Capítulo 2: Horrible ambiente social.
A la hora de la cena al menos pude agarrar un postre, se trataba de una pequeña porción de gelatina que sobraba, algo era algo, iba ofrecerle a mi compañero de celda que pareciera que no comió en todo el día y negó, dijo que con desayunar le bastaba. Insistí pero se negó de nuevo, no se atrevía a mirarme a la cara, se la pasaba encerrado en la celda, odiaba tener que salir, por eso a la hora de la cena se quedó ahí acostado, mientras yo batallé por unos quince minutos por algo de qué comer.
No dormí muy bien en la noche, me quedé preocupado pensando en qué le podía haber pasado a mi compañero y además, reflexioné acerca de mis hijos... Layne y Myles, ¿estarán con su abuela materna? Espero que estén a salvo, es bastante feo que ya no tengan a sus dos padres originales, deben estar más que devastados. Eso me hacía sentir mal, demasiado mal.
A pesar de que la cama fuera bastante blanda y cómoda, conciliar el sueño resultó casi un infierno lleno de ansiedad.
Una vez que haya llegado el día siguiente, noté que el desayuno lo repartían en la misma celda para asegurarse de que al menos coman una vez al día los reclusos, cosa muy interesante.
Joder, que bien huele el bacon por la mañana...
Me alimenté lo más que pude, íbamos a salir al patio horas más tarde, eso me agradaba, me dijeron que medirían mi actitud frente a otros reos y verán si me dejan salir de mi celda al patio más seguido en los días de clima tan bonito como éste.
Yo realmente no sé qué mierda tendrán en la cabeza algunos idiotas que no hacen más que provocar, yo sólo quería quedarme en el patio, echado en el pasto, mirando a las nubes. ¡Pero no! Éstos imbéciles porque les miraste feo ya te andan insultando si es que no insultan de la nada. Se golpeaban porque sí, daban amenazas de muerte... no se puede estar tranquilo, joder, que quiero ver las putas nubes, nada más.
Ya entiendo porqué mi compañero prefiere quedarse encerrado todo el día en su cama. Que pesados. Comprendo que estén picados por ser encerrados por muchos años o de por vida como en mi caso, pero la única manera para hacer que vivir aquí sea agradable... es tratar bien a los demás. Éstos son unos simios, no saben ni saludar, sólo maldecir y golpear a los demás.
Bien que estén picados, en serio, sin embargo ese no es un motivo coherente para hincharle las pelotas a los demás. Lo peor es que, teniendo un servicio tan agradable, vivimos en buenas condiciones, con gran higiene, y la comida no está tan mal. Sin contar de que tenemos televisión nacional para entretenerse... la gente de aquí es una mierda.
No es que planeaba venir a hacer mejores amiguitos aquí, no obstante, tampoco vine para agarrarme a golpes con medio mundo, es ridículo. Sólo quiero vivir acá sin meterme en problemas y de manera digna.
No quiero tener que recurrir a matar a alguien otra vez, no saben lo horrible que me siento todavía, no por acabar con la vida de mi expareja, sino por cómo han de sufrir mis hijos.
Luego nos llamaron para ir a... Las duchas. Noté que mi compañero se negaba a ir como si el mundo dependiera de ello, hasta que lo llevaron en contra de su voluntad al lugar.
Estaba algo asustado, he oído tanto de violaciones en las duchas, que sostenía con tanta fuerza el jabón que mis dedos estaban marcados, no quería que se me cayera y que me violaran, miraba para todas partes.
Había uno que no dejaba de mirarme.
- ¿Qué coño te pasa? ¡Anda, vete, y déjame! -grité mientras varios me miraban raro.
Me guiñó y fruncí el ceño, joder, que asco de tipo. Se fue a acosar al que tenía al lado mío, diciéndole cochinadas que me asqueaban.
Entonces, me preocupé más en querer limpiar mi cuerpo, mirando siempre a mis espalda para que nadie se atreva a meterse con mi retaguardia. Era muy incómodo todo, no porque me vieran desnudo, sino porque oía como se follaban a más de una persona en la distancia, no es que sea homofóbico, me resultaba incómodo saber que lo hacían en contra del consentimiento del afectado, daban ganas de ir a separar a los abusadores de sus víctimas pero no pensaba en arriesgar mi vida y mi virginidad anal en un asunto que no me correspondía.
