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01. Besos encadenados

Personajes: Hyoga de Cisne, Natassia
Historia relatada en base a la cronología y argumento del sidestorie The Cygnus History. Tomando como referencia la primera parte del capítulo 2, ''Bluegrad'' Durante la estadía de Hyoga en el castillo azul.

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La pequeña princesa había entrado de nuevo al calabozo donde Alexer lo había encerrado, desde hace unos días que Hyoga estaba en el frío sótano del castillo después de haber sido derrotado por los guerreros azules. Natassia era su nombre, idéntico al de su madre, inclusive se le parecía físicamente, con ese cabello de oro y ojos azules. Entró sin problema alguno pues los guardias ya no custodiaban la puerta.

—Si tan solo no lo tuviera tan corto, creería que es mi madre viniendo hacia mí. — Pensó Hyoga para sí mismo, volviendo a sus sentidos tan pronto el paño frío toco su piel. La tela estaba húmeda, se quejó al instante.

—Pudiste al menos ponerlo al fuego. — Su mirada estaba perdida al suelo. El futuro príncipe había tomado la gran precaución de atarlo de brazos con grilletes que venían del techo de la prisión. Al principio había sido fácil mantenerse de pie, pero el cansancio poco a poco lo abatió, por lo que ahora solo parecía un títere colgando de hilos.

Natassia pensó dos veces antes de volver a limpiarlo, sus brazos estaban llenos de moretones más negros de lo normal debido al frío que hacía en aquel calabozo. Una vez que continúo hasta estar cerca de su muñeca la contraria le detuvo ejerciendo una dura presión. La muchacha sabía que si gritaba su hermano aparecería en dos segundos haciendo trizas al caballero cisne.

— Estoy harto de esta prisión. ¡Libérame! — Decía entre gruñidos y unos cuantos jaloneos hacía la femenina. Natassia prácticamente estaba siendo arrastrada en la cama de paja bajo sus pies.

— Por favor suéltame... — Respondía ella en un tono adolorado, aunque siendo más débil que el de Hyoga. Sin embargo, el caballero de bronce se negaba a soltarla, era su única oportunidad que tenía para salir libre.

— Está bien... e-está bien. — Tartamudeo un par de veces. Hyoga dejo de jalarla, sin embargo, el agarre en su mano continuaba igual de firme.

Bastó solo que cediera para que la princesa se pusiera de pie, obtuvo las llaves del interior de su capa colocando una en el grillete izquierdo, poco después mostraba la otra, necesitaría que Hyoga la soltara. Aquel hombre dudo, pero finalmente lo hizo, Natassia colocó la llave derecha y en un leve giro los grilletes soltaron las manos del caballero ruso. Sus brazos cayeron del aire, al igual que su cuerpo, para su mala suerte la chica de frente estaba en el suelo. El peso de Hyoga la había hecho irse de espaldas.

Sobre el colchón hecho de heno la princesa permanecía con la boca cubierta por la mano del rubio, creyó que apenas lo soltaría comenzaría a gritar, sin embargo, no fue así, su rostro denotaba miedo, quizás nerviosismo. Poco a poco le descubrió para que pudiera respirar, pero apenas lo hizo una vez más se volvió a abalanzar sobre ella, esta vez logrando capturar los rosados labios entre los propios, creando un profundo y pasional beso.

Poco tiempo pasó antes que la chica colara sus manos entre los cabellos del caballero, tironeando de los mismos un par de veces, haciendo que los movimientos del beso se vieran en aumento. El caballero de Atenea no solo se deleitaba con sus labios, si no también se posaba por el cuello y mentón, avanzando de vez en cuando más sobre la capa de gruesa piel que llevaba para cubrirse del frío.

Al cabo de unos segundos abrió aquella prenda, dejándole ver un vestido de talle al cuerpo en color azul. — Los colores de los blue warriors. — Se dijo así mismo, volviendo a la cólera por quien le había propinado el encierro.

Sin embargo, el rostro no era el mismo, ella era amable, sensible y dulce, tanto como lo eran sus labios. En un nuevo ataque de frenesí Hyoga rasgo el vestido de Natassia, dejándolo ver la fina tela del camisón interior, una vez más hizo esa prenda añicos, y cuando por fin pudo observar el cuerpo desnudo de la princesa se había sonrojado completamente.

Estaba por deshacerse de su propia ropa, sin embargo, la voz de la fémina lo había detenido — ¡No lo hagas, puede ser peligroso! — habían sido sus palabras y Hyoga estaba de acuerdo, si alguien entraba podían llegar a explicarlo.

Aún encima de su cuerpo Hyoga se posicionó a la altura de los pechos y sin previo aviso los devoró con pasión, los lamió, tiro y froto entre sus dientes hasta que el pezón se volvió duro y rojo. Natassia solo podía retorcerse de placer debajo de él, no solo se trataba del muchacho brindándole caricias con su boca, sino también sentía el roce de su entrepierna con cada movimiento que cygnus ejercía.

— Vamos c-caballero de Atena... — El rostro de la muchacha había cambiado radicalmente, demostraba deseo, ansiedad por el joven, tan solo mordía en ocasiones su labio inferior tratando de ahogar cada gemido que estaba por salir.

Hyoga se había apartado convenientemente para liberar el miembro de debajo de sus pantalones, su hombría estaba lo suficientemente dura como para penetrarla en ese momento, el rubio se deshizo de la ropa íntima que la mujer llevaba puesta y al poco tiempo con un brusco movimiento el muchacho irrumpió entre las piernas de Natassia diciendo unas palabras al poco tiempo.

— Mi nombre es Hyoga. — Y de nuevo una embestida que propinó un gemido mudo en la mujer; solo su rostro denotaba lo llena de placer que estaba. El cisne continuo con los movimientos de las caderas haciendo que la espalda de la joven se restregará una y otra vez contra la cama de heno.

El sonido de la piel contra la piel era lo único que se escuchaba en aquella prisión, no podría haber más, el caballero ejercía demasiada fuerza con cada movimiento de sus caderas, quería hacer lo posible por llegar hasta el rincón más profundo de la joven en forma de agradecimiento por todos los cuidados que había tenido en su estadía en ese lugar.

Sus labios se volvieron a unir, compartiendo un par de hilos de saliva mientras el miembro del caballero de los hielos se hinchaba aún entre la vagina de Natassia. El crecimiento y endurecimiento de la extremidad no resultaba ser problema, pues entre más largos eran los movimientos más oportunidad de lubricación tenía. Fue hasta entonces que los movimientos de cygnus se hicieron más rápidos y continuos, haciendo que algunas de las veces su miembro saliera del interior de la mujer y terminará frotándose a lo largo del clítoris, sin embargo, era puesto en el interior con más fuerza.

Natassia llevó una de sus manos por encima de su entrepierna, frotando con dos dedos el clítoris, ayudando con la estimulación, los jadeos casi mudos venían acompañados del nombre del caballero de bronce hasta que en un último movimiento del hombre hizo que el falo se restregará contra la cavidad femenina, liberando así un pequeño chorro de líquido blanco, la rubia respondió con una sonrisa esparciendo aquel líquido con los dedos donde luego los llevaría hasta la boca. Lamió completamente las falanges, sintiendo el sabor ácido del semen de Hyoga, seguido de eso beso nuevamente los labios del muchacho, estaba exhausto, respirando entrecortado.

Al poco tiempo se había retirado de encima pero no se había puesto de pie, Hyoga se había quedado dormido sobre el colchón de paja, dándole la oportunidad a Natassia de levantarse y acomodar sus ropas. La muchacha colocó la capa de gruesa piel sobre su vestido rasgado, era lo suficientemente largo para cubrirla por completo. Una vez que pudo tiro lo suficiente de las cadenas que sostenían los brazos del santo colocándolas nuevamente de brazaletes. Una vez que había terminado se acercó hasta la puerta y después de asegurarse de que no hubiera ningún guardia cerca salió azotando la vieja puerta de madera. Para cuando Hyoga se despertase todo sería más que un sueño, pues este seguiría cautivo en el castillo de Bluegrad.

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