31. Desafíando al León 1/2
Los dos hombres habían llegado a los aposentos del gran patriarca para hablar acerca de los sucesos que habían pasado recientemente.
—Le escuchamos gran patriarca, ¿qué ha pasado? — dijo el hombre de cabellera morada.
—Como ustedes saben los caballeros de bronce fueron participes de ese estúpido show en Japón, quise saber más sobre ello para detenerlos. Fue por eso que mandé a Hyoga, uno de los caballeros de bronce para que tuviera todo en orden pero al final el muy infeliz se alió con ellos. Aparte también hizo su aparición Ikki, un caballero que permaneció entrenando en la isla de la reina muerte y quien derrotó a los caballeros negros junto a su líder — replicó el gran patriarca. —Al ver en qué escándalo se habían metido los caballeros de bronce decidí enviar a Marín, Shaina y el resto de los caballeros de plata, pero desgraciadamente fueron vencidos por ellos — el santo de Escorpio y el de Leo se estremecieron ante la noticia.
—¡Debe ser una broma!, los caballeros de plata son un rango superior a los caballeros de bronce... ¡Cómo es que han perdido tan fácilmente contra esos niños! ¡Es estúpido! — expresó Milo con mucha rabia.
—Y no solo eso... Marín nos ha traicionado vilmente al momento en que se puso de parte de los caballeros de bronce — el patriarca veía a Aioria.
—Ma...¿Marín? — Leo estaba asombrado.
—Bueno, supongo que no nos ha llamado para matar a esos mocosos ¿verdad? — bufó Milo.
—Claro que sí — contestó.
—Pero eso sería una ofensa señor, mancharse las manos con sangre de esos niñitos... No estoy de acuerdo — dijo Aioria.
—Aunque no lo estén tendrán que hacerlo con tal evitar de no condenarnos a la perdición en un futuro lejano — expresó el gran patriarca, Milo y Aioria notaron la preocupación de su máxima autoridad.
—Lo escucho muy preocupado señor, ¿a que se refiere con eso? — cuestionó Aioria.
—Acaso no te dijeron lo que pasó exactamente trece años, tu hermano Aioros fue un caballero dorado que se reveló en mi contra y en contra de la diosa Atena. Por su culpa la armadura dorada de sagitario cayó en manos de Mitsumasa Kido quien se llevó a Japón y la ha mantenido en su poder durante tanto tiempo — Aioria y Milo se levantaron de sorpresa sobretodo el santo de Leo tras escuchar que su hermano fue un traidor del santuario.
—¿¡Qué!? ¡¿La armadura dorada está en Japón?! — Milo quedó sorprendido.
—En efecto Milo, pero eso no es todo... Miren a sus espaldas — ambos hacen caso y observan diversas cajas de Pandora con imágenes de las armaduras doradas de cada constelación. —Como pueden ver, solamente hay 7 de esas armaduras doradas sumadas las que ustedes están portando serían un total de 9 armaduras doradas las cuales han demostrado serles fiel a la diosa Atena, sin embargo junto a Aioros hay dos armaduras que hacen falta... Libra y Aries — expresó.
—¿Qué ha pasado con esas armaduras restantes? — pregunto Milo.
—El santo de Libra aún sigue vivo en los cinco picos, dicen que es un hombre demasiado poderoso y despiadado mientras que el santo de Aries está en alguna parte de la frontera de la India y China, ahora se encarga de reparar armaduras. Ellos dos han sido convocados al santuario hace trece años y hasta el día de hoy ninguno de ellos se ha hecho presente, eso implicaría un gran peligro para todos nosotros — contestó el gran patriarca.
—No me diga que aún hay más por saber señor — dijo preocupado Aioria.
—Así es... si Libra y Aries se unen a los caballeros de Bronce serán tres armaduras doradas las que estarían en su poder. Puede que ganemos la guerra pero a cambio de ellos tendríamos que desperdiciar mucha sangre con tal de evitar que se revelen a Atena — el sumo sacerdote observa a Milo. —Escorpio, tú te encargarás de castigar a los caballeros de bronce — dijo.
—Como usted mande su excelen... — Aioria interrumpió.
—¡Ire yo! Gran patriarca, le pido que sea yo el que vaya tras esos chicos — respondió Aioria, Milo rechazó su petición.
—Claro que no Aioria, de esto me encargo yo — decía mientras observaba molesto al de cabello café.
—Tranquilo Milo, pensándolo bien... no sería mala idea mandar a Aioria a darles su merecido a los caballeros de bronce — contestó el sumo sacerdote cosa que disgustó a Milo.
—Pero, gran patriarca... — habló el pelo morado.
—Muchas gracias sumo sacerdote, no le defraudaré como lo hizo mi hermano una vez — alzó la voz el santo de Leo y se marchó del lugar mientras era observado por Milo luego dirigió su vista al sumo sacerdote.
—No lo cuestiono mi señor, solo espero que no se arrepienta por ello.
—Calma Milo, tengo una propuesta para ti. Ve y vigila a Aioria y si descubres una anomalía tendrás que informarme lo más rápido posible.
—De acuerdo señor, en cuanto haya alguna novedad le avisaré.
Milo se despidió y partió rumbo a dónde Aioria se dirigía, el de cabello morado miró disimuladamente al sumo sacerdote mientras pensaba en muchas cosas, entre ellas saber quién estaba tras esa máscara.
...
En el hospital
Miho ayudaba a Seiya mientras Shun miraba tras la ventana, pensando en cierto chico de cabello rubio quien tuvo que marcharse de regreso a Siberia Oriental. La chica dió un leve suspiro hasta que sus pensamientos se fueron cuando escucho el grito de niña que su amigo hizo.
—¡No tan fuerte! ¡Acaso quieres matarme! — el castaño se quejaba del dolor mientras Miho le ayudaba a ponerse las vendas.
—No te muevas o será peor — advirtió la muchacha y sin querer le trono el brazo a Seiya. Shun se puso a reír.
—Te gusta burlarte del dolor ajeno — Seiya miró a Shun.
—Lo siento, pero me es imposible dejar de reír jajajaja — dijo la peliverde, de pronto dejo de reírse y bajo la cabeza, Seiya se percató de ello.
—¿Todo bien Shun? — preguntó su amigo.
—Si, no te preocupes amigo — respondió la peliverde. —Es solo que... Echo de menos a los demás, sobretodo a mi hermano y... También a él — replicó.
—Ya veo, pero no deberías preocuparte por ellos por ejemplo Shiryu está muy bien acompañado con Shunrei mientras que Hyoga ha ido nuevamente a Siberia a visitar a su mamá. Y... Por Ikki no te preocupes, estoy seguro que se encuentra bien — animaba el castaño a su amiga.
—Tienes razón... Pero aún así no puedo preocuparme por ellos — respondió.
—Todo estará bien... — Seiya contestó, de repente una luz brillante apareció frente a los jóvenes, la armadura dorada de sagitario hizo acto de presencia al lugar lo que provocó que castaño saltara de la impresión y cayera de la cama. —¡Ah, vamos! — se sobó la espalda.
—Por cierto Seiya, dijo la señorita Saori que cómo no hay nadie más quien pueda cuidar de esta armadura decidió que tú la cuidaras — contestó Miho mientras ayudaba al castaño a levantarse.
—¡Yo no la quiero! Por poco y paso a mejor vida por su culpa — exasperó Seiya y con una patada golpeó la caja, no obstante su pie sufrió las consecuencias y termino quejándose como abuela. —¡Ugh! ¡Mi piesito! — Shun se dió un facepalm mientras Miho se rió.
Horas más tarde...
Seiya permanecía dormido en su habitación hasta que la puerta se abrió con mucho cuidado, una silueta femenina se acercó a la cama del joven. Cuando la fémina estaba a punto de clavarle las uñas, él despertó y al ver quién era la chica dió un fuerte grito.
—¡Ahhhhhhh!
—Ha llegado la hora, Seiya — rápidamente pegaso saltó por la ventana mientras Shaina hacia lo mismo, el castaño comenzó a correr pero ella se atravesó en su camino.
—¿¡Qué demonios te pasa!? Por poco y me clavas las uñas — reclamó Seiya. —Pensé que habías vuelto a Japón
—No fue así ¿y sabes por qué? Tenemos una deuda pendiente, lo recuerdas. No me iré hasta obtener tu cabeza — respondió Shaina.
—Aun no entiendo por qué diantres me persigues, ¡no te he hecho nada! — exclamó.
—Si, lo hiciste... Y fue exactamente la vez en la que luchamos por primera vez. O acaso Marín nunca te dijo esto — llevo una de sus manos a la cara y retiro la máscara que traía puesta, Seiya le miró asombrado. —A los caballeros se les daba la oportunidad de luchar con Atena, caso contrario a nosotras las mujeres que para luchar al lado de la diosa tenemos que usar una máscara para que nada ni nadie pudiera reconocernos como tal...
—Si, eso mismo me dijo Marín una vez que entrenábamos — afirmó Seiya.
—Y tambien te habrá dicho que es una ofensa que un hombre nos vea a la cara, de ser así solamente tendría que elegir una de estas alternativas... El matar... Y el... El... no puedo decírtelo... olvida lo otro — dijo la chica con frustración al momento en que cerró los ojos.
—¿Qué más ibas a decir? ¿Dime? ¿Por qué te haz callado? — cuestionó.
—Suficiente información por hoy, ahora prepárate para morir Seiya — Shaina atacó con su ataque de cobra a Seiya e impactó con la caja de la armadura de sagitario.
La chica se detuvo al ver que la caja de la armadura comenzaba a brillar, eso llamo la atención de ambos. La armadura salió de inmediato de la caja y se colocó en frente de Pegaso.
—¡Wow!, Esa armadura se ha montado sola — dijo Seiya. —Y pensar que todo esté tiempo te tache de que eras falsa, haz demostrado que eres la armadura real — confirmó.
Sin embargo Shaina presintio un cosmos muy poderoso aproximarse al lugar donde ella y Seiya se encontraban.
—¡Oh no! — observa a Seiya. —¡Vete de aquí! ¡Rápido! — suplicó.
—¿Eh? ¿Pero por qué?
—No hay tiempo para explicarte, vete lo más lejos posible y llévate la armadura — contestó.
Desgraciadamente un fuerte relámpago cayó en el lugar impidiéndole al castaño escapar, Seiya y Shaina observaron a un caballero cuya vestimenta era color dorada había llegado. La chica estaba angustiada.
—¡Ay no!, tu eres... ¡Aioria!
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