Capítulo 02
Su cara no podía evitar demostrar cierta alegría inmensa, tratando de fingir que realmente no le importaba lo que ocurriría a futuro. Estaba sentando en su respectiva banca, esperando pacientemente a que Saiki hiciera su aparición mañanera. Moría de nervios, a pesar de que la alegría y la euforia seguía golpeando las puertas de su corazón con completa ansiedad. Sus manos envueltas en vendas estaban entrelazadas entre sí, y su pie ansioso jugaba con una simetría extraña en el instante mentiroso en que su interés amoroso atravesara el umbral del aula y él pudiera iniciar su plan.
¡Todo lo tenía fríamente calculado!
¿Alguna vez habían escuchado un intento de conquista así, en el que se metieran cosas sobrenaturales? ¡Era perfecto, era un genio!
Sin querer, sus labios empezaron a temblar, teniendo el estúpido impulso vago de soltar una carcajada de sus labios, y la curva hacia arriba que quería retener se le iba escapando. Al final, no pudo aguantar más, antes de terminar escupiendo y tirando por la borda todos sus tremendos esfuerzos para ser serio, atragantándose una risa y soltando sus verdaderos sentimientos al carcajearse en su lugar, como un loco.
La mirada de todos los que estaban en el aula cayó sobre el raro de Shun, incluso la bola de chicos que se había arremolinado alrededor de la bella fémina de hebras azules se habían dedicado a verlo. Nadie dijo nada, dejando que el silencio de repente fuera guiado en un vaivén estúpido y mentiroso por Kaido Shun, con la batuta invisible creada por su risa.
Y Kaido ni siquiera se había percatado de eso, estaba enamorado, eufórico y emocionado, tanto que todos los demás simplemente habían pasado a segundo plano. O así fue, hasta que una mano colocándose en su hombro lo tiró de lleno de su nube, estrellándose contra el suelo como un ángel caído (qué poético). Los escalofríos lo inundaron, y por fin entró en la cuenta de lo que había hecho: se había empezado a reír como un loco desquiciado frente a todo el salón, ¡qué vergüenza! Le gustaba la atención, ¡pero no así!
—Shun, ¿te sientes bien? —La voz apacible y tranquila de Aren lo regresó a la realidad, con la respiración introduciéndose por sus pulmones al haber procesado a la perfección sus intenciones. Giró su rostro a la velocidad de la luz, chocando rápidamente con la mirada preocupada del serio hombre de cortos cabellos violetas, a su lado, el idiota de Nendo lo miraba raro.
—Sí, me siento bien, no hay problema alguno —comentó, forzando una sonrisa en sus labios, sin que pareciera sospechoso ante la vista de sus dos amigos que realmente apreciaba bastante. Sin embargo, aunque los apreciaba de verdad y los quería tanto, ellos no eran la persona a la que esperaba, y sería problemático que Aren o Nendo descubrieran su tercer ojo y su maldición, ya que no sería el enfoque directo que buscaba: quería que Saiki fuera el primero en saberlo—. ¿Realmente estaba actuando extraño? —preguntó con torpeza, sonriendo tímidamente, permitiendo que un tenue rubor inundara sus pálidas mejillas. De una forma nada discreta, su mano derecha era posicionada en el flequillo que caía sobre su frente, tratando de acomodar sus cabellos a tientas para que no notaran lo que le pasaba.
Para su mala suerte, ese movimiento preventivo provocó que por un segundo se notará la mitad del círculo, y Nendo lo notó primero.
—¿Qué tienes en la frente, pequeño amigo? —interrogó sin rodeos, señalando con su grueso dedo la frente de Kaido. Shun ya quería que la tierra se lo comiera y lo escupiera en otro lado (si no era tan egoísta y tenía el privilegio de elegir, que fuera frente a la casa de Saiki, por favor).
Entró en pánico, cuando Aren pareció mostrar curiosidad ante la afirmación de Nendo. Claro, de vez en cuando a ese antiguo delincuente se le escapaban las vibras de hermano mayor sobreprotector de Shun, y ésa sería una terrible desventaja.
—¿Te lastimaste o algo así? —Aren lo hizo mover un poco la silla en la que estaba sentado, para que pudiera tomarlo de los hombros y mirarlo a la cara. Eso era algo conmovedor para Kaido: tener amigos que se preocuparan sinceramente por él era dichoso, ¡pero no eran Saiki! ¡Su intento de conquista se iría por la borda si eso seguía así!
—¡No es nada! ¡N-no es nada! —aseguró nervioso, acomodando de nuevo con su mano sus alborotados cabellos, creyendo que se veía de más. Kuboyasu no se sintió convencido a pesar de eso.
—No lo creo, sí tienes algo en la frente... —Aren aseguró, un poco pensativo y temeroso de lo que pudiera encontrar. Sin decir otra cosa y sólo preocupándose por la seguridad de su amigo, estiró su mano hasta la frente del chico, tratando de descubrir lo que había detrás de su actuar raro.
Kaido fue más veloz ante las intenciones, sudando por todos lados, agitado y con el color rojizo en cara, recibieron a su mano vendada posándose sobre su frente, impidiendo la vista absoluta de esa parte.
—¡Ya dije que no es nada! Gracias por preocuparte, Aren. —Sonó nervioso, desesperado e indefenso. ¡Más sospechoso!
—No creo, realmente-...
—¡Compañero! —La voz de Nendo llamando a Kusuo le dieron cuerda a la emoción de Shun, olvidando sus temores y poniéndose de pie de golpe, al observar como la seria figura de Saiki se presentaba con total calma y llegaba hasta su banca, ignorando a todos.
—¡Saiki! —gritó emocionado, teniendo un extraño brillo en sus orbes carmines y una alteración evidente en su pulso cardíaco.
Aren no tuvo de qué preocuparse al notar lo evidente que era Shun. Supuso que era su raro intento de decirle a Kusuo: «me gustas».
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