Capítulo 3: Una pequeña esperanza.
- ¿Puedo preguntarte algo? -consulté mientras trataba de sacarme un pedacito de bacon que se me quedó atascado en el diente.
- Um, claro -me miró Kirk, bastante curioso, todavía deprimido de cierta forma.
- ¿Por qué estás aquí?
Me saqué el pedazo de comida y me lo comí, él frunció el ceño en asco y proseguí a devorar mi desayuno mientras me relataba su historia.
- ¿Qué quieres que te diga, Lars? Lo típico -hundió los hombros, tratando de verse casual, cosa que no le resultó, se le veía nervioso.
- ¿Violaste a alguien? -consulté con la boca llena, negó- ¿A quién mataste, entonces?
- Jamás sería capaz -rió en incomodidad-. No me gusta la violencia -aclaró-. Era traficante de cocaína -hizo una mueca-. Y de la buena, eh -sonreí y rodé los ojos.
- ¿Sólo por eso? -asintió- ¿Y por cuánto es tu condena?
- De por vida -me atraganté y él me ayudó a darme un par de golpes en la espalda para aclarar mi garganta-. Es que un tipo se murió por culpa mía.
- O sea que si mataste a alguien.
- ¡Pero fue accidental! -suspiró- La cosa es que se murió de sobredosis con MI droga y me echaron la culpa de todo a mí, por eso me han encarcelado -hizo una mueca-. La cosa es que tenía un enorme negocio, desde los dieciséis años que me dedicaba a eso, ¿y adivina a qué edad me atraparon? Con treinta y nueve.
- Oh, te agarraron con mi misma edad... ¿qué edad tienes?
- Cuarenta, en noviembre cumplo cuarenta y uno.
- Yo en diciembre cumplo los cuarenta.
- ¿Y por qué tú estás aquí? ¿Mataste a alguien? Por lo agresivo que eres o presumes ser, deduzco eso.
Rasqué mi nuca en incomodidad, el chico era listo, como cualquier narcotraficante.
- A mi expareja, por accidente, también... -dije en un susurro.
- ¿Accidente? -alzó una ceja en desconfianza- ¿Cómo es que se mata a alguien "por accidente"? Lo mío es creíble porque el tipo se murió de sobredosis y la única culpa que tengo es que le proporcioné la droga. Pero, lo tuyo...
- La estrangulé hasta que perdió la consciencia. Creí que se desmayó cuando en realidad quedó en coma, pudo haberse despertado pero la familia prefirió desconectarla. No planeaba matarla, lo juro -apreté el puño.
- ¿Y por qué...? Es que -me observó de extraña manera-, ¿qué hizo que quisieras estrangularla? ¿Era algo común...?
- ¡Para nada! ¡Era una puta loca que no dejaba de acosarme! Esa vez sólo le paré los carros y me excedí más de la cuenta, entonces, aunque tuviera pruebas para defenderme, las tomaron como "estúpidas" y me encarcelaron.
- Jo, que mala suerte.
- Ya ves...
Al finalizar de desayunar, vino a mi mente por arte de magia una idea majestuosa:
- Hey, ¿te parece si te ayudo a que no... a que no te violen en la ducha? -sus ojos se llenaron de esperanza cuando pronuncié eso.
- ¡Por favor! -exclamó, un poco desesperado.
- Te daré un consejo que es cien por ciento efectivo -asintió-. ¡Pero no te rías! -volvió a asentir- La cosa es ir con el culo pegado a la pared y darle un combo en el hocico al huevón que se te acerqué o te mire feo.
Kirk reventó en risa, de una manera demasiado adorable. No, esperen... ¿qué? ¿En serio pensé en eso?
- Suena demasiado violento -sonrió.
- Es la verdad, al menos ve protegiéndote el culo si no quieres que nadie te haga nada y yo por último le mento al madre al que te mire feo.
Rió de nuevo de esa manera que me ponía nervioso de lo adorable que resultaba, no es que me haya puesto a dudar de mi sexualidad, para nada.
- Por último pelea para defenderte -sugerí-. Si te salvo yo el pellejo todo el rato vendrán con cosas gays que no me corresponden a mí.
- Um -pareció meditarlo bien-. Tienes razón... Aunque tengo un pequeño dilema...
- Dime -le observé algo intrigado.
- Soy débil, aunque intente defenderme -mordió su labio inferior, un poco apenado-... no resultaría.
- Pues... -esperé un par de segundos, entretanto reflexionaba- Podemos entrenar juntos aquí, haciendo flexiones y esas cosas para sacar músculo. ¿Qué te parece, eh?
- Me parece bien -afirmó con una leve sonrisita-. Un poco de ejercicio para matar el aburrimiento, no está nada mal.
- ¿Practicamos juntos? -un gendarme se asomó para observarnos, ambos le miramos y luego se retiró, al ver que estábamos allí y no fuera en el patio, tomando aire como los demás-. Vamos, podemos intentarlo.
- ¿Con qué podemos empezar?
- Pues... no disponemos de mucho espacio, así que en el suelo no más -asintió y ambos nos levantamos de su cama, estábamos sentados antes desayunando, ahora nos echamos en el suelo-. Elonguemos primero para evitar calambres y esas mierdas.
- Ahm, claro, vamos -aceptó.
Entonces, los dos comenzamos a estirar nuestras extremidades para que los músculos no se nos entuman ni acalambren en medio del ejercicio. Ninguno de los dos tenía una muy buena condición física, por ello nos cansábamos rápido, descansábamos con diez o quince minutos de televisión e íbamos por más ejercicios simples para comenzar.
A la hora de las duchas, fui literalmente, detrás suyo todo el rato para que nadie lo molestara o intentara hacer algo. No niego que igual varios se acercaban, pero al verme rodeándolo y fulminando con la mirada a los demás, no muchos intentaron algo, sólo insultaban o me empujaban, nada más.
Kirk estaba pegadito a la pared, observándome fijo mientras se aseaba, cuando terminó, lo acompañé hasta que cogiera una toalla y se vistiera, de ahí volví a las duchas para seguir limpiándome. Lo que me sacó de onda cuando un tipo me dio un puñetazo en la mejilla, clavándome bien los nudillos. A modo de defensa, lancé una patada en su estómago, logré hacer que retrocediera lejos de mí hasta que cayó al suelo.
- ¡Uy, miren, al maricón se le cayó el jabón! -lo señalé y lancé mi jabón a su cara, varios se burlaron.
Sintiéndome respetado, me retiré de ahí, justo cuando el grupito de amiguitos del busca-problemas me seguía, un gendarme los detuvo. Me sobé la mejilla herida y proseguí a vestirme como cualquier otro reo más. A la hora del almuerzo... joder, no alcancé ni agarrar un postre, resignado, un gendarme me llevó a mi celda de nuevo y vi a Kirk sentado de cuclillas en el suelo. El empleado cerró con seguridad la celda y se retiró.
- Te estaba esperando -comentó, a su vez que se abanicaba con su mano derecha su larga cabellera que seguía mojada-. Me esperaba que no lograras conseguir comida así que... como me duché rápido y no había tanta gente, aproveché de robarme algo de comer -señaló un bulto debajo de las sábanas-. Saca lo que quieras, yo ya comí.
- Oh, gracias -sonreí en agradecimiento-. ¿Quieres que te deje algo?
- No es necesa... -se quedó callado, sus ojos se abrieron bastante.
- ¿Kirk...?
- ¿Qué te ha pasado en la cara?
- Un puñetazo, nada más... Uno que quedó resentido porque no pudo meterla, nada más.
- L-lo siento, es mi culpa... -hizo una mueca.
- ¿Ah? ¡Pero qué dices, hombre! -grité algo alterado- No es tu culpa que no quieras que te violen, sólo no les estás dando el gusto a esos gilipollas, tú eres alguien que debe hacerse respetar frente a esta mierda de gente.
- Está bien, si tú lo dices... -forzó una sonrisa delicada, bastante tierna a mi parecer.
Ese cabello rizado. Su piel morena. Esos ojos cafés. Aquella sonrisa inocente que enseña un par de hermosos hoyuelos. Ex traficante de cocaína desde que era un criajo. ¿Por qué siento que lo conozco?
Mientras más sé de su vida, más conocido se me hace. Joder, ¿nos habremos conocido en la juventud, quizás? No lo sé... Se nota que no es de acá, tiene un acento para nada escandinavo. Seguro era traficante en otro país, intentó con Dinamarca y no le salió. Aún así, ¿por qué se me hace tan conocido, tan agradable, tan tierno en su manera de actuar?
Insisto, no estoy cuestionando mi sexualidad. Sino, que trato de recordar tanta mierda, estoy cien por ciento de que le conozco de alguna parte a mi compañero de celda, sólo que no recuerdo de dónde.
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