Capítulo 04
El peor resultado obtenido que Kaido creyó que sería el rechazo de sus sentimientos, fue brutalmente remplazado por el simple hecho de que fue ignorado por Saiki.
Sus entrañas se revolvieron, y una pequeña y apenas diminuta parte suya le daba las tremendas ganas de simplemente echarse a llorar ahí mismo. Era horrible saber que un amigo que creía cercano en algún punto, no mostrara interés en él.
¡No podía ser! ¿Todos los momentos que ambos vivieron juntos habían sido una mentira? ¿Saiki Kusuo nunca lo vio como un amigo?
Su corazón golpeaba su pecho con mucha fuerza, y las lágrimas amenazaban con escaparse de sus ojos. Todo empeoró cuando la campana del descanso sonó, indicando el cierto desconcierto de algo.
—¿Shun? —Aren llegó con la alegría a flote hasta el lugar donde estaba el de cabellos azules, Nendo a su lado. Los dos sonreían abiertamente, mostrando en sus manos el bento casero. Kaido mostró una sonrisa un tanto rota, pero que trataba de fingir. No sirvió de mucho para su mejor amigo, y mucho menos para el idiota de Nendo que a veces parecía no ser sólo un idiota—. ¿Te sientes bien?
—Sí, ¿por qué no lo estaría? —preguntó, poniéndose de pie de golpe. Por unos instantes sus gestos parecieron mostrar facciones afiladas, un tanto burlescas y para nada dolidas, sólo logrando aferrarse a la sólida idea de que Kaido seguía siendo Kaido—. Sólo que he sentido que el aire ha estado muy pesado últimamente. —Encaró, fingiendo sus delirios al dar una mirada sospechosa de un lado a otro, como si fuera información confidencial—. La Unión Oscura ya debería de estar moviéndose.
—Ya veo... —respondió Aren con desconcierto, no muy convencido de eso. Quiso cambiar el tema de conversación, girando sobre sus talones para atrapar con la vista al cuerpo de Saiki sentado sobre su pupitre, tratando de pasar desapercibido—. Vamos con Saiki, ¿sí?
Ahí Kaido pareció alertarse, la respiración la empezó a faltar, el piso se le movió y tuvo la extraña sensación de salir corriendo. Por impulso, colocó su mano sobre la parte donde su flequillo escondía la marca dibujada en su blanca piel, y sin saber qué decir ante las miradas curiosas de sus dos amigos, explotó en rojo y empezó a retroceder.
—¡Lo siento! Iré al baño, tengo que realizar un exorcismo —gritó sin perder el tiempo, no permitiendo que ninguno le pudiera cuestionar porque corrió lo más rápido que pudo. Sólo pudo correr a velocidad máxima alejándose dos metros, porque no tardó en cansarse tras su falta de habilidad física.
Kusuo lo miró de reojo, y no pudo hacer más que simplemente tratar de ignorarlo, sabiendo que tenía temas más importantes justo en esos instantes, como lo era las presencias molestas de Aren y Nendo a su alrededor.
—Oye, compañero, vamos a comer ramen...
—Nendo, traes tu bento.
Las conversaciones triviales de ambos jóvenes mientras arrastraban las sillas y butacas para formar una mesa improvisada a su alrededor le hicieron saber a Saiki que ya no había escapatoria. Suerte que al menos Riki fue lo suficientemente considerado como para colocar un lugar dedicado a Kaido cuando éste regresara.
«Él no debió de habérselo tomado tan en serio», trató de convencerse a sí mismo Saiki, mirando hacia abajo por la gelatina de café que sacó de su mochila. ¡Belleza en todo su esplendor!
Sí, por unos momentos olvidó que Kaido no entendía el sarcasmo, pero tampoco era como para que le afectara tanto esas simples palabras. Lo había vivido en un sinfín de ocasiones con Chiyo y Teruhashi, siempre las alejaba de mil formas diferentes, y siempre parecían no rendirse y regresaban con más fuerza.
«Pero Teruhashi es una mujer fuerte, y le encanta acomodar las palabras para que suenen como a ella le gustaría», habló mentalmente para sí mismo, teniendo que aceptar que conocía a Kokomi más de lo esperado. Y era cierto, puntos positivos que tenía esa chica, no la hacían similar a Kaido.
Kaido mostraba ser más sentimental: ¿cuántas veces lo había encontrado al borde de las lágrimas por cualquier cosa pequeña?
¡Bien, cometió un error!
Debía de arreglarlo.
Saiki cruzó sus ojos, haciendo viscos.
Buscó a Kaido y lo encontró demasiado rápido: estaba en el baño llorando. Quizás no debió de ser tan duro con él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro