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Capítulo 9+Epílogo: Saint Anger.

- ¡¿Quién fue?! -estallé en cólera tras gritar eso- ¡¿QUIÉN HA SIDO EL DESGRACIADO HIJO DE PUTA QUE LE HIZO ESO?!

- Relaja la raja, idiota -interrumpió uno-. Era un maricón, merecía morir de todas formas.

Admiré su bello rostro que fue deformado por los golpes y habían abundantes moretones, junto a sangre brotando. Sobre el suelo había un tenedor lleno de sangre, el cuerpo de Kirk tenía varias apuñaladas realizadas con ese implemento.

- Si tanto gozaban violándolo, ¿por qué se alegran de su muerte, desgraciados? -se me escapó una lágrima y ellos comenzaron a reír.

- ¡Uy, el mariconsito va a llorar! -chillaron varios entre risas que me dolían.

- ¿Quién fue el tan valiente? Eh, tan machito para matar pero no para asumir.

Caminé hacia el primer idiota que tenía cerca, lo agarré del cuello, entró en alerta y varios se me acercaron, agarré un tenedor de una mesa, apunté a la sien de mi rehén.

- Si no hablan, mataré a este idiota.

- Oye, amigo, cálmate, no tienes porqué ponerte así -me decía uno.

- ¿Acaso estabas enamorado de ese negro maricón o qué, que sufres tanto? -se burlaba otro.

- ¡Déjalo, maricón, si ya el que lo mató ya se lo llevaron los gendarmes!

Lo solté y apreté el puño, mi rehén suspiró en alivio. Gruñí en asco total, sentí una respiración pesada atrás mío, volteé y era un tipo bañado en sangre. En la sangre de mi amado. Me eché para atrás de inmediato, agarré dos tenedores más y los alcé a modo de defensa.

- Yo fui, ¿algún problema, novio del maricón?

- ¡Que mataste a la única persona con la que podía hablar! -grité de manera desgarradora desde lo más profundo de mi ser- ¡¿Por qué?!

- Porque odio a los maricones y a los negros. Son las lacras de la socied...

No dejé que terminara porque le ensarté los servicios en el estómago. Me abofeteó demasiado fuerte, tanto que caí al suelo junto a mis utencilios, los cogí para levantarme y volver a clavar ahora en el pecho, varios me agarraron de la ropa por detrás para evitarlo, yo pateaba y golpeaba con mis cuatro extremidades para querer hacer daño, vinieron otros para agarrar a mi adversario por atrás para sacarlo de mi vista y aún así, insistí. Logré zafarme por un par de segundos, desesperación extrema, ensarté un tenedor dentro del ojo, haciendo que éste reventara.

No podía matarlo de una, al menos podía dejarlo ciego. Mi arma quedó tan clavada que no pude sacarla, entonces, opté por clavarla aún más, buscando causar algún daño cerebral en la médula. Justo a tiempo logré cometer mi fechoría entre esos alaridos de dolor agónicos, me agarraron a golpes, apartándome de él, fueron varios a socorrerlo, entretanto a mi me maltrataban. Resistí todo lo que pude hasta que vinieron los gendarmes a calmar la situación.

A ambos nos llevaron a enfermería, Kirk murió desangrado y el tipo murió de una parálisis cerebral por clavarle la cosa esa en el ojo. Se lo merecía. Mis golpes no pasaron a mayores, no más me pusieron hielo por toda la cara porque estaba algo hinchada. Iba a volver a abrirse otro juicio por lo problemático que he resultado en la cárcel.

Me empeoraron la condena a una que acabaría con toda mi santa ira que no dejaba de torturarme: condenado a muerte por inyección letal.

No me objeté para nada por mi condena, me pareció bien. Mi última noche en la cárcel me concedieron el placer de elegir mi cena para morir la mañana siguiente, comí toda la lasagna que mi cuerpo pudiera soportar, un poco de asado de cordero y mucha cerveza, un litro para dentro. Me acosté con un dolor de estómago tremendo de pura satisfacción, moriría al día siguiente. Al menos podría reencontrarme con mi querido Kirk.

Me fui a acostar algo nervioso por el asunto de la ejecución. Al despertar, un dolor de estómago me recorrió. Me llevaron al lugar en donde realizarían mi matanza. Me ofrecieron dar mis últimas palabras:

- Siempre fui condenado bajo lo peor porque siempre defendían a los culpables que causaban mi santa ira mientras yo buscaba ayuda para alejar esos causantes y defenderme, pero siempre lo tomaron como una broma. Me da igual lo que piense mi familia y la de las personas que maté, no me arrepiento de nada ahora, ni por mis hijos. Sólo quiero reencontrarme en el infierno con Kirk para poder amar a alguien de verdad de forma correcta y correspondida.

Luego de eso, en la vena de la muñeca, me inyectaron una sustancia que bloqueó mis cinco sentidos rápidamente. En un abrir y cerrar de ojos, ya estaba tendido en el suelo, muerto.

Y libre por fin.

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