Capítulo 7: Otro rechazo más o quizás no.
No me dijo nada, se sorprendió, sí, demasiado con mis palabras que surgieron desde lo más profundo de mi alma. Aún así, no dijo nada de un "yo también" o un "yo no", resultó incómodo. Después de eso se fue a acostar y me ignoró por completo, eso me hizo sentir todavía peor.
Nunca me sentí más desolado que en toda mi miserable vida.
A la mañana siguiente, me tocaba mi castigo de trotar junto a otro grupo de idiotas por el patio sin parar, hasta morir de un puto ataque al corazón. Y ojalá que fuera así.
Al minuto de estar corriendo, empecé a respirar de manera anormal, al minuto dos, mi pecho estaba algo oprimido. Al minuto tres, las piernas me pesaban bastante. Al minuto cuatro, me estaba faltando el aire. Al minuto cinco, comencé a marearme. Al minuto seis, el mundo giraba de manera alocada y quise vomitar. Al minuto siete ya no sentía mis extremidades, se movían por si solas y mi vómito subía y bajaba por mi garganta. Al minuto ocho el recuerdo de Kirk me torturaba, el mundo se retorcía como en un terremoto y ya no daba para más, mi cuerpo iba a colapsar. Al minuto nueve, un punzante dolor en el pecho hizo que me desesperara más, joder, quería que todo acabara pronto.
Al minuto diez, que era el último, traté de trotar un poco y me empujaron para que siguiera, al completarlo, nos concedieron el permiso para detenernos. El cambio fue tan brusco que el mareo me hizo caer al suelo y vomitar ahí mismo. Daba pena estando tirado en el suelo, todavía alucinando con un mundo temblante y sobre mi propio vómito.
Los gendarmes me dieron una patada para "despertarme", creo que me desmayé, realmente no me acuerdo. Estaba sudado como nunca, me dolía todo el cuerpo, sobretodo las piernas. Los demás reos ya se habían ido a las duchas y yo seguía tendido en el suelo.
En la ducha me quedé tendido en el suelo, de rodillas y cabizbajo, dejando que el agua removiera el sudor, relajado, sin moverme ni nada. Todavía sentía que se me movía todo. Tuvieron que echarme del área porque no reaccionaba. Por las malas y con ayuda del personal, me vestí para ir a mi celda, caminando como un auténtico borracho. Me dijeron que iban a estar llevándome agua de vez en cuando para evitar problemas mayores conmigo. Al menos se han preocupado por mí.
Me fui a acostar, aunque no fui capaz de recostarme sobre mi cama de arriba, me eché sobre la cama de Kirk, quién me observó un poco confuso, él estuvo entrenando en solitario hasta que se detuvo y quiso empezar una charla:
- Te ves enfermo, ¿insolación? -asentí- ¿Mareo? ¿Te sobreexigieron demasiado? -volví a asentir.
- ¿No lo parece? -tosí un poco.
- Lo parece -contradijo-. Y demasiado -colocó su mano sobre mi frente-...estás muy caliente.
- Y no es por ti -pensé en voz alta, sus ojos se abrieron como platos, desvió la mirada y sus mejillas se sonrojaron bastante.
- Lars, por favor, no me digas esas cosas -cubrió sus mejillas con ambas manos.
- Lo siento... -murmuré avergonzado- No... ¡No quise! -hice una mueca.
- No importa... -se subió sobre la cama y se sentó en mi regazo- espero que no sientas celos de los demás y por eso te metes en pleitos justo con los que pudieron violarme, ¿o sí?
Me quedé en silencio. Me levanté un poquito para cogerlo delicadamente de la nuca y...
Le robé un beso.
Se apartó de inmediato.
- Lars, no, no deberías.
Le robé otro beso más. Y otro. Forcejeé bastante, teniéndolo agarrado de las muñecas para poder cometer mis deseos reprimidos, hasta que, transcurrido un buen rato, logró ceder algo incómodo para más tarde devolverme esos mismos besos apasionados que yo le entregaba.
Al finalizar...
- Date la vuelta -alcé una ceja en desconfianza-. Vamos, estás enfermito, déjame ayudarte.
Se levantó de la litera y permitió que me recostara boca abajo, metió por debajo de mi ropa sus cálidas manos para hacerme un relajante masaje en la espalda.
Me sentía en el paraíso, dios, no me lo creía...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro