menos dejando que la punta del mismo perdurara en su interior hasta deslizarlo hacia arriba. Los gemidos se hicieron presentes, continuos y con un tono angelical que no denotaba más que solo placer.
Cuando la humedad comenzaba a hacerse notoria sobre la cavidad y el miembro, el indio colocó la punta de la extremidad en la zona íntima, comenzando a empujar con levedad hasta poder introducirse con éxito. Por su parte la femenina no pudo evitar mostrar un rostro de dolor, a pesar de haber deseado aquello con todo su corazón, el dolor causado por el gran miembro de caballero no era algo que se hubiera imaginado. Sentía la necesidad de salir corriendo inmediatamente, su mente se lo pedía a gritos; al menos hasta que Shaka comenzaría a moverse. La diestra le sostenía por la cadera, mientras que la mano izquierda se encarnaba de guiar los movimientos en contra de la pelvis.
Dysomnia se vio en la necesidad de apoyarse con ambas manos, colocándose a gatas sobre el colchón de plumas y algodón. Sus pechos poco tardaron en salir de entre su túnica, moviéndose hacia adelante y atrás conforme las embestidas se suscitaban. Su trasero golpeaba contra el cuerpo del rubio, lo que creaba una singular melodía que se veía acompañada con los jadeos y gemidos de ambos. Toda la imagen pacífica de aquel hombre se vio ennegrecida cuando los movimientos de sus caderas se vieron acelerados en un constante golpeteo hacia sus glúteos y la fuerza empleada en cada una de ellas era lo que más excitaba a la dríade.
El miembro iba de adelante hacia atrás, entrando y saliendo con mucha facilidad de su cuerpo, la joven sintió sobre sus senos las manos del caballero de virgo, el hombre las presionaba y tiraba como si todo ese dolor no fuera sentido por la contraria. Y era así, Dysomnia solo podía sentir placer por todo lo que incluyera aquel acto.
Dysomnia estaba por culminar el éxtasis, y lo aviso con un grito. Para cuando sintió que su entrepierna estaba derramando su aroma, el caballero Shaka se había alejado de ella, caminando un par de pasos hasta posarse delante de ella. Fue entonces que se dio cuenta de las intenciones de aquel hombre; sin decir nada más tomo el miembro con su mano derecha, frotando y llevando el exceso de piel hacia atrás, hasta que pudo introducirlo por completo a su boca. Fue demasiado fácil inducir a que el líquido seminal de Shaka se desbordara en su boca, parecía más bien que ya estaba premeditado y por eso se había alejado de ella.
Sin reflejar algún gesto en su rostro simplemente trago el amargo líquido, limpiando con la lengua el excedente que había quedado en el glande del rubio. Cuando finalmente los hilos de saliva se habían roto, Shaka coloco el miembro por debajo de la túnica, dándose media vuelta para así retirarse del área privada.
Dysomnia aun sobre la posición anterior, tomo un momento para recuperar su respiración, poco después su rostro se había restregado a las sabanas de lino marrón, olfateando e impregnándose de ese dulce sabor que le volvía loca. Sentía la energía de aquel hombre, no estaba muy lejos después de todo. Debía arreglar sus ropas e irse si no quería consecuencias.
Cuando se encamino pudo percatarse de que Shaka estaba sentado en posición de meditación sobre la enorme base de loto que vio en su entrada. Vaya suerte, no tendría que dar explicaciones o verle en su partida.
—Tan pronto pongas un pie fuera de este templo... estarás acabada...— Dijo fríamente, dejando saber sobre su conocimiento acerca de la identidad de aquella mujer y la amenaza que representaba para aquel sitio.
Dysomnia paro en seco, sin si quiera crear un movimiento extra de su cuerpo. —No... No lo harás... fufu... — Respondió la joven mostrándole una sonrisa sínica, con sus dientes blancos y puntiagudos, se dio la media vuelta continuando con su camino hacia la salida.
Dysomnia sintió alivio de su respuesta y el silencio que reinó en su retirada. Pues su identidad estaría a salvo, el caballero de virgo la había dejado marcharse y no hablaría más de lo sucedido, después de todo, su integridad como caballero también estaría en juego. Shaka era un caballero de oro del santuario, el más poderoso según habladurías, pero el poder de Dysomnia podía darle pelea. Y todos saben lo que conlleva el enfrentamiento de dos fuerzas tan grandes como las suyas. Una batalla que duraría hasta el último destello del crepúsculo sin obtener un vencedor.
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