Al acabar de limpiarme, iba a salirme del área de las duchas para buscar una toalla, hasta que admiré mejor una escena a la distancia que me iba a perturbar de por vida:
Mi compañero de celda, estando en cuatro, mientras dos personas le estaban dando por UN MISMO orificio, otro por la boca y unos tres más que se la cascaban al lado mirando. Todo mientras mi compañero no dejaba de llorar.
Ahora comprendo porqué se siente tan mal todo el día y se niega a salir de la litera. Pobrecito...
Una vez que conseguí la toalla afuera, me sequé y coloqué ropa limpia, para ir al patio de nuevo por un ratito. De ahí llegó la hora del almuerzo en la tarde, de nuevo se pusieron agresivos conmigo porque yo me puse en la fila como persona honrada e iba a comer mi ración como correspondía. Alejé a todos los que pude hasta por fin coger mi bandeja, con eso, me empujaron para hacerme caer con mi comida al suelo, entonces varios se pusieron a reír por eso. Algunos aprovecharon para patearme en el suelo, hasta que me cansé.
Me las arreglé para levantarme y les di un buen puñetazo a lo loco a los que me amenazaban y reían. Hasta que un gendarme me vio y separó de inmediato, me llevaron en contra de mi voluntad hasta mi celda, para castigarme para no acercarme a otros reos.
Claaro, me castigan a mí por defenderme pero bien que dejan libres ahí jodiendo a los sin vida que se meten con los demás por mero ocio.
En mi celda, admiré a mi compañero llorando, ni siquiera hacía falta decir porqué. Tenía que hacer algo al respecto.
- ¿Puedo hablar contigo?
- ... ¿sobre qué? -sorbió su mucosidad nasal.
- Sobre... lo de las duchas.
Hizo una mueca.
- Claro... ¿Qué pasa?
- ¿Es muy común que te hagan eso? -asintió- ¿Todos los días? -volvió a asentir- ¿Y tú te dejas abusar? ¡¿Pero cómo?!
Las lágrimas volvieron a salir.
- No sé cómo defenderme -cubrió su rostro con ambas manos.
- Joder, este... ¿cuál es tu nombre? Llevo un día entero conviviendo contigo y ni siquiera sé cómo te llamas, lo siento.
- Kirk Hammett -sollozó.
Parpadeé impresionado, conocía a este tipo de alguna parte, no por el nombre sino por sus rasgos faciales.
- ¿Y el tuyo?
- Lars Ulrich -tragué saliva con nerviosismo-. ¿Sabes? No tienes porqué soportar que esos idiotas se aprovechen de ti, tú vales mucho más.
- Um, claro -forzó una sonrisa-. Pero es difícil alejarlos, insisten demasiado...
- Pues diles que no te gusta que te hagan eso, hazte respetar. Hoy me dieron un madrazo a la hora del almuerzo, les di su merecido y me castigaron, pero valió la pena.
- No es tan fácil como dices, Lars... -suspiró- Ellos creen que lo disfruto, no importa cuánto les grite, cuánto llore... ellos sólo piensan en si mismos.
- ¿Y porqué te agarran especialmente a ti? Digo... habiendo tantos idiotas en las duchas, vi un enorme grupo en contra de ti en específico.
- Espero que no te moleste ni incomode pero... -inhaló bastante aire antes de pronunciar- Soy gay.
- Oh... -hice una mueca- ¿Y por eso es que van todos a ti: porque creen que lo disfrutarás? -asintió, echándose a llorar de nuevo-. Joder, que feo es eso -comenté-. Tranquilo, haces bien en quedarte aquí todo el tiempo porque pueden decirte algo en los patios o golpearte por tu condición -asintió de mala gana-. Este... en la ducha, al menos procura no agacharte y ve siempre con el culo pegado a la pared.
Se rió con delicadeza.
- ¿Qué? ¡Pero si es verdad! -sonreímos- ¿Quieres que te consiga algo a la hora de la cena?
- No te molestes...
- Me molesto -interrumpí-. ¿Un postre?
- Vale -sonrió teniendo más confianza.
No sé porqué siento que lo conozco de alguna parte.
